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Título: La verdad se sabrá.
Personaje: Tim Drake.

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Un lugar abandonado, una botella, dos hombres. Mala combinación.

Nunca creí poder sentir  odio hacia una persona, me era imposible pensar en que algún día podría desearle la muerte a alguien muy querido... Sin embargo, ahora me encontraba en la misma barra de un bar abandonada que él y en lo único que pensaba era en romper mi vaso de vidrio lleno de whisky con la mano y darle en la yugular.

— No puedes seguir enojado, ¿Verdad? — me preguntó mirando fijamente el líquido que llenaba su vaso casi hasta el tope. Sus ojos se pasearon lentamente por todo el establecimiento, observando con algo fascinación el lugar devastado y terminó mirándome a mí. Sonrió.

Maldito bastardo.

Lo único que quería era borrarle esa sonrisa del rostro.

—¡ Oh! ¡Timothy querido, maté a tu novia después de que te comprometieras con ella pero ha pasado un año desde eso! No puedes seguir enojado conmigo, ¿Verdad? — agite las manos y al final le dirigí una mirada llena de odio. — ¿Tú qué crees?

— Si no lo hacía yo, algún día lo harías tú con tu sexo reprimido u obsesión con la bondad y esas pendejadas que no existen en la sociedad actual— chasqueó la lengua y elevó las cejas. Su maldita sonrisa aún no se borraba —. Vamos hermanito, acéptalo, supéralo y sigue adelante.

Jason notó que apreté la quijada tan fuerte que la vena de mi frente empezó a bombear con fuerza.

— ¿Qué dijiste?

— Supéralo — repitió acercando su rostro al mío —, ¿Acaso estás tan sordo como para no entender unas simples palabras? ¿O es que Valerie te pegó lo idiota la primera vez que te acostaste con ella?

Algo se rompió en mí. Algo bueno.

Sin pensarlo dos veces, estrellé mi vaso contra la barra de madera y me tiré sobre Jason, sus manos fueron lo suficientemente rápidas para agarrarme de la chaqueta e intentar detenerme, sin embargo, mis ansias por aplastar su cara eran más fuertes que todos sus músculos.

— ¡Eres un maldito bastardo sin escrúpulos! — le escupí en la cara cuando él intentó deshacerse de mi peso.

Al soltar mi chaqueta, su puño derecho fue directo a mi quijada, seguido de un gancho al estómago. Sin quejarme, le devolví los golpes con el doble de fuerza y así nos envolvimos en una batalla por ver quién era más fuerte, quién tenía el control sobre todo aquello.

Golpes, patadas, gritos, sangre y al final unas cuántas sillas rotas fueron lo que quedó  tras nuestra pelea.

Mi respiración estaba agitada, mis nudillos destrozados temblaban sobre mis rodillas y con la vista algo nublada y aturdida, lo busqué. Soltó un pequeño gemido mientras intentaba levantarse del suelo y su cuerpo cayó de nuevo en la alfombra roja y vieja del establecimiento.

— Hermanito..., ¿Desde cuándo te volviste tan fuerte? — preguntó dirigiendo su mirada adolorida hacia la esquina donde estaba.

— Desde que mis ansias por cometer homicidio aparecieron — murmuré elevando la vista ligeramente.

¿Por qué no podía superarla?

Su sonrisa, sus ojos, su forma tan alocada de ver todo lo que la rodeaba... Ella era especial, ella era una joya, ¿Por qué alguien querría matarla?

— ¿Por qué... Por qué acabaste con ella? — pregunté entre jadeos.

— No es asunto tuyo — me respondió sin mirarme.

— Claro que es asunto mío, tratándose de ella, cualquier cosa era mi responsabilidad — murmuré conteniendo las enormes ganas que tenía de volver a partirle la cara —. Dímelo Jason, tal vez así me asegure de que tú muerte no sea tan dolorosa como lo planee.

— Uf... — suspiró —¿Por dónde puedo empezar una historia llena de dolor, muerte, engaños, amenazas y un par de balas como ingrediente especial?

Me quedé callado.

— Bueno, pequeño Timmy — con el rostro lleno de dolor, se levantó para mirarme con mayor facilidad —, empezaré por un disculpa. Perdón por matar a tu novia y, a pesar de que ese era mi objetivo desde que se conocieron, dejé que  que te enamoras más o igual que ella lo hizo de ti, dejé que vivieran felices por un momento y nunca creí que al arrebatarles eso, quedarías tan destrozado. Ella era como el rey de mis enemigos y... Lo siento Tim, tú fuiste mi peón.  La maté porque era ella o yo y pues creo que sabes cuál elección tomé... Tal vez tú solo fuiste un daño colateral.

— ¿Estas consiente de que algún día todos en la familia se van a enterar? Y no necesariamente será por mí. — susurré con la voz pérdida, sin poder procesar todo.

— Estoy acostumbrado a fallarle a la gente, aunque me esfuerce, siempre las decepciono así que dejé de intentar ser mejor desde hace mucho. Por mí, pueden irse a la mierda si eso les afecta.

— Siempre te apoye, ¿Sabes? Cuando todos estaban contra ti, yo fui que dió la cara por todas tus estupideces, te comprendí y te ofrecí mi mano, ¿Así es como me vas a pagar?

— Suelo pagarle a todos con una patada en el estómago — negó con la cabeza y dejó caer hacia atrás.

— Estoy consiente de ello, pero nunca esperé que a mí me clavaras un cuchillo por la espalda.

Ambos quedamos atrapados en un silencio espectral, con nuestras respiraciones agitadas como único signo de que había gente viva dentro de ese bar abandonado.

De alguna manera... De alguna manera me sentía familiarizado con lo que había hecho, yo más que nadie sabía lo que Jason era capaz de hacer por su supervivencia, por su beneficio, por su venganza, sin embargo, era consiente de que aquel hombre tan duro, se había hecho así porque en un principio dañaron sus sentimientos. Jason era igual que un hueso roto, la primera vez se quiebra con facilidad y después se hace más fuerte, más duro. Tenía fé en él, tenía la esperanza de que si lo cuidaba y apoyaba, lastimaría a menos personas, algún día encontraría a alguien que acabara con su yo "oscuro" y a mí nunca me lastimaría.

Vaya sorpresa que me llevé...

Cuando decides estar junto a una persona devastada, no dudes que en algún momento terminarás igual.

— Te odio — murmuré observando mis pies —, te odio por ser un idiota, Jason.

— Tal vez nuestra ideología no sea tan distinta... — me lanzó una mirada llena de tristeza y después sonrió con el rostro descompuesto —. Yo me odio por ser Jason Todd.

Ante ello, sentí una ligera punzada de remordimiento por mis palabras, lamentablemente ya había elegido mis cartas en este asunto y por si fuera poco, lo que había hecho estaba mal, había sido egoísta.

Sin dignarme a responderle, me levanté con las últimas fuerzas que mi cuerpo era capaz de otorgarme, le lancé una leve mirada y sin decir adiós, me largue del lugar.

Tras su muerte, _______ dejó muchas cosas rotas.

Un corazón, una amistad, una hermandad y una familia...

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