Capítulo 11. 🥃

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Soy la reina

Quiero escucharte decir lo gritan tus ojos. -Anónimo.


Gianna

El día fue estresante y hasta complicado, más con el hecho de que hubo muchas reuniones con respecto a los restaurantes, sobre remodelación y nuevos empleados, incluso Alessandro tenía que viajar a Roma, pero creo que quedará para mañana. Aún no sé cuál es el motivo del viaje.

De todas formas, ya ha caído la noche y ahora mismo, no quiero pensar en nada. Sé que mi hija está en buenas manos y por ahora no quiero pensar demasiado cuándo Alessandro hace un recorrido por mi cuello con su boca. No sé cómo pasamos desapercibidos por la casa hasta llegar a nuestra habitación y si nos vieron, la verdad no me importa. Ahora solo quería disfrutar de él.

No sé cómo llegamos a esto, o como es que nosotros decidimos arreglar todo con sexo, siempre lo hemos hecho, siempre después de una pelea follamos cómo si estuviéramos desesperados. Creo que esta será la única manera de que él no me reclame nada o me diga algo que tenga que ver con el pasado.

No me voy a quejar, amo sentirlo.

Esto ya no es parte de un plan, está vez quiero hacerlo bien, quiero que las cosas funcionen con mi esposo. Quiero hacer esto por mí y por lo que merezco. Matteo ya fue un pasado al que aún recuerdo con una sonrisa después de todo. Ahora debo continuar y al menos hacerle el último favor de mantenerlo con vida, con la esperanza de que deje a un lado la estúpida idea de derrotar a toda una organización

—Oh, dolcezza... —Alessandro en realidad parece muy excitado.

Ya que no pasa nada cuando me tiene debajo de él, quitando mi ropa a la fuerza y dando besos profundo y hambrientos.

—Amor... —inevitablemente me quejo ante lo que se demora en hacerme suya una vez más.

Se aparta solo unos cuantos segundos para quitar desesperado uno de los trajes con los que suele vestir. Yo solo me quedo mirando como una pervertida su perfecto cuerpo. En un momento ya está de nuevo pegado a mi boca, disfrutando de contacto que hay, jadea bajito cuando una de mis manos ya está metiéndome en su bóxer.

No sé cómo pasa, solo sé que ya está sacando un condón de la mesita de noche, lo pone en mi pecho mientras él termina de sacarse la única prenda que tiene.

—Sin condón —me río bajito...

—Son las reglas, señora Russo. No más bebés por ahora y no confía en que sigues tomando pastillas.

—Las olvidó a veces —levanto los hombros como si quisiera restarle importancia. Pero no me puede juzgar, hay días en los cuales son tan estresantes que hasta me olvido de comer. Como hoy, por ejemplo.

Dolcezza.

—Te corres fuera —insisto...

—Amor...

—Solo por esta vez —lo acerco a mí— lo prometo.

—Solo por esta vez quizá tendremos otro bebé.

—No, si te corres fuera... Por favor, ya lo hiciste en la mañana.

Ya no me dice nada, solo aparta el envoltorio metálico y sigue en su recorrido de besar mi piel, mientras lo hace ya está abriendo mis piernas y acomodando se entre ellas. Cuando menos me lo espero, ya está dentro, moviéndose de la manera más deliciosa posible.

Joder, esto es hermoso...

—¿Recuerdas nuestra primera vez? —susurro en su oído.

—¿Quieres que te lo haga así? —empieza a moverse con más fuerza

—No hay un escritorio cerca.

—No necesito un escritorio para hacerte gritar mi nombre.

Me toma de la cintura y me arrastra hasta el filo de la cama, él ya está de pie, tomando mis piernas y levantando hasta sus hombros. Entra una vez más, con más fuerza, más rápido...

No pasa demasiado cuando ya empiezo a quejarme y a gemir su nombre.

—Vamos amor.... —no para, se sigue acercando aún más a ese abismo lleno de placer.

Inevitablemente mi mano baja por mi abdomen hasta llegar a mi centro. Masajeo despacio. De repente su mano aparta la mía y el continúa con mi trabajo, esta vez más fuerte y más intenso....

—Alessandro... —me aferro a las sábanas.

—Hazlo amor... —gruñe y no detiene su ritmo.

No pasa demasiado cuando lo hago y conmigo él se libera en mi sexo, sintiendo una sensación muy placentera.

🥃🥃🥃

Ahí está, ese llanto que reconocería a kilómetros. Eso es lo que me despierta todos los días desde que ella nació. Alessandro a mi lado se queja y se cubre aún más con las sábanas de la cama. Siempre hace lo mismo y siempre sonrío.

Abro los ojos y con algo de incomodidad de levanto de la cama para ir directo hasta la habitación de Alessia, no sin antes ponerme una bata. Berlín ya está en la puerta y mueve su cola esperando a que yo abra la puerta.

Acaricio su cabeza antes de hacerlo, ya dentro veo a mi princesa parada y con los ojos llenos de lágrimas, se calma cuando me ve y se ríe cuando ve a Berlín.

Ma-ma-ma... —levanta sus bracitos en mi dirección.

—Buen día hermosa —ya está en mis brazos, acurrucándose para tomar de mi pecho.

Así con ella aferrada a mí, la llevo a la habitación. Alessandro ya está de lado, con la mirada fija en mí y una sonrisa en los labios.

—Jamás cambiaria algo como esto —aparta las cobijas para que yo me pueda acomodar.

Se acerca un poco más hasta besar la cabeza de la niña, se ríe, pero no se aparta de mí. Seguido ya me da un beso a mí, en los labios.

—Buenos días...

—Buen día, esposo...

—Hay un día largo hoy... Tenemos que ir a Roma

—¿Para qué? —miro confundida.

—Me dijeron que hay chicas de los bares que están algo rebeldes, además de nuevos empleados para AlItalia.

—¿Las chicas estarán en la subasta? —río, cansada

—Tengo que ver. No puedo vender a cualquier mujer.

—Hay que hablar de eso...

—¿En frente de la niña? —Toma sus manos ella se ríe.

—No creo que entienda demasiado sobre prostitución y venta de mujeres...

—No quiero discutir sobre eso Gianna, ya te dije que...

—Mira, ya sé que no puedo hacer demasiado cuando tú tomas alguna decisión así de grande. Estuve pensando mucho sobre esto y gracias a un consejo que me dio mi hermano —evito el detalle de Regina— he tomado una decisión.

Una de la que no me quiero arrepentir.

—Dímelo.

—Yo te di todo esto. Yo fui quien te dio el poder que tienes ahora y no me arrepiento de eso, sé que mi Nonna estaría orgullosa de ver a la Cosa Nostra tan grande como lo es ahora. Sé que no puedo cambiar tu forma de pensar con respecto a los demás. Yo también muy dentro de mí soy egoísta y no me importa la gente...

—Eso ya lo sé — se ríe.

—Solo te pido una cosa. Lo que sea que hagas o quieras hacer, dímelo, nos podemos decidir por esto. Amor. Solo quiero eso, soy la reina...

—Lo sé mi vida, pero no sé qué reacción esperar cuando quiero decirte algo.

—Solo quiero entenderte. Solo quiero poder seguir tu ritmo, para eso debes decirme lo que quieres hacer.

—Está bien amor, yo te diré todas las decisiones que tome con respecto a los negocios. Todo.

—Somos un gran equipo juntos, amor. Lo que sea, yo estaré contigo —siento que cada palabra que sale de mi boca es una puta mentira.

Pero no lo es, juro que no lo es.

Solo me sonríe con ternura y se incorpora un poco más para besarme en los labios. Para ese momento Alessia se aleja de mi pecho y se queja por la muestra de amor que me da su padre.

—Para ti también hay hermosa —ya le está dando muchos besos en sus cachetes, ella se ríe.

No voy a cambiar mi pequeña familia por él, por nadie.

🥃🥃🥃

No sé si mi hija ya sabe que nos vamos algún lugar fuera de casa, pero ya está girando por todos lados y saltando de alguna manera en la cama donde ha estado hace unas dos horas.

Alessandro decidió que vendría con nosotros y aunque me incómoda un poco el hecho de que salga y todo el mundo la vea, sé que ya no lo puedo evitar. Alessandro ya la ha presumido en Instagram, tema del cual no hemos hablado, pero por ahora no quiero discutir sobre eso. Además, ella crecerá y en algún momento tendrá que ir a la escuela y no podré evitar que todo el mundo sepa que es hija de Alessandro Russo.

Es el primer viaje de Alessia en avión y muero de ganas por ver cuál será su expresión.

—¿Listas? —Alessandro parece en la habitación —el jet está listo en el aeropuerto.

—Vamos entonces... —él ya está tomando a la niña en brazos y grita aún más de pura felicidad. Yo solo me río y tomo la pequeña maleta que preparó Alyna.

Bajo detrás de mí esposo rumbo al auto que nos espera, me despido de mi perro y en segundos más ya estoy en el auto negro blindado. Apenas me subo, Alessandro ya me está pasando a la niña, solo para atender una llamada.

No presto demasiada atención ya que yo también recibo una llamada a mi teléfono.

Es Regina.

Hey —respondo...

—Omar sigue llamando —su voz suena rota— me dijo que me iba buscar, sabe dónde estoy.

—No, va a acercarse a ti. Voy hablar con mis hombres para que no lo dejen pasar...

—Ya no sé qué hacer Gi, estoy tan confundida. Siento que no puedo vivir sin él, pero a la vez siento que terminaré muerta si sigo con él.

—Como mi amiga te digo que lo dejes ahí, aléjate de él, si es necesario pongo a diez hombres para que te protejan, pero...

—Yo... Te juro que estoy en la mierda, ya no siquiera estoy pensado con claridad. Te necesito, para comer botes de helado y ver películas tristes.

—Quisiera estar ahí contigo. Ahora mismo voy rumbo a Roma, pero prometo estar en la noche contigo y llevaré a Alessia para que te alegre el día

—Gracias, por todo Gi. En serio no sabría que hacer sin ti...

—Nada que agradecer.

No te molesto más, adiós.

—Adiós... —la llamada se cuelga.

—¿Todo bien? —Alessandro me mira curioso.

—Regina está en la casa de papá —lo miro— llegó el día que discutimos. Estaba llorando y me dijo que se fue a España por qué está harta de Omar.

—¿Mi padre no tiene que ver?

—Regina me dijo que seguramente lo hizo por no decir que estaba mal con ella...

—Mira, yo desde un principio supe que serían una mala pareja. Regina es una chica bastante ruda, a Omar le gusta el control. Incluso casi mata a una de sus ex...

—¿Qué? ¿por qué no me lo dijiste? Ella puede correr peligro.

—No me gusta meterme en la vida de la gente, Gi. Se lo advertí a Omar, pero me dijo que con ella sería diferente. No quise cuestionar.

—Pudo ya haberla golpeado. Alessandro, sabes que si le hace algo a Regina lo voy a matar ...

—Gi

—Hablo en serio. Si le llega a tocar un pelo lo voy matar no me importa que sea tu mano derecha...

—Hablaré con él. Cálmate.

Omar no me conoce, lo voy a matar si le hizo algo a Regina. Juro por todo lo bueno que tengo que si le tocó un solo pelo a mi amiga le voy a hacer arrepentirse toda su vida.

Deseara no haberle hecho daño a mi amiga.

🥃🥃🥃

Llegamos a Gufo o Tesori, no estoy segura, solo sé que una sucursal en el centro de Roma. Los nombres aún están en duda, ambos nombres son reconocidos y Alessandro quiere mantenerlo en el que de más dinero. Yo digo pensando que Gufo está bien.

Alessia va dormida en los brazos de su padre mientras nos dirigimos hasta los cuatros detrás del escenario. Pero que puedo decir, pasó el corto viaje jugando con algunos peluches y mirando feliz por la ventana del jet. Jamás la había visto con esa energía. En realidad, estada contenta por estar ahí.

Entramos en una oficina pequeña. Moderna y acogedora.

A pesar de que llevo ya dos años con él, aún no conozco todos los locales que hay en toda Italia. Claro que antes eran sucursales de Gufo o de Trappola que eran de la Camorra, cuando decidí cederle el control, todos los locales se cambiarlo por Tesori, al igual que los casinos... Todos, menos en Campania. Aún existen locales de Gufo, locales que Beatriz administra y de los cuales no estoy al tanto de lo que sucede.

—Supongo querrás estar presente —me pregunta mientras acomoda a nuestra hija en el enorme sillón con el que cuenta el lugar.

—Supones bien —veo cuando le pone a la niña su chaqueta encima para abrigar aún más.

—Leo... —llama Alessandro, él aparece enseguida—Te quedas con la niña si se despierta y llora demasiado, me llamas...

—Entendido señor...

No me niego a que se quedó con Leo, de todos los hombres que cuidan nuestro trasero. Leo es más del agrado de Alessia. En realidad, lo quiere mucho y no sé muy bien a que se deba.

—Listo mi vida —me toma de la mano —vamos a ver a las mujeres.

Asiento y me preparo mentalmente para lo que sea que se viene.

Las Vegas. Nevada. Estados Unidos

Ser la mano derecha de Hailee Bennett no era cualquier cosa. Ella era una mujer estricta y todo debe estar en orden.

Chris sabía que su hermana era una mujer malvada y que por más que llevará su sangre, si algo sale más le haría pagar. El padre de ambos lo había entrenado para que tomen control de Las Vegas, pero jamás lo imagino. Su mente le decía que su primo jamás iba a ceder. Decido estudiar y tener una vida normal, pero de la noche a la nada. Kyle había dejado Las Vegas y su padre tomo el control, después él estaba muerto en un bar y Hailee torturando a Kyle.

Nunca supo que pasó en realidad. Chris debía tomar el control, pero al no ser hijo de Margaret Bennett, él no pudo hacer mucho. Su media hermana tomó el control y lo hizo bastante bien.

Pero él tomó un cargo igual de importante, ser la mano derecha de Hailee no era un chiste.

Pasaba todo el día ocupado, de aquí para allá supervisando la planta de cannabis, revisando las armas que llegaban todos los días para le venta a cualquiera que tuviera el suficiente dinero y un permiso.

Ahí se encontraba parado con una hoja blanca. Anotando los datos de producción del cannabis. Odiaba usar tecnología para esas cosas, una hoja de papel podría deshacerse rápido y no dejar rastros. En un teléfono o tablet, la información quedaría en algún logra del extenso internet.

Anotaba como cada planta crecía, le gustaba anotar cada brote y calcular cuánto era eso en ganancias. Anotaba la fecha del cultivo, cuando fue sembrada y cuando la sacaban para la producción. Él sabía todo lo que en ese lugar pasaba, sabía de cada planta y lo que se necesita para que crezca más.

Tenía cierto amor por eso.

—Señor... —un guardia lo interrumpió y es algo que odiaba y todos lo sabían.

—Si no es importante, piérdete.

—Tatiana Reyes está fuera. En la entrada...

Dejó todo de lado en cuando escucho el nombre de aquella mujer. Muchos de los que ahí trabajan saben que Tatiana está del lado de Kyle solo por esa estupidez del amor. Pero no era así. Tatiana es igual a Chris.

Ya les rompieron el corazón una vez, no volver a pasar. Y por casualidades de la vida a los dos los decepcionó el mismo hombre.

Dejó su carpeta llena de hojas en manos de un guardia y salió apresurado de la casa. Sabía que muchos guardias le dirían a Hailee que ella estaba ahí, pero no sabrían de lo que los dos hablarían. Salió de la propiedad, tomo a la mujer de la mano y la alejo lo más lejos posible.

—Está en Italia —le dijo ella en solo un susurro— ya ponemos comenzar con todo.

—No vuelvas aparecer por aquí —casi gritó. Solo quería que haya testigos de que el no permitió que nada malo sufriera.

—Vamos a desaparecerlo del mapa

—Nadie tiene que saber de esto —le guiño el ojo y de alejo de él.

Chris sonrío, pero no por mucho. Un guardia aparecía con un arma en las manos, el solo negó y entró una vez más a la propiedad.

Por fin iban a deshacer de alguien que solo es un estorbo para su hermana y para todos.  





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