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Título: R.I.P My Youth.
Personaje: Jason.

Creo que la mayoría sabe por qué estoy escribiendo esto 🌚 el 27 fue una fecha especial porque murió un Robin pero nació un hombre bien violable y hermoso. ❤
En este Os cambié varias cosillas y espero que lo disfruten igual que yo 7u7

P.D. que vergüenza publicarlo hasta tres días después pero tuve todo el fin ocupado, sjsjsjs. #sorrynotsorry.
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Aquí estoy de nuevo, frente a su tumba, frente a quién me devolvió la vida y luego me la volvió a quitar.

Aquí estoy frente a Jason Peter Todd.

Y una vez más vuelvo a reafirmar que odio los 27 de abril.

Curiosamente, hoy llueve, llueve a mares, llueve como si inclusive el cielo entendiera mis penas y también llorara la muerte de un gran hombre, de alguien que murió sin más injustamente. Meto las manos dentro de mi suéter oscuro y sin importarme si los audífonos súper carísimos se joden, me los pongo y le pongo play a la canción que tanto me recuerda a él.

"R.I.P my youth... And you could call this the funeral.
I just telling The truth, and you can play this at my funeral."


Sin más, impulsada por el golpe que la canción me causa, me dejo caer en el suelo tras proferir un grito desgarrador, sin embargo, no puedo llorar porque las lágrimas se acabaron desdd hace mucho tiempo. Allí me quedo, varada, en shock, queriendo que todo eso fuera una pesadilla, deseando que Bruce nunca hubiera tocado la puerta de nuestro apartamento solo para decir derrotado: "Jason murió" e irse a encerrar en el mismo dolor que yo. 

Jason había sido un santo pecador, igual de malo que de bueno, soñador y aguafiestas, feliz y triste.

Jason Todd había sido humano...

Y aún así un mounstro me lo arrancó sin piedad de los brazos. Mi alegría, definitivamente se había esfumado con él y el dolor permaneció en mi corazón igual que los recuerdos.

La canción suena y, empapada de pies a cabeza, me obligo a levantarme del duro cemento para correr hacia el árbol más cercano desde donde no pierda vista de su tumba. Ya bajo aquel enorme refugio de la lluvia torrencial, sacó un cigarrillo y lo enciendo pero cuando mis labios lo tocan y doy la primera calada, me arrepiento.

— Idiota, te vas a matar con eso — me gruñó, arrebatandome el vicio de las manos.

— ¡Ey! — recuerdo que chillé, furiosa — ¡No me puedes decir qué hacer, Todd!.

— Existen mejores formas de matarte, _____ — y me sonrió fanfarrón, tirando el cigarrillo en el bote de basura.

Me sorprende la puta ironía del recuerdo.

Aquél día, Jason me prometió nunca abandonarme si yo abandonaba aquello.

Y ahora no estaba conmigo.

Necesitaba el cigarrillo más de lo que pensaba.

Un montón de recuerdos invaden mi mente sin piedad, arrancando cualquier pensamiento que no fuera dirigido al amor de mi vida.

Y entonces ocurre lo que pensé que no volviera a pasar. Las lágrimas caen. Caen una tras otra, en silencio, mezclándose con el agua del cielo.

— Déjame en paz — murmuro negando con la cabeza —, por favor Jason, déjame vivir, déjame tranquila...

Y pasé allí más tiempo del necesario. Cuando dejé de llorar, ya era de noche, no tenía idea de la hora que era pero podría suponer que pasaba de las doce y aquello no significaban cosas buenas.

Algo paranoica apago el último cigarrillo que tenía entre los labios y saco una linterna blanca que había en mi bolsillo para poder ver lo que tengo en frente. La verdad es que me daba igual lo que pudiera ocurrir pero debería hacer el intento de llegar a mi casa completa.

Antes de irme decido darle un adiós a la tumba de mi prometido, sin embargo, cuando poso la vista en ella, la sombra de un hombre está recargada allí, observandome fijamente.

Trago en seco y sin pensarlo mucho me echó a correr, sería una estupidez quedarse allí como idiota esperando a que hiciera un movimiento.

Con el corazón a punto de estallar dentro de mi pecho, mis pies corren uno delante de otro a una velocidad impresionante sin darme tiempo de reparar en varias cosas; que mis audífonos cayeron a un charco de agua enorme y que la linterna comenzó a parpadear.

Tampoco me dió tiempo de darme cuenta que mis pies chocando contra los pequeños lagos de agua en la calle no eran los únicos.



...


Al llegar al departamento, el ruido sordo de la puerta cerrandose tras mi espalda es lo único que se escucha.

— Ya llegué, soledad — saludo a mi realidad igual que una vieja amiga y cuelgo el suéter mojado en el perchero, sin mucho ánimo.

Entonces, en medio de todo el silencio sepulcral, tocan la puerta, la tocan de forma desesperada y fuerte, asaltando mi tranquilidad.

Me quedo allí, inmóvil, paralizada por el horror.

— ¡_______! — oigo que gritan y mi cuerpo automáticamente se relaja por completo — ¡Abre! ¡Demonios! ¡Me estoy mojando!

Casi soltando una risa para deshacerme del manojo de nervios, abro la puerta con rapidez para ver a Richard Grayson empapado de pies a cabeza cubriendo con su enorme espalda una bolsa blanca.

— ¿Dick? — sonrio al verlo temblando como chihuahua y sin titubear pasa casi corriendo — ¿Acaso el ex chico maravilla quiere matarme de un susto a las dos de la mañana?

Confirma la hora en su reloj y me regala una sonrisa tímida.

— Quería llegar más temprano pero, ya sabes, hubo patrullaje.

— ¿Qué traes en la bolsa? — cuestiono a la par que lo invito a sentarse en mi sofá, enciendo la chimenea y antes de ir a mi habitación por unas toallas y algo de ropa antigua de Jason, me planto para saber qué hace aquí.

— Helado, películas, comida chatarra — contesta deprisa, con sus dientes chocando bruscamente entre ellos —. No quería que pasaras el día de hoy sola y como buen mejor amigo, vine a visitarte para desvelarnos criticando a Regina George.

Suelto una risa estrepitosa y, recordando que tengo vecinos, me hago callar de inmediato.

— Iré por ropa seca, mientras tanto puedes acomodar todo, tal vez así entres en calor más fácil.

Con los labios de un morado muy ligero, Grayson asiente y yo corro hasta mi cuarto.

Una vez dentro, noto que la ventana está ligeramente abierta y me acerco con cautela, curiosa por el hecho. 

Una vez cerca, me asomo ligeramente para ver si logro visualizar algo fuera de lugar, sin embargo, todo sigue en calma, lo normal dentro de los parámetros dentro de Gotham.

— Recuerdo haber cerrado cuando me fuí — murmuro alejándome unos pequeños pasos, recordado ligeramente al hombre que vi en el cementerio.

Y con el recuerdo a flor de piel, el ruido de la madera del suelo rechinando, me eriza el cuerpo.

Hago el intento de girarme rápidamente pero una mano me toma por la cintura en un agarre fuerte y la otra me cubre la boca. Chillo y me retuerzo,  fallando en mi misión de liberarme del atacante y de saber qué demonios ocurre.

—Shh... — ante ese simple sonido, quedó helada,  completamente inmóvil y con la sangre en los talones— ¿Acaso quieres que nos descubran, princesa?

Trago en seco y evito a toda costa que las lágrimas se me resbalen. Termino por negar con la cabeza y por fin, me suelta y me da la vuelta.

Frente a mí está su anatomía, una anatomía que me sé de memoria y recorrí millares de veces. Lo único que me impide comprobar si verdaderamente es él, es un casco rojo.

Y como si me leyera la mente, se lo quita y se sacude el cabello ligeramente empapado por sudor.

— Hola — exclama con un aire de adolescente enamorado.

Lo observo sin contestar nada, sintiendo mi cuerpo ladearse un poco y la impetuosa necesidad de golpearlo para comprobar que no es un sueño.

— ¿Te comieron la lengua mientras no estuve? — Cuestionó con una pizca de burla en sus palabras, sin embargo, sus ojos me demostraban que estaba ansioso, casi dolido.

— ¿En verdad eres tú? — pregunto temerosa de acercarme por más que mi mente me grite que corra y lo abrace.

— Compruébalo tú misma — me anima.

Con las manos temblorosas paso mis dedos por su abdomen, tentando lo que alguna vez toqué con tanto fervor. Ante mí tacto, Jason se estremece.

Subo mis dedos hasta su barbilla, tentando la barba que comienza a salir sin pudor y sin previo aviso, sus manos se cuelan entre la mis y la acaricia, cerrando los ojos ante el tacto y aprisionando mi palma contra su mejilla.

— No tienes una maldita idea de cuánto te extrañe — revela, mirándome con la misma ternura y cariño de siempre.

— No me lo puedo creer — susurro mandando todo a la mierda para lanzarme a sus brazos y enterrar mi rostro en su cuello —. Eres real, de verdad estás aquí.

— Y no me voy a ir nunca más — me contesta besando mi frente — eso tenlo por seguro.

— ¡Oh por todos los murciélagos! — escuchó chillar a Grayson desde la puerta y rápidamente me separo de Jason — ¡Estás vivo!

Y todos sonreímos.

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