🏐Cap. 4🏐

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El rubio, completamente desorientado ante el desparpajo del tipo frente suyo, arma sus manos en puños mientras retiene su constante mirada sin achicarse para nada. No permitirá que tipos como éste, que muestran la  implacable seguridad que él cree que no tiene, logren incomodarlo.

Pero a medida que los minutos se alargan en tanto se sostienen miradas, se desconcentra cuando observa a una impertinente lengua pasearse con absoluta parsimonia por la curvatura de su labio inferior seguida por unos dientes que la aprietan como si fuera la cosa más deliciosa del planeta.

—Así que... ¿bisexual? —se escucha de parte del nuevo estudiante seguida de una risilla mal intencionada del mismo.

—¡Pero qué cosas dices idiota! ¡Aléjate de mí! Bisexual tu culo...

—El mío, gay, pero gracias por preguntar. Y lo de alejarme lo veo medio difícil ya que creo que compartimos facultad. Ahora, si dejas de aprisionar mi pecho te agradecería ya que debo pasar por la oficina central antes de comenzar con el jornal.

Jimin, que permanecía pegado al prominente pecho del castaño como lapa, se despega maldiciendo por dentro por sus decisiones involuntarias. ¿Cómo puede ser que no se dé cuenta de que estaba encima del tipo y para colmo, mirando sus labios como un condenado necesitado?

El resto alrededor no se pierde detalle del asunto en cuanto la abandonada morocha decide que -tal vez- podría ser la primera en convertir a un gay, que es un exquisito deleite para sus retinas, en un bisexual en potencia.

Pero sobre que realiza sus ya conocidos movimientos ubicándose por delante del encolerizado capitán, el mejor amigo del mismo la aparta llevándose a Jung Kook del brazo mientras larga a boca suelta que se frene en el lugar y aleje sus garras de gata necesitada mientras Hobi, dándose la vuelta, le pide disculpas a la muchacha.

Bien se alejan, la voluptuosa e indignada morocha le reclama a Jimin mediante mohines: —¿Por qué no me defendiste del idiota de tu amigo?

—Bonita, solo te faltaba el moño para completar el regalito, no se puede defender lo indefendible —suelta el armador (sin un ápice de tacto) mientras recibe un fuerte empujón por parte de la misma. Empujón que lo tira contra los casilleros pero que casi ni siente por estar observando la estela que dejó el que provocó todo esto.

Luego de completar los millones de papeles solicitados y aguantar el sermón del siglo del porqué debería cuidar su plaza ya que solo algunos alumnos selectos logran lo acontecido, el castaño se retira hacia su primer clase del día (o mejor dicho) segunda. Siendo reprendido por el docente por incorporarse a media mañana y luego del horario de comienzo de la misma.

A medida que ingresa y se inclina a modo de disculpas, recibe un par de silbidos de un grupo de chicas apostadas sobre una esquina. Y sobre que observa de reojo, reconoce a la muchacha que había estado intentando llevarlo al otro bando sin éxito alguno. Así que esboza una sonrisa sin poder contenerse al recordar las palabras de Tae aunque él mismo le haya dicho que no debía referirse de esa manera hacia una dama.

Sigue su camino cabizbajo a medida que sube las gradas hasta que divisa un lugar donde ubicarse para comenzar su jornada, contando solo con su libreta descascarada y su característica birome que desde siempre lo acompaña. Luego de finalizar con las clases, deberá buscar el material de estudio y su bendito casillero.

Luego de unos minutos en donde no logra entender bien de qué trata el tema expuesto en la pizarra, intenta sondear entre los rostros de sus compañeros para ver si hay alguno que no entienda o solo a él le sucede, hasta que un sentimiento de creciente incomodidad se instala en el medio de su pecho. Una sensación de quemazón que hace direccionar su mirada hacia un determinado sector.

Y como si el hado del destino estuviera reescribiendo su camino para soportar malos tratos, observa al atlético Central que con una destreza increíble tapó varios remates en el último partido que observó y a su lado, ubicado como una condenada deidad, el rubio de infarto que le hace justicia al popular dicho: miradas que matan si lo pudieran lograr. 

Pero como el castaño está genéticamente diseñado para provocar a esa persona que mueve cada fragmento de su piel, lanza un beso en el aire haciendo que el rubio, entre rezongos, enseguida le muestre un puño. Jung Kook, que se encuentra tentado ante la infantil actitud de aquel que mostró total coraje y un temple de acero en la cancha, no puede creer que reaccione de semejante manera hacia su trato. Y eso que no han hablado más que para defenderse de las consecuencias de sus coqueteos baratos cuando al otro pareciera que se le saltan los ojos por el atrevimiento de provocarlo.

Luego, despejando su cabeza de heteros con escaso control de sus ojos, decide prestar atención a lo que resta de la clase. Debe ponerse al corriente en cuanto a las materias se refiere ya que entrar a mitad de semestre supone un esfuerzo inmenso para estar a la altura del resto. Pero bien sabe que con sumo esfuerzo y dedicación, podrá salir victorioso. Así mismo, no descarta quedarse sin tiempo libre hasta que logre hacerlo y si a eso le agrega el tema del entrenamiento más el alojamiento, comienza a dolerle la cabeza. No pudieron decirle de un lugar donde quedar en la residencia por una cuestión de cruzada información. Así que por hoy, debería volver a dormir en ese lugar que más parece cuchitril de enfermedades venéreas que alojamiento estudiantil hasta poder organizarse en el campus universitario.


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