7. Oscura verdad

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Toda esa información llegando a sus cerebros los aturdía. Dos jóvenes hasta el momento inconscientes de la verdad, la estaban recibiendo como un balazo en la sien. La confusión y el espanto se hacían casi palpables en el rostro de Asu al escuchar las palabras de Strauss. Yuki, por su parte, ya no posaba sus pupilas en los labios de esa mujer. Su mirada se perdía en algún punto de las sábanas que la cubrían, a la vez que su mente reproducía las escenas de una historia de terror, la cual aún no llegaba a su peor parte. 

—La realidad dentro de Hoffen es lo menos parecido a esa palabra. Esto lo sabemos por los contactos que solíamos tener en el interior de esos muros. La mayoría de esas personas murieron ya y las que no, fueron condenadas a la locura. Cuando nos contaron esto no les podíamos creer —Veena los miró a ambos, suavizando la expresión dura de su mirada—. Chicos, esta pregunta quizás les pueda parecer un poco extraña, pero no sé de qué otra forma empezar a explicarles. Díganme, ¿de dónde vienen los bebés?

—¿Qué...?

Asu preguntó aún más confuso que antes. Yuki salió de su ensimismamiento y miró a Veena intentando hallarle lógica a esa pregunta.

—Por favor, respondan.

—Del Árbol de la Vida, por supuesto —aseguró él sin vacilación.

—Claro —afirmó la sargento, con una extraña mezcla de ironía y verdad en la voz—, el Árbol de la Vida. Un árbol sagrado que está protegido en el centro de Industrias Futuro. Se logró rescatar de la catástrofe mundial por su inigualable valor para la conservación de nuestra especie. Cuando una pareja formaliza su unión ante la ley, pueden enviar una carta pidiendo un bebé, y cuando el tiempo lo determine, serán bendecidos con su único hijo. Es así, ¿verdad? —preguntó con voz grave.

—Sí, es así —habló Yuki con seriedad y luego dejó escapar un leve suspiro—. Pero no es la verdad, ¿cierto?

Le lanzó una mirada fría a su interlocutora. Ella dejó descansar sus dos pies sobre el suelo y relajó su postura, colocando las manos sobre las rodillas y llevando ligeramente hacia adelante el torso. 

—Cuando un hombre y una mujer tienen contacto sexual, una célula del padre y otra de la madre se fusionan, dando origen a una nueva vida. Si las células de ambos no llegan a encontrarse, entonces el contenido del útero es expulsado, y es lo que conocemos como ciclo menstrual. Esto lleva una explicación mucho más compleja, pero no es el objetivo de esta conversación. En Hoffen, y en las otras quince ciudades, se llegó a un acuerdo para tener controlada la natalidad. Al nacer, las pequeñas serían esterilizadas inactivando sus óvulos para impedirles concebir. Cada cierto tiempo, son escogidas unas cien niñas, las cuales se dedican a reproducirse mediante la inseminación artificial, con esperma tomado de un banco. Ellas son instruidas desde la más temprana edad, se les convence de que esa es su misión en este mundo. No pueden salir del lugar en donde están encerradas, destinadas a darles hijos a todo un pueblo. Una vez que llegan a los 35 años y su fertilidad disminuye, su labor en la tierra ha terminado, y son eliminadas. Claramente, no podían decir que hacían eso, y se inventaron lo del Árbol de la Vida. Una mentira completamente ilógica, pero aceptable si educaban a las siguientes generaciones para creerla. Eliminaron todo lo que hablara de sexualidad en los libros. A los adultos se les fue administrando drogas de a poco para borrar su memoria, hasta que llegaron los nanochips. Fueron implantados en sus cerebros para manipular sus recuerdos y crear nuevos.

—Nada de eso tiene sentido… —interrumpió Asu—. Quiero decir, aunque sea verdad, ¿cómo pretendes que procese esa cantidad de información? Y además, no es solo eso… ¿No es así, Yuki?

—La verdad… Llegado este punto puedo creer lo que me digan. Pero por lo mismo que me dicen puedo dudar, ¿cómo asegurar que lo que me cuentan es la verdad si no lo puedo comprobar por mí misma? Es la misma pregunta que me hacía en Hoffen… Y por más retorcido que sea este cuento, me parece más creíble que la normalidad escalofriante que me enseñaron en esa ciudad. De todos modos, lo que no entiendo es cómo hicieron eso… ¿cómo van a engañar así a miles de personas? Eso va más allá de todo… ¿cómo alguien pudo pensar en un plan tan detallado e inhumano?

—Porque fue un algo, y no un alguien. Hay una súper computadora, una inteligencia artificial con un pensamiento superior a cualquiera. Fue creada para comprender su entorno y dar las soluciones más viables, pero fue aprendiendo del comportamiento humano… Y cuando juntas la vileza de las personas con la frialdad de una máquina, da como resultado un monstruo. Aun así me cuesta creer que actúe totalmente por su cuenta… no lo podemos asegurar. Esa IA vigila toda la ciudad y a sus habitantes. Los mismos nanochips que se utilizaron para suplantar los recuerdos de los adultos, fueron usados también en los bebés. Mediante estos tienen a todos localizados, saben a dónde van y qué hacen.  Controlan sus emociones y pensamientos, les impiden tener sentimientos fuertes, porque estos son la base de las rebeliones. Los dominan a todos como ganado.

—Espera… Algo en todo eso no encaja —meditó el chico—. Si esa IA nos vigilaba todo el tiempo en Hoffen, ¿cómo fue que pudimos escapar? Cuando fuimos a la base, ¿nos detectaron, verdad? ¿Por qué no nos detuvieron?

—Porque no les importaba, claramente. Solo eras un chico de preparatoria queriendo escapar. Si salías, seguramente morirías devorado. Serías menos problemático afuera que adentro. Tu salida no sería un inconveniente, al contrario. ¿Qué mejor manera de ocuparse de un fallo que dejarlo marchar? Además, no sabías nada del interior. No representas una amenaza para ellos de ningún modo.

—¿Y qué hay de nuestros padres? ¿Y las personas del colegio? Si no volvemos, se darán cuenta.

—Ya te dije que pueden manipular la memoria. Para ellos no sería nada borrarte de sus mentes… Aunque, ahora puede que estén en un pequeño lío por…

—¿Cómo entro yo en todo esto? —inquirió Yuki, que había estado escuchando tranquilamente—. ¿Por qué me estaban esperando? No le habían dicho nada a Asu antes, querían que yo despertara para hacerlo. No debió ser para dar la charla una sola vez; si le contaban, luego podría explicármelo él y listo. Además, hablan del chip ese que nos controla, ¿pero qué hay de mí? Siempre fui la oveja negra, me creían una loca justamente por no ser como el resto. Y cuando le explicaste a él por qué no nos detuvieron, hablabas en singular…

—Calma, calma, jovencita. Realmente eres perceptiva, ¿eh? Como estaba a punto de decir, puede que ahora estén en un lío, y es por ti. A Asu lo pueden borrar de la memoria de todos porque tienen el registro de su presencia en los recuerdos de las personas, pero contigo no es así. Tú, Tamura Yuki, eres invisible para la computadora que lo ve todo. No tienes un nanochip, por tanto tu información no está en la base de datos de Hoffen. A pesar de que tuvieras una vida en esa sociedad, para la IA no existes. Seguramente, al notar que no llegaste hace tres días, tus padres se preocuparon. Preguntaron por ti, te encontraron en los registros de los ciudadanos, pero al compararlos con los códigos no te pudieron hallar. Eso seguramente creó un conflicto, la IA se dio cuenta y detectó los recuerdos de alguien que no existía. De todos modos, aunque no por las vías usuales, seguramente te borró de sus memorias. Pero ahora no se estará quieta, ahora que sabe que dejó pasar por alto una infiltrada durante dieciocho años.

—¿Y por qué no me pudieron detectar? Si no tengo chip, debieron darse cuenta desde que nací. Los robots, las cámaras en los puntos de control… ¿no reconocieron que yo era un ser humano sin identificar?

—Estabas camuflada. Verás, cada chip tiene un código que los identifica como individuo, su información primero es captada por los puntos de control y luego viaja hasta la IA por tecnología cuántica. Esta computadora no los ve como una persona, sino como un código que representa a una persona. Cada elemento en la ciudad tiene un código, no solo los seres humanos: edificios, plantas, alimentos. Lo que no genere un código, es detectado y eliminado. Por eso nosotros, que estamos fuera, no podemos entrar. Al nacer, a ti se te colocó en la espalda un chip, pero este, en lugar de generar un código, produjo interferencia con los detectores de los puntos de control y los robots, haciéndote invisible.

—¿Pero por qué Yuki? ¿Por qué ella no tiene ese chip? ¿Y cómo ustedes lo saben?

—Tamura Yuki nunca fue parte de Hoffen. Ella nació aquí mismo, en este hospital, y el motivo por el que fue seleccionada y llevada hacia la ciudad amurallada nos lleva al otro punto de esta historia: las bestias de plata.

—¿Los monstruos que nos atacaron a Asu y a mí?

—Sí, los seres que nos han acechado desde hace más de un siglo. Sin embargo, prefiero que de esto te hable otra persona. Ella está más familiarizada con toda esta parte que yo… ¿puedes caminar?

—Sí —afirmó Yuki con determinación.

—Entonces, vístete. Te estaré esperando afuera.

Veena se puso en pie y fue hacia la puerta. Yuki se reincorporó con cuidado, temiendo que le doliese la espalda, pero para sus sorpesa el dolor ya se había esfumado casi por completo. Le dio una mirada a Asu, indicándole que saliera de la habitación para poder cambiarse de ropa.

—Las prendas que llevabas fueron destrozadas por el zarpazo de la bestia que te atacó, así que tuvimos que buscar algo nuevo… —Hanami le habló sonriendo tímidamente, y le extendió una muda de ropa doblada con cuidado—. Esto lo donó una chica que tiene una constitución parecida a la tuya. No es muy bonito, pero aquí no tenemos mucho para elegir…

—Está bien.

Yuki agarró las prendas sin decir más. Se sacó la bata de hospital y desdobló el paquete. Unas mallas grises y un pullover celeste algo desteñido. Se vistió con rapidez y sin pensar mucho en lo que hacía. Se sentía algo extraña. La información en su cabeza era demasiada y la duda de si creerla o no aún no se esfumaba. Sin embargo, quería saber más. Dentro de sí estaba esa necesidad imperiosa de conocer, de recibir y procesar más datos. “¿Quién se supone que soy yo?”, pensaba, y la respuesta a esa pregunta era lo que más quería escuchar. A pesar de todo, mantenía su actitud serena. Sabía que dejarse llevar por sus emociones, como solía hacer, no funcionaría en este nuevo entorno.

—Gracias por todo.—Dijo a la enfermera entregándole la bata azul.

—No hay de qué, los estaré esperando aquí hasta que regresen. Yo… sé que es difícil escuchar todo esto…

—No, no lo sabes. No tienes idea.

Ella habló con algo de dureza, haciendo que Hanami bajara la mirada y empezara a jugar nerviosamente con sus dedos. Se dio cuenta de la brusquedad y retractó sus palabras.

—Lo siento… Es solo que estoy un poco aturdida…

—No, está bien. Discúlpame tú —La joven levantó su rostro dibujando una vez más su sonrisa tierna—, sé que no puedo ponerme en tu lugar y el de Asu aunque lo intente. De cualquier modo, estaré cuidando de ustedes. Ve, aún tienes cosas que entender, Yuki.

—Muchas gracias, de veras.

Yuki hizo una reverencia corta y exhaló. Caminó con pasos firmes hacia la puerta. Más allá de ese marco, la esperaba el resto de la historia.

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