Días 32, 33 y 34

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

https://youtu.be/-etqJ9Yeu7Y

No me arrepiento de este amor,

aunque me cueste el corazón,

amar es un milagro y yo te amé,

como nunca jamás lo imaginé.




Nota: lean el anterior capitulo que subí hace unos minutos o no van a entender nada.


Día 32 (tarde)

Todo era un desastre. Nadie quería estar teniendo las "vacaciones" que estaban teniendo. Chanel arrastraba los pies, tratando de que el grupo no se desbandara en medio de las visitas a los museos, aunque era inútil, siempre perdían a uno. Bates encontró a uno de los perdidos escondido en el baño de mujeres del museo, fumando y escandalizando a unas viejas. Él también estaba cansado y no veía las horas de volver a Liverpool.

-Te ves cansada. -le dijo al oído.

-Lo estoy. Y estos zapatos me están matando. Maldigo la hora que me metieron en este viaje, y en este colegio. Y la hora en la que decidí estudiar historia.

Él rió apenas y ella también. Miró a su costado y vio a uno de los rezagados, Ringo, que la miraba fijamente. Se separó de Bates y fue hacia él.

-¿Cansado?

-Mucho. Odio este viaje.

-Yo también.

-No te creo, estabas pasándola bien con él recién.

-Rich...

-¿Vendrás esta noche? -le sonrió levantando una ceja. Ella sonrió más.

-Depende de si mi compañera de cuarto hoy también irá con su amado director. ¿Qué hay de Paul?

-Oigan no se tarden. -escucharon por detrás, la preceptora los empujaba hacia el autobús estacionado en la puerta del museo. Entre ellos se guiñaron un ojo y se separaron.

Día 32 (noche)

Como parecía que iba a hacer todas las noches, la preceptora no iba a dormir en su habitación asignada. Sólo buscó un par de cosas y se fue. Chanel se quedó sola, meditando qué hacer. Si iba, sabía perfectamente lo que pasaría. Era algo que aunque no se atrevía a reconocerlo, deseaba muchísimo. Se lo había imaginado cientos de veces pero siempre bajo la sombra de la culpa. Tomando una respiración se puso de pie de la cama y entró a darse una ducha y depilarse. Tenía las cartas jugadas.

Cuando salió supo que si tardaba dos segundos más, se arrepentiría, así que apenas se peinó y salió, cerrando la puerta con cuidado. En el pasillo se escuchaba el ruido de los televisores de las habitaciones, y la risa de las chicas. Subió las escaleras con sigilo, mirando a todos lados. Por suerte la habitación 203 estaba a un lado. Golpeó apenas y enseguida abrió él.

***********

Cuando oyó el golpe en la puerta, su corazón dio un salto. Algo le decía que era ella, que no podía ser otra persona, pero tenia mucho miedo de ilusionarse como la noche anterior, cuando escuchó el mismo golpe y resultó ser George, desesperado por sacarse de encima a Judy que intentaba acostarse con él. Paul le había dado el peor de los consejos, sacársela de encima acostándose con Mindy. No supo que lo había hecho hasta esa misma mañana, cuando todos se enteraron que el muy idiota se había olvidado su corbata. Aún no sabia bien qué había pasado, lo cierto era que Judy no le había hablado en todo el día y le volcó un vaso de jugo en la ropa durante el almuerzo.

Pero esta noche no habría Georges, ni Judys, ni estupideces como esas. Esta noche era ella, parada como una aparición celestial en su puerta, sonriéndole con timidez.

-Entra. -dijo agarrándola de un brazo para que entrara lo mas rápido posible antes de que la vieran.

-Hola. -dijo ella con indecisión. -Rich, no sé que hago acá, esto no debe pasar y...

La calló con un beso suave que ella profundizó enseguida, y él supo que ella tenía ganas de verdad. Pero se separó apenas, apoyando su frente en la de él.

-¿Dónde está Paul?

Él rió, pensó que le preguntaría algo más íntimo y no sobre el tonto de Paul.

-Se escapó. Se fue a un bar a tomar. No sé cómo lo hace, pero se escapa y dijo que lo hará todas las noches. No lo vayas a amonestar.

-No, es lo mejor que ha hecho en todo el año.

Ambos rieron y continuaron besándose, pero ella se separó y él notó que tenía el ceño fruncido.

-¿Puedo ir al baño?

Asintió, extrañado, y la vio correr. Una vez que cerró la puerta la escuchó.

-¡Mierda! ¡Mierda!

-¿Chanel estás bien?

Abrió la puerta, tenia la peor de las caras.

-No. ¿Sabes? Odio la biología femenina.

La miró desconcertado.

-Me vino. Ahora. Odio todo.

-¿Eh?

-¿No sabes a lo que me refiero, ¿no?

-Lo estoy deduciendo...Pero, ¿no se puede?

-No, no se puede.

-Pensé que sí...

-Poder se puede, pero me duele como la puta madre. -se agarró la barriga.

-No sabía que duele, pensé que sólo venía y adiós.

Ella se rió entre las lágrimas que se le caían y se sentó en la cama.

-No, duele. En mi caso siempre me duele mucho. No sé porqué se adelantó tanto.

-¿Y cómo es eso?

Ella se rió otra vez y cuando se dieron cuanta su "noche" estaba siendo una charla sobre la menstruación. Él se maravilló por enterarse de esas cosas que nadie jamás le había contado "porque son cosas de mujeres". Sabía que tenía información exclusiva que sus amigos jamás tendrían. Después se animó a contarle cosas de hombres, sobre todo, contarle que era virgen y que se sentía un idiota por eso. Ella le sonrió con dulzura y el acarició el cabello antes de darle un beso.

-No eres un idiota, Rich y no quiero jamás oír que te llamas a ti mismo de esa manera, y más por algo tan tonto. Y...lo siento mucho Rich. De veras, jamás pensé que esto pasaría. Arruiné tu noche. -hizo una mueca y se tomó la barriga nuevamente, acostándose en la cama.

-No te preocupes. Espérame aquí, ya vuelvo.

Ella lo vio irse y sus ojos comenzaron a entrecerrarse. Cuando los abrió nuevamente, Richard tenia una taza de té y una aspirina en la mano.

-¿Y esto? -dijo sentándose.

-Lo pedí en la recepción. ¿Te hará bien una aspirina?

-Bueno...en este caso, no. Pero me calmará el terrible dolor de cabeza que estoy teniendo.

Tomó el té mirándolo, pensando en cuándo había dejado de ser un simple muchachito. Ese mes también lo había cambiado mucho a él. Era un hombre, un hombre sentado junto a ella en una cama, cuidándola. Un hombre al que quería sacarle todos sus miedos y vergüenzas, aunque ella estaba llena de eso.

-Será mejor que me vaya. -dijo dejando la taza sobre la mesa de luz-Gracias.

-De nada. -le dio un profundo beso, y se despidieron.

Día 33 (mañana y tarde)

El paseo por los museos estaba acabando con la paciencia hasta de los mismos londinenses porque aguantar a tantos liverpudlians aburridos era un castigo.

Por la tarde hicieron un picnic en Hyde Park y todos aprovecharon a tomarse fotos o a putear a la reina subidos a un banquito. Chanel se sentó junto a Bates, porque era el lugar que todos esperaban que ocupara. No hablaron en absoluto, ella estaba ocupada viendo cómo Richard se divertía como un niño con sus amigos.

Día 34 (mañana)

Cuando despertó y fue al baño sonrió. Se había ido. Salió dispuesta a enfrentar el día.

La mañana sería para ir de compras así que todos estaban emocionados. Candem se les hizo pequeño y muchos usaron sus dotes bien aprendidas de regateo. Chanel compró algo de ropa "divertida" como la llamaban sus alumnas. Era la primera vez que se compraba cosas de colores alegres.

En medio del tumulto que generaba un titiritero, aprovechó para acercarse a él.

-Buenas noticias. -le dijo al oído. La miró extrañado pero cuando vio su sonrisa, comprendió todo.

-Me siento un genio por entender a las mujeres.

Ella ahogó una risita para no llamar la atención. Él asintió y ella también y la cita ya estaba concertada.

Día 34 (tarde)

¿Qué tan tediosa podía ser una visita al museo de cera? Muchísimo, y si a eso le sumamos la ansiedad por una gran noche, la visita era una soberana porquería.

Chanel supo que su cara lo decía todo cuando Bates y la alocada preceptora le habían preguntado si se sentía bien.

-Quiero volver al hotel ya mismo. -le contestó a Bates.

-¿Por qué?

-Sólo quiero volver.

-Chanel, ¿te pasa algo?

-No, nada. Tranquilo. Todo está en orden. -le sonrió y él se extrañó porque nunca le había visto una sonrisa tan radiante.

Día 34 (noche)

Otra vez el mínimo golpecito en la puerta y él no precisó más para atender. Ella entró a la velocidad de la luz y se sorprendió cuando vio todo. De alguna forma Richard había conseguido flores y tres velas que iluminaban la habitación.

-Las compré hoy. -explicó.

-Es hermoso. -le sonrió.

-¿Así que...hoy todo bien?

-Todo perfecto. -se mordió el labio y lo atrajo hacia ella. Ya no aguantaba mas, todo un día retorciéndose de anticipación y ahora el momento estaba al alcance la de la mano. Se besaron como si no lo hubieran hecho en décadas y ella se separó un poco.

-Vamos a ir tranquilos, ¿si?

Él asintió lentamente y volvió a besarla pero con calma. Ella le tomó las manos y las guió hasta los botones de su blusa. Él se separó y tragó saliva.

-Una vez leí que para un hombre no hay nada como la primera vez que desnuda a una mujer. Muchos no lo pueden hacer como quieren, porque están apurados. Pero como estamos tranquilos, quiero que sea especial para ti. -dijo ella, mas tratando más de calmarse a sí misma que a él.

Richard asintió nuevamente y desabrochó los botones con la tranquilidad de un pintor que va haciendo pinceladas del cuerpo hermoso que posa para él. Cuando llegó al último botón, deslizó con suavidad la blusa y besó los hombros de ella y su cuello. Chanel se dijo que quizás esto estaba siendo mas dificil para ella que para él, porque el rastrojo de su barba del día en su piel la estaba llevando a cualquier lugar. Tragó saliva y nuevamente tomó las manos de él y las puso en sus senos. Él la miró tratando de encontrar su respiración y la besó y con facilidad desabrochó su sostén.

-Ese es mi chico. -le dijo en el oído y él sonrió orgulloso.

Continuaron besándose y ella comenzó a quitarle la corbata del uniforme y su camisa. Cuando quedaron piel con piel, gimieron por el contacto y el calor y el incipiente sudor.

Ella se sorprendió cuando él, con manos mas fuertes de las que pensaba que tenía, la agarró de la cintura y la condujo a la cama. Lo ayudó con la falda.

-¿Tienes medias? ¿Por qué también te pusiste medias? -se quejó él y ella rió.

-Por costumbre. Perdón. Pero mira, quizás te gusten las medias.

Le sonrió con malevolencia y se quitó lentamente las medias. Él tragó saliva y se abalanzó sobre ella para besarla. A tientas ella buscó su pantalón y él soltó un gemido cuando sintió la mano de ella jugando con el cierre y el cinturón, hasta que logró abrirlos.

-¿Crees que voy bien? -le preguntó él, con una mezcla de inocencia y erotismo que le hizo saltar la sangre.

-Vas muy bien, de hecho creo que te pondré un 10 felicitado. -mordió su boca y se deshizo del bóxer. Él enseguida tanteó en la mesa de luz hasta que encontró lo que necesitaba.

-Me los dio John. -dijo mostrándoselos.

-¿John Lennon?

-Sí.

Ella soltó una carcajada.

-Ay Dios, no pensé que alguna vez hablaría de John Lennon mientras hacía el amor.

El también rió y la besó nuevamente y ella sintió sus movimientos y lo apartó.

-Rich, ¿no crees que tendrías que sacarme la bombacha?

El miró hacia abajo y soltó una carcajada.

-Soy un completo nabo.

-Pero eres mi nabo favorito. -rió y acercó su cara para darle un beso mas encendido, mientras guiaba su mano hacia el elástico de su bombacha y se la hacía bajar. Él se separó y continuó la tarea, mirándola embelesado.

-Chanel, eres perfecta.

-Tu también, Rich. Eres lo más perfecto que me pasó. Ven aqui. -lo atrajo hacia ella para besarlo y soltó un gemido cuando notó algo inesperado. Él la estaba tocando y lo hacía de maravilla.

-Rich...¿Dónde...aprendiste...eso?

-Alguna vez lo oí...¿te gusta?

Ella asintió porque no tenía palabras. Y luego lo atrajo hacia ella para darle un beso. Enroscó sus piernas en sus caderas y eso fue suficiente para él, aquello se sentía fantástico, con razón todos querían hacerlo. Y además, lo estaba haciendo con la persona que realmente quería. Sintió las uñas de ella pasando por su espalda y sus suspiros cada vez mas rápidos. Cuando la vio morderse el labio de la forma tan particular como siempre lo hacía, supo que ya no podía aguantar mas. Se dejó caer sobre ella y ella lo acunó acariciándole el cabello.

-¿Te sientes bien? -preguntó.

-Me siento genial. -dijo tratando de recuperar el habla-¿No te lastimé?

-Viendo ese tamaño cualquiera diría que si, pero no.

Levantó la cabeza, fingiendo escándalo.

-Profesora ¿cómo va a decir esas cosas?

-Soy historiadora, sólo digo la verdad. -le sonrió y luego le tomó la cara entre las manos-Te amo.

El cerró los ojos, sonriendo y cuando los abrió, pidió que todo no fuera uno de sus tantos sueños.

-Yo también te amo, Chanel.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro