Capítulo O9

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Capítulo O9: Pasados no olvidados.

"TaeHyung siempre estuvo envuelto en problemas. Por donde sea que lo viese, él se la pasaba escondido por miedo"

    JungKook miró un segundo al chico, que iba sumido en sus pensamientos. Ambos iban de camino al lugar especial en el que habían quedado ir, su viaje en autobús era bastante corto, no llevaban más de cinco minutos encima del auto. JungKook pensaba en las palabras que BaekHyun alguna vez le digo hacía meses atrás, cuando buscaba un lugar a donde mudarse.

      — ¿Tardaremos mucho en llegar, JungKook? —pregunta el castaño, sin verlo a la cara.

      — No. Estamos por llegar. No te preocupes.

      — No me preocupo —recalca tranquilamente—. Es solo que me gusta ir en autobús.

        "Solíamos pensar que era una manera muy extraña de ser, justificada por el rechazo. No fue así. Incluso cuando quise hacer que conviviera con mis amigos, se alejaba. Él difícilmente confía en los demás. Es raro que acepte tener a alguien desconocido en su casa. Creí que no lo haría".

     A JungKook lo comían los nervios por dentro. En realidad, casi nadie estaba enterado de aquel extenso problema. Por otro lado, el llevar a TaeHyung a un lugar así era extraño. Para empezar, tenía poco tiempo que su relación fue amistosa. En un principio pensaba que el buen avance era notorio, veía a TaeHyung constantemente con un buen humor (no tanto como el que quisiera), y constantemente le hablaba en buen tono.

    Sin embargo, en ese lapso de tiempo, TaeHyung simplemente estaba como en un inicio. La descripción de BaekHyun era lo que más se añadía a su temperamental actitud.

     — Oh, aquí debemos de bajar.

     — Sí, bien.

     "Él es... Miserable. No puedo usar otra palabra para describirlo. Él simplemente te transmite ese sentimiento de hundirte y perderte. Es porque él se siente de esa manera, no encuentra quién es, no sabe quién es, no tiene razones suficientes para intentar averiguarlo.

  Él prefiere estar en su casa, viendo esas cintas que salir a respirar por cinco minutos aire fresco".

     — ¿Por qué me trajiste a un parque?

      — Espera un momento y lo sabrás.

     JungKook realmente no sabía si todas aquellas acciones valían la pena. El parque, la explicación que daría, el hecho de cuidarlo cuando se enfermó o contarle cosas que le sucedían para que intentara abrirse.

    Realmente quería ayudarlo, pero no sabía cómo. Solía pensar que al haber pasado por una situación similar, que involucrara al dolor, o a los propios sentimientos de no valer nada; le resultaría más sencillo ayudar a TaeHyung. Era curioso como es que si mente trabajaba y por más que intentara hallar palabras correctas, todas lucían como una vaga enseñanza de libros de autosuperación.

      JungKook se sentó en una banca, e inhaló fuerte el aire a su alrededor. Entonces, le pidió, con unas palmadas en el asiento, a TaeHyung que se sentara. El castaño caminó poco seguro hasta él y tomó asiento, evitando el roce mínimo para no estar tan incómodos.

      — ¿No es lindo este lugar?

      — He notado que te gusta mucho salir, ¿no?

       — ¿Mmm? —JungKook no sabe a qué viene aquella suposición—. ¿Me gusta en realidad? No lo he pensado.

     TaeHyung asiente unas cuantas veces, cerrando los ojos por el aire fresco de febrero.

     — Sí. Sales en las mañanas a trabajar y por las noches vas a la escuela. Casi no estás en casa, y sueles cenar fuera también, a veces dices que vas al restaurante de tu familia y luego dices que saldrás con amigos... Te gusta mucho estar fuera.

      — Supongo que tienes razón —responde resignado, pues era cierto—. Es porque cuando era pequeño, mis padres me llevaban a todos lados.

     Dulce infancia... Mas bien, dulce adolescencia. JungKook recordó de pronto aquel tiempo donde todo, afortunadamente, comenzó a mejorar.  

     — A ti te gusta estar dentro de casa, ¿verdad?

       — Sí. Tal vez es porque no salía mucho cuando era pequeño.

       El pelinegro observa fijamente a TaeHyung, que está jugueteando con algunas hojas de los arbustos. Para ser alguien de casa, parecía estar bastante tranquilo. Probablemente es que TaeHyung no tenía a nadie así de cercano que casi le pidiera de favor (o lo obligara) a tomar un poco de aire, y sentir el sol en su piel.

    A JungKook personalmente le gustaba ir al parque. Podías estar sentado por horas viendo a las personas y eso sería tan divertido. El hecho de estar ahí, le recordó al menor el primer y principal propósito de aquel viaje.
   
     — ¿Quieres saber por qué es importante para mí este lugar?
  
      — Claro —dice TaeHyung obvio—. Si no quisiera, no hubiese venido.

     "Aunque algo muy bueno de TaeHyung es que cuando comienza a interesarse en ti, estás teniendo un gran avance. Si es así, entonces significará que le agradas.

    Claro, esto no singifica que de pronto será tu mejor amigo. Y tampoco te dirá todo lo que deseas oir. Incluso ahora que él y yo somos amigos, hay muchas cosas que no sé sobre él".

     — Qué lindo.

     — Cállate. Ya cuéntame.

    Era obvio que esos cambios de humor eran un corazón y mente abriéndose y cerrándose por la inseguridad interna.

      — Bien, bien. Este fue el lugar donde vi por primera vez a mis padres.

     TaeHyung se recargó confundido, sumiendo las cejas y preguntándose aquella afirmación de nuevo.

     — ¿Es a caso eso posible?

     — ¡Claro que sí! —afirma el pelinegro—. Las señoritas de servicios humanos me preguntaron donde quería conocer a mis padres. Y yo les dije que aquí.

     — ¿S-servicios humanos?

     — Ajá —asiente el chico—. Realmente, soy adoptado.

     TaeHyung mueve las manos hacia enfrente y hacia atrás, como empujando algo. Después, pasa su palma por su barbilla. Está confundido. Puede escuchar la risa de JungKook a su lado. No era la gran cosa, lo sabía. Pero de todas maneras estaba impactado. No sólo por lo sorpresiva que era esa afirmación, sino porque JungKook también se expresaba de sus padres como "mandones" y cosas parecidas.

      JungKook observaba fijamente cada pequeña reacción que parecía salirse un poco de lo normal.

       — Pero... ¿No dijiste que tus padres tienen un temperamento tan... Y son tan estrictos y...?

      — Es que es cierto. Son muy estrictos y siempre han querido que actúe rígido en muchos aspectos. Pero, sea como sea, cuando ellos me adoptaron me hicieron el niño más feliz del mundo. Aunque ya tenía diez años cuando pasó eso.

     — Y tú... Simplemente quisiste conocerlos aquí.

      — Sí —asiente JungKook bastante feliz—. Fue interesante verlos por primera vez.

       — Cuando los viste... ¿Qué sentiste?

      — No lo sé. Sentí que... Pertenecía a ellos. Sentí que ellos eran mi hogar.

    Después de un prolongando silencio, JungKook distinguió en él una expresión diferente. El castaño miraba el pasto enfrente suyo como si fuese el mismo cielo repleto de estrellas. TaeHyung sonrió a medias por unos segundos, antes de suspirar. Miró fijamente a JungKook y le soltó un manotazo.

     — ¡Qué piensas que haces soltando todo eso de una sola vez!

      — TaeHyung, hay cosas en esta vida que valen la pena recordar... Y hay otras que simplemente necesitas tener en la cabeza —JungKook menciona esto detenidamente, con la vista apegada a la gente cercana.

     Habían muchas más cosas qué decir. No estaba del todo seguro de hacerlo, pero se motivaba constantemente. Hablar de ese tema era bastante bueno para su alma. Sin embargo, otros temas era difíciles de digerir y de hablar.

     — Y hay recuerdos que son malos —habla de nuevo el menor—. Pero tenerlos en tu cabeza y repetirlos, te enseñan a valorar lo que es bueno en la vida.

      — ¿Por qué me dices todo esto?

     "Si alguna vez él te pregunta algo, asegúrate de responder sinceramente. Antes de que preguntes por qué, sólo diré que tiene una buena intuición. Y odia las mentiras. Odia las mentiras porque piensa que ellas son la causa de todo su dolor y perdición. Si sabe que mientes, te odiará".

      JungKook dejó de ver algún punto fijo en el paisaje, y centro sus ojos en TaeHyung, que lo miraba con una expresión seria y cuestionable. JungKook movió la cabeza de lado a lado y terminó por sonreírle.

      — Te digo todo esto, porque espero que algún día me digas lo que pasa por tu cabeza.

      El mayor mantuvo la mirada fija e interrogatoria, pero después la separó del pelinegro y asintió tranquilamente.

      — Bien.

      — Además, mira bien. Acabamos de crear un buen recuerdo.

      — Seguro —responde Tae—. Me aseguraré de ponerlo en repetición constantemente.

       "Nunca lo olvides. Él valora más tu sinceridad, que una mentira bonita".

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