Capítulo 32 Emmanuel.

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«Él había puesto tres puntos suspensivos a la historia...
Ella borro dos.».

Dedicado a _LittleSecret

— El castaño se llama Angelo y el rubio Emmanuel.

— Es Emmanuel, es Emmanuel — dice emocionado Gael a Brendan.

El compañero lo mira extrañado al ver la efusividad que mostraba, pero más Yury al darse cuenta de la tranquilidad que el niño tenía frente a ese hombre que no había visto, ella conocía de sobra a todos los compañeros de la psicóloga y estaba muy segura de que ese hombre no era del departamento.

Gael tomó a Emmanuel en brazos, a ese niño de ojos azules tan parecido a los de él que se dejó abrazar y enseguida le tendió la mano al otro nene que momentos antes lloraba, Angelo miró la mano extendida por un momento y luego vió a los ojos del detective; Gael se sintió traspasado por esos ojitos marrones que estaban rojos de tanto llorar, produciéndole una ternura que se asomó a su mirada y el niño tomó su mano apretando lo más fuerte que pudo, lo que un pequeño de escaso dos años podía aferrarse en las manos de alguien que triplicaba su peso y edad.

— ¿Quién eres? — pregunta Yury, más extrañada aún.

Gael y Brendan le prestan atención a la joven que el último sostiene.

— Un detective, que colabora en este caso — responde Gael, examinandola a fondo.

— Entonces eres nuevo, el nuevo — recalca Yury, de sus labios se forma una mueca en un intento de sonrisa. — Con razón estaba molesto, le andabas pisando los pies.

— ¿Dónde está? — interviene Brendan, ella gira a verlo al escuchar su pregunta, negando antes de responderle.

— No lo sé, lo juro — sus ojos imploraban por ser creída. — Hace dos días que no viene y los niños no han comido desde... — su voz se quebró, reflejando el dolor que sentía —, desde que mi hermano en un arranque de rabia terminó con la vida del pequeño.

Gael se dirigió a Angelo con suavidad — ¿Tienes hambre, pequeño?— el niño asintió solemnemente e inmediatamente fue secundado por su hijo. Se levantó con ambos en brazos. — Vamos Brendan, llevémoslo al hospital y mientras le compró algo de comer.

Ya sentado en el carro, acomodados los niños que no querían separarse de él llamó a María E. El timbre del teléfono replicó varias veces antes de que ella contestara.

— O'Neal al habla.

— ¿Puedes ir al hospital? — hace una pausa para calmarse — ¿Ahora mismo?.

— ¿Todo está bien? ¿Tú lo estás? — pregunta con sobresalto.

Gael al sentir su aprehensión quiso decirle con tranquilidad la noticia que tenía en forma de dos hermosas criaturas sentadas en el auto con él.

— Estoy bien — escuchó el suspiró que Lagartija no disimulo, más continuó hablando —. Necesito que vayas al hospital, yo estaré llegando y espero encontrarte ahi; María E habla con tu amiga la doctora, la que está atendiendo a Connell...

—¿Porqué? — interrumpe la psicóloga —, me dijiste que estabas bien, ¡lo dijiste!.

— Si lo dije, yo estoy bien. Ahora calmate por favor y espérame ahí — colgó el celular; si le digo que tengo a Emmanuel podría pasarle algo imprudente — pensó el detective.

¡Patrañas! Al momento se regaño así mismo, estaba siendo egoísta; quería ver su rostro en el momento en que le entregara a su hijo, queria ver en sus ojos agradecimientos, confianza; esa confianza que no le tenía a él.

Puso el auto en marcha, miró por el espejo retrovisor a su hijo y acompañante — Los llevaré al médico y les daré de comer. ¿Qué quieren comer?.

Su hijo contesto después de mirar a Angelo, Gael presenció la comunicación silenciosa entre los dos nenes y se maravilló ante la muestra de complicidad.

— Queremos hamburguesas — fué la lacónica repuesta.

El hombre sonrió al escuchar por primera vez la voz de su hijo. — Entonces hamburguesas serán.

***

Se encontraban en el hospital C y Tessa ya que el gemelo decidió visitar a Connell, en realidad Tessa se sumó a la visita ya que a Conall no le apetecía estar en esos momentos con ella, él necesitaba poner en orden sus pensamientos y reflexionar sobre lo que había sucedido entre ellos, más concretamente en la ducha.

El policía no había podido reprimir el deseo que ese cuerpo había encendido en él y ahora se lamentaba el haber roto su propia norma.
La norma era que si no era con María E, sólo sería una vez que estuviera con cualquier otra mujer; pero con Tessa no pudo contenerse haciéndole el amor más de una vez.
Estúpido se dijo a si mismo, ahora como le indicaba a la mujer que no debía sacar una conclusión errada.

En fin tendría que remediar su error y tenía que afrontar el hecho de no pudo mantener su miembro fuera de ese caliente y delicioso cuerpo ¡Maldición! — pensó con remordimiento — el hecho que es completamente cierto de cuando la cabeza de abajo se para, la de arriba se paraliza. ¡Maldición! — volvió a blasfemar.

Sus pensamientos cesaron por la llegada azorada de María E quien se dirigió a la doctora Fionna Mckullin, interrumpiendo así la charla que Tessa y la doctora mantenían. Su aparente intranquilidad llevo al gemelo a acercarse para abrazar a la joven psicóloga y prodigándole muchos besos.

— ¿Qué pasa pequeña? — pregunta Conall haciendo eco a las presentes.

— Gael me dijo que viniera aquí y estuviera contigo Fionna — Aunque la pregunta viene de Conall, termina dirigiéndose a la doctora con apremio.

— ¿Él está herido? — indaga la doctora en plan profesional.

— No lo sé, sólo que lo esperara aquí...que lo esperara aquí — susurra afectada.

La actitud de la joven conmueve al grupo pero aún más al hombre porque los tres que están presentes saben de los secuestros de bebés y la posibilidad de una pérdida, así que Tessa ve con dolor la acciones del gemelo que tiempo antes la hizo suya.

También ve en los ojos del detective el amor que aún le profesa a su amiga y no puede evitar que su corazón se estruja con aflicción al darse cuenta de que ella estaba de sobra en su vida; Tessa había jugado su última baza y la perdió, sabía de ese hecho pero se había agarrado a un clavo ardiente después de lo sucedido en la regadera.

La esperanza es lo último que se pierde y ella ya había quemado las naves; después de todo no debía quejarse porque se había buscado gratis esa tristeza.

Empezó a marcharse tan sigilosamente y con la cabeza gacha y en su pensamiento barajaba la posibilidad de llegar a la comisaría para entregar su carta de renuncia al departamento de recursos humanos.

Ella lo había fregado todo y sabía que nada volvería hacer igual, por lo menos para ella no.

Su salida no fué inadvertida, C seguía sus movimientos con mirada triste y en estos advirtió la derrota, la desolación que acompañaban a Tessa arrepintiéndose en el acto de su estúpido comportamiento, en su mente no encontró una mejor manera de sacudirse a la pelinegra, lo que no se imaginó que tanto lo afectaría... un dolor sordo se le grabó en el corazón que le hizo llevar su mano al pecho por la fuerza física de este.

En las afuera del hospital, Tessa escuchó que su nombre era pronunciado y giró en la dirección del sonido encontrándose a Gael con dos niños en brazos, reconoció la identidad del pequeño Emmanuel al mirar a los idénticos ojos de su padre.

— Tessa, ¿Cómo estás?

— Ahora mucho mejor — sonrió con calidez —, María E está adentro con la doctora esperando por ti; la verdad es que está muy nerviosa — se acercó a acariciar la carita de Angelo y a continuación la de Emmanuel —, es hermoso — expresó la joven mirando a Gael a los ojos —. ¡Como has crecido Emmanuel! — se dirigió esta vez al infante.

El pequeño sonrió al escuchar su nombre y la chica se enamoró por segunda vez en su vida, esa hermosa criatura al fin estaría donde debía... con sus padres.

— Tessa, necesito un favor tuyo.

— Claro lo que quieras — respondió la pelinegra.

— ¡Genial! — exclama con una sonrisa tan idéntica a la de su hijo.

***

Fionna ha logrado calmar a la psicóloga hablándole con serenidad y lógica bajo la atenta mirada de Conall, pero la joven se sentía al borde del colapso con la sensación de pérdida y sus nervios estaban a flor de piel, en realidad María E no sabía cómo arreglar las cosas con Gael ya que se encontraban a punto de quiebre.

Ella parecía ser una psicóloga de pacotilla ya que lo único que había logrado era lastimar a la gente que apreciaba, María E tenía la obligación de remediar el embrollo de su vida, poner la prioridades en ella y debía empezar con Conall. Se deshace de su abrazó con tacto para hablarle.

— Mi amigo debo decirte ante todo muchas gracias por haber estado ahí cuando más te necesité y a la vez confirmarte de nuevo que no tengo la intención de hacerte daño; sé que te lo hice aunque lo niegues, por ello te pido que pases de mi y consigas a alguien que te pueda amar y te dé todo lo que te mereces.

— Pequeña, yo...

— Yo no puedo — es interrumpido por la chica con tristeza —, quiero que lo comprendas. No esperes más de mi Conall, porque yo amo a Gael y tenías razón al decirme que no te entregué todo de mi, el quid de la cuestión es que siempre lo he amado y tenía que decírtelo — le dió un casto beso en su mejilla —, por favor sé feliz al lado de alguien que si te quiera, no seas ciego y date esa oportunidad de ser feliz.

Él lo entendió al verla buscar a Tessa y no encontrarla cerca, al final se lo reprochó con la mirada cuando comprendió sus acciones anteriores hacía ella.

— Eres un redomado imbécil, sabes lo que ella siente y aún así la lastimas — se separó de él y se fue a sentar en una banca, ahora más que nunca sus actos pasados le pesaban como lápidas de mármol.

Completamente avergonzado por el sutil regaño Conall entró a la habitación de su hermano gemelo, para cavilar los hechos y decidir el paso a seguir con respecto a Tessa.

La psicóloga seguía cabizbaja cuando un sonido la sacó de su auto compasión, era una risa infantil acompañada de una risa masculina; una risa muy conocida para ella.

Al girar su mirada se da de bruce con un cuadro impactante, Gael se acercaba con dos niños en brazos hasta ella y su pecho se apretó con aprehensión por la posibilidad de estar presenciado un milagro, un evento que había estado esperando por dos largos años.

La doctora Mckullin se acercó a la joven al sentir el gemido angustioso que emitió y dirigió su mirada hasta donde la tenía puesta María E entendiendo inmediatamente el dilema de la joven así que cuando Gael alcanzó a las dos mujeres la doctora tomó en brazos al niño que le entregaba el detective.

Hecho el trámite Gael se posiciona frente a Lagartija con Emmanuel en brazos quien veía a su madre con curiosidad y ella le regresaba la mirada con emoción y reconocimiento.

Su voz sonó estrangulada cuando pronunció su nombre

— Ga..a.el, Gael — las lágrimas corrían inconscientemente por su rostro. — Lo conseguiste, me trajiste a mi hijo... cumpliste con tu promesa.

Sus palabras lejos de ser lo que esperaba, le trajeron más desilusión.

— Aquí está Emmanuel — corroboró el hombre y bajando al niño para que quedara al frente de la psicóloga, la presentó — pequeño, ella es tu mamá.

El nene saca de su bolsillo una foto un poco arrugada pero que aún así se podía ver a la persona fotografiada. Era María E saliendo de su edificio de apartamentos con la mirada triste y observando hacia el parque que se encuentra en la acera de al frente, donde la joven solía pasear a su hijo recién nacido. Le muestra la foto a la mujer que el niño adora.

— Tú — señala la foto y a ella. — Mi mamá — y la abraza con fuerza, Lagartija le devuelve el abrazo conmocionada y totalmente fuera de si por la alegría que experimenta, ¡su hijo sabe quién es!.

— Si mi amor, mi Emmanuel soy yo, tu mami.

Lo llena de besos mientras lo revisa entero para descartar algún problema médico y el bebé solo ríe llenando el espacio con su melódica risa.

Y Gael los observaba como mero espectador....

Espero que les haya gustado, mi recompensa es lo comentario y la estrellita.
Se les quiere de gratis.

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