Epílogo

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DESPUÉS DE DIEZ AÑOS FELICES, se podía decir que el mundo estaba reorganizado y en orden. Todo seguía como debía de ser: no había guerras, tristeza ni dolor; ya no se repetirían las situaciones horribles que habían sucedido durante los últimos diez mil años, nunca más.

Por supuesto, no siempre se mostraban de acuerdo en cualquier tema, pero la diferencia de opiniones enriquecía la experiencia de cada uno en el planeta. Las personas mantenían una relación amistosa, incluso con aquellos que habían sido sus enemigos en la tierra gobernada por los guardianes, como Siron y Lilith, quienes convivían en armonía en su forma original, porque sabían que su experiencia como personas malignas había sido inspirada por los guardianes, y que además esto les había fortalecido su espíritu.

Meredinn seguía como suma sacerdotisa, siendo la guardiana principal del templo donde reposaba el gran cristal codificador del Tiempo y del Espacio en esa realidad física. Nada había cambiado en la organización respecto a lo que había sido diez mil años atrás. Lo que sí había cambiado era la vida de cada uno de ellos. La experiencia de diez mil años, bajo el yugo de una raza parasitaria, los había marcado para siempre.

Tiempo después de haber derrotado a los guardianes, las parejas realizaron una renovación de votos nupciales, que se realizó en conjunto. Fue una hermosa ceremonia que duró días enteros, y fue festejada por cada habitante del planeta.

Entre los que renovaron votos estaban: Meredinn y Angell, Alejandra y Nikolav, Lilum y Juliann, Anja y Kassnar, Kevin y su alma gemela, Ildwin también con la suya y Rudith con Karel. Todos estos habían estado ya unidos en tiempos pasados.

Cada pareja construyó su propio hogar feliz. Tuvieron más hijos de los que habían poseído antes de la invasión de los guardianes, almas nuevas que venían a habitar el mundo renovado, almas a las que les dieron una grata bienvenida.

Ellos sabían que su vida sería eterna, aunque entendían que su experiencia en la Tierra no sería infinita. Ni bien completasen el aprendizaje que el planeta podía darles, tendrían la opción de encarnarse en otro, para aprender sobre temas diferentes, pero siempre irían junto a sus almas gemelas, o incluso en grupo, con su familia álmica.

Nunca estarían solos; se habían ganado ese beneficio. Y si algún día debían enfrentarse a problemas de cualquier tipo, sabrían cómo defenderse, luchar y resultar vencedores. Ya no habría nada a lo cual temerle, ni nadie quien pudiese destruirlos. Eran invencibles, eran portadores de la sangre más fina del universo: sangre eterna, sangre enamorada.

FIN DE LA SAGA SANGRE ENAMORADA.


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