Capítulo 41. 🥃

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Tormento

Decidí juntar mis pedazos para crear un mosaico; ser arte entre ruinas. -Joel Montero.



HORAS ANTES

Gianna

Cada segundo, cada minuto que pasa es más dolorosos que el anterior. Cada vez que respiro me duele más.

Ahora mismo soy solo fragmentos que creo imposible de unir. Ya nadie me puede reparar. Levanto la cara de la almohada y respiro el aire frío que está dando la bienvenida al invierno. Inevitablemente pongo la vista en el teléfono e inconscientemente reviso si hay algún mensaje de Alessandro. Aún está el doble visto azul del último mensaje que le envíe hace tres días.

"Quiero hablar contigo"

Se supone que debí parar, que ya no debo insistir más, pero ¿cómo me voy a rendir cuando él ha puesto todo mi mundo de cabeza? Cuando él fue quien sacó a la versión que más amo de mí. Él me ha cambiado por completo.

Joder... soy una puta mierda.

Ya he pensado en varias ocasiones que necesito ayuda profesional para superar toda la mierda que vino encima y me arruinó mi vida, que me alejo de mi familia y de los dos seres que más amo en mi vida...

Lo voy hacer, necesito que alguien me ayude a reglar la basura de mi mente. Lo mierda de mi actitud para enfrentar las cosas.

La vista vuelve al móvil. Hay un mensaje en efecto, pero no es de mi esposo. Es Lucas...

Lucas: Alessandro quiere repartir lo que ambos han hecho.

Gianna: ¿Sigue pensado que estamos divorciados?

Lucas: En efecto. Y es mejor que lo siga creyendo. Apuesto a que si se lo digo me ponga un arma en la cabeza y me obligará a qué le dé otros papeles.

Gianna: ¿Entonces qué? No voy a darle nada. Aún seguimos casados.

Lucas: Puedo demorar el trámite bastante y engañarlo con que son papeles que tardan. Además, tú abogado le dijo a él que le dejarás todo.

Gianna: Quizá sí quiero separarme de él...

Lucas: Muy aparte de las cosas diplomáticas, yo sé que Alessandro no resistirá mucho sin ti. Ahora parece estar feliz, pero sé que en algún punto caerá una vez más. Debes algo más.

Gianna: No hay nada que hacer Lucas. Gracias por preocuparte. Yo le diré a Leonardo que haga los papeles del divorcio y que los firme. Tú arregla los papeles que tengas que arreglar. Se lo dejaré todo a él. No quiero ganarme un enemigo.

Ya no veo el siguiente mensaje. Y no me interesa lo que tenga que decir. Tengo que rendirme de una vez por todas. No voy a ganar si peleo contra él.

Intento cerrar los ojos una vez más. Intento no pensar en nada, ni en él o en mi hija. Consigo hacerlo solo por unos pocos minutos, hasta que alguien toca la puerta de la habitación de hotel donde me he estado quedando en los últimos días. De mala gana me levanto de la cama y me pongo a pensar que, si se trata de mi seguridad, no sé por qué demonios no entran o al menos avisan que están aquí. Berlín permanece quieto al lado de la puerta, no mueve un músculo.

Es en el momento dónde abro la puerta que me quedo paralizada y sin saber cómo reaccionar.

El hombre de mediana edad y cabello cano me mira con profunda tristeza, con pena. Juro que quiero lanzarme en sus brazos. Y que me diga que todo va a estar bien. En vez de eso solo pongo los ojos en blanco y me tiro en uno de los sillones con los que cuenta la habitación.

—Te dije que no te quería ver —no me atrevo a levantar la mirada en su dirección.

—No querías verme en tu casa. No estás en tu casa.

—Esa casa no es mía. Es de Alessandro.

—Leonardo me dijo que lo pasó. Y Beatriz también me comentó algo de eso.

—No deberías meterte. No debería importarte lo que pase conmigo, después de todo no te importó el que haya perdido a mi abuela

—No estoy aquí para hablar de eso, Gianna. Ahora mismo sé que no estás bien y...

—No quiero que me consueles. No quiero tu pena.

—Tu abuela no estría orgullosa de esto. Yo no te he criado para que tires la toalla tan fácil. Joder, hija. No puedes darle todo a él. Tú eres la dueña de todo.

—No entiendes nada —una nueva lágrima sale.

—¿Qué no entiendo? —es ahí donde levanto la mirada— ¿qué has involucrado los sentimientos que me juraste no hacer? ¿Recuerdas la conversación que tuvimos cuando cumpliste los dieciséis...?

Claro que lo recuerdo. Recuerdo que mi abuela me había dicho que en algún momento necesitaba a un marido, que no podía hacer todo sola, que tenía que tener hijos para dejar la Cosa Nostra. Que debía ser una mujer para que no pierda la tradición de lo que ella ha hecho.

Era joven, y están claro que yo no quería algo como eso. Aborrecía algo como eso.

Mi padre me digo que no podía cambiar algo así, que vivía en un mundo machista y que tenía tolerar el hecho de que tenían que conseguirme un marido.

Ese día juré que no iba a involucrar sentimientos. Juré que no me iba a enamorar de ese hombre que me iba a controlar. Quizá en un principio lo logré. Pero Alessandro me hizo ver lo hermoso que se siente.

—Lo recuerdo —termino por responder.

—Entonces. ¿Me vas a decir que él es diferente? Hija, yo sé que cometiste un error grande al quedarte con Matteo, también entiendo que no podías soltarlo tan fácil. Yo no lo hice con tu madre. Ahora dime ¿ha cambiado algo con su muerte?

—Solo está su recuerdo. El peso se ha ido. Su sombra sigue.

—¿Te has dado cuenta de algo?

—Que Alessandro ha hecho mucho por mí y jamás me ha dejado caer. Yo solo le he pagado con inferencia y con poco amor. A pesar de que en los últimos meses he tratado de demostrarle que lo amo de verdad.

—Has faltado a tu promesa. Te enamoraste de ese marido que solo te controla. Porque tú lo sabes, él solo te controla para que hagas lo que él quiera. Y ahora lo hace una vez más para que le dejes todo. Le das poder una vez más.

—No quiero alejarme... —sueno desesperada.

—¿Entonces que haces aquí? —me regaña— toma las riendas y enfrentarlo como lo hiciste conmigo. La Cosa Nostra es tuya. Él...

—No quiero.

—¿Qué? —levanta una ceja.

—No quiero tener a la Cosa Nostra —vuelvo a bajar la mirada una vez más.

—¿Gianna estás escuchando lo que dices?

—La mafia me ha quitado demasiado. No puedo enfrentarme a Alessandro cuando él tiene el inmenso poder que le di. No tengo a nadie.

—Aún me tienes a mí.

Me río. ¿Cómo si papá pudiese hacer algo?

—Terminarás muerto en cuanto te atrevas a contradecirlo.

—Pero moriré con la idea de que tú lo odiarías por mi muerte y sabrá que jamás estarás sola. Gianna, no puedes solo rendirte. Sabes que no eres nada sin la mafia. Este es tu mundo. Tómalo

—Entiende que no me puedo enfrentar él —lloro— no tengo nada. Él tiene a mi hija y sé de lo que es capaz con tal de molestarme, de hacerme ver cómo una estúpida al no creerle.

—Pensé que Alessandro lavo tu cabeza. Pero Marino se metió en tu sistema para que pienses que Alessandro mate a su propia hija. No es por defender a Russo, pero yo sé que dejaría todo por ti, yo sé que estaría dispuesto a dejar caer sus armas por ti. Pero lo has decepcionado y él solo se protege de ti.

—¿Qué te ha dicho Beatriz? —limpio mi rostro en vano. Las lágrimas no paran de salir—. No puedes saber lo que él piensa.

—Beatriz a visto el sufrimiento de su hijo. Sabe lo mal que está por esta serie de estúpidas decisiones de ambos. Alessandro no quiere arriesgarse a que lo rompas una vez más. Solo quiere esconderse en su coraza de piedra y que nadie lo lastime. Solo tiene mente para Alessia. No quiere que le arruines la cabeza y su poca cordura.

Oh Alessandro...

—Mira si tú no quieres hacer nada. Yo moveré piezas. No voy a dejar que él se quede con algo que pertenece a la familia Greco.

Solo me mira una vez más antes de levantarse y salir por la puerta que entró hace unos segundos. Puedo ver a mi madre ahí, esperándolo. Me mira rápidamente antes de tomar la mano de papá y desparecer cuando la puerta se cierra.

Lloro.

Joder. Míralos felices juntos después de todo. Después de que le destruyeran la vida a su hija

No quiero pensar que eso me pasará con Alessandro. No. No quiero.

🥃🥃🥃

Franco me había dicho el cuerpo de Matteo había sido quemado, despedazado y tirado a una fosa común cerca del cementerio de la cuidad junto con otros de su equipo. Quizá no deba hacer lo que estoy pensado, pero necesito en serio saber que está en paz. Que tendrá un lugar donde descansar, aunque sea que solo son huesos, sombras.

Hablé con gente para poder recuperar el cuerpo de Matteo o lo que yo creo era de él. Me tomé la molestia de comprar un ataúd y un lugar en el cementerio donde no hay demasiada gente.

La mayoría de sepulturas en el cementerio de Sant'Orsola son grandes capillas familiares, pero también hay bóvedas de gente olvidada.

—Hemos llegado señora—. Pietro ya de está bajando del auto.

Miro a mi amiga rubia, quien me da una sonrisa de apoyo. Ella es la única.

Antes de bajar el ataúd de Matteo me tomo la molestia a ir hasta una de las capillas más grandes del cementerio. La de la familia Greco. Generaciones de la familia están en este lugar y no conocí nadie más que mi abuela, quien descansa junto a su padre y su marido. Las lágrimas no tardan en llegar cuando pongo mi mano en la lápida con su nombre.

Orazia Fiorella Greco

1953 – 2015

Una buona madre, moglie e leader

Oaz nella sua tomba

—Me has dejado en un mundo cruel —sollozo— Me has dado una gran responsabilidad y yo la he tirado a las manos de un hombre cruel. Pero sé que amarías a Alessandro. Sería tu favorito y lo defenderías de mí. Yo te conozco abuela.

Me quedo ahí parada, pensado en todo lo bueno que esta mujer me ha dado, en todo lo que ha sacrificado para yo esté en este lugar. Ángelo tiene razón, la Nonna no estaría feliz al saber qué me rendí, que caí de rodillas ante un hombre.

—Haré lo correcto. Lo prometo. Las promesas no se rompen abuela.

Ya cuando salgo de la capilla es cuando cuatro hombres que llevan el ataúd de Matteo detrás de mí y de Regina, donde la mayoría de las partes de su cuerpo están ahí, no hay una cabeza, pero si muchas partes de su cuerpo, esto lo sé por los forenses que no pudieron hacer demasiado, pero agradezco el esfuerzo.

Intento mantener la compostura, intento no derrumbarme por alguien que no me merecía, pero las lágrimas salen y los recuerdos invaden mi cabeza.

El primer beso, el primer te amo. El anillo que conservaba consigo y que decidí ponerlo en el ataúd para no tener nada que me recuerde a él.

Matteo fue una gran persona que fue cegada por el odio, la venganza. Por los celos. No puedo culparlo. Él solo quería pasar el resto de su vida contigo y yo solo destruí su corazón cuando se enteró que estaba casada y era la reina de la mafia italiana.

Un pobre hombre con horrible destino, un destino que fue escrito por mí y por el hombre que ahora amo. Él no lo merecía y de eso estoy segura. Ahora es mi momento de darle esa paz que siempre quise para él.

En pocos minutos más llegamos al lugar.

No hay un sacerdote que pueda decir unas palabras, no hay nadie que pueda llorarlo de verdad. Y me duele ese hecho.

Despacio, me acerco al ataúd una vez los hombres lo dejan en un soporte metálico. Mi mano se posa en la fría madera, y por solo unos segundos me imagino su rostro, limpio y como si solo estuviese dormido. Pero nunca se encontró su cabeza.

Recuerdo todas esas noches donde lo observaba dormir, donde pensaba en el momento donde yo tenía que terminar con él solo porque era parte del ejercito italiano. Donde pensaba en todo el dolor que le provocaría al terminar con una relación de tantos años.

—Esto es un adiós definitivo. En realidad, no quiero encontrarte en ningún lugar. Quiero ser feliz sin tu recuerdo. Ahora eres libre Matteo. Te amé, pero ahora solo eres mi pasado. Se libre.

Regina me sostiene del brazo para alejarme de él. En los próximos minutos veo como meten el ataúd en el hueco de paredes de cemento. Una placa es puesta para cerrar por completo los recuerdo que tengo con él.

Matteo Edmund Marino

Bravo figlio e fratello

Nascita: 30 maggio 1995

Morte: 20 settembre 2022

Oaz nella sua tomba

Eso fue todo.

Esa parte de mi vida se termina y ya no sé cómo continuará a la siguiente. Cómo seguir si no tengo a lo que más amo.

¿Debería solo rendirme?

¿Debería luchar por todo lo que se me dio?

Papá tiene razón. Yo no fui criada para tirar la toalla tan rápido. Esto, una vez más, lo hago por la Nonna.

Soy la reina de Italia y nadie me lo quita. Ni siquiera el propio rey.



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