Capítulo O4

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Capítulo O4: Conjunto.

No era la intención.

    — ¿Eh?

    — Que buscaré a dónde mudarme.

    No era la intención de TaeHyung que JungKook siguifiera sintiéndose incómodo. Después del problema con Ikar, y aquel momento de reconciliación, las cosas habían seguido prácticamente el mismo rumbo. No cruzaron ni una sola palabra. Mentira. Sí lo hicieron. Cuando Ikar quería comer y JungKook le preguntaba algo al aire a TaeHyung y él respondía que sí.

    TaeHyung intentó en esos días hacer que las cosas volvieran a ser como en un inicio. Como en el corto lapso de tiempo en el que parecían estar medianamente agusto con el otro. Sin embargo, y a pesar del esfuerzo del chico, JungKook jamás dio su brazo a torser y tenía esa característica actitud evasiva que comenzaba a hartar al mayor.

    — N-no pero... ¿Qué? ¿Por qué te vas?

    TaeHyung caminó en pijama hasta el chico y sus maletas. Se recargó en la más grande, y la tomó con fuerza entre sus manos. JungKook movía un poco a Ikar de lugar, buscando su cama y tal vez hasta su plato de comida.

    — Creo que te hago sentir incómodo.

    — ¿No es que tú te sientes incómodo?

    — Creo que no te vas a llevar bien conmigo —responde JungKook sentándose lentamente en el sillón y tomando al gato entre sus manos—. Soy muy entrometido con cosas de los demás, y también tiendo a preguntar y preguntar

    TaeHyung asintió. Pero no dijo nada más. Tenía un extraño sentimiento recorriendo su cuerpo, y entre más pensaba en la huida, más se aferraba a la manija de la maleta. Realmente no odiaba a la gente así. Le gustaba. Pero estaba herido. No quería que alguien más adhiriera a él, y era lastimoso sentirse así cada vez que conocía a alguien nuevo.
  
    No pensaba que la historia podría repetirse. Al contrario. Sabía que, nunca, alguien podría reemplazar a Jaehyun; jamás. Jaehyun era una bomba explosiva de nervios que podía adentrarse en él con una facilidad extrema. Jaehyun era distinto. Y eso era lo que le gustaba en él. Por muy parecido que fuese a otras personas, su corazón sabía diferenciar entre caras y personalidades, emociones y sentimientos.

    TaeHyung miró a JungKook un segundo, e hizo de sus labios una delgada línea. JungKook cerró sus ojos y los abrió de nuevo con una sonrisa de por medio.

    — Creo que ya tengo que irme.

    — Ah... Pero... Realmente no eres una molestia.

    Ikar caminó hasta TaeHyung, quien lo tomó entre sus brazos con mucha fuerza.

    La mente de JungKook estaba en blanco. Los últimos dos días había estado decidido en irse, pero en ese momento estaba indeciso. No quería mal interpretar a TaeHyung, y tampoco quería simplemente ignorarlo. Era complicado.

    — Yo... No lo sé. Realmente pienso que no estaremos bien y-

   — Ah, ya. Ikar no se quiere ir. Permanece aquí un rato y si no te agrado después de unos meses, entonces te vas y listo.

    — Pero...

    Los ojos de TaeHyung fueron directamente hacia el pelinegro que estaba ahí, confundido. No quería darle entender que se hizo una muy mala costumbre, realmente, quería que se quedara sin dar alguna explicación de por medio. Además, a Tae le iba mejor si JungKook estaba ahí. El ahorro era bueno, también el gasto del WiFi o de incluso cosas más sencillas como el jabón de los trastes, o de baño, y el shampoo.

   Se acomodó con Ikar entre los brazos, y después de hacer un mundo en su cabeza sobre sus incesantes y molestosa acciones, dejó ir al felino hasta su dueño. Ikar se removió algo más animado hasta llegar a JungKook y acomodarse sobre sus piernas.

    —Bien —dijo JungKook en un suspiro incómodo, pero tan brillante como siempre—. Supongo que puedo quedarme un tiempo más aquí.

    El mayor movió la cabeza de arriba hacia abajo y caminó hasta la cocina con Ikar siguiéndolo. JungKook permanecía sentado en el sofá, con la mano en la barbilla. Su mente trabajaba rápidamente. No tenía idea si TaeHyung pretendía disipar sus emociones, y le ponía ese rostro tan neutral o si, simplemente las cosas eran tan fáciles como pedirle que se quedara.

    JungKook no tenía una idea clara sobre él. Pensaba que era un buen chico, también que era bastante agradable y aunque conocía cierto grado irritante y a la defensiva de él, su idea general era esa. Sin embargo, a parte de saber que le gustaba todo lo que tuviera que ver con los videos o fotografías, no tenía idea de quién era él. No tenía idea de aquella idea abstracta del castaño, sus gustos profundos, opiniones sobre el mundo que le rodeaba. A simple vista era alguien muy propenso a pesar del universo y de las personas como una banalidad. A ciencia cierta, era algo que sólo TaeHyung podría saber. Las veces en las que quiso conversar, nada pasaba de monosílabos o cambios de tema abruptos y sin sentido.

    Salió de sus pensamientos cuando TaeHyung removió los abrigos desde la puerta. Jeon se puso de pie, caminando hasta él y deteniéndose a una distancia algo larga.

    — ¿A dónde vas?

    — A comprar comida.

    — Pero y...

    — No he ido al supermercado —responde TaeHyung sin prestar mucha atención—. Regresaré pronto.

    JungKook tiene una mejor idea en mente, así que simplemente detiene a TaeHyung con sus manos, en una seña de alto. Alza su dedo índice, teniendo encima suyo los ojos confusos del castaño. Entonces, decide hablar con el tono más bochornoso y brillante que se puede imaginar.

   — Tengo una mejor idea —dice el chico—. Iremos a comer comida china.

    El mayor alza las cejas, pero parece no estar muy de acuerdo.

    — Mm...

    — Vamos. Será gratis, además tiene mucho tiempo que no veo a mis padres. ¿Quieres ir?

    — Supongo que está bien. Pero deberíamos pagar.

     — ¿Por qué voy a pagar si es de mis padres?

    TaeHyung recordó aquel día en el que BaekHyun habló de JungKook. Recordaba perfectamente el comentario del restaurante, y también que alguna vez le dijo que JungKook realmente odiaba ese lugar porque sus padres eran demasiado estrictos, controladores y ofensivos. Esa era la idea que le incomodaba. Las personas así solían, simplemente, hartarlo. Que se mantuvieran regañando, o gritando. Era como un juego estúpido e infantil. El hecho de que sean tus padres no les da el permiso para tratarte de maneras inhumanas y desmoralizadas.

    — Está bien.

    — Siempre hablas así. ¿No puedes ser algo animado? —suelta el pelinegro en un tono feliz, como el de siempre—. Parece que estás enojado conmigo, o algo por el estilo.

   — No... Solo hablo de esta manera.

    — ¡Ya vi! Como sea, no importa realmente.

[...]

Como era de esperarse, aquella manera en la que BaekHyun relataba todo, siempre se apegaba a la realidad. TaeHyung se inclinó con su mirada quebradiza hacia aquellos dos señores imponentes que estaban enfrente suyo. El señor Jeon lo miraba con atención, y la madre simplemente permanecía en silencio, con una delgada línea en sus labios. En sus pensamientos, TaeHyung simplemente estaba anonadado y pensando cómo lograría salir de esa. Suspiró incómodo, antes de bajar la cabeza y esconderse inconscientemente entre su cabello.

    — Lo están asustando.

    — ¿Quién es este muchachito? Jeon JungKook ya te hemos dicho que-

    — Mamá —dice el pelinegro en un tono alto, con reclamo de por medio y una mirada compleja—. No estoy de humor para discutir eso. Supéralo, ella no regresará.

    El pelinegro pasa por la entrada del lugar y deja su chaqueta en uno de los sillones de las mesas. TaeHyung lo sigue por detrás, siendo observado por los adultos con cara de amargados. Podía sentir ese ambiente a restaurante y la comida hasta donde estaba olía deliciosa. A lo lejos se veía un bufete, y tenía ganas de ir a comer lo más pronto posible. Sentado ya, quieto en su lugar, escuchaba a JungKook hablar con sus padres que estaban hechos locos por el comentario. Podía escucharlo todo.

    — ¿Cómo puedes decir eso? ¡Jennie era un amor!

    — Lo sé.

     — Tu madre tiene razón, además, él es el quinto en-

     — ¿Pueden calmarse un poco? —la interrupción abrupta de JungKook hace todo un poco más incómodo—. Él es mi compañero de apartamento. ¿Entienden? COMPAÑERO DE APARTAMENTO.

   El cotilleo siguió por unos minutos, pero para cuando logró tranquilizar a sus padres, TaeHyung ya estaba lo suficientemente incómodo y hambriento. El pelingero se sentó, y miró a Tae con una mirada distactoria.

    — Lo lamento.

    — Sí —responde TaeHyung—. BaekHyun me dijo que tus padres eran temperamentales.

     — Son muy entrometidos. Y estrictos, y mandones. Pero son buenos una vez que los conoces bien. Como sea, realmente eso no importa. Lamento lo que dijeron, no están acostumbrados a que traiga amigos.

     — ¿No? Creí que venías seguido.

     — Lo hago, pero solo —el chico toma la carta de la mesa y lee. Mira por sobre ella a TaeHyung, que está sin saber qué hacer—. Ordena lo que quieras.

    Esa imagen fue dolorosa. TaeHyung hizo sus ojos más pequeños, y miró hacia todos lados pretendiendo no prestar atención. Habían cosas que se repetían y le llegaban al fondo del corazón. Donde podía sentirlo con fuerza, y caer más bajo y más bajo en un hoyo de completa decepción y retracción hacia el mundo y las nuevas personas en él. Complejo. Inentemdible.
   
   — ¿Puedo comer del bufete?

   — Puedes comer lo que quieras —JungKook esperaba que él se parara de inmediato, pero no lo hizo.

    El chico bajó la carta, y lo observó fijamente. TaeHyung estaba perdido en algún punto de la mesa roja. Miraba el centro con flores amarillas y blancas, tal vez confundido con la situación o en espera de algo. JungKook no pudo aguantar aquello, el no saber qué era lo que aturdía al castaño.

    Cuando TaeHyung alzó la vista, JungKook lo miró a los ojos, acomplejado por lo que pasaba en su mente.

    — ¿Acabas de salir de una relación?

    A JungKook lo tomó por sorpresa aquella pregunta. Pero no estaba sorprendido. De pronto, se sentía algo halagado y muy avergonzado a la vez. Sabía que eso salió a flote por los comentarios concurridos de sus padres. No era algo nuevo. Siempre que lavaba a alguien al restaurante pasaba aquello. Pasado y pasado. Nada de pisado.

    — Ah, sí. Se le puede decir así —JungKook dice despreocupado, pensando en su última pareja—. Ella era algo... Temperamental, como mis padres. Por eso la quieren tanto, también por eso yo la quería tanto.

    — Entiendo —responde el castaño—. ¿Puedo preguntarte algo?

    — Seguro.

    TaeHyung no hallaba las palabras para hacer una pregunta tan mala y estúpida. Pero la tenía atorada desde hacía tanto tiempo y sus maneras de socializar simplemente resultaban deficientes. Sabía que preguntárselo a BaekHyun terminaría en "superar es vivir, y vivir es experimentar". Y odiaba que él quisiera arreglar ese vacío de aquella manera.

    — ¿Cómo olvidas a alguien a quien quisiste con toda el alma?

    Así que eso era.

    JungKook pensó en aquella pregunta como si pudiera responderla. A la vez, su cabeza imaginaba aquellos ojos repletos de dolor causados por esa razón, por el dolor de un alma solitaria y abandonada por su amor. Jeon podía entender eso, que TaeHyung estaba roto por dentro y desde la raíz.

    No sabía el porqué hasta ese mismo momento.

    JungKook suspiró, alzando la carta, dejando de ver a TaeHyung que solamente tenía un nudo en su garganta a causa de las constantes memorias que iban por su cabeza.

    — No puedes hacer eso —suelta JungKook—. No puedes olvidar a alguien a quien quisiste con el alma.

    TaeHyung alzó la vista, topándose con la carta del restaurante. JungKook la bajó, topándose con los orbes cafés, casi en un estado de perdición humana.

    — Solamente los perdonas por haberse ido. Incluso si no fue tu culpa, o si tu mismo los dejaste ir. Puedes superarlos, pero no olvidarlos.

    Entonces, aquella conexión fue real. TaeHyung cerró los ojos, sintiendo sobre su piel algún tipo de exasperación y de pronto un suspiro de intranquilidad salió por sus labios. Se puso de pie, y tomó el plato que estaba sobre la mesa.

    — Vuelvo en un segundo, iré a servirme algo.

    — Come bien.

    Un golpe inesperado, un nuevo pensamiento. Probablemente las cosas estaban siendo más complicadas. Y las memorias seguían viniendo. Por primera vez desde que él se fue, TaeHyung se estaba sintiendo como un manojo de nervios ante alguien más. Y era, más que nada, doloroso.

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