I. Jazz, blues & alcohol

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Estamos irresistiblemente atraídos por quien nos traerá los problemas necesarios para nuestra evolución —Alejandro Jodorowsky.

Gangnam, Seúl.

Las noches de encanto se encontraban en las calles de Gangnam, personas jóvenes iban de aquí para allá, captando con sus celulares cada momento, sin presenciar la verdadera esencia de una de las mejores calles para visitar con amigos o incluso solos. 

Clubes, salones de karaoke, bares, lujosos restaurantes era lo que atraía a las personas a aquel distrito de Seúl, el lugar donde se encontraban los rascacielos, diseñadores y la vida de lujo que todos perseguían tener, incluso aquellos que ya residían allí.

Gangnam era un distrito lleno de personas superficiales, pero sobre todo gente con buen gusto musical, por lo general personas por encima de los 35 que visitaban bares solo para beber un poco y escuchar música en vivo, algo que no todos los bares tenían.

Entre todos los clubes y bares modernos, se encontraba Tazzys, en medio de una tienda de discos y una tienda de instrumentos musicales. Con una estructura antigua, construida completamente de ladrillos, con ventanales cuadrados al estilo londinense en los años 60, cuando los hombres se reunían a fumar, beber y apostar después del trabajo, con sus trajes y maletines.

Tazzys es el nombre que se volvió común escuchar en la boca de todo el que visitaba Gangnam.

Era el único bar de esa cuadra que mantenía el ambiente clásico, visitarlo era como dar un viaje en el tiempo. Las paredes rústicas, las mesas redondas de madera fuerte esparcidas de manera estratégica sobre el piso del mismo material, las luces amarillas atenuadas.

Jazz, el sonido del saxofón junto al piano era un sonido que podía escucharse cada noche en Tazzys, allí se encontraba el mejor vino, los mejores cócteles y sobre todo la música en vivo, uno de los elementos principales por los que era tan famoso entre los visitantes, en su mayoría personas mayores, extranjeros y caza talentos. Era el preferido de la gente, no solo por el buen ambiente, sino también por quien mantenía esa esencia de calidez y buen servicio.

Kim Taehyung, hijo de un hombre sencillo que era feliz teniendo un bar de jazz, es el mismo hombre carismático por el que la mayoría preguntaban al llegar, era conocido por siempre portar una hermosa sonrisa, el que bailaba al ritmo de la música mientras se movía entre las mesas o en la barra en la que se encontraba la mayor parte de la noche. Sirviendo tragos con entusiasmo, escuchando con atención los desahogos de algunos y las anécdotas de los músicos que allí tocaban. Era popular entre las damas que visitaban el bar con frecuencia, pero también entre los caballeros.

El bar es una parte importante de su vida que no pensaba dejar ir nunca. Su padre invirtió en el mucho, especialmente tiempo y dedicación, a pesar de verlo dormir en el día e irse en las noches, agotado, podía ver que también era plenamente feliz y siempre estuvo detrás de la barra.

Aunque no pasaba mucho tiempo con él, lo poco que le dedicaba eran los mejores momentos en la vida de Taehyung, su padre siempre se aseguró de demostrarle lo mucho que lo amaba y cuanto le importaba.

Le enseñó a seguir sus impulsos, a crear sus propias metas sin mirar el reloj de los demás, y eso hizo cuando murió a causa de una enfermedad terminal que acabó con su vida antes de que pudiera hacer algo para evitarlo. Estuvo a punto de entrar a la escuela de música cuando decidió que quería mantener vivo el legado de su padre; decidió que quería vivir tan plenamente como él lo hacía y fue por ello que reabrió el bar después de cinco años de inactividad.

Barrió el polvo acumulado y con sus ahorros para ir a la universidad le dio el mantenimiento, no quiso cambiar nada en su estructura, quería dejarlo tal y como lo dejó su padre, para mantener su recuerdo y su esencia. No quería borrar su huella, quería dejar la suya junto a la de su padre, el hombre que fue su ejemplo a seguir, a quien admiró hasta el último momento de su vida.

En muchas ocasiones, vio como su padre preparaba nuevas combinaciones de bebidas, agradeció que todo lo que descubrió que era bueno lo tenía escrito en un cuaderno, decía no confiar en la tecnología, así que todos sus vinos favoritos estaban en una lista en aquel cuaderno, mismo que Taehyung utilizó como guía, lo tomó y no lo soltó jamás. Allí también se encontraba la esencia de su padre y ahora también la de él.

No se dio cuenta cuando se volvió tan famoso, solo sabía que mientras estuvo a cargo de su padre muchas personas lo visitaban, es por ello que en su reapertura llegaron tantas personas que sintió un poco abrumador pero satisfactorio.

Con el tiempo se hizo más conocido, es por ello que se vio en la obligación de pedir ayuda y poco a poco fue teniendo cada vez más personas trabajando con él, camareros, contratistas, y lo más importante, músicos.

La música es lo que mantiene a las personas motivadas, es el escape que muchos necesitan; es la música lo que le da viveza a las películas, es la música la que conecta a las personas como una fuerza magnética.

Por otro lado, Jeon Jungkook, sabía eso y más de la música, de lo poco que ha podido estudiar como realmente quisiera, era de su pleno conocimiento que no habría algo más en el mundo exterior que hiciera latir su corazón como lo hace cuando sus dedos tocan las cuerdas de su guitarra.

Pero eso nunca ha sido suficiente para sus padres, desde que tiene razón ha hecho todo lo que ellos le han pedido y que más daba cuando el discurso de siempre era "Queremos lo mejor para ti", eso sin siquiera preguntarle cuál era su deseo, que era lo que él quería.

¿Qué quieres hacer en tu vida? Esa pregunta nunca fue formulada y él tampoco tuvo el valor de decir en voz alta lo que pensaba, no cuando su hermana lo hizo antes, dejándolo a él solo en casa de sus padres, era el menor de los dos, hombre y para su desgracia tenia gustos orientados a los de su mismo sexo.

El contacto que lo unió para siempre con la música fue la primera vez que tocó una guitarra, la obtuvo como regalo por haber destacado en la escuela. Mientras estaba en secundaria se destacó en un concurso de literatura y como siempre sus padres trataban de recompensarle con algo material cualquier logro académico que lograra. En aquella ocasión, pudo haber sido la única vez que sus padres tomaron en cuenta sus deseos.

En su habitación había un dibujo hecho a lapicero de una guitarra, su madre que solía revisar cada rincón de su habitación (razón por la que dejaba cosas importantes para él en el casillero de la escuela), se percató de que había un deseo detrás del dibujo, así fue como al llegar de la sala de estudios recibió una guitarra acústica. Jungkook solía recordar el sentimiento exacto y le pudo dar dimensiones más amplias mientras fue creciendo.

Él no sabía nada de música, pero la primera vez que escuchó el sonido de las cuerdas fue desagradable porque todas las cuerdas estaban desafinadas, recordaba que una decepción momentánea le invadió el espíritu, sin embargo, algo le impulso igualmente de rápido a buscar la manera de como afinarla por su cuenta, y cuando la volvió a rozar desde la sexta a la primera cuerda, algo vibró en su interior.

Aún sin posar sus manos de manera correcta ni marcar con sus dedos ningún tono, algo alegre pudo sentir y comenzó a rasguearla sin técnicamente tocar nada; la sonoridad de las cuerdas afinadas, de que todo estaba en orden con su nueva posesión le dio alegría, como si hubiera encontrado algo en lo que eventualmente podría refugiarse, como si fuera lo suficientemente pequeño para meterse y esconderse por el orificio que le daba resonancia a la guitarra, como si ese hueco por ser hueco representara su interior que podría ser llenado por algo invisible, intangible, pero real porque podía escucharlo.

Aun sin saber las palabras en aquel entonces, Jungkook sabía que como el sonido de las cuerdas abarcaba y rebotaba dentro de las paredes del cuerpo de la guitarra, así mismo la música llenaría el hueco oscuro de su existencia.

Podía estar agotado de haber estado todo el día filmando para una película y de hacer envíos en la pastelería de su hermana, desplazándose casi por todo Gangnam, tocando el timbre de lujosos apartamentos y casas, pero nunca estaba tan cansado para tocar un poco su guitarra.

Estudió arte escénico en una universidad cara que siquiera el pagó, únicamente para complacer a sus padres. Trabajaba con su hermana en la pastelería "Le Crêpre" en la que ella era propietaria, para ayudarla a cumplir sus sueños, y tocaba la guitarra para sentirse bien consigo mismo.

Siempre solo eran él y su guitarra en aquel viejo apartamento en el que vivía hace pocos meses, cuando finalmente tuvo el valor de salir de todo eso que le consumía por dentro; tener que actuar en películas y series por influencia de sus padres, nunca fue lo suyo y sabía que alguien más, que realmente le tuviera pasión, quería ocupar su lugar, así que lo cedió.

Decidió seguir su propio camino, buscar lo que le hacía feliz y así fue como inició un viaje musical, tocando en algunos bares o simplemente por diversión junto a las personas con las que sabía que podría ser libre de poder expresarse como deseaba.

Todo inició cuando dejó aquel título universitario colgado en casa de sus padres, junto a todos los premios que ganó para ellos y salió en una búsqueda casi desesperada de libertad. Decidió seguir su propio camino, no el que ellos construyeron para él.

Su nuevo destino en la vida inició con la banda de música que el mismo nombro como: "Blue Notes", con aquel bar en la calle Gangnam-daero 93-gil que pronto se convertiría en su lugar frecuente, no solo por la música o el dinero que ganaría. Todo empezó con música y unas simples palabras que siempre recordaría: "aun no abrimos".

Como todos los días en horario de seis de la tarde, se ejercitaba después del trabajo corriendo un kilómetro diario para mantenerse en forma, pasaba todas las tardes por esa calle que parecía estar siempre tan concurrida de todo tipo de personas y también era su camino para llegar más rápido a casa.

El bar Tazzys era muy famoso en esa zona, claro que el también conocía el bar, sabía las oportunidades que daba, pero nunca ha estado allí, y tampoco se le ha ocurrido presentarse como una banda para tocar como lo han hecho en otros lugares, era considerado como uno de los bares más prestigioso y de difícil acceso, ya que todos querían tocar en un sitio que siempre estaba lleno de personas, pero solo pensar en ello llenaba a Jungkook de dudas; aunque no fuera el vocalista, aunque se mantuviera con su guitarra detrás, le causaba algo de pánico estar bajo el ojo de muchas personas. 

Todos los días, Jungkook siempre que pasaba por la zona, con sus auriculares puestos y corriendo para volver a su apartamento, veía a la misma persona abrir Tazzys, saludando con una enorme sonrisa a quienes pasaban por su lado. Nunca ha fijado su atención en él por mucho tiempo, pero estaba seguro que era de su misma edad, solo que vestía de una manera un tanto diferente, pero su rostro era el de una persona joven.

Aquella tarde, se encontraba muy cansado para volver a casa corriendo, así que fue directo a la tienda de música que frecuentaba. La gran cantidad de instrumentos le dieron la bienvenida, junto a la gran sonrisa que le dedicaba el hombre mayor detrás del mostrador, a quien saludó con una reverencia.

—¿Qué es esta vez, Jungkook? —cuestionó aun mostrando aquella sonrisa.

—Cuerdas, esta vez que sea la mejor que tenga señor Choi, la última no duró mucho —comentó Jungkook mirando a su alrededor, notando que tenía nuevos instrumentos.

—Son estas, pero ya sabes que son más costosas —señaló dejando el empaque frente a él.

—Creo que valdrá la pena.

—El bar de al lado está contratando músicos, deberías intentarlo —sugirió el hombre mientras le cobraba.

—No, seguro ya hay muchos candidatos, mi banda no tiene mucho tiempo tocando, dudo que tengamos oportunidad —comentó Jungkook mientras guardaba la billetera en sus bolsillos.

—No pierdes nada intentándolo, ya debería estar abierto, entra y pregunta —le animó—. El primer paso es creer en ti, que quienes duden sean otros, pero no tú mismo. Haz que esas cuerdas valgan la pena de haber sido compradas.

Jungkook se despidió con una sonrisa y en cuanto salió de la tienda, apenas dando los primeros pasos se encontró con el bar, aun no decía abierto, pero considerando la hora sabía que el hombre que siempre abría en la tarde casi noche, podría estar en el interior.

Se detuvo junto a la puerta mordiéndose el labio inferior, dubitativo, leyendo el pequeño letrero que tenía escrito: "Si eres músico, entra y pregunta que día puedes tocar 51,8136W* la hora".

Su mejor amigo siempre es quien le ha impulsado a hacer las cosas, era quien tomaba la iniciativa para tocar en los bares, aunque fue idea suya formar la banda, aunque fuera el líder, él no era quien hacía las gestiones para que ellos tocaran fuera de su usual lugar de encuentro. Es por ello que siguió su camino, pero a pocos pasos se detuvo y sin pensarlo mucho, entró al lugar.

Blue Notes era una Banda que quería emerger, darse a conocer y sabían que una de las mejores formas para hacerlo era tocando en el mejor bar del distrito. Aunque quienes tocaban allí, tocaban jazz, ellos eran más de rock, blues y algo de reggae, pero podrían tocar jazz sin problema si se lo pedían.

Se impresionó ante la presentación del bar en su interior, era justo como predecía que sería al verlo desde fuera. En la pared a su derecha colgaban algunos cuadros de músicos del jazz y blues, la foto en blanco y negro de un hombre sonriente llamó su atención, debajo de su fotografía brillaba el nombre de Kim Young-su, fundador 1967-2015. En la esquina de ese lado del local, llamó su atención un toca discos en caoba, lucia en tan perfectas condiciones que se atrevía a decir que funcionaba y no era solo parte de la decoración.

—Aún no abrimos —escuchó una voz profunda que interrumpió su ensimismamiento—. ¿En qué le puedo ayudar? —preguntó el hombre detrás de la barra.

Jungkook se quedó pasmado ante la gran sonrisa que le mostró el de cabellos castaño, no podía negar que estaba impresionado de su presencia. Tenía un atractivo físico imposible de evadir, su cabello era largo y voluminoso con ligeras ondas que cubrían su frente, era muy atrayente, tanto que le resultaba extraño que trabajara en un bar.

—Vengo por el anuncio, estoy en una banda, si todavía se puede —respondió Jungkook luego de aclararse la garganta.

—Claro, acércate, no muerdo —le pidió Taehyung riendo entre dientes. Este guardó la lanilla que usaba y le dio la espalda al castaño que ahora se acercaba a la barra, para poder lavarse las manos.

Taehyung vio como tímidamente el chico vestido en zapatillas y ropa deportiva ancha, pantalones de chándal gris y un suéter blanco, se acercaba a los taburetes delante de la barra, donde se sentó mientras el secaba sus manos. Tenía su cabello rapado por los lados y recogido en una coleta, dejando a la vista el piercing en su ceja y los demás aretes en sus orejas.

—¿Guitarrista? —preguntó Taehyung con curiosidad.

—¿Cómo sabe? —preguntó Jungkook viendo cada movimiento del hombre frente a él.

—Por las cuerdas —señaló el paquete que había dejado sobre la barra, notando como el chico lo observaba con detenimiento cada movimiento suyo, sus ojos eran grandes y brillantes mientras lo miraban con cierta curiosidad, lo que le hizo medio sonreír, esperando que el contrario lo hiciera, pero en cambio desvió su mirada a cualquier otro lugar.  

Para ser un guitarrista con una apariencia en cierto modo, intimidante, tenía algo de ternura en su expresión facial.

Taehyung dejó una hoja de solicitud y el bolígrafo frente a él. Jungkook lo miró confundido y lo primero que notó fueron sus manos extendiéndole aquella hoja, una vez más, su atención se desvió a algo que no era por lo que realmente estaba allí y esta vez fue la delicadeza en sus dedos, tan bien cuidados.

—Deja tus datos y la persona encargada te llamará—informó Taehyung al ver que este seguía absorto en sus pensamientos.

Jungkook vio que en la hoja le pedía su número de teléfono, correo electrónico, le preguntaba que tocaba y si tenía una banda cuál era su nombre. Cuando tuvo todo completado, estiró la hoja hacia adelante y se puso de pie casi de inmediato.

Él no era hacer ese tipo de cosas, él no tomaba la iniciativa precisamente por cómo se encontraba su corazón acelerado en ese instante, si no terminaba con aquello rápido, entonces probablemente tendría que hablar más y ya tuvo malas experiencia con ello en el poco tiempo que se dedicó a la actuación. 

—Gracias —susurró haciendo una reverencia en forma de despedida.

—Gracias a ti —contestó el castaño tomando entre sus manos la hoja de solicitud.

Taehyung lo vio caminar hacia el exterior, y solo pudo pensar en lo increíblemente bien que se vería aquel chico con una guitarra, sin toda esa ropa demasiado grande para su cuerpo. Vio su nombre en la hoja, Jeon Jungkook estaba escrito en una letra perfectamente derecha; su apellido le resultaba familiar, pero no estaba en el momento para pensar de donde cuando en pocos minutos abría.

Estaba buscando a alguien que le impresionara mucho, necesitaba a alguien que tocara allí fijo, sin tener que renunciar a los distintos músicos que llegaban a su bar. Llevó los datos del chico hasta su oficina, más tarde lo llamaría para que pasara a la entrevista que claramente el no lideraría, pero que igualmente observaría para tomar la última decisión.

Tal y como tenía previsto para esa hora, recibió a la banda que tocaría esa noche, los vio prepararse mientras aun ayudaba a tener todo el ambiente listo para recibir a los clientes. La noche transcurrió bastante tranquila para lo que acostumbrara, y esa era una de las razones por las que estaba buscando músicos que no solo tocaran jazz, buscaba traer un poco más de diversión y sabía que su fuerte, aparte de las bebidas, era la música.

Durante la noche tuvo más de 20 solicitudes llena sobre su escritorio y aquella letra derecha y marcada relucía por encima de las demás, por la primera impresión que tuvo, él ya sabía a quienes debía llamar y a quienes no. Definitivamente aquellos que se presentaron como los mejores de la zona, con algo de presunción, no los tendría en cuenta.

Jungkook aun podía sentirse nervioso a pesar de que ya se encontraba subiendo las escaleras del piso de su apartamento, aún tenía en sus pensamientos la mirada del hombre que veía casi todos los días, ni siquiera recordaba que fuera así de atractivo y él no tenía buena experiencia hablando con las personas, mucho menos con quienes tenían ese grado de suntuosidad como el hombre del bar.

Su belleza definitivamente lo tomó por sorpresa y eso solo empeoró su nerviosismo, por un momento solo quiso salir de allí y seguir su camino, pero ya estaba hecho y aún seguía sin creerlo.

A veces, o mucho en realidad, deseaba ser una persona que no le pusiera tan nervioso hablar con los demás. Que su corazón no se pusiera como loco cada que tenía que acercarse a alguien y ser el primero en hablar. Pero esa tarde tuvo el pequeño empujón que por lo general se lo daba su mejor amigo de toda la vida.

—¿Qué haces aquí? —cuestionó Jungkook al ver al chico de baja estatura junto a su puerta.

—Hola a ti también, cariño. Abre, tengo algo que proponerte —sugirió mascando chicle con una sonrisa ladina que empezaba a asustarlo.

—Ya dijimos que no usaremos estos apodos entre nosotros —dijo mientras lo dejaba pasar—. ¿No se supone que trabajarías hoy?

—Jungkook, en nuestra relación hay confianza, si quiero llamarte cariño, lo haré.

—Bien, pequeño, cuéntame de tu propuesta.

—Toquemos en Tazzys y usemos tus encantos, porque tu ternura y apariencia salvaje es una buena presentación.

Jungkook solo se rio al respecto, mientras entraba en el microondas sobre la pequeña encimera el ramyeon picante que tenía preparado para comer esa noche. Es irónica la propuesta que estaba recibiendo en ese momento cuando él ya había dado el primer paso, lo cual siempre era al revés entre ellos. En ese momento tuvo más confianza al respecto, porque quizás todo parecía ser obra el destino.

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