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Rousseau's no estaba tan lleno cuando llegamos, las pocas personas que estaban parecían ser turistas disfrutando un buen almuerzo. Marcel saludo a un par de sus vampiros que pretendían ser humanos comunes mientras me guiaba a la mesa más apartada, normalmente nos sentábamos en las mesas más cercanas a la entrada en caso de tener que huir por cualquier emergencia, pero ese día todo parecía ser diferente.

—¿Qué te gustaría ordenar?—Marcel movió una de las sillas en la mesa para que pudiera sentarme.

—Me salte el desayuno, ¿Qué tal po-boy?

—Iré a pedirlo, espera aquí.

Antes de irse dejó un beso en mi frente haciéndome sonreír, de verdad me sentía afortunada de haber llamado la atención de alguien como Marcel Gerard. Claro que tenía sus defectos y había cometido miles de errores en su larga vida, pero eso era parte de su humanidad y era algo que no me molestaba para nada. En el tiempo que llevaba de conocer a vampiros, especialmente a Marcel y Klaus, aprendí que señalarlos por cosas que pasaron hace cientos de años no cambiaría nada, siempre era mejor hacer como que eso nunca pasó y seguir adelante. Mirar a sus pasados era como una sentencia de muerte para la amistad que construimos hace años.

Recargue mis brazos en la mesa mientras le daba otra rápida escaneada al lugar, la mesa que usualmente ocupamos estaba ocupada por una pareja de ancianas, esa imagen me hizo sonreír al pensar que en un futuro podríamos ser Camille y yo. Si no nos convertimos en vampiros para vivir una eternidad de peleas con Marcel y Klaus, claro.

—Un dólar por tus pensamientos—la voz de Marcel me sorprendió, estaba tan metida en mis pensamientos que no note cuando había regresado.

—Estaba pensando en lo bien que me veré cuando sea una anciana arrugada—le sonreí observando cómo tomaba asiento frente a mí.

—Serías la anciana más hermosa que jamás haya existido.

—¿Aún estarás conmigo cuando sea una anciana?—arquee una ceja mirándolo de forma retadora.

—No creo tener el valor de abandonar a mi esposa.

Tuve que cubrir mi boca con una de mis manos cuando comencé a toser por la sorpresa, siempre habíamos bromeado sobre ser novios, pero nunca se había mencionado el compromiso ni nada por el estilo así que escucharlo llamarme esposa me sorprendió más de lo que debería.

—¿Esposa?—logré decir cuando calme la tos—¿Qué te hace pensar que diré que si?

—Tu mejor amiga está saliendo con la persona que me adoptó, créeme que sé cosas.

—Tengo que decirle a Camille que no esté divulgando mis secretos—rodee los ojos, por supuesto que ella le contaría todo a Klaus, sobre todo si estaba bajo la influencia del alcohol.

—Pero eso es lo que me dio la confianza para preguntarte esto—una pequeña caja de terciopelo fue puesta en medio de la mesa—, ¿Qué dices?

—¿Está es tu forma de pedirme matrimonio?—estiré mi mano para tomar la caja y poder mirarla de cerca.

La caja era de color rojo y en su interior había un anillo de plata con una piedra de lapis lazuli en medio, a los lados de la piedra habían pequeños diamantes que brillaban bajo la luz.

—Solo si aceptas.

—¿Y si no acepto?

—Lo podemos tomar como una promesa.

Mire la piedra azul por unos instantes, ¿Esto era lo que quería? Miré a Marcel y volví a poner el anillo en la caja antes de darle mi respuesta, solo esperaba estar tomando la decisión correcta.

■■■■

NOTA:

Solo queda un capitulo más para terminar esta historia oficialmente, por eso quiero invitarlos a pasarse por mi nueva historia de The Originals Haunted House.

Gracias por leer Rousseau's, los veré nuevamente en el siguiente capitulo.

Lu.

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