𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 14

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Lᴀ Cᴀʟᴍᴀ Dᴇsᴘᴜ́ᴇs Dᴇ Lᴀ Tᴏʀᴍᴇɴᴛᴀ

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𝘼 𝙜𝙧𝙚𝙖𝙩𝙚𝙧 𝙬𝙤𝙢𝙖𝙣 𝙬𝙤𝙪𝙡𝙙𝙣'𝙩 𝙗𝙚𝙜
𝘽𝙪𝙩 𝙄 𝙡𝙤𝙤𝙠𝙚𝙙 𝙩𝙤 𝙩𝙝𝙚 𝙨𝙠𝙮 𝙖𝙣𝙙 𝙨𝙖𝙞𝙙
𝙋𝙡𝙚𝙖𝙨𝙚
𝙄'𝙫𝙚 𝙗𝙚𝙚𝙣 𝙤𝙣 𝙢𝙮 𝙠𝙣𝙚𝙚𝙨
𝘾𝙝𝙖𝙣𝙜𝙚 𝙩𝙝𝙚 𝙥𝙧𝙤𝙥𝙝𝙚𝙘𝙮❞

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𝙉𝙖𝙧𝙧𝙖𝙙𝙤𝙧

Sakura salió del bosque.
A medida que se acercaba al campamento, escuchó las voces familiares de Aang, Katara y Sokka. Podía ver el brillo de la fogata a lo lejos, iluminando el claro donde habían decidido descansar. Su corazón latía con fuerza en su pecho mientras se acercaba más y más.

Cuando finalmente llegó al borde del campamento, los tres se volvieron para mirarla. Sus rostros reflejaban una mezcla de sorpresa y preocupación. Aang fue el primero en reaccionar, sus ojos llenos de emoción y alivio. Sin decir una palabra, corrió hacia ella y la envolvió en un abrazo cálido y reconfortante.

—Sakura, lo siento mucho. Esto debe ser tan abrumador para ti —dijo Aang, su voz temblando ligeramente.

Sakura se sintió reconfortada por el abrazo de Aang, y por un momento, todo el peso de sus dudas y miedos pareció desvanecerse. Lentamente, levantó los brazos y correspondió el abrazo, sintiendo una paz interior que no había experimentado en mucho tiempo.

—Gracias, Aang —susurró—. No sé si estoy lista para esto, pero no quiero defraudar a nadie.

Katara y Sokka se acercaron, con miradas comprensivas y solidarias. Katara colocó una mano en el hombro de Sakura y sonrió con calidez.

—No estás sola, Sakura —dijo Katara suavemente—. Estamos aquí para apoyarte, pase lo que pase.

Sokka, siempre el pragmático, asintió con firmeza.

—Sí, juntos podemos superar cualquier cosa. Después de todo, tenemos dos Avatares en nuestro equipo ahora. ¡Eso es el doble de poder!

La broma de Sokka logró arrancar una pequeña risa a Sakura, aliviando un poco la tensión del momento. Aang finalmente se apartó, aunque seguía sosteniéndola por los hombros, mirándola a los ojos con una expresión seria pero amable.

—Vamos a aprender juntos —dijo Aang—. Ser el Avatar no se trata solo de dominar los elementos, sino de entender y proteger el equilibrio del mundo. Y estoy seguro de que puedes hacerlo.

Sakura asintió, sintiendo una chispa de esperanza y fuerza crecer dentro de ella. Con el apoyo de sus amigos, sabía que no estaba sola en esta ardua misión. Juntos, enfrentarían los desafíos y restaurarían el equilibrio en un mundo desgarrado por el conflicto.

—Gracias a todos. Esto significa mucho para mí —dijo Sakura con sinceridad—. Prometo que haré lo mejor que pueda.

El grupo se sentó alrededor de la fogata, compartiendo historias y estrategias, y fortaleciendo los lazos que los unían. Mientras las estrellas brillaban sobre ellos, Sakura sintió que, a pesar de las dificultades que les esperaban, con amigos como estos, podían enfrentar cualquier cosa.

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El sol apenas había comenzado a asomarse en el horizonte cuando el grupo llegó a una pequeña aldea costera. Mientras caminaban por el bullicioso mercado, Sokka lideraba el grupo, seguido de cerca por Aang y Momo. Katara y Sakura se quedaban un poco atrás, observando los puestos con curiosidad.

—¡Miren esto! —exclamó Sokka, señalando un puesto de baratijas—. Tienen de todo aquí.

Katara se detuvo frente a un puesto que vendía rollos de pergaminos antiguos. Sus ojos se iluminaron al ver uno en particular.

—¡Miren esto! —dijo emocionada, sacando un pergamino de entre los demás—. Es un pergamino de técnicas de agua control.

Sakura se acercó, observando el pergamino con interés. Aunque su rol como Avatar implicaba dominar todos los elementos, aún estaba aprendiendo las técnicas básicas de agua control, al igual que Katara.

—Podríamos aprender mucho de esto —dijo Katara, sus ojos brillando con determinación.

El vendedor, un hombre de mediana edad con una barba desaliñada, se dio cuenta de su interés y se acercó.

—Ese pergamino es muy valioso —dijo, sonriendo astutamente—. No lo dejaré ir por poco.

—Esto nos servirá Katara...

—Tal vez... Podemos aprender con esto y luego tú podrás practicar los demás elementos...— Katara intentó ser lo más discreta posible al decir eso, pero el vendedor la escuchó. Obviamente esa información no pasará desapercibida para el resto del mundo.

Katara miró a Sakura, quien asintió levemente. Ambas sabían que no tenían suficiente dinero para comprar el pergamino.

—Podríamos intentar algo diferente —susurró finalmente Sakura—. ¿Qué tal si lo "tomamos prestado"?

Katara frunció el ceño, pero la tentación de aprender nuevas técnicas era demasiado fuerte. Finalmente, asintió.

Esa noche, bajo la luz de la luna, el grupo se reunió alrededor de una fogata. Katara desenrolló el pergamino con cuidado, sus manos temblando de anticipación.

—Vamos a practicar una técnica a la vez —dijo—. Primero, el látigo de agua.

Katara y Sakura se concentraron, intentando replicar los movimientos descritos en el pergamino. Aang las observaba, impresionado por la dedicación de ambas. No pasó mucho tiempo antes de que la frustración comenzara a aparecer.

—No es justo —dijo Katara, dejando caer sus brazos—. Aang lo hace ver tan fácil.

Sakura se acercó, colocando una mano reconfortante en el hombro de su hermana.

—No te compares con él, Katara. Todos tenemos nuestro propio ritmo.

Katara suspiró, pero asintió. Sabía que Sakura tenía razón. Con renovada determinación, ambas continuaron practicando.

De repente, un ruido en la distancia interrumpió su concentración. Zuko y su equipo habían rastreado al grupo hasta allí, y no estaban dispuestos a dejarlos escapar esta vez.

Sakura sintió un escalofrío recorrer su espalda. El recuerdo de su tiempo en cautiverio bajo la vigilancia de Zuko aún estaba fresco en su mente. Había logrado escapar, pero sabía que él no había olvidado ni perdonado.

—¡Tenemos que irnos! —gritó Sokka, recogiendo rápidamente sus pertenencias.

Mientras corrían hacia Appa, Sakura miró a Katara. Sabía que, aunque los desafíos eran muchos, juntas podrían superarlos. Al despegar, Sakura lanzó una última mirada al mercado, prometiéndose a sí misma que seguiría entrenando y mejorando, no solo por ella misma, sino por todos los que dependían de ella.

En el aire, sobre el lomo de Appa, Katara desenrolló nuevamente el pergamino, esta vez con una sonrisa.

—Aún podemos aprender de esto —dijo—. Juntas.

Sakura asintió, mirando el horizonte con esperanza. Sabía que su destino estaba entrelazado con el de sus amigos, y estaba lista para enfrentarlo.

Mientras Appa volaba en la noche, el grupo se mantuvo en silencio, cada uno inmerso en sus pensamientos. Katara y Sakura seguían examinando el pergamino bajo la luz de la luna, susurrando sobre las técnicas y practicando los movimientos con las manos.

—Aang, ¿puedes ayudarnos con esto? —preguntó Katara, levantando la vista hacia el Avatar. Aang asintió y se acercó a las chicas, observando los movimientos que intentaban realizar.

—Es cuestión de sentir el flujo del agua —explicó Aang—. No es solo imitar los movimientos, sino entender el agua, sentir su energía.

Sakura cerró los ojos, tratando de sentir esa conexión. Al imaginar el agua como una extensión de su propio ser, logró mover el agua de la cantimplora con más precisión.

—¡Lo hiciste, Sakura! —exclamó Katara con entusiasmo.

—Tú también puedes hacerlo, Katara —respondió Sakura, animándola—. Solo concéntrate y siente el agua.

Mientras continuaban practicando, el ambiente en el aire se tornó tenso. Zuko y sus hombres no estaban lejos y la posibilidad de un enfrentamiento inminente estaba presente.

—Tenemos que estar preparados para cualquier cosa —dijo Sokka, siempre el pragmático del grupo—. No podemos dejar que nos atrapen desprevenidos.

Appa aterrizó en un claro junto a un río para que pudieran descansar. Mientras Katara y Sakura seguían practicando sus técnicas de agua control, Sokka y Aang montaban guardia.

—Me alegra que estemos aprendiendo juntas —dijo Katara—. Siempre quise ser mejor en agua control, y ahora tengo una hermana que también quiere aprender, al principio pensé que no querías ser maestra, pero veo tu esfuerzo y me siento muy orgullosa de ti.

Sakura sonrió, sintiendo una cálida sensación de pertenencia.

—Y yo estoy feliz de estar aquí contigo y aprender contigo —respondió—. Es un nuevo comienzo para ambas.

De repente, un ruido en los arbustos alertó al grupo. Zuko y sus hombres habían llegado, y la batalla era inevitable.

—¡Aguanten, chicos! —gritó Sokka, blandiendo su boomerang.

Zuko salió de entre los árboles, sus ojos ardían con una mezcla de ira y determinación. Cuando vio a Sakura, una chispa de rencor brilló en su mirada.

—¡Avatar! —gritó Zuko, su voz llena de resentimiento—. No escaparás esta vez.

Sakura sintió la adrenalina correr por sus venas, canalizó esa energía en su control del agua, creando látigos de agua que golpeaban a los soldados enemigos. Katara, inspirada por la determinación de su hermana, logró crear un muro de agua que desvió un ataque de fuego de Zuko.

—¡Impresionante! —gritó Aang mientras bloqueaba un ataque con una ráfaga de aire.

Zuko se lanzó hacia adelante, concentrando su fuego en un poderoso ataque dirigido directamente a Sakura. Ella reaccionó rápidamente, creando un escudo de agua que absorbió el impacto. Sus ojos se encontraron por un breve instante, y Sakura vio en Zuko no solo al enemigo, sino a alguien atrapado en sus propios conflictos internos.

—¡Sokka, cuida de Katara! —gritó Sakura mientras avanzaba hacia Zuko, decidida a mantenerlo alejado de sus amigos.

La batalla fue feroz, pero el equipo del Avatar estaba decidido a no rendirse. Juntos, lograron repeler a los hombres de Zuko, quienes se retiraron a regañadientes.

—¡Lo logramos! —exclamó Sokka, levantando su boomerang en señal de victoria—. ¿Y qué creen? ¡Ni siquiera tuve que usar mi "plan B"!

—¿Cuál era tu "plan B"? —preguntó Katara, arqueando una ceja.

—¡Correr y gritar! —respondió Sokka, sonriendo ampliamente.

Katara y Sakura se rieron y se abrazaron, exhaustas pero triunfantes.

—Estamos aprendiendo y mejorando cada día —dijo Katara, sonriendo.

—Sí, y juntas somos más fuertes —respondió Sakura.

Con la amenaza temporalmente alejada, el grupo decidió continuar su viaje. Sabían que Zuko no se daría por vencido tan fácilmente.

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