𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 15

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Jᴇᴛ

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❝𝙔𝙤𝙪 𝙗𝙚𝙩𝙧𝙖𝙮𝙚𝙙 𝙢𝙚
𝘼𝙣𝙙 𝙄 𝙠𝙣𝙤𝙬 𝙩𝙝𝙖𝙩 𝙮𝙤𝙪'𝙡𝙡 𝙣𝙚𝙫𝙚𝙧 𝙛𝙚𝙚𝙡 𝙨𝙤𝙧𝙧𝙮
𝙁𝙤𝙧 𝙩𝙝𝙚 𝙬𝙖𝙮 𝙄 𝙝𝙪𝙧𝙩, 𝙮𝙚𝙖𝙝❞

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𝙉𝙖𝙧𝙧𝙖𝙙𝙤𝙧

Después del tenso enfrentamiento con Zuko y su equipo, el grupo del Avatar continuaba su viaje hacia el norte en busca de un maestro agua. Sin embargo, sus planes se vieron interrumpidos cuando llegaron a un área boscosa cerca de un río.

Mientras caminaban por el espeso bosque, una extraña sensación de observación los envolvía. Sakura frunció el ceño, sintiendo que algo no estaba bien.

—¿Sienten eso? —preguntó, su voz apenas un susurro.

Katara asintió, sus sentidos alerta.

—Sí, hay algo en el aire.

Antes de que pudieran investigar más a fondo, emergió de entre los árboles un joven de cabello oscuro y una mirada penetrante. No había hecho ningún ruido, pero su presencia era palpable.

—¡Hola, viajeros! —saludó el chico, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos—. Veo que han encontrado su camino a nuestro bosque.

El grupo del Avatar se detuvo, observando al extraño con cautela. Aang dio un paso adelante, tratando de discernir más sobre este recién llegado.

—¿Quién eres tú? —preguntó, con curiosidad.

El chico sonrió, pero no respondió de inmediato. En cambio, miró al grupo con una mezcla de interés y evaluación.

—Me llamo Jet —dijo finalmente, con un tono que sugería que eso era todo lo que necesitaban saber.

Katara frunció el ceño, sintiendo que algo no cuadraba en la actitud del joven.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó, directa.

Jet se encogió de hombros, como si la respuesta fuera obvia.

—Vivo en este bosque, protegiendo a los inocentes de los peligros que acechan en la oscuridad —respondió, sus palabras cargadas de un aire de misterio.

Sokka cruzó los brazos, escéptico.

—¿Y por qué deberíamos creerte? —inquirió, desafiante.

Jet sonrió de nuevo, pero esta vez, había algo más en su mirada, algo que sugería que había más en juego de lo que dejaba ver.

—No espero que lo hagan —dijo, su tono serio—. Pero tal vez deberían venir conmigo. Hay mucho que podríamos hacer juntos.

El grupo del Avatar intercambió miradas, sintiendo que estaban ante una encrucijada. No estaban seguros de si podían confiar en Jet, pero tampoco podían ignorar la situación.

—Creo que deberíamos seguirlo —dijo Aang, su instinto de Avatar guiándolo.
Con una mezcla de intriga y aprensión, siguieron a Jet hacia lo desconocido, sin saber qué les esperaba en el corazón de este bosque misterioso.

El grupo del Avatar siguió a Jet a través del denso bosque, sus pasos resonaban en la tierra mientras se adentraban más y más en la oscuridad de los árboles. El ambiente estaba cargado de una tensión palpable, como si el bosque mismo estuviera esperando el próximo movimiento.

Jet lideraba el camino con confianza, su paso ágil y seguro. A su alrededor, los otros miembros de los Guardianes del Bosque los observaban con cautela, sus ojos vigilantes y alerta.

Katara caminaba junto a Sakura, intercambiando miradas preocupadas de vez en cuando. No sabían qué esperar de este encuentro, pero estaban decididas a mantenerse alerta y proteger a su grupo en caso de peligro.

Aang caminaba detrás de ellas, su mente llena de preguntas y especulaciones. ¿Quiénes eran realmente los Guardianes del Bosque y qué estaban protegiendo? ¿Y qué papel jugarían ellos en todo esto?

Sokka, por otro lado, mantenía su guardia alta, observando cada movimiento con suspicacia. No confiaba en Jet ni en sus seguidores, y estaba determinado a mantener a su hermana y al grupo a salvo de cualquier peligro.

El silencio del bosque era ensordecedor, solo interrumpido por el suave susurro del viento entre las hojas y el crujir de las ramas bajo sus pies. Cada sombra parecía cobrar vida a su alrededor, haciendo que se preguntaran qué más podría estar escondido en la oscuridad.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, llegaron a un claro en el bosque donde se alzaba un gran árbol antiguo. A su sombra, un grupo de jóvenes se había reunido alrededor de un fuego, sus rostros iluminados por el resplandor naranja de las llamas.

Jet se detuvo frente al árbol, mirando al grupo con una expresión seria en el rostro.

—Bienvenidos al campamento de los Guardianes del Bosque —anunció, su voz resonando en el claro—. Aquí es donde planeamos nuestras operaciones y nos preparamos para proteger este bosque de cualquier amenaza que se presente.

En el campamento de los Guardianes del Bosque, el ambiente era tenso pero tranquilo. Los miembros del grupo del Avatar se mantuvieron alerta, observando a su alrededor en busca de cualquier señal de peligro.

Jet se adelantó hacia el centro del claro, su mirada recorriendo a cada uno de los presentes.

—Como les dije antes, somos los Guardianes del Bosque —comenzó, su voz firme y decidida—. Nuestra misión es proteger este bosque y a sus habitantes de cualquier amenaza externa.

Sakura frunció el ceño, sintiendo que algo no encajaba del todo en la explicación de Jet. ¿Qué tipo de amenazas podrían enfrentar en un bosque aparentemente tranquilo?

Aang se adelantó, con una expresión de curiosidad en su rostro.

—¿Qué tipo de amenazas han encontrado aquí? —preguntó, queriendo saber más sobre la labor de los Guardianes del Bosque.

Jet asintió, como si estuviera esperando esa pregunta.

—Hemos tenido encuentros con bandidos, soldados de la Nación del Fuego y otras personas que intentan explotar los recursos de este bosque —explicó—. Nuestra labor es asegurarnos de que eso no suceda.

Sokka frunció el ceño, escéptico.

—¿Y cómo sabemos que ustedes no son simplemente otro grupo de bandidos? —inquirió, desafiante.

Jet sonrió, como si estuviera acostumbrado a esa pregunta.

—Pueden preguntarle a cualquiera en este bosque y les dirán que somos los buenos —respondió—. Estamos aquí para proteger a los inocentes y mantener este lugar seguro.

Katara intercambió miradas con sus compañeros, sintiendo que algo no cuadraba del todo en la historia de Jet. Pero por el momento, decidieron darle el beneficio de la duda y escuchar lo que tenía que decir.

—¿Qué necesitan de nosotros? —preguntó Katara, queriendo saber por qué habían sido llevados hasta allí.

Jet asintió, como si estuviera esperando esa pregunta.

—Necesitamos su ayuda para mantener este bosque seguro y protegido —anunció—. Hay muchas maneras en las que pueden contribuir, pero eso dependerá de lo que estén dispuestos a hacer.

El grupo del Avatar intercambió miradas, intrigados por lo que Jet tenía en mente. ¿Qué clase de ayuda necesitaban los Guardianes del Bosque?

Después de la conversación con Jet, el grupo del Avatar decidió pasar la noche en el campamento de los Guardianes del Bosque. Aang y sus amigos fueron asignados a tiendas separadas, pero permanecieron alerta, conscientes de que algo no estaba del todo bien en ese lugar.

Mientras tanto, Jet se acercó a Katara en privado, buscando un momento a solas con ella. Katara, intrigada pero cautelosa, lo siguió a un rincón apartado del campamento, donde pudieran hablar sin ser escuchados.

—Katara, necesito que confíes en mí —dijo Jet, su voz suave pero urgente—. Hay algo que necesito que hagas por mí.

Katara frunció el ceño, sintiendo una mezcla de curiosidad y desconfianza.

—¿Qué es lo que necesitas? —preguntó, con precaución.

Jet respiró hondo, como si estuviera decidiendo cómo revelar un secreto.

—Hay una amenaza en este bosque, una amenaza que podría poner en peligro a todos nosotros —explicó—. Necesito que me ayudes a detenerla, pero no puedo hacerlo solo.

Katara asintió, entendiendo la gravedad de la situación.

—¿Qué puedo hacer yo para ayudar? —preguntó, dispuesta a hacer lo que fuera necesario para proteger a su grupo y al bosque.

Jet le explicó su plan en voz baja, asegurándose de que nadie más pudiera escuchar. Katara escuchó atentamente, asintiendo ocasionalmente mientras Jet detallaba sus instrucciones.

Después de su conversación, Katara regresó al campamento, su mente llena de pensamientos y preocupaciones. Sabía que la misión que Jet le había encomendado no sería fácil, pero estaba decidida a hacer lo que fuera necesario para proteger a sus amigos y al bosque que ahora los acogía.

Mientras la noche avanzaba y el campamento se sumía en la oscuridad, Katara se acurrucó en su tienda, sintiendo un temor hacia lo que Jet le dijo.

A la mañana siguiente, el grupo del Avatar se despertó con renovado vigor, listo para enfrentar los desafíos que les esperaban. Katara se unió al resto del grupo en el desayuno, su mente ocupada por la conversación que había tenido con Jet la noche anterior.

Mientras compartían una comida rápida, Aang, Sokka y Sakura se acercaron a Katara en privado, conscientes de que necesitaban hablar sobre lo que habían descubierto.

—Katara, necesitamos hablar contigo —dijo Aang, su voz seria pero compasiva.

Katara asintió, sintiendo una punzada de ansiedad en el fondo de su estómago.

—¿Qué pasa? —preguntó, preocupada por la expresión grave en los rostros de sus amigos.

Sokka miró a su alrededor para asegurarse de que nadie más los estuviera escuchando antes de continuar.

—Katara, tenemos que contarte algo sobre Jet y su misión —empezó Sokka, eligiendo sus palabras con cuidado—. No creemos que esté diciendo toda la verdad.

Katara frunció el ceño, desconfiando de las palabras de sus amigos.

—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó, su tono frío y distante.

Sakura intervino, tratando de suavizar la situación.

—Katara, entendemos que sientas simpatía por Jet, pero tenemos motivos para creer que su plan no es lo que parece —dijo Sakura, buscando los ojos de Katara—. No queremos que te lastimes confiando en él ciegamente.

La expresión de Katara se endureció mientras escuchaba las palabras de Sakura. No podía creer que sus amigos estuvieran cuestionando la integridad de Jet.

—¿Cómo pueden decir eso? —dijo Katara, su voz llena de indignación—. Jet ha sufrido mucho, más de lo que ustedes podrían entender. No puedo creer que piensen tan mal de él.

Los otros asintieron, sintiendo la resistencia de Katara pero sabiendo que debían hacerla entender la verdad.

—Katara, entendemos que te cueste creerlo, pero necesitas ver la situación con claridad —dijo Aang, su tono suave pero firme—. No podemos ignorar los hechos.

Katara simplemente los ignoró y se alejo de dónde estaban ellos, no sabía que creer, pero no podía dudar de la integridad de Jet.

A medida que avanzaba el día, Katara se encontraba cada vez más dividida entre su lealtad hacia Jet y la preocupación creciente que sentía hacia las advertencias de sus amigos. A pesar de sus esfuerzos por mantener la fe en la bondad de Jet, las semillas de la duda habían sido sembradas en su mente.

Mientras el grupo se preparaba para partir hacia la misión que Jet les había encomendado, Katara se mantuvo en silencio, sus pensamientos turbios y confusos. Observaba a Jet con una mezcla de admiración y sospecha, preguntándose si realmente podía confiar en él.

Aang, Sokka y Sakura intercambiaban miradas preocupadas, conscientes de la lucha interna que estaba librando. Intentaban ofrecerle palabras de aliento y apoyo, pero Katara las recibía con frialdad, manteniendo una barrera entre ellos.

A medida que se adentraban en el bosque, Katara se mantuvo en alerta máxima, observando cada movimiento de Jet con sospecha. Cada palabra que pronunciaba, cada gesto que hacía, era examinado meticulosamente en busca de cualquier indicio de engaño.

Mientras continuaban su camino hacia la supuesta misión de Jet, Katara se aferraba a sus dudas, sabiendo que debía seguir su instinto, por más doloroso que fuera. No podía permitirse dejarse llevar por la ilusión de la confianza ciega, no cuando estaba en juego la seguridad de su grupo y del bosque que ahora los rodeaba.

Katara comenzó a notar ciertos detalles que no encajaban del todo con la versión de la historia que les había contado. Pequeñas inconsistencias en sus explicaciones y gestos fugaces que no pasaron desapercibidos para ella.

A medida que el grupo se internaba más en el bosque, las dudas de Katara se convirtieron en certezas. Los gestos de Jet, su actitud desafiante y su indiferencia ante el sufrimiento de los demás, no dejaban lugar a dudas: Jet no era quien decía ser.

Fue entonces cuando llegaron al lugar donde supuestamente llevarían a cabo la misión de Jet. Una aldea pacífica se extendía ante ellos, sus habitantes trabajando en sus quehaceres diarios, completamente ajenos al peligro que se cernía sobre ellos.

Jet se detuvo frente al grupo, su expresión determinada mientras observaba la escena ante ellos.

—Aquí es donde haremos nuestra stand —dijo Jet, su voz llena de convicción—. Estos aldeanos no son inocentes. Son cómplices del régimen opresor de la Nación del Fuego. No merecen nuestra simpatía.

Katara frunció el ceño, su corazón lleno de angustia ante las palabras de Jet. No podía creer que estuviera dispuesto a condenar a personas inocentes por los crímenes de otros.

—No puedes hacer esto, Jet —dijo Katara, su voz llena de determinación—. Estás cometiendo un error.

Jet la miró con incredulidad, sin comprender cómo podía estar en desacuerdo con él.

—Katara, entiendo que esto te resulte difícil de aceptar, pero no podemos permitir que la injusticia continúe —dijo Jet, tratando de convencerla—. Estamos haciendo lo correcto.

Katara sacudió la cabeza, negándose a aceptar sus argumentos.

—No, Jet. No podemos sacrificar vidas inocentes en nombre de la justicia. Eso no es lo correcto —dijo Katara, su voz firme y segura—. No puedo seguirte en esto.

Jet la miró con incredulidad, su expresión oscilando entre la furia y la frustración. No podía entender cómo Katara podía estar en su contra, cómo podía estar del lado de aquellos a quienes consideraba enemigos. La dejo atrás, siguiendo con su camino.

—Katara...— los chicos se acercaban desde lo lejos.— estás bien?

—Lo siento por no creerles. Tenían razón.— Katara respiraba rápidamente.

—Eso no importa ahora. Hay que detener el plan de Jet, o mucha gente puede salir lastimada.— Sakura miró a Katara y la abrazo.

A medida que se acercaban a la aldea, el conflicto alcanzaba su punto álgido. Jet y sus amigos intentaban destruir la presa.

Katara, Aang, Sokka y Sakura se lanzaron al combate, decididos a detener a Jet y poner fin al caos que había desatado. Con movimientos rápidos y precisos, se abrieron paso entre los enfrentamientos, enfrentándose a los seguidores de Jet con determinación.

Katara se encontró cara a cara con Jet, su mirada llena de dolor y decepción.

—¿Cómo puedes seguir adelante con esto, Jet? —preguntó Katara, su voz llena de tristeza—. ¿Cómo puedes justificar el sacrificio de vidas inocentes?

Jet la miró con amargura, su rostro lleno de ira y frustración.

—No tienes idea de lo que es vivir bajo la opresión de la Nación del Fuego —dijo Jet, su voz llena de resentimiento—. Estos aldeanos son cómplices de sus crímenes. No merecen nuestra simpatía.

Katara sacudió la cabeza, negándose a aceptar sus palabras.

—Nadie merece ser condenado a la muerte —dijo Katara, su voz firme y decidida—.

La batalla continuó, con Katara y sus amigos luchando valientemente para proteger a los aldeanos y detener el plan de Jet. Con cada golpe y cada movimiento, se acercaban más a su objetivo, sabiendo que no podían permitir que la injusticia prevaleciera.

Con la batalla llegando a su fin, Katara, Aang, Sokka y Sakura se apresuraron a ayudar a los aldeanos heridos y a reconstruir lo que había sido destruido. Mientras trabajaban codo a codo con los habitantes de la aldea, Katara se sintió abrumada por una mezcla de emociones: alivio por haber detenido la violencia, pero también tristeza por el sufrimiento que había presenciado.

Después de un tiempo, cuando la calma había vuelto al bosque y los aldeanos habían recuperado algo de compostura, Katara se acercó a un grupo de ellos que se encontraba junto a los restos de sus hogares.

—Lo siento mucho por lo que han pasado —dijo Katara con sinceridad, su voz llena de empatía—. No deberían haber sido arrastrados a este conflicto.

Uno de los aldeanos, un anciano con el rostro marcado por el tiempo y la preocupación, miró a Katara con gratitud en sus ojos cansados.

—Gracias, joven maestra agua —dijo el anciano con voz temblorosa—. Estamos en deuda contigo y tus amigos por habernos salvado.

Los demás aldeanos asintieron en señal de acuerdo, expresando su agradecimiento de diversas formas.

—Nosotros no merecemos tanto —dijo Katara modestamente—. Solo hicimos lo que era correcto.

Sokka se acercó junto a Aang y Sakura, su expresión seria pero reconfortante.

—Estaremos aquí para ayudarles a reconstruir lo que fue dañado —dijo Sokka, su voz firme—. Y haremos todo lo posible para garantizar su seguridad en el futuro.

Los aldeanos asintieron con gratitud, sintiéndose reconfortados por las palabras y el apoyo del grupo del Avatar.

Con el paso de las horas, el bosque empezó a recuperar su serenidad, y los aldeanos se dispusieron a reconstruir sus hogares con renovada determinación. Katara y sus amigos los ayudaron en todo lo que pudieron.

Al caer la noche, el grupo del Avatar se despidió de los aldeanos, prometiendo regresar en el futuro para comprobar cómo estaban y ofrecerles su ayuda si la necesitaban.

Katara y sus amigos se adentraron en el bosque, listos para seguir su camino.


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