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Suave como su tersa piel sin rastro de ser imperfecto.

Podía verlo desde lejos dormir en la gran cama de telas de seda blancas, todo el santuario se mantenía de colores blancos y tan ordenado que irritaba a él pelinegro.

Caos estaba allí; mirándolo desde las sombras, cuidado sus sueños e intentando proteger a quien hacía que su calcinado corazón volviera a latir de manera muy dolorosa.

—¿realmente es mi destino sufrir?

Solo suspiro y como si de un espectro se tratara desapareció entre las sombras. Pronto apareciendo entre penumbra en su oscuro santuario.

Se arrojó sobre un sofá de aspecto muy antiguo, ya pisado de cuero de tonos negros y de madera de abeto barnizado que apenas tuvo el peso de su dueño empezó a levitar hasta que quedara totalmente de cabeza.

—que envidia, tu sofa sabe flotar.

Caos frunció el ceño y se acomodo en su sofa mejor, claro que tuvo que estirar su cuello un poco para ver quien era el ser desquiciado que entraba a su santuario sin invitación alguna.

—envidia. — murmuró molesto y chasqueo sus largos dedos, pronto la gran mascota o más bien guardián de caos apareció mostrando sus dientes. —largo, no eres bienvenido a mi santuario.

—uy, atrapado. —alzó sus manos mostrando rendición. — me enteré que un nuevo señor orden nació y sólo venía a buscar a mi gran amigo.

Todo empezó a temblar con violencia y la mayoría de cosas en el espacio empezaron a atacar a él denominado señor de la envidia que claro esquivo sin problemas. Caos ya estaba sobre el suelo con sus ojos inyectados en sangre dirigió la mirada sedienta de rencor a envidia.

—No somos amigos, no eres mi amigo y si sigues en mi santuario juro que no me va a importar nada y te mataré de la manera mas grotesca posible. —Todo se detuvo y los objetos que flotaban empezaron a caer algunos destrozandose en el intento. — fuera.

—que caótico, por eso estas solo, adiós set.

El sonido de unos tacos de punta sonaron sobre el mármol del suelo y la gran puerta se abrió  dejando que la luz cegara a cualquiera, no era su caso.

La cabellera larga, ondulada y rubia caía como cascada dorada sobre los hombros de bien.

Los ojos oscuros de su contraparte se pusieron sobre ella pareciendo calmado.

—Querida hermana. —empezó sin esperar a que bien se sentará frente a él. — ¿comprendes que  set, Atum y Ptono  están conviviendo en la misma área?

—lo sé. — terminó sobre el cómodo mueble al lateral de ambos una cascada de aguas cristalinas y en total tranquilidad una ave de fuego. —pero no tengo porque interrumpe los decretos de destino y sentencia.

—comprendo que destino este encargado de nuestros  inciertos futuros, pero ¿unir a los tres de inmediato? —suspiro. — espero y caos no pierda la razón y terminé como la primera vez,porque no seré caritativo esta vez, aun tratándose de ti, mi preciada hermana. —Mal se levantó dando una pequeña reverencia.

—pero.

—no hay peros que valgan, caos hizo maldad en su pasado, pero yo como encargado de las contrapartes oscuras  de cada contrapartes de luz debo mantener un orden.

—Caos es mi responsabilidad, yo te roge por el.

—No hermana, caos es mi problema y aunque tu ruegues por su última vida. — otro suspiro más, su rostro seguía manteniéndose inexpresivo. — lamento decirte que no daré mi brazo a torcer.

Finalmente abandono la sala dejando a la rubia mirando hacia la puerta por donde se había ido su contra parte y hermano.


Abrió sus ojos contemplando la claridad del día, antes de levantarse pudo ver un pequeño conejito bebé andar sobre las sábanas a un lado sde su lugar de descanzo, se movió con cautela, aquel lindo ejemplar era como una esponja muy blanca y tierna, su pequeña naricita rosadita se movía rápido y a sus lados había unos bigotes medianos.

Demasiado lindo.

Había quedado quieto observando aquel pequeñoa bola de algodón mientras sonreía que no notaba la precencia de una radiante rubia mirándolo a la lejanía, no hasta que esta decidió hablar.

—Buenos días. —definitivamente había asustado a él joven quien miró a la rubia con asombro mientras su manos se había posado sobre su pecho. — tranquilo Atum, no debes tener.

—¿quién es usted?

—perdona, soy Bien. — sonrió. — es un gusto conocer al nuevo señor del orden.

—¿usted es bien? —con cuidado se fue levantando de entre las sábanas dejando ver la vestimenta que ahora llevaba, telas blancas holgadas. —Taehyung dijo que debía ir a su santuario, el es amable y me explico muchas cosas. —Bien mantuvo su postura aunque estaba sorprendida.

—veo que tu guardián ya está contigo. — dijo apuntando al pequeño conejito que había bajado de donde estaba para mantenerse cerca del castaño, por el contrario el se sorprendió.

—¿Esta tierna bolita de algodón es mi guardián? — pronto se agachó a acariciarll con algo de temor para finalmente terminar con el sobre sus brazos acariciando sus orejitas mientras este cerraba sus ojitos mielados sin dejar de mover su rosadita naricita. — es tan lindo.

—cada guardián se adapta a su nuevo amo, aunque casi siempre es un guardián pueden haber excepciónes.— hablo calmada, Taehyung se había acercado hasta sentarse a la par de la mayor.

—¿como es su guardián señorita bien? —preguntó curioso mientras mantenía en su regazo el conejito que seguía siendo acariciado.

—El vendrá. — tenía razón, una ave pronto ingresó,  una ave que parecía tener fuego en su plumaje, bien es tendió un brazo donde había una especie de protector en el donde el ave terminó reposando después de aterrizar. — este es mi guardián.

—es hermoso.

—dime Atum. — el Ave volvió a alzar vuelo alejándose de ambos. — ¿te agrada tu santuario?

—es lindo, hay muchos animales y la pradera.... Es simplemente único. —sonrió, ambos lo hicieron. —¿podría decirme porque mi santuario y el de caos están alejados el uno al otro?

Bien negó antes de levantarse. — por ahora no puedo decir nada, destino se encarga de eso, yo como tú cuidador debo instruirte en tu llegada, como acudir a mi saltuario y al de destino y sentencia, por ahora es bueno que disfrutes.


Luego se fue.

Correcciones al final de la obra.

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