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El día del esperado evento de Celine, Jennie se encontraba en los asientos donde se daría la conferencia de prensa por parte de la CEO y de su embajadora, Lalisa. Nerviosa y con el corazón en un puño mientras ajustaba su vestido ante las cámaras que parpadeaban sin descanso a su alrededor.

De repente, entre la multitud, divisó a Lisa, quien avanzaba con paso decidido hacia el escenario.

Jennie sintió un alivio instantáneo al verla, pero su corazón se contrajo al notar los moretones en el rostro de Lisa, evidencia dolorosa de la casi reciente pelea con Chanyeol. Su corazón dolía aún, aunque en su rostro no podía notarse, desde la fiesta la había pasado llorando todos los días, por arrepentimiento, orgullo, culpa y quizás miedo de no volver a ver a Lisa. Un torbellino de emociones cruzó su rostro mientras Lisa tomaba el micrófono con manos firmes y miraba directamente a Jennie antes de comenzar su discurso.

—Quiero agradecer a Celine por la oportunidad de haber sido su embajadora —comenzó la rubia, su voz resonando con determinación y una pizca de tristeza perceptible—. Sin embargo, he tomado la decisión de renunciar a esta posición y a todos los beneficios asociados. Así como también renuncio a la posición en la constructora Manoban y a todos sus beneficios.

Hubo un momento de silencio tenso antes de que las preguntas y los murmullos llenaran la habitación. Lisa se mantuvo serena, ignorando las distracciones mientras continuaba con su declaración.

—He aprendido mucho durante mi tiempo aquí, pero siento que es hora de seguir adelante y buscar nuevos caminos en mi vida. Y sobre mí relación con la hija de Roger Kim, Jennie Kim, perdón por no ser la persona que necesitas, quise hacer las cosas bien por segunda vez pero no funcionó, realmente te amo y es por eso que aquí, frente a todos doy por finalizada nuestra relación.

Terminó sin despegar la mirada de Jennie, quién aguantaba las lágrimas con todo su esfuerzo. Entregó el micrófono y se retiró del escenario. Jennie la observó partir con una mezcla de tristeza y anhelo. Sabía que algo tenía que hacerse, no podían terminar las cosas así.

Después del evento, Jennie buscó a Lisa en el lugar donde había sucedido todo la primera vez, el puente junto al río Han, donde habían compartido algunos momentos en el pasado. Encontró a Lisa mirando hacia el horizonte, perdida en sus pensamientos mientras el agua fluía suavemente bajo ellas.

El viento susurraba entre ellas mientras Jennie se acercaba con cautela, su corazón latiendo con fuerza. Lisa giró lentamente hacia ella, sus ojos reflejando una mezcla de dolor y determinación.

—Jennie... —murmuró Lisa, su voz apenas audible sobre el murmullo del río—. Lo siento mucho por todo esto. Nunca quise lastimarte.

Jennie asintió con un nudo en la garganta. Se sentó a su lado, sintiendo la necesidad de estar cerca de Lisa.

—Lisa, te amo. Sé que mi reacción fue la peor pero me sentí herida, sabes que te quise desde el primer día que te conocí y siempre estuve dispuesta a luchar por nosotras.

Lisa desvió la mirada, luchando con sus propias emociones.

—Jennie, no puedo seguir lastimándote así. He tomado esta decisión porque creo que es lo mejor para ambas. Necesito tiempo y espacio para sanar y encontrar quién soy fuera de todas estas expectativas y contratos. Al final no pude ser la persona qué puede estar a tu altura y ofrecerte el cielo y las estrellas.

Jennie respiró profundamente, sintiendo el peso de la despedida inminente.

—Entiendo. Pero sabes que eso siempre me dio igual, nunca me importó tu estatus ni mucho menos, yo sólo te quiero a ti.

Lisa la miró con ojos llenos de amor y pesar.

—Eso lo sé y estoy segura qué nuestros padres no van a oponerse en absoluto, pero aún así, tengo que irme.

—Está vez no dejaré que sea una despedida definitiva ¿entiendes? no importa si me tengo que ir contigo hasta el otro lado del mundo, no te dejaré ir

Lisa soltó un suspiro y sólo se limitó a sonreír.

—Jennie, mi vida, tu vida está aquí, tu naciste para esto, yo no

La pelinegra la tomó de las manos, observando los ojos llorosos de la más baja.

—No quiero esto si tu no vas a estar a mi lado—Lisa acomodó un mechón castaño detrás de su oreja—No te vayas, por favor, es lo único que te pido

Las lágrimas de Jennie no resistieron más, aferrándose a la pelinegra quién sólo la abrazó con cariño.

—Mi vuelo es en una hora, Jennie

Y el corazón de la castaña se había roto en mil pedazos, otra vez.

....

Seguramente pensaron qué nunca volvería, pero si lo hice, así como Lisa también lo hará, o no? muajajaja

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