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Título: Way Down We Go.
Personaje: Jason Todd

Inspirado en Justice League Dark : Apokolips War.

Reproduzcan la canción de Kaleo, Way Down We Go. 

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— Iré por más. Cinco cuadras adelante hay un bar que está intacto. 

—¿Cómo lo sabes? 

Constantine me sonrió. Era una de esas sonrisas ladinas que te decían que lo único que diría al respecto es la sensación que te dejaba entender que no era nada bueno. 

Salió de nuestro pequeño escondite y solté un suspiro. Todo a mi alrededor era una basura, literal y metafóricamente hablando. El mundo estaba en ruinas, los buenos habían perdido, todo lo que conocíamos ya no existía.  Nos habíamos hundido en la oscuridad. 

 Y  lo peor de todo es que aquellos que intentaron salvar a la humanidad de las ruinas seguían vivos en su mayoría, viendo al mundo consumirse en cenizas, sintiendo la derrota día tras día. El infierno subió a la Tierra y los pecadores que estaban siendo castigados eran aquellos que en sus días de gloria unos dioses se habían sentido.

Yo era una de ellos. 

Ni por más fuerza, magia o valentía que tuviera, hubiese logrado una diferencia. Nos pudrimos en nuestro ego, creyendo que por ser especiales podríamos detener a un monstruo sin plan alguno. Cada día  me arrepentía por no haber peleado lo suficiente como para haber muerto en el campo de batalla, así al menos no estaría aquí, siendo la basura más grande de los héroes, junto a un cabrón igual de alcohólico e inservible que yo. 

Reí mentalmente al pensar en lo ultimo y antes de poder darle un trago a mi botella de Whisky, tocaron la puerta. Fruncí el entrecejo, ese no era un Paradoom ni mucho menos Constantitne, porque él siempre aparecía adentro de la Taberna con la poca magia que le quedaba para no ponerme en riesgo. Mi corazón dio un pequeño vuelco y tomé mi espada, de un chasquido de dedos mi armadura de caballero desapareció y quedé vestida con un traje de látex negro con lineas laterales de color turquesa. El látex tenía la misma dureza que la armadura, sin embargo, llevarlo resultaba más ligero. Un aura turquesa brotó de mis ojos y respiré profundamente. Me acerqué a la puerta y tiré de ella, despacio. 

Pero lo que vi del otro lado bajó todas mis defensas. 

Frente a mí, cubierto por una capucha y lo que parecía ser una bufanda roja, yacía Jason Todd con la respiración agitada y los ojos chispeantes de adrenalina. Mi espada resonó cuando chocó contra el suelo. Jason me apartó y pasó a la taberna rápidamente, cerró  la puerta detrás suyo y de inmediato y sin pronunciar palabra, comenzó a recargar sus armas. 

— Querida — dijo, con la voz llena de jubilo, sin mirarme —, es mejor que empuñes esa espada porque esos bastardos no tardan en llegar. 

Al instante me indigné, quise llorar, gritarle, reclamarle todas aquellas cosas que quedaron inclusas entre nosotros. Sin embargo, reprimí todos esos sentimientos al escuchar un rugido proveniente de las ventanas. Enseguida éstas se rompieron y entraron los monstruos, gruñeron y nos atacaron si pensarlo. Uno se fue contra mí antes de poder hacer algo al respecto y Jason le disparó, pateó a uno que estaba cerca de él y se giró para disparar a diestra y siniestra. Era tan hábil que me perdí por un segundo en las contracciones que hacían los músculos de sus brazos cuando el arma se retraía. Mi corazón saltó de alegría al verlo después de pensarlo muerto, sin embargo, eso no era importante ahora. Me centré en lo mio, elevé la espada en lo alto y me dispuse a pelear con el coraje y el dolor que tenía en el pecho desde el día que la tierra fue conquistada. 

A los pocos minutos, ambos terminamos jadeando en el suelo con un montón de cuerpos sin vida a nuestros costados. 

— ¿Qué demonios haces aquí? — le pregunté, calmando mis latidos —. Te creí muerto... 

El sonrió de una forma algo fanfarrona. A decir verdad, me recordó un poco a Constantine en esos momentos. 

— Te rastree durante dos años y, ¿eso es lo primero que me dices? Vaya, sigues siendo igual de romantica,  Freya. 

— Me abandonaste. — Murmuré, molesta. 

—No es como si hubiera sido mi elección hacerlo. 

Jason sacó una pequeña botella de licor y le dió un trago. Me ofreció y me negué. 

— Siempre tienes elección. ¿Qué quieres? Tenemos que irnos, pronto vendrán más de esas cosas. 

—Vengo por ti. Descubrí que existe un pequeño lugar seguro...

— Yo.., No puedo irme así como así. 

Jason se acercó a mí y acortó muchísimo nuestra distancia, estaba de rodillas frente a mí y tomó mis manos, poniéndolas sobre su pecho. Me miró a los ojos, con mirada de cachorrito arrepentido. 

— Sé que fue mi error, ¿está bien? Fui un estúpido, pudiste haber muerto, no te protegí. Todos los días me odio por eso. Pero por favor, me costó una vida volver a encontrarte, deja que te proteja. Hablemos en la isla, aquí corremos mucho riesgo. 

Miré hacia el suelo. 

—Jason... Yo... 

—Puedo verlo en tus ojos, Freya, aún me amas. Y yo te amo a ti, ¿por qué tiene que ser tan difícil? Eres lo unico que me queda en esta tierra... 

—Creo que estoy en medio de algo con alguien...

Jason abrió los ojos, confundido. 

—¿Qué? 

—  N-No lo sé, todo se ha vuelto muy difuso desde que el mundo acabó. 

Constantine apareció en medio de nosotros con una sonrisa en el rostro, una mochila y una botella en cada mano. 

— ¡Freyyyyyy! — Canturreó con los ojos cerrados, ignorando completamente la presencia de Jason — ¡Encontré tu licor favorito en el sótano de un burdel! 

—Ay no mames — exclamó Jason, llamando la atención de John —. ¿Es neta? ¿Este wey alcohólico fue lo mejor que te pudiste conseguir? 

—Tú no eras una santa palomita... 

— ¿Freya? ¿Qué hace este pedazo de palanca aquí? — Cuestionó John, dejando su emoción por las botellas de lado. Creo que incluso volvió a estar sobrio. 

— Vengo por ella, cabrón. 

— Ella está bajo mi cuidado, niño. 

—Una taberna donde se ponen hasta el culo es una buena fortaleza — dijo con sarcasmo. 

— Es un buen lugar para tener sexo, de hecho. — Dijo con una sonrisa, esperando clavarle así una daga en el pecho a Jason. Lo que John no sabía era que Jason nunca dejaba ver que lo herían. 

— Me la llevaré, conmigo está a salvo. 

Constantine apuntó a todos los Paradooms que habíamos matado. 

—Definitivamente estará protegida contigo, idiota — exclamó ya casi rayando en lo molesto, con ironía. 

Suspiré. 

— No hablen de mí como si fuera un bebé indefenso, imbéciles. Tengan su pelea de niñas en otro lado, por ellos ya vienen. 

Apunté hacia la puerta que había quedado destruida y, efectivamente, una pequeña manada de Paradooms venían hacia la taberna a gran velocidad. 

— Está bien — gruño John, tomando las botellas —. ¿Nos haces el honor, cariño? 

Casi queriéndome arrancar la cabeza por el dolor que esos dos juntos me provocaban, saqué mi espada y me hice un pequeño corte en la muñeca. La sangre que brotó se convirtió en pequeños destellos de oro a medida que caían al suelo. Conjuré un pequeño hechizo y todos fuimos consumidos por una pequeña llama azul. 


¿A dónde iría a parar con estos dos, en medio del fin del mundo? 



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¡Hola, pequeñas criaturas! 

¿Ya se vieron la película? Yo lloré a mares cuando muere (Spoiler y a la vez no, ya saben) 

Este shot está inspirado en la película y habrá segunda parte, al igual que votación, ¿Con quién prefieren que se quede Rayis? ¿Constantine o Todd? 

Las leo, preciosas. 










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