Capítulo XIV - ¿Justicia?

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El joven de ojos azules despertó atado a la dama de la justicia que había cerca de la facultad de derecho. Vio la hora en un termómetro con reloj cercano, las dos y dieciocho de la madrugada.

Afinó la vista y pudo ver una figura que caminaba por ahí, entre los coches del parking, los árboles y el termómetro.

—¡Oye! ¡Ayúdame!

La figura lo miró directamente. Javier no pudo ver su cara, estaba totalmente cubierta por un buff hasta la nariz y unas gafas de visión nocturna en los ojos.

Se empezó a acercar y Javi se arrepintió de haber gritado. Si no llega a haberlo hecho seguramente la figura, que ahora sabía era su verdugo, no lo habría visto.

—¿Por qué debería ayudarte? —La voz, distorsionada por ordenador de algún modo, hizo que el rehén tuviese un escalofrío.

—No te he hecho nada malo nunca... creo... y si lo he hecho, no creo que sea para matarme... ¿Nos conocemos siquiera?

—Precisamente... no has hecho nada...

»Te quedaste mirando cuando me atacaron, una y otra vez veías que me atacaban y tu mirabas desde lejos.

»Una y otra vez te quedaste mirando mientras atacaban a otros, y una y otra vez no hiciste nada.

»Pero llegó el chico nuevo. A ese sí. Ese era nuevo, te daría buena imagen protegerlo... aunque solo lo hiciste una vez, porque solo les paraste los pies a esos cabrones una vez... El resto de veces, la gente no hablaría de ello...

»Solo ayudas a quien crees que te dará buena fama... Solo ayudas cuando la gente mira... Cuando la gente va a criticar positivamente lo que haces... Si no van a decir nada o van a decir cosas malas de ti... ¿De qué coño sirve ayudar?

»Te diré una cosa... lo tuyo es una ayuda selectiva... y esa ayuda... no puede considerarse ayuda, si te soy sincero... porque, de considerarlo ayuda... Entonces los secuestradores que crearon el Síndrome de Estocolmo fueron de ayuda para los rehenes, total, les dieron mantitas y comida...

»Es verdad, no me has hecho nada malo, si que nos conocemos... Hemos estudiado en la misma institución un tiempo... Pero si, lo que no hiciste... si que es para matarte...

La figura sacó un martillo de la manga donde lo llevaba escondido y le dio con fuerza en la cabeza. Tal era su convicción de que ese golpe lo había matado, que no dio otro para asegurarse, simplemente se fue, dejando el arma del crimen ahí, feliz de estar un paso más cerca de estar con su enamorado en un cuento de hadas eterno.

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A las horas, el joven despertó. Estaba muy mareado, sentía que se caía hacia adelante y como algo le quemaba las extremidades cuando se movía.

Empezó a recordar y a asustarse según recordaba. Cuanto más recordaba, más se asustaba. Cuanto más se asustaba, mas miedo tenia. Cuanto más miedo tenía, más se retorcía.

Cuando se libró de las cuerdas que lo ataban, dejó de lado el daño que le hizo caerse por las escaleras y el bombeo continuo que sentía en la cabeza, pensaba que le iba a estallar la cabeza de lo fuerte que lo sentía.

Caminó como pudo unos metros más adelante hasta la carretera, donde cayó desplomado al suelo y un coche casi lo atropella. La conductora salió asustada del vehículo mientras llamaba a un ambulancia, alegrándose de no haberlo atropellado y así no haber empeorado su situación, pero asustada y preocupada por lo que le hubiese pasado.

La vibración hizo que abriese los ojos y estirase el brazo a coger el móvil. Antes de descolgar la llamada miró la hora, las cinco de la mañana. Cuando descolgó se arrepintió de no haberle dado un trago al agua que tenía junto a la mesilla antes.

Bai? —Su voz sonó adormilada, áspera y seca mientras esperaba a que su teniente le respondiese al otro lado del teléfono.

—Han encontrado a otra de las personas de la lista, el estudiante de ADE... Estaba atado a la dama de la justicia y le han dado un martillazo en la cabeza, pero de alguna manera ha salido vivo, está en el hospital... Quiero que vayas a verlo y saques todo lo que recuerde y todo lo que pueda tener... El tiempo corre, cada vez hay más muertos y seguimos sin sospechosos... esto nos va a hacer quedar fatal ante la gente... y si el asesino o la asesina gana este "juego" como lo llama... ¿Quién nos dice que no nos echará otra partida?

—De acuerdo teniente... ¿Hay alguna cara que coincida en las grabaciones de los funerales?

—Sí, pero es normal al ser todos de la misma universidad, celebrarse todos en el mismo hilerri... la gente del barrio siempre va a mirar al final y a dar el pésame...

—Pasaré por el hospital.

—Perfecto. —Colgó sin despedirse ni dar ninguna otra orden y Yerai se estiró en la cama.

—¿Quién era...? —La voz adormilada de Ibai lo sobresaltó, no recordaba que estaba ahí.

—El teniente... han atacado a Javier, pero está vivo... desayunamos y te dejo en la universidad...

Miró al joven que tenía tumbado a su lado, con ojos de sueño aun y totalmente despeinado, tapado por las mantas y con una sonrisa preciosa.

—Nunca te había visto tan guapo como ahora, Ibai...

—Si te vieras tú...

Ambos rieron levemente y se levantaron para vestirse y desayunar. Uno estaba totalmente feliz. El otro estaba feliz y asustado por las consecuencias que esto podría tener al mismo tiempo y a mas o menos el mismo porcentaje.

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Por fin me quedo libre de exámenes y podré editar tranquilamente los capítulos antes de subirlos para intentar que no haya ningún tipo de fallo... ¡Espero que hayáis disfrutado el capítulo!

Comentad, dadle like, compartidlo, seguidme... o nada de eso, aunque ayude mucho, y simplemente disfrutad la lectura, que el ver como suben las visitas me anima también.

Andrea Marauri

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