Es un placer trabajar contigo.

—Ah, ah, ah, ah. –Gemía de forma constante con su respiración agitada, mientras se aferraba a las sábanas con fuerza. —Así. –Dijo agitada recargando su cabeza sobre la cama observando de reojo hacia atrás. —Mierda que rico. –Su respiración era rápida y constante mientras mordía sus labios.

Un hombre la tenía agarrada de la cintura mientras la penetraba de manera constante, sus cuerpos sonaban al chocar mientras los senos de la chica rebotaban junto al movimiento de la cama.

—Corte. –Gritó un hombre que estaba sentado en una silla, tenía una pierna sobre la otra mientras sostenía su mentón con su mano.

Aquel hombre se levantaba de su silla, mientras ambos actores paraban el acto sexual, la chica se levantaba respirando agitada mientras se cubría los senos con su brazo.

—Terminaremos mañana las últimas tomas. –Dijo aquel hombre serio que tenía bigote. —El estudio estará listo mañana, igual ya es tarde. –Se expresó con desinterés mirando su reloj.

¿Es amor o es solo sexo?

—Roxana. –Dijo una voz masculina con alegría.

—Timoteo. –Respondió ella con una sonrisa al verlo, mientras revolvía su café.

Timoteo se sentaba a su lado algo nervioso y tímido, juntando sus manos.

—¿Qué haces aquí? –Le preguntó ella curiosa viéndolo.

—Terminaba de pintar el estudio, darle los últimos arreglos. –Le respondió amable y sonriente. —Ya que termine, iba rumbo a mi casa. –Hablaba tímido haciendo breves pausas. —Te vi aquí quería hablar contigo. –Se sonrojaba al decir aquello.

—Pues acá estoy. –Soltaba una corta sonrisa con una pequeña risa, dándole un sorbo a su café.

—¿Tienes hambre? –Le preguntó él nervioso tocándose su mejilla. —Yo invito. –Se expresó con firmeza y seguridad.

—Sabes que no puedo aceptar eso. –Le respondió apenada, dejando su café sobre la mesa.

—Insisto, además también te traje algo. –Dijo alegre poniendo una caja sobre la mesa.

Te van a juzgar sin conocerte.

Roxana miraba su celular, leía los comentarios de su última foto, sólo leía comentarios desagradables sobre ella que la hacía sentir incómoda, soltando un suspiro le quitaba la mirada a su celular.

—Buenos señores y señoritas. –Dijo aquel hombre de bigote. —El tiempo es dinero y acá se le paga por tener sexo así que a trabajar. –Se expresaba con seriedad mirando a cada uno de los actores y actrices. —Estaré en mi oficina. –Finalizó secamente mientras se retiraba del lugar.

Roxana soltaba un suspiro y se levantaba del sofá, se amarraba su cabello acercándose a Timoteo que sostenía unos cuadernillos.

—Este es tu guion. –Se expresó él con seriedad mientras le pasaba uno de los cuadernillos. —Memoriza las líneas y grabamos en cinco. –Se expresaba con seriedad haciendo aquel número con sus manos.

—Claro. –Le respondió ella sin interés con una sonrisa falsa y forzada.

Timoteo se alejaba acercándose a los demás actores, mientras Roxana abría el cuadernillo.

No dejes que el miedo te domine.

Timoteo tocaba la puerta, una mujer le abría la puerta, estaba despeinada con los ojos rojos y aún se lograban ver algunas lágrimas en su rostro por su maquillaje que estaba escurrido.

—¿Qué te pasó? –Preguntó él preocupado al verla así.

—Nada, no pasa nada. –Le respondió ella con una voz quebrada secándose los ojos. —Quiero estar sola.

Ella trataba de cerrarle la puerta, pero él lo evitaba poniendo su mano sobre la puerta.

—Dime, soy tu amigo, puedes contar siempre conmigo. –Se pronunció preocupado mientras hacía fuerza para evitar que la puerta se cerrará.

La tristeza y los secretos son una mala mezcla.

—¿Es que no piensas llegar? –Se expresó una mujer molesta al responder una llamada. —Disculpa, ¿Tú quién eres? –Preguntó confundida.

Acompañada por una chica y un chico a su lado que la veían con incertidumbre, al ver cómo su rostro cambiaba con aquella llamada.

Pálida y sin expresión soltaba su celular que al tocar el suelo se le quebraba la pantalla.

Es más que una actriz porno.