𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 16

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Lᴀ Gʀᴀɴ Dɪᴠɪsɪᴏ́ɴ

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❝𝙏𝙖𝙠𝙞𝙣' 𝙖 𝙙𝙧𝙞𝙫𝙚, 𝙄 𝙬𝙖𝙨 𝙖𝙣 𝙞𝙙𝙚𝙖𝙡
𝙇𝙤𝙤𝙠𝙚𝙙 𝙨𝙤 𝙖𝙡𝙞𝙫𝙚, 𝙩𝙪𝙧𝙣𝙨 𝙤𝙪𝙩 𝙄'𝙢 𝙣𝙤𝙩 𝙧𝙚𝙖𝙡
𝙅𝙪𝙨𝙩 𝙨𝙤𝙢𝙚𝙩𝙝𝙞𝙣𝙜 𝙮𝙤𝙪 𝙥𝙖𝙞𝙙 𝙛𝙤𝙧
𝙒𝙝𝙖𝙩 𝙬𝙖𝙨 𝙄 𝙢𝙖𝙙𝙚 𝙛𝙤𝙧?❞

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𝙉𝙖𝙧𝙧𝙖𝙙𝙤𝙧


El sol comenzaba a asomarse sobre el horizonte, llenando el cielo con tonos dorados y naranjas. El grupo del Avatar, después de haber ayudado a los aldeanos y dejado atrás el campamento de Jet, se dirigía hacia su próxima aventura.

Mientras caminaban, se encontraron con un inmenso cañón que parecía dividir la tierra en dos. En la entrada del cañón, dos grupos de personas se enfrentaban en una acalorada discusión. Aang, Katara, Sokka y Sakura se acercaron para ver qué sucedía.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Aang, intentando sonar autoritario pero amable.

Un hombre de uno de los grupos se adelantó y señaló al otro grupo con desdén.

—Somos la Tribu Gan Jin, y ellos son la Tribu Zhang —dijo, su voz llena de desprecio—. Tenemos que cruzar este cañón, pero no queremos viajar con esos bárbaros.

Una mujer del otro grupo, evidentemente la líder de la Tribu Zhang, replicó con furia.

—¡Nosotros no queremos nada que ver con ustedes! —dijo, señalando a los Gan Jin—. Nos han robado y mentido durante generaciones.

Sakura frunció el ceño, sintiendo la tensión en el aire.

—Esto no puede terminar bien si seguimos así —dijo, su voz firme pero calmada—. Tenemos que encontrar una manera de cruzar juntos.

Aang suspiró, sabiendo que tenía que intervenir para evitar una confrontación mayor.

—Soy el Avatar —dijo Aang, su voz serena pero firme. Luego, miró a Sakura y le guiñó un ojo, como diciéndole que no revelaría su secreto por el momento.

Ambos líderes miraron a Aang con escepticismo, pero finalmente accedieron a escucharle. Aang, Katara, Sokka y Sakura comenzaron a planear cómo podrían ayudar a las tribus a cruzar el cañón sin incidentes.

Un guía del cañón se presentó, un hombre viejo y curtido por los años, con un aire de sabiduría y paciencia.

—Me llamo Gashuin —dijo el guía—. He cruzado este cañón más veces de las que puedo contar, pero nunca he visto un grupo tan grande y en conflicto como este. Será un desafío, pero estoy aquí para ayudarles.

Con el plan en marcha, ambos grupos comenzaron a descender al cañón, guiados por Gashuin y supervisados por Aang y sus amigos. La tensión entre las tribus era palpable, y cada pequeño inconveniente parecía una chispa lista para encender el fuego del conflicto.

Durante una parada para descansar, Sokka intentó aliviar la tensión contando chistes y haciendo bromas.

—¿Sabían que el cactus tiene más agua que el río en época seca? —dijo, tratando de arrancar una sonrisa.

Algunos miembros de las tribus sonrieron levemente, pero la atmósfera seguía siendo tensa. Mientras tanto, Katara intentaba calmar a los más ansiosos, ofreciendo palabras de consuelo y apoyo.

—Debemos mantener la calma y trabajar juntos —dijo Katara—. Solo así podremos cruzar este cañón de manera segura.

Sakura se acercó a un grupo de niños Zhang que miraban con miedo al otro grupo. Se arrodilló a su nivel y les sonrió con amabilidad.

—Sé que esto es difícil —les dijo suavemente—, pero si trabajamos juntos, podremos llegar al otro lado sanos y salvos. Y quién sabe, tal vez descubramos que no somos tan diferentes después de todo.

A medida que avanzaban, el cañón se volvía más traicionero, con terrenos escarpados y caminos estrechos. En un momento de gran tensión, un deslizamiento de rocas casi los atrapa, pero Aang, usando su dominio del aire, logró desviar las rocas y salvar a todos.

El incidente sirvió como recordatorio de la importancia de trabajar juntos, y poco a poco, algunos miembros de ambas tribus comenzaron a colaborar, aunque con reticencia.

Al caer la noche, se detuvieron para acampar y encendieron varias hogueras. Fue entonces cuando los líderes de las tribus decidieron contar sus respectivas historias sobre el origen de su enemistad. Cada historia estaba llena de odio y rencor, pintando a la otra tribu como los villanos.

Aang, tras escuchar ambas versiones, se dio cuenta de que la verdad probablemente se encontraba en algún punto intermedio, distorsionada por generaciones de desconfianza y odio.

—Es hora de dejar atrás el pasado y mirar hacia el futuro —dijo Aang, su voz llena de sabiduría—. El único camino hacia la paz es a través de la comprensión y la cooperación.

Mientras los líderes de las tribus discutían, Sokka notó algo extraño en el comportamiento de ambos grupos. Durante la noche, cuando pensaban que nadie estaba observando, varios miembros de ambas tribus comenzaron a sacar comida escondida de sus pertenencias.

—¡Oye! —exclamó Sokka, señalando con el dedo—. ¡Pensé que no íbamos a traer comida!

Ambos líderes se miraron incómodos, pero antes de que pudieran responder, un rugido resonó en el cañón, seguido por un fuerte temblor. De las sombras emergió un gigantesco bichogato, atraído por el olor de la comida.

—¡Cuidado! —gritó Katara, levantándose de un salto.

El bichogato cargó hacia el grupo, y en el caos, ambas tribus comenzaron a culparse mutuamente por la situación.

—¡Esto es culpa tuya, Gan Jin! —gritó uno de los Zhang.

—¡No, esto es culpa tuya, Zhang! —replicó un Gan Jin.

Sakura, viendo la oportunidad de intervenir, levantó la voz con autoridad.

—¡Deténganse! —gritó, atrayendo la atención de todos—. Culparnos unos a otros no resolverá nada. Tenemos que trabajar juntos para enfrentar esta amenaza.

Aang, Sokka, Katara y Sakura intentaron mantener a todos a salvo mientras Aang usaba sus habilidades de aire para distraer al bichogato. Katara y Sakura unieron fuerzas, usando sus habilidades de agua para crear una barrera protectora, mientras Sokka y algunos miembros de ambas tribus lanzaban piedras y palos para mantener al monstruo alejado.

Finalmente, Aang logró crear una ráfaga de viento lo suficientemente fuerte como para empujar al bichogato de vuelta a las sombras del cañón. Exhaustos, todos se reunieron alrededor de las hogueras, tratando de recuperar el aliento.

Katara miró a ambos líderes con una mezcla de frustración y comprensión.

—Esto tiene que parar —dijo, su voz temblando de emoción—. Hemos visto lo que pasa cuando dejamos que el odio y la desconfianza nos controlen. Tenemos que trabajar juntos, o nunca saldremos de este cañón.

Los líderes de las tribus asintieron, finalmente comprendiendo la gravedad de la situación. Poco a poco, los miembros de ambas tribus comenzaron a compartir la comida y a trabajar juntos para asegurarse de que todos estuvieran a salvo.

A medida que la noche avanzaba, las tensiones comenzaron a disminuir. Al amanecer, el grupo estaba listo para continuar su viaje. Con un esfuerzo conjunto, lograron superar los últimos obstáculos del cañón y finalmente llegaron al otro lado.

En la cima del cañón, ambos líderes se dirigieron a Aang, Sakura y sus amigos con gratitud.

—Gracias, Avatar —dijo el líder de los Gan Jin—. Nos has mostrado el camino hacia la paz.

—Sí, nunca olvidaremos lo que hicieron por nosotros —añadió la líder de los Zhang.

Aang sonrió, satisfecho de haber cumplido con su deber.

—Recuerden, el verdadero desafío es mantener esta paz —dijo—. Trabajen juntos y recuerden lo que hemos aprendido aquí.

Sakura se acercó a los líderes, su voz llena de empatía y determinación.

—Sé que no será fácil olvidar el pasado —dijo—, pero cada paso que den hacia la reconciliación es un paso hacia un futuro mejor. El odio solo engendra más odio, pero la cooperación y la comprensión pueden curar las heridas más profundas.

Los líderes de las tribus asintieron, visiblemente conmovidos por sus palabras.

El sol se alzaba lentamente, bañando el cañón con una cálida luz dorada mientras Aang, Katara, Sokka y Sakura subían a Appa, listos para continuar su viaje. El bistonte volador soltó un rugido amistoso y se elevó en el aire con un potente aleteo de su enorme cola.

—¡Yip yip! —exclamó Aang, y Appa se lanzó hacia el cielo, dejando atrás el cañón y las tribus ahora reconciliadas.

La brisa fresca acariciaba sus rostros mientras volaban, y el grupo se relajó por primera vez en días. Katara miró a sus amigos, su expresión reflejando tanto alivio como determinación.

—Bueno, ahora que hemos dejado atrás el drama del cañón, deberíamos hablar de lo que viene —dijo Katara, mirando a Aang y luego a Sakura—. Tenemos que llegar al Polo Norte lo antes posible para que podamos aprender a dominar el agua control.

Sakura asintió.

—Sí, cuanto antes aprendamos a dominar los elementos, mejor podremos enfrentar los desafíos que nos esperan. Especialmente con la Nación del Fuego en constante persecución.

Sokka, que estaba recostado sobre Appa, con las manos detrás de la cabeza, levantó una ceja y miró a Sakura con una sonrisa traviesa.

—Y ahora tenemos dos Avatares. ¿Qué tan genial es eso? —dijo, tratando de aliviar la tensión—. Aunque no sé si el mundo está listo para soportar a dos personas tan poderosas.

Aang rió y le dio un pequeño empujón a Sokka.

—No te preocupes, Sokka. Nos aseguraremos de que el mundo esté listo para nosotros.

Katara, sin embargo, tenía otra preocupación en mente.

—Zuko sigue persiguiéndonos —dijo en voz baja, su mirada fija en el horizonte—. No podemos bajar la guardia. Sabe que somos una amenaza para su misión de capturar al Avatar.

Sakura frunció el ceño, recordando sus encuentros previos con Zuko.

—Zuko es persistente y está decidido a restaurar su honor. No nos dará tregua fácilmente —dijo con seriedad—. Pero no podemos dejar que eso nos distraiga de nuestro objetivo principal.

Sokka se sentó, adoptando una postura más seria.

—Hablando de objetivos, necesitamos un plan claro para llegar al Polo Norte. Y también necesitamos pensar en lo que haremos una vez que lleguemos. No sabemos qué tipo de recepción nos espera allí.

Aang asintió, su mente ya trabajando en los detalles.

—El Polo Norte es nuestra mejor oportunidad para aprender el agua control y fortalecer nuestras habilidades —dijo, su voz llena de determinación—. También espero que podamos encontrar aliados allí. La Tribu Agua del Norte es fuerte y podría ayudarnos en nuestra lucha contra la Nación del Fuego.

Katara, siempre pragmática, añadió:

—Y no solo se trata de aprender a dominar el agua. También debemos aprender a trabajar mejor en equipo y a prepararnos para cualquier cosa.

Sakura miró a sus amigos y sintió una ola de gratitud. Sabía que el camino por delante sería arduo, pero no estaba sola. Tenía a su lado a personas en las que podía confiar y con las que podía contar.

—Lo lograremos juntos —dijo Sakura, su voz llena de convicción—.

El grupo continuó hablando, compartiendo sus pensamientos y preocupaciones mientras el paisaje pasaba debajo de ellos. La conversación derivó hacia temas más ligeros, y Sokka, como siempre, encontró la manera de hacer reír a todos con sus ocurrencias.

—Si encontráramos una forma de convertir el aire control en una forma de cocinar, seríamos invencibles —dijo, riendo—. Imagina poder hacer un banquete volador.

Aang y Katara rieron, y hasta Sakura esbozó una sonrisa ante la idea.

—Eres un genio, Sokka —dijo Aang, burlón—. Pero tal vez deberíamos centrarnos en dominar los elementos antes de abrir un restaurante en el aire.

La charla ligera ayudó a aliviar la tensión del grupo, y durante un rato, pudieron olvidar las preocupaciones y peligros que les aguardaban. Sin embargo, la conversación eventualmente volvió a los temas serios, mientras planificaban su ruta y discutían estrategias para mantenerse a salvo.

El sol ya estaba alto en el cielo cuando decidieron hacer una breve parada para descansar. Appa descendió suavemente en un claro cerca de un río, y el grupo se tomó un momento para relajarse y disfrutar de la tranquilidad.

Mientras descansaban, Katara se acercó a Sakura, quien estaba sentada cerca del agua, observando su reflejo en la superficie.

—Sakura, sé que esto debe ser abrumador para ti —dijo Katara, su voz suave y comprensiva—. Pero quiero que sepas que estamos aquí para ti. No tienes que cargar con esto sola.

Sakura levantó la mirada y sonrió.

—Gracias, Katara. Eso significa mucho para mí. A veces siento que no estoy a la altura, pero con ustedes a mi lado, siento que puedo enfrentar cualquier cosa.

Katara le puso una mano en el hombro, ofreciendo un apoyo silencioso. Sabía que las palabras no siempre eran suficientes, pero la presencia y el apoyo de sus amigos podían hacer una gran diferencia.

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Con el suave aleteo de la cola de Appa como telón de fondo, Aang y Sakura encontraron un momento de tranquilidad mientras Katara y Sokka se quedaban dormidos, agotados por el viaje. Se sentaron juntos en la amplia espalda del bisonte volador, contemplando el paisaje que pasaba debajo de ellos.

Aang miró a Sakura con una sonrisa amistosa.

—Sakura, ¿alguna vez te has preguntado qué significa realmente ser el Avatar? —preguntó, su voz llena de curiosidad.

Sakura frunció el ceño, pensativa.

—Bueno, he leído algo sobre la historia de los Avatares, pero siempre me ha parecido un concepto muy abstracto. Supongo que siempre he pensado en el Avatar como alguien con un gran poder, destinado a mantener el equilibrio en el mundo.

Aang asintió, su mirada perdida en el horizonte.

—Es cierto que el Avatar tiene un gran poder, pero también conlleva una gran responsabilidad —dijo, su voz llena de seriedad—. Significa ser un puente entre el mundo espiritual y el mundo físico, y estar dispuesto a sacrificarse por el bienestar de todos.

Sakura asintió, sintiendo un profundo respeto por el peso que Aang llevaba sobre sus hombros.

—Debe ser una carga muy pesada de llevar —dijo Sakura, su voz llena de comprensión—. Pero también debe ser increíble tener la capacidad de cambiar el mundo para mejor.

Aang sonrió, sintiéndose comprendido.

—Es cierto. A veces, puede ser abrumador, pero también es una oportunidad única para hacer una diferencia real en el mundo —dijo, su voz llena de emoción—. Y tener amigos como tú a mi lado hace que todo valga la pena.

Sakura devolvió la sonrisa de Aang, sintiéndose reconfortada por sus palabras.

—Gracias, Aang. Significa mucho para mí ser parte de esto —dijo sinceramente—. Y quiero ayudarte en todo lo que pueda en tu misión como Avatar.

Aang le dio un apretón amistoso en el hombro, expresando su gratitud.

—Y yo estaré aquí para ayudarte en tu viaje también, Sakura. Juntos, podemos enfrentar cualquier desafío que se nos presente.

Con una sensación de conexión, Aang y Sakura continuaron su conversación mientras el sol se ponía en el horizonte, iluminando el camino hacia su próximo destino y fortaleciendo los lazos de amistad que los unían en su viaje como compañeros y como Avatares.

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