11.

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YoonGi estaba bien ahora, sólo seguía cansado y en reposo por órdenes obligatorias de Félix, hace sólo media hora que había logrado despertar, pero JiMin seguía atrapado en el mundo alterno a su realidad. Ya no estaba en la mente de YoonGi y eso quería decir que podría estar viajando en mundos paralelos o incluso estaba debatiendo entre la fina línea que dividía la vida de la muerte.

Félix ya no sabía si debía de decirles a los demás que lo más probable era que JiMin entrara en un coma indefinido o siendo más grave, la muerte inmediata.

—¿Félix, quieres comer algo? Hace unas dos horas que debiste de haberlo hecho —le dijo SeokJin y el hechicero asintió con una pequeña sonrisa.

—Te lo agradecería, SeokJin.

El omega le sonrió y se dió la vuelta para volver a calentar la comida y servirle al peligris, pues como dijo antes, no había comido nada por cuidar de YoonGi y JiMin cuando aún estaban perdidos en ese mundo alterno.

Salió de la habitación donde estaba JiMin y camino a la que estaba al final del pasillo de la casa y abrió lentamente la puerta de caoba y vio que YoonGi estaba despierto mirando al techo sin moverse en lo absoluto y tapado hasta el pecho con una sábana gruesa, pareciendo perdido, como si nada le rodeará.

—Hola —se tensó en su lugar al oír la voz de YoonGi llamarlo cuando él ni siquiera había hecho el menor ruido.

—¿Cómo supiste que estaba ahí?

—Ventajas de ser un Hell, somos muy sensibles ante los sonidos y calor corporal de otros.

—Vaya, tu raza era terrible, ya veo por que ganaron tantas guerras en tiempos pasados —le dijo y Félix se sentó al lado de YoonGi.

—Por algo todos me odian, ¿no? —Preguntó con sarcasmo y Félix lo miró sin expresión alguna en su rostro.

—No es odio, es envidia, los demás se sienten tan intimidados por ti y lo que fue toda tu raza, por eso que se unieron para eliminarlos, se sienten como pequeñas hormigas a tu lado —le dijo viéndolo directamente y YoonGi sólo bufó y cerró los ojos queriendo darse la vuelta pero estaba cansando que ni siquiera lo intento.

—Como sea, hace mucho que no me importa si me odian o no todos esos imbéciles.

—Pero por lo que veo sí te importa mucho no tener el amor de nadie que no sea MinHo, ¿verdad? —YoonGi abrió sus ojos lentamente y miró a Félix directamente.

—Cállate, eso a ti no te incumbe, déjame en paz. De todas formas si yo muero, ¿a ti qué te pasaría? —Le dijo retandólo y Félix rió bajo rascando su nuca.

—A mí no me afecta en nada, puedes morirte si quieres, pero no sería lo mismo para JiMin, él si sufriría si llegaras a morir.

—¿Y JiMin por qué? —Preguntó temiendo de la respuesta y teniendo una ligera idea de lo que Félix quería decir.

Una sonrisa maliciosa se pasó en los labios de Félix, era una mueca burlona que demostraba que la situación le divertía más de lo que YoonGi se podía imaginar.

—¿Quieres saberlo? —Le dijo y miró las pulseras y anillos en sus manos buscando obtener la total atención del Hell.

—No... no lo sé —dijo y ocultó su rostro entre sus manos y suspirar frustrado.

Félix soltó una carcajada y le dio un empujón en el hombro borrando su sonrisa cuando escucho a YoonGi quejarse aún bajo sus manos en el rostro.

—En serio que son lentos ustedes dos, sus dragones ya se dieron cuenta y ustedes aún están confundidos, son bastante idiotas —le dijo, YoonGi sólo se dio la vuelta y lo ignoró sintiendo su orgullo ser golpeado con esas palabras al no entender exactamente a lo que se refería.

—Cállate y lárgate de aquí —le dijo y Félix se levantó y bostezó cansado de haberlo molestado unos minutos.

—Bien, estaré con JiMin si me necesitas —le dijo y solo escuchó un «ujum» de parte de YoonGi.

—¡YoonGi, YoonGi! —Le gritaba desesperado después de que YoonGi se desmayara y su cuerpo se comenzará a desvanecer en un polvo fino de color plata.

De eso hacía mucho ya, pero por alguna razón él seguía ahí, lo peor de todo era que ni siquiera su dragón estaba ahí para poder hacerle compañía, estaba totalmente solo en esa pesada oscuridad que lo rodeaba y sentía que lo ahogaba y volvía loco a la vez al sentir como si estuviera ciego de lo oscuro que estaba todo.

—¡YoonGi! —Se destrozó la garganta gritando y sintió el fuerte escozor y luego como su voz se volvía débil, sin poder dejarlo hablar con claridad.

Se sintió tan inútil e impotente que sus piernas perdieron la fuerza y cayó arrodillado al suelo, oculto su rostro entre sus pequeñas manos y sollozó con fuerza al sentirse tan asustado.

—Y-YoonGi... —le susurró como si con ese llamado YoonGi fuera a acudir a él y ayudarlo.

—Deja de llorar, eres muy lindo con tus mejillas rojizas y todo, pero deja de llorar que me dan ganas de llorar a mí también.

Levantó la cabeza de golpe al oír una voz ajena, una voz cálida y agradable, levantó su rostro y encontró a un chico un poco más alto que él, de ojos color miel y cabello castaño.

—¿Qué...? ¿Quién...? —Logró formular a duras penas con la voz ronca por sus gritos del susto que le causaba tener a una personas desconocida frente a él.

—Auch, ya veo que lo de que YoonGi tenía guardadas todas mis fotos y no se las mostraba a nadie era verdad —dijo y se agachó a la altura de JiMin y ponerse en cuclillas y sonreírle mientras extendía su mano—. Es todo un gusto poder conocerte, JiMin, yo soy Lee MinHo, la pareja muerta de YoonGi —dijo como si fuera de lo más normal y JiMin se quedó con la boca abierta, MinHo rió suavemente y tomó la mano de JiMin que seguían a sus costados inmóviles y la estrechó con la suya en un gesto amistoso mientras le sonreía con ternura.

—¿Necesitas ayuda? —Le preguntó MinHo y JiMin no sabía cómo responderle, incluso pensó que se le había olvidado cómo hablar después de estar viendo a un fantasma—. Eres muy tierno  —dijo con una risita y paso su mano frente a sus ojos mientras se reía suavemente del peli plata frente a él.

—T-tú... ¿e-es en se-serio? —Le preguntó con duda y MinHo asintió.

—Soy MinHo, JiMin —le dijo y se sentó frente al otro omega en pose de indio y lo miró con una sonrisa que cerraba sus pequeños ojos rasgados.

—¿P-pero..? ¿Cómo? —Dijo incrédulo y MinHo sentía ganas de reír de la duda de JiMin, aunque podía entenderlo, no debía de ser fácil para él procesar toda la información que le dijeron apenas hace unos minutos.

—Yo no vine a ti, JiMin, tú fuiste quien llego a mí —dijo ahora sintiendo preocupación del omega peli plata.

—¿Yo? ¿Cómo? Pero sí yo estaba con YoonGi aquí y de repente él se... se fue —no pudo continuar más cuando comenzó a sollozar y formó un puchero de tristeza que retuvo entre sus dientes.

—No llores —le dijo MinHo con cariño y lo abrazó por los hombros mientras el omega se aferraba a él como un gatito asustado.

—Y-YoonGi, él... ¿dónde e-está? —Le dijo JiMin y MinHo sonrió suavemente apenas curvando sus labios en una sonrisa forzada que le comenzó a doler.

Él aún amaba a YoonGi.

Y al parecer, ese omega también se comenzaba a enamorar de él, podía sentirlo.

—Yoon está bien, tú eres quien me preocupa, tienes suerte de que pudiera reconocerte o las almas que han quedado en el borde podrían haber venido por ti —dijo y sintió como el cuerpo de JiMin tembló ligeramente en sus brazos.

—¿B-borde? ¿Almas?

—Oh es cierto, tú no sabes nada de eso —dijo y se separó de él y se sentaron uno frente al otro—. Déjame contarte qué pasa cuando un alma queda en el borde, estás en peligro JiMin y no sé si pueda ayudarte.


Los amo bebés. 💜

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