Días 30, 31 y 32

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


Día 30 (tarde)

Un mes exacto había pasado. Apenas treinta días y su vida fría, gris, llana y desesperadamente normal se había convertido en un paraíso y un infierno a partes iguales. Costaba entender que en tan poco tiempo las cosas pudieran cambiar tanto, pero a esa altura había aprendido que con un segundo, con una palabra mal dicha, con un gesto o una mirada, la vida podía quedar patas arriba.

Un escalofrío le recorrió el cuerpo al pensar en Richard. Era un "escalofrío cálido" como había comenzado a llamarlo. Le recorría la columna llenando de calor todo su cuerpo. El escalofrío decidió quedarse allí, dando vueltas por su cabeza, su pecho, su estómago y el núcleo mismo de su placer, al recordar que al día siguiente tendría que viajar con un grupo de adolescentes hormonados a Londres. No sabía si debía esperar algo de ese viaje o no, pero el simple hecho de pensar en ello hacia que se mordiera de anticipación.

La voz de Bates la sacó de sus pensamientos.

–¿Ya tienes todo listo? –ella dejó de mirar por la ventana y se giró y vio el desparramo de ropa en su cama y su maleta a medio hacer.

–No...estaba pensando en qué tiempo hará para no llevar cosas de más.

Bates sólo se encogió de hombros.

–Creo que deberías llevar de todo, ya sabes cómo es el clima.

Asintió lentamente, porque a las últimas palabras ni siquiera les puso atención. Bates se fue y ella volvió a mirar por la ventana.

–¿Qué voy a hacer con este hombre? –se preguntó por milésima vez en ese mes.

*****************************

–¿Hijo ya tienes todo?

Richard resopló. Su madre podía llegar a ser muy pesada a veces. Abrió la puerta y la hizo pasar.

–Mamá, ya tengo todo. ¿Lo ves? –le señaló la maleta con la ropa perfectamente doblada. Su madre inspeccionó todo con ojo clínico y asintió.

–Muy bien, creo que no te hace falta nada. Ah por cierto, te llamó John. En un rato viene.

Ni bien terminó de decir aquello sonó el timbre. Elsie bajó las escaleras y Richard oyó la voz de John saludándola y haciéndole bromas acerca de todos los pretendientes que tenia para presentarle.

–Tu madre es mi ídola. –dijo John al entrar a la habitación.

–Deja de corromperla.

–Ahora que te irás va a aprovechar. Sé de varios machos que la quieren.

–John me das asco. ¿A qué viniste?

–A despedirme de ti, mi amado. –lo abrazó y le dio un beso en la mejilla y Richard se zafó.

–¿Puedes dejar de ser tan gay?

–Pero qué amargo. Vine a traerte algo que seguro no llevas porque no creo que Elsie, por mas buena onda que sea, te de esto.

Rebuscó en sus bolsillos y sacó tres cuadraditos plateados.

–¿Qué es eso?

–Tan virgen que duele. ¿Qué van a ser? ¿Globos de cumpleaños envueltos en papel glasé?

–John, ¿cómo se te ocurre traer eso?

–No te hagas el fraile franciscano que sé muy bien qué planeas hacer en ese viaje. Y creo que entre tus planes no debe estar embarazar a la de historia. Así que acá tienes. Te daría más pero no creo que aguantes mas de tres.

–Vete a la mierda.

Guiñándole un ojo, John se fue.

Día 31 (mañana)

Todo el grupo estaba reunido en la puerta de la escuela, acompañado de sus padres y de muchos, pero muchos bolsos y maletas.

Chanel dejó su maleta en el suelo y esperó con el resto de los chicos a que llegara el autobús que los llevaría. De lejos vio a George Harrison abrazado a Judy. Era raro, la chica parecía estar obsesionada con Richard, pero allí estaba con George, que no parecía llevarle mucho la corriente.

Después lo vio a él junto a su madre. No pudo evitar una sonrisa.

–¡Miss Bradley! –saludó Elsie–No sabe cuánto me alegro que usted los acompañe. Creo que es la mejor maestra que mi Richie ha tenido.

–Mamá...

Chanel rió ante la ofuscación de Richard. Vio que el autobús se acercaba y corriendo por detrás, al director.

–Disculpen la tardanza, no encontraba los documentos necesarios. A ver alumnos, necesito que todos me muestren sus permisos firmados por sus padres y sus documentos de identidad.

Todos se agolparon delante del director, que poca atención prestaba a lo que los chicos le mostraban, solo intentaba aparentar ser responsable ante los padres de los alumnos. La puerta del autobús se abrió y todos comenzaron a subir. Chanel subió ultima con Bates y se sentaron en la parte superior del autobús. El director subió junto a la preceptora y Chanel ya se imaginaba para qué la llevaba, puesto que eran amantes y hasta los chicos lo sabían.

–Hola a todos. –la preceptora saludó con un megáfono, con su voz más chillona. Todos hicieron una cara de disgusto en vez de saludarla–Voy a comentarles lo que haremos en el viaje. Primero, nos alojaremos en el hotel Queen Elizabeth, está muy cerca de Picadilly Circus, así que supongo que les encantará. Todo el primer piso está reservado para las chicas, y el segundo para los chicos. Son todas habitaciones para dos personas y las chicas estarán cuidadas por mi y Miss Bradley. Los chicos por Mr Bates y nuestro querido director. –sonrió, mirando al director y Chanel hizo una cara de asco, al igual que Bates.

–¿Qué pasa si queremos visitar a las chicas? –gritó McCartney.

–Eso no sucederá. –contestó la preceptora.–A las diez todo el mundo durmiendo en sus respectivas habitaciones. No podrán salir del hotel, todo el personal está avisado de no dejar salir a ningún alumno.

Todos refunfuñaron, aquel sería el viaje mas aburrido de la historia. La preceptora continuó nombrando los museos que visitarían y demás cosas.

Día 31 (tarde)

Llegaron y muchos parecían despertar del letargo que les había dado el movimiento del autobús y estaban mas excitados que nunca. Querían verlo todo y a duras penas lograron meterlos en el hotel. Chanel entró última, acompañando a los rezagados que querían sacarse fotos con el cartel del hotel. Acompañó a las chicas a sus habitaciones y una vez que se aseguró que estaban todas, fue a la que le correspondía. Sabía que allí la esperaría la preceptora, y ni bien abrió vio que la mujer ya había elegido la mejor cama y toda su ropa estaba por todos lados.

*****************

–George deja de comportarte como un novio celoso. –se quejó Paul–Elegí a Ringo porque no ronca como tú.

–¿Y cómo sabes cómo roncamos? –dijo Richard.

–De ti no sé, pero una vez me quedé a dormir en lo de George y sus ronquidos movían toda la casa.

–¡Ese era mi papa!

–De todos modos dormiré con Ringo, tú acomódate con otro.

–¿Qué pasa aquí? –dijo Bates, acercándose.

–Nada profesor, sólo discutíamos el tema de las habitaciones. Pero ya está solucionado.

Bates le sonrió a Paul, un chico siempre tan descarado y a la vez correcto cuando debía serlo.

–Muy bien. Recuerden que mañana deben levantarse temprano.

–Claro.

Cuando Bates entró a su habitación, se encontró al director cambiándose su camisa.

–¿Por qué tardas tanto con esos chicos?

–Me aseguraba que estuvieran en sus respectivas habitaciones.

–Por mi que duerman en los pasillos. Oye, yo ni en sueños dormiré aqui. Reservé una suite, me quedaré con...ya sabes. –rió y palmeó la espalda de Bates.–Si quieres puedo reservar otra para ti y la chica de historia.

–No, gracias. ¿No se supone que debes cuidar a tus alumnos?

–Te dije que no me importan. Nos vemos mañana, viejo amargo.

El director cerró la puerta y Bates suspiró.

************************

Chanel veía cómo la preceptora se ponía su mejor ropa, se miraba al espejo, y se la quitaba otra vez. Al fin algo pareció convencerla y tomó su cartera.

–¿Pero a dónde te vas?

–¿Piensas que me quedaré aquí contigo? –rió histéricamente y se fue.

Chanel se quedó sola, rodeada por la ropa de la otra mujer, sintiendo que las cosas iban a ser muy caóticas esa semana. Escuchó el sonido de un papel deslizándose y miró hacia la puerta. Efectivamente, allí había un papel. Abrió la puerta pero no había nadie. Recogió el papel.

"Estoy en la 203. Paul se va. Te espero"

Dios. Era Richard. Aquello sería una locura y su mente prevaleció sobre su corazón. Así que rompió el papel y se acostó a dormir, aunque no durmió nada.

**********************

Día 32 (mañana)

Todos bostezaban, no tanto por el sueño sino por la perspectiva de ir a dos museos. El desayuno pareció animarlos apenas.

Chanel recorrió las habitaciones de las chicas, fijándose que todas ya estuvieran en la cafeteria del hotel y que no se hubieran quedado dormidas. Cuando abrió la puerta de la habitación de Judy, vio el mismo desorden que en todas, salvo que allí había algo que no podía estar: una corbata de chico. Las chicas usaban una corbata lisa, mientras que los chicos usaban corbatas rayadas. Agarró la corbata, dispuesta a buscar a su dueño delante de todos en la cafeteria.

Cuando terminó de bajar las escaleras, sintió que alguien la tomaba del brazo. Enseguida vio a Richard, que la llevó a un rincón fuera de la vista de los chicos que desayunaban y de los meseros.

–¿Por qué no viniste anoche?

–Ricahrd, no podía...

–¡Pero si todo el mundo sabía que la preceptora se iba con el director! No tenias que rendirle cuentas a nadie, podías venir.

–Rich, no es lo correcto. Esto es un viaje, están tus compañeros, y hay compañeros míos. Seria arriesgar mucho y...

–Tienes miedo.

No se lo dijo acusándola, sino desafiándola. Richard le sonrió de forma traviesa y se pasó la lengua por los labios en un gesto que ella encontró irresistible. Fugazmente lo besó y se alejó.

–¿De quién es esta corbata que encontré en la habitación de Judy?

Todos dejaron caer sus cucharas. Judy se puso mas roja si podía.

–¿Judy? ¿Nos puedes contar?

–Usted es una perra.

Todos corearon un "Uhhhh" y Chanel sonrió.

–Mira Judy, sé que me odias, pero esto te lo perdonaré. Devuélvele esto al chico que pasó la noche contigo. Pero si veo que erras una vez mas, ya sea en algo mínimo, te hago expulsar.

–Eso no es mío.

–Claro que no es tuyo, es una corbata de chico.

–Es de Mindy.

La tal Mindy gritó y se abalanzó sobre Judy. Chanel las separó rápidamente, como si estuviera muy acostumbrada a hacer eso.

–Basta. Las dos se quedarán encerradas en el hotel toda la semana.

–¡Pero!

–Pero nada. Y más vale que me digan de quién es esto. Ahora, ya mismo a su habitación, ordénenla y quédense ahí. La gente del hotel pasará cada una hora para verificar que estén bien.

–Chanel...

Oyó la voz de Bates y se giró para verlo.

–¿Qué?

–¿No estás siendo demasiado dura? Sobre todo teniendo en cuenta el comportamiento del director...

–No me importa, John.

En ese momento, el director bajaba desperezándose y Judy y Mindy lo abordaron con todas sus quejas. El hombre las miró con fastidio y luego miró a Chanel.

–Miss Bradley, ¿puedo hablar con usted?

Lo siguió y por detrás fue Bates. Ella lo miró.

–Puedo sola, John.

–Yo no estaría tan seguro, Chanel. –la siguió hasta que el director entró en la cocina del hotel, los meseros los miraron extrañados, pero era el único lugar que el director consideraba privado y lejos de los ojos de los alumnos.

–Miss Bradley, sólo una cosa –dijo levantando su dedo índice–Nunca tome decisiones sin mi permiso. Ahora mismo vaya y dígales a las alumnas que su ridículo castigo está levantado.

–Pero...

–Pero nada. Y Bates, deja de ser su guardaespaldas, la chica no tiene cuatro años.


Holaaa! He vuelto, y pido disculpas por tardar, estoy ocupada "estudiando". Como ven, Chanel es la tipica que no coge ni deja coger jaja. Originalmente este capitulo mas el siguiente eran uno solo pero quedó demasiado largo, así que los dividi. En un rato subo el proximo. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro