IV. Matrimonio, divorcio, sueños rotos

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Hay que vivir para ser, no para tener —Eduardo Galeano

La mirada de aquel hombre era determinante, como siempre, profunda, Jungkook sentía que entraría en crisis si ese hombre no dejaba de mirarlo de esa manera. Lo vio escanearlo de arriba abajo al mismo tiempo que se mordía los labios, algo que hacía frecuentemente y que definitivamente no ayudaba a los pensamientos que no quería tener con él.

«No estás aquí para eso» se repitió mentalmente, mirando hacia otro lado, moviendo el piercing de su ceja con su dedo índice.

—Sabes, no tienes por qué estar nervioso, se tú mismo —dijo Taehyung.

Jungkook quiso desaparecer en ese instante. Por más que intentó mantener a raya su notable y horrible timidez con la vivía a diario, no pudo y eso fue aún más vergonzoso.

—No l-lo estoy.

Apretó sus ojos en el momento que su propia voz lo traicionó, dejando claro que, si estaba nervioso y como no estarlo cuando los dos estaban solos en el interior de bar, el siendo observado sin disimulo mientras bebía el Gin-tonic que estaba bastante bueno. Solo deseaba que el poco alcohol que entraba en su cuerpo, le diera la confianza de hablar sin titubear.

—¿Desde cuándo tocas? —preguntó Taehyung sentándose junto a Jungkook, lo que incremento su estado ansioso del que aparentemente no se podría zafar mientras lo tuviera así de cerca.

—Desde los 12.

—Tocas muy bien —halagó a Taehyung.

—Gracias.

—No eres de mucho hablar, lo siento si estoy cruzando la línea, si te sientes incómodo dime —le pidió Taehyung apoyando su antebrazo de la barra para tener una mejor visión del rostro del hombre que apenas y había hecho contacto visual con él.

—No lo hace, descuide —contestó Jungkook, llevando el vaso a su boca.

—Puedes tutearme, Jungkook ¿verdad? —cuestionó recibiendo como respuesta un asentimiento—. No me has dicho que tal la bebida.

—La verdad, es el mejor Gin-tonic que he probado.

—De verdad —preguntó con una sonrisa—. ¿Cuántos Gin-tonic has probado? —cuestionó alzando una de sus cejas.

—He tocado en muchos bares, no llevo la cuenta, pero más de uno, eso te lo puedo asegurar —admitió esta vez atando parte de su cabello en una coleta.

La mirada de Taehyung recorrió su brazo tatuado, mismo que tenía a la vista casi por completo por la camisa jean color verde de mangas cortas. No era la primera vez que lo veía con ese tipo de prendas y podía afirmar sin temor a equivocarse que le iba muy bien a su cuerpo ceñido escondido debajo de aquella ropa holgada que constantemente usaba, siendo las camisetas y chaquetas Denim las protagonistas.

—¿Y por qué te habías acercado antes a pedir un trago? —cuestionó Taehyung.

Jungkook tenía temor de que llegara esa pregunta, porque no quería responder que no lo había hecho porque sabía que él iba a atenderlo si acercaba a pedir un trago y que estaba evitando cruzar palabras con él porque es muy atractivo para su salud mental, y por su bien, lo mejor era mantener la distancia de él tanto como pudiera.

Taehyung vio como mordió el piercing de su labio inferior, jugando con este mientras tenía su mirada en la copa frente a él, en ese momento pasó por su mente el deseo de querer hacer lo mismo con sus propios labios. Era inapropiado lo que estaba pensado, pero inevitable cuando el chico lucía tan sexy sin siquiera darse de cuenta de lo que estaba causando con ese simple gesto.

Nunca había besado a alguien con piercings, o con tatuajes, él era más de hombres bien arreglados, de renombre y buena apariencia ante la sociedad. No se atrevía a decir que Jungkook no era atractivo, porque lo era, pero ante la sociedad lo que él llamaba arte y libertad estaba marcado como un tabú en el país que ellos vivían; es por ello que él nunca se ha metido con hombres como él, porque siempre le ha importado mucho lo que pensaran de él, incluyendo con quienes estaba romántica o sexualmente.

Teniendo en cuenta los hombres con los que ha estado, podía decir que él no era su tipo, pero lo puso en duda cuando lo que había no era solo curiosidad o admiración por lo bien que tocaba la guitarra; estando a solas con él, sentado a su lado, escuchándolo responder a sus preguntas con timidez, sus mejillas teñidas de rojo, evitando su mirada, recogiendo su cabello, dejando al descubierto su frente y cejas largas, sabía que lo que había era atracción.

En su búsqueda de poner la atención en cualquier otro lugar que no fuera en el rostro de Taehyung, su mirada terminó fijada en esa joya brillante en su dedo anular que no había notado antes.

Ahora su atención estaba en ese anillo que no parecía solo un accesorio más como lo eran las pulseras en su muñeca. Aún tenía una pregunta que responder, de la que aún no tenía una respuesta convincente.

Jungkook no quiere mirarlo a los ojos, nunca ha querido hacerlo por el temor de mirarlo por más tiempo del necesario, cosa que estaba seguro pasaría mientras Taehyung siguiera luciendo un rostro tan hermoso, y eso sería muy incómodo. Él estaba perdido en sus pensamientos mientras estudiaba cada parte de su rostro como lo hacía con las notas musicales cuando hacia una canción.

Por su mente cruzaron un montón de cosas y se condenó por haber considerado, aunque sea por una milésima de segundos, que sus amigos tenían razón por la manera en la que Taehyung miraba sus labios, que probablemente las sonrisas, las miradas, las preguntas y la invitación a un trago era su manera de mostrar su interés.

Ahora que había notado ese anillo en su dedo, desechó todos esos pensamientos y de tan solo pensarlo, se sentía inadecuado considerar alguna posibilidad con el atractivo bartender.

Buscando una manera de responder, finalmente tuvo el atrevimiento de mirarlo a los ojos, pero antes de poder decir algo, el móvil de Jungkook empezó a vibrar sobre la barra, cortando el silencio que se quedó suspendido en el aire junto con sus palabras.

—Debo irme, ya vinieron por mí —señaló con la mirada hacia afuera el auto estacionado frente al bar.

—Nos vemos mañana.

—Gracias por el trago.

—Cuando quieras —contestó Taehyung acompañándolo hasta la salida, viendo como este se subía al auto de quien siempre lo pasaba a buscar.

═══🎸 ━『🍸 °*• ♫Taehyung♫ •*° 🍸』━🎸═══

Tras despedir a Jungkook, quien salió prácticamente corriendo y sin responder a mi pregunta, terminé de recoger mis cosas con la intención de volver a casa solo, como todas las noches, pero la presencia de quien ha respondido como mi esposo por años, se encontraba frente al bar. Juwon caminó hacia mi sonriente y como de costumbre se acercó para saludarme con un beso de pico que evité en el instante que noté cuál era su intención.

—Te dije que no era necesario que vinieras —comenté mientras terminaba de cerrar el local.

Creí haber sido bastante claro cuando hablamos por teléfono hace pocos minutos, pero mis palabras aparentemente no tenían valor, porque contrario a lo que le pedí, estaba allí con el propósito de llevarme a "casa", si es que aun podía llamar esa casa como mi "hogar".

Lo único que agradecía en ese momento es que había llegado cuando Jungkook ya no estaba, porque estaba seguro de que haría preguntas de las cuales, no tiene derecho hacer, ambos éramos consciente de ello.

—Dejaste el auto en mantenimiento, no es bueno que andes solo en la calle a estas horas de la noche —consideró Juwon tomando mi mano y guiándome hasta el auto aparcado a pocos pasos de nosotros.

Juwon estaba saliendo de su oficina a esa ahora de la noche, lo sabía por la ropa que aun llevaba. Ese traje azul de rayas blancas y camiseta color salmón, me hacia una idea de que o con quien pudo haber estado a esa hora de la noche, cuando ya eran las doce de la madrugada, casi las una.

—Sé cuidarme solo.

—Taehyung, no tengo duda de eso, ¿recogiste tus cosas?

Solo asentí y caminé hasta el coche con él a mi lado, sujetando mi mano con algo de fuerza, como si fuera a escaparme de sus brazos pronto. Probablemente él ya sabía de lo que yo era conocedor, pero ninguno había hablado de ello. Juwon solo estaba intentando, casi de una manera desesperada, en mantenerme a su lado, feliz, haciendo el papel de buen esposo durante los últimos meses.

—Vi a alguien salir de aquí hace un momento, ¿era de la nueva banda? —preguntó antes de poner en marcha el coche.

Intentar mostrarse desinteresado y fingir no tener "otras intenciones" debajo cuando hacia ese tipo de preguntas, era algo que hacia cuando en realidad lo único que le interesaba era saber si el sería capaz de poner su mirada en otro hombre que no fuera él, porque a fin de cuentas, el ladrón juzga por su condición.

—¿Te interesa? —pregunté al colocarme el cinturón de seguridad.

—Claro que sí.

—Yo no te cuestiono con quienes te ves, no lo hagas conmigo.

—Eres mi esposo, Taehyung, ¿de qué diablos estás hablando? Estás diciéndome este tipo de cosas desde hace meses, ¿qué te pasa? —cuestionó con la mirada en el frente, pero usando ese tono de voz aún más grave de lo que es usualmente.

—Estoy cansado, ha sido un día agotador.

No hizo falta decir nada más para que este dejara de hacer preguntas, sin embargo, no dejó de hablar de lo que está logrando en su empresa hasta que estacionó el auto frente a nuestra casa, esa que es muy grande solo para nosotros dos. Aun así, allí estaban porque se supone que nuestro propósito era llenarla de niños, pero solo éramos nosotros dos, en una casa de cuatro recamaras que solo se sentía vacía.

Estar en presencia de Juwon me devolvía a la realidad, esa de la que no era parte cuando estaba lejos de él.

—¿Quieres que te haga algo de comer?

—Tomaré una ducha, ya cené. Si quieres algo, aún queda de la comida de mamá en el refrigerador —respondí con poco ánimo de seguir la conversación mientras subía las escaleras que conducían a las habitaciones.

No mentía cuando decía que estaba cansado, el bar estuvo algo caótico esa noche y el estar de un sitio al otro realmente cansaba, estar sonriendo todo el tiempo, mostrar siempre mi mejor cara, eso y un montón de cosas más es lo que me tenía tan agotado.

Después de una ducha, ropa cambiada por el pijama gris de rayas, no había nada emocionante o esas ganas de lucir bien a la hora de dormir solo para obtener un halago de él, no importaba.

Me senté en el sillón junto a la ventana con el libro que aún no terminaba, ni si quiera voltee a ver a Juwon cuando se cambió de ropa de frente a la cama, dejando a la vista su cuerpo desnudo, hasta que se cubrió únicamente con un par de pantalones cortos antes de meterse debajo de las sabanas.

—Si estás cansado, deberías dormir. Ven a la cama —me pidió palmeando su lado de la cama.

—Estoy descansando aquí. Tú te despiertas temprano y ya son las una de la madrugada —consideré cambiando el libro de página.

—Bien, no duermas tarde.

No dije nada más, no hizo falta. Me quedé sumergido en las letras del libro, hasta que perdí mi concentración por completo y mi mente se transportó a cualquier cosa menos a lo que estaba leyendo.

Levanté la mirada y aun con el libro sostenido de mi mano, con el mentón apoyado de mis rodillas, observé la centelleante medina luna que se podía apreciar desde el ventanal.

Mis pensamientos viajaron a aquellos tatuajes y ojos grandes que veía todas las semanas en el bar. Debería sentirme mal por estar pensando en un hombre que ni siquiera conozco del todo, por no decir que no sé nada de él, pero que debo admitir que está dentro de mi lista de deseos conocerlo, cuando tengo en mi cama a quien se supone que es mi esposo, pero no me sentía mal, ni siquiera un poco.

Culpa era lo último que sentía cuando seguía pensando en aquel guitarrista que empezaba a atraerme de manera más que amistosa, no había culpabilidad en mi interior porque solo yo sé el secreto con el que cargo a diario, uno que únicamente seguía haciéndome daño al mantenerlo solo para mí, pero así se quedaría hasta explotara la verdad que pronto saldría a la luz.

En este momento de mi vida, después de ocho años de matrimonio, puedo decir que no he conocido el amor del que tanto leo por las noches antes de dormir y quizás esa era la razón por la que pensar en otro hombre romántica o sexualmente, que no fuera mi esposo, no me llenaba de culpa. El saber lo que sabía de Juwon, simplemente no me molestaba tanto como debería, y entonces caí en cuenta de que no lo amaba tanto como le había dicho y estaba seguro de que el tampoco.

No sabía que era posible sentirme mal por no estar sufriendo por algo que definitivamente le afectaría a cualquier persona que tuviera un matrimonio de casi diez años

Con la mirada perdida en el firmamento, mi mente trasladó los pensamientos a como he terminado teniendo una vida de apariencias, un esposo perfecto con un buen trabajo y buena posición social, atractivo, de buena familia, una casa grande, éxito en su trabajo.

Hace meses que descubrí algo que seguía callando, y enterarme de ello fue lo que me abrió los ojos, y fue como un chocar contra un gran muro darme cuenta que he estado viviendo en una burbuja de perfección que yo mismo he creado.

Aun así, no he hecho nada todavía, tampoco he dicho lo que se, me he quedado con esa información por meses, pero de algo si estaba seguro, no seguiría en un matrimonio que no iba a ningún lado.

Deseaba poder enfocarme en buscar lo que me hacía falta, lo que siempre ha estado ausente de una manera que no causaba ruido en mi interior, hasta que me crucé con la verdad que aclaró mis sentidos. Debía hacer eso antes de darle paso a la atracción por el guitarrista que irremediablemente ya se había metido en mi cabeza sin posibilidades de retorno.

Suspirando por todo lo que cruzaba por mi mente, dejé el libro sobre la mesita de noche, sin querer hacerlo, vi como la pantalla del móvil de Juwon se encendió, dejando a la vista la pila de notificaciones y mensajes de la persona que desgraciadamente para mí, conocía más de lo que me gustaría.

No le presté atención a ello, de todos modos, solo estaba en espera de una respuesta para darle la noticia a Juwon cuando fuera el momento más oportuno. Mientras tanto, caminé por el pasillo cubierto por esa alfombra azul marino con patrones triangulares, hasta llegar a esa habitación que me gustaba mucho más que la que compartía con mi esposo.

Empujé la puerta blanca levemente, dejando a la vista ese lugar que seguía intacto después de años. Hacia tanto tiempo que no entraba allí, aquello solo me traía malas memorias, me recordaba lo que una vez pude haber tenido. Lo intenté todo para poder ganarlo, pero la vida se encargó de dejarme saber que no estaba en posición de merecer algo como eso, una familia.

Sintiendo el frio del piso de madera, arrastré mis pies hasta la cuna blanca decorada con muñecos y almohadas para el bebé que alguna vez estuve visitando para adoptarlo, pero al final no lo conseguí porque mi pareja era otro hombre igual que yo. Aquello me destrozó por dentro, pero también me llenó de impotencia la razón; agoté todos mis recursos de poder tener un bebé y quien terminó formando una familia, que ni siquiera quería tener, fue Juwon.

Hay sueños a los que te anclas y le dan propósito a tu vida, ver que se convierten en los pilares de tu vida, en anestésicos contra el dolor de la existencia cuando se esfuman u otros a quienes se los confías, lo derrumban; quedas tu solo entre las ruinas, donde no hay sustento, solo fragilidad, te engañas diciendo: "esto no era lo que realmente quería, no pasa nada", mientras es evidente como tienes los pies desechos de caminar por los escombros.

Ahora me cuestiono quien soy porque ya no queda nada, si estaba hecho yo solo de sueños, si no cimenté en mi interior una esperanza que naciera de mis propias entrañas; si, era una persona que estaba hecha de nubes, ahora estoy yo junto a mis sentimientos, en un espacio entre la tierra donde pueda brotar la vida, ahora me decido a sembrar lo que pueda echar otras raíces. Qué bueno que al menos tengo una oportunidad de crecer entre escombros que ya no son míos, nunca más.

Tomé uno de los peluches de la cuna y me senté por varios minutos en la mecedora en la esquina de la habitación, mis dedos sintieron el frio de la pared mientras pasaban por los dibujos que el mismo hizo.

Terminé dejándome caer sobre el piso con la espalda contra la pared, dejando deslizar mi cuerpo más y más hasta terminar acostado sobre el piso con la mirada puesta en las estrellas del techo. Brillaban si dejaba las luces apagas, así que no dudé en apagar las luces y apreciar la luna en el centro, con las estrellas a su alrededor.

Sonreí apretando el peluche contra mi pecho, una acción casi inconsciente que me pasaba a menudo mientras estuviese rodeado de todas las cosas de bebé a mi alrededor, incluso el aroma a talco sin usar y aceite para bebé que se mezclaban con el polvo de la recamara. A veces iba allí para recordarme a mí mismo quien soy realmente, cuando necesitaba respuestas o simplemente para cuestionarme todas las cosas que he hecho mal como esposo, no lo entendía y nunca lo haría.

El nudo que descendió por mi garganta y en cuestión de segundos sentí el calor de las lágrimas en las esquinas de mis ojos hasta descender por mis mejillas. Llorar es algo que he estado haciendo mucho últimamente, en silencio, a escondidas, avergonzado de mí mismo, sintiéndome patético, engañado, infeliz, para nada lo que siempre intentaba proyectarle a los demás.

Todo de mi era una farsa. No tenía la vida perfecta, el esposo perfecto, no era tan feliz como siempre me mostraba al mundo y por eso lloré, porque siempre tengo que usar mis máscaras para agradarle a las personas, para tener éxito.

Cuando el mundo no me miraba, cuando lo único a mi alrededor era la cuna del hijo que nunca tuve y que probablemente nunca tendré, solo en ese momento era yo mismo. Era Kim Taehyung, sin tapujos, ni mascaras. El hombre que era infeliz, que lloraba desconsoladamente en silencio, cubriendo mis labios con una mano para evitar ser escuchado por el hombre que dormía en la otra habitación. Ese soy yo, un cobarde, pretensioso y farsante, avergonzado por estar llorando en el piso de la habitación de un niño que no forma parte de mi vida.

—¿Taehyung?, ¿amor?

Escuché la voz de Juwon llamarme por el pasillo, pero no hubo respuesta de mi parte, sin embargo, me apresuré en limpiar mis lágrimas porque sabía que me encontraría rápido. Y así fue, el hombre se detuvo en el umbral de la puerta, mirándome desde su lugar con el cabello desordenando y los ojos más o menos cerrados.

—¿Qué haces ahí tirado? Ven a la cama.

—Déjame solo —le pedí casi de inmediato.

—¿Estás bien?, ¿estuviste llorando?

—Vuelve a la cama y déjame solo, por favor —dije suplicante. Necesitaba tener ese momento a solas.

—Habla conmigo, ¿es por eso que pasó?

—Depende a que te refieras exactamente.

—La adopción, el vientre alquilado, el hijo que querías tener.

"El hijo que querías tener", fueron las palabras que hicieron eco en mi interior. No era la primera vez que mi esposo no se incluía en las cosas que se supone debía ser de ambos.

—Ya me has dejado bastante claro que tu no querías tener una familia conmigo. Ahora déjame solo, te lo pido por favor.

—¿De qué hablas? No puedes culparme de ello, sabes que yo quería tanto como tú, encontraré la manera de darte ese hijo, ¿sí?

Estaba intentando mantenerme a su lado, como siempre. Era notable lo mucho que quería darme todo lo que quisiera solo para mantener un matrimonio que no valía la pena mantener, porque un divorcio para él y para mí, solo nos dejaría con un estigma aún no nos hayamos casado en el país que vivimos, eso es lo que quería evitar Juwon, estaba casi seguro que no era por lo mucho que me amaba.

—¿Acostándote con Minsi?

—Taehyung, levántate del piso y vamos a la cama, estás diciendo incoherencias —me pidió casi como una orden.

—¿Incoherencias? No soy estúpido, Juwon, te escuché hablar con ella en tu oficina, te he escuchado hablar con ella por teléfono. Yo ya lo sé hace tiempo, no hace falta que intentes ocultarlo.

A pesar de mi confesión a medias, no se va, en cambio se tumba a mi lado e intenta tomar mi mano que alejo de la suya al instante.

—No me toques y déjame solo.

—No voy a dejarte solo, nunca.

—Quiero el divorcio. —Las palabras salieron de mi boca antes de poder analizarlas y ya no había vuelta atrás—. Los papeles deberían estar llegando a tu oficina mañana y para cuando vuelvas a casa yo ya no estaré aquí.

—¿Qué? No lo dices en serio, ¿te estás escuchando? —preguntó incrédulo.

—Lo digo en serio. Prefiero estar solo a tener en mi consciencia lo que hiciste y simplemente perdonarlo —admití al sentarme con Juwon haciendo lo mismo, mirándome con ojos brillantes y sus labios entre abiertos—. Desde hoy dejo de ser tu esposo, Lee Juwon.

Sin más que decir, sin esperar una respuesta, deslicé el anillo de oro que he llevado por años, solo tomé su mano para entregarle el anillo que él puso en mi dedo en Londres, me levanté dejando a Juwon en el piso de aquella habitación.

Me encerré en la recamara que compartía con él, mi corazón latiendo desbocado contra mi pecho, ya estaba hecho, solo hacía falta prepararme mentalmente para lo que vendría después. A pesar de que Juwon tocó varias veces para hablar, ignoré su llamado y lloré hasta quedarme dormido, a fin de cuentas, me dolía mas la persona que estaba fingiendo ser que las acciones de mi futuro exesposo.

La mañana siguiente desperté cuando ya no había rastros de Juwon, ya era mediodía, así que evidentemente ya estaba en su oficina, para esa hora casi siempre le cocinaba el almuerzo y lo visitaba a su oficina, pero no lo he hecho durante los últimos dos años y seguramente no lo haría nunca más.

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El día había trascurrido tan lento para Jungkook, aunque estuvo nervioso durante su última conversación con Taehyung, le gustó cruzar más de dos palabras con él, tranquilos sentados en la barra del bar, donde lo único que se podía escuchar era la melodiosa y profunda voz del hombre que no había salido de su cabeza.

"Tiene un anillo", fueron las palabras que continúo repitiéndose siempre que el rostro de Taehyung aparecía en su mente, con esa sonrisa encantadora y su mirada hipnotizante, coqueta. Quizás él estaba haciéndose una idea errónea, muy probablemente trataba a todos de la misma manera y él ya estaba haciéndose toda una película en la cabeza, de que esa mirada sobre sus labios no era con otras intenciones.

Quería descubrir lo que pasaba por su cabeza cuando lo miraba como si estuviese estudiándolo. No sabía nada de él más que el trabajo que tenía, ni siquiera tenía idea de si le gustaban los hombres, las mujeres o ambos, si estaba buscando experimentar descubrirlo, y todo eso solo condujo a él querer enterarse de ello al escucharlo de sus propios labios.

No tenía un plan, por su bien y de la posible pareja de Taehyung, lo mejor era si mantenía la distancia que ha querido tener desde que este no ha dejado de mirarlo durante sus presentaciones. Pero no podía negarse que estaba ansioso por que llegara la noche, porque iría al bar esa noche.

Era sábado a las 10 de la noche cuando empezaron a tocar en Tazzys, que como todos los fines de semana estaba repleto de personas. Esa noche esperaba encontrarse con los ojos almendrados de Taehyung, pero apenas y lo vio mientras se presentaba. Lo buscó con la mirada en más de una ocasión y cuando sus ojos encontraron la silueta del hombre detrás de la barra, vio su sonrisa y el carisma de siempre.

Intentó mantener su concentración en las notas musicales, en la presentación que estaba por terminar y aún no había obtenido una sola mirada de Taehyung, esa que para él ya era común aun cuando no se la devolviera. Cuando su curiosidad por él había despertado, no tenía nada a cambio y por milésima vez en el día se dijo "tiene un anillo".

Tal y como era de esperarse, no apartó su atención de Taehyung hasta que consiguió lo que quería, una mirada suya. Medio sonrió al ver como este le guiñaba un ojo cuando lo atrapó mirándolo sin disimulo, y desde ese momento no volvió a insistir en hacer contacto visual. Estaba lo suficientemente avergonzado como para hacer algo como eso, otra vez.

—¿Me perdí de algo entre tú y Kim Taehyung? —preguntó su mejor amigo a su lado.

—No —se apresuró en decir Jungkook volviendo su mirada a Jimin. junto a él, mirándolo con una sonrisa ladina de la que conocía su significado.

—A mí me parece que sí.

—No es así.

—Digamos que no acabo de ver cómo te guiñó el ojo y como tú te sonrojaste, quédate y bebe algo antes de irte a casa, insisto en que deberías hablarle.

Jungkook no respondió a su sugerencia, si le comentaba a Jimin que ya habían medio hablado y probado uno de sus tragos, haría un escándalo cuando aún se encontraban en el escenario del bar, de eso estaba seguro.

Conocía bastante bien a su mejor amigo como para saber que no era para nada una buena idea decirle que estuvo a solas con Taehyung, que sentía cierta atracción por él, que estaba comprometido o casado, que aun teniendo esa sospecha no podía dejar de mirarlo, ahora que se ha admitido a si mismo que el bartender bien vestido que le dio la bienvenida al bar, era interesante.

Los fines de semana eran sus días más ocupados, pero a pesar de todo lo que tenía que hacer en el bar, no podía de pensar en cómo su esposo se tomara la noticia cuando reciba los papeles del divorcio; al ver las llamadas perdidas y mensajes que tenia de Juwon se dio cuenta que no se lo tomó para nada bien.

Estaba de un lado a otro, atendiendo todo lo que estuviera en sus manos. Tener el bar lleno de personas es lo que quería lograr cuando decidió buscar una banda que tocara fijo, misma de la que solo pudo escuchar lo que tocaban mientras ayudaba a sus empleados a atender los clientes.

Se sorprendió un poco cuando se encontró con la mirada expectante de Jungkook cuando tocaba su guitarra, su sonriso se agrandó cuando finalmente pudo poner su atención en el otra vez, olvidando todo lo que le preocupaba. Por los pocos segundos que sus miradas se cruzaron, notó que sus ojos grandes lo observaban con un brillo único, sonrió aún más cuando este dejó de mirarlo y solo se mordió el labio inferior con nerviosismo.

No iba a negarlo, le gustaba ver que tenía un efecto en él.

Hasta ese momento no se había dado cuenta de lo diferente que estaba vestido esa noche, con una camisa blanca de mangas largas y el primer botón desabotonado, un pantalón color beige apretado alrededor de su cintura que marcaba aún más si increíble silueta. Tenía su flequillo suelto y parte del resto en una coleta.

—Nos vemos luego, cuídate al salir —se despidió Cyrus cuando Jungkook aun recogía sus cosas.

—Oye Cyrus, ¿Cómo me veo? —cuestionó en un susurro, ganándose una mirada extraña de su amigo.

—Un poco diferente, pero como siempre.

—¿Cómo siempre?

—Kook, ¿acaso esto es alguna clase de prueba? —preguntó el rubio aun sin entender del todo a que se debían las preguntas.

—Solo respóndeme, sin decirle nada de esto a los demás.

—Oh ya veo por donde va esto —comentó Cyrus viendo como la mirada de Jungkook estaba el bartender que les daba la espalda—. Como siempre, sexi y lindo, le vas a gustar, tranquilo.

Antes de poder usar una excusa de las razones por las que pedía una opinión recibió una llamada de su hermana, así que terminó despidiendo a su amigo aleteando su mano, pero se arrepintió de haberlos dejado ir en cuanto su Eun-joo le dijo que no podría pasar por él esa noche.

Terminó de guardar su guitarra, viendo que ya no hay clientes en el bar. Solo piensa en que tendrá que irse en taxi, era muy tarde para optar por el transporte público, apresurándose en salir del bar, se despide de Taehyung con un "hasta luego".

Se detiene en la puerta cuando escucha su nombre pronunciado por la voz de quien se acaba de despedir, y el simple tono de su voz profunda mientras lo llamaba por su nombre, fue suficiente para acelerar su corazón.

En el momento que se dio la vuelta sobre sus talones, vio como Taehyung apartó el móvil de su oreja, seguido de un suspiro, dejando el teléfono sobre la barra.

—Te ofrezco un trago, veo que aún no vienen a buscarte —comentó Taehyung colocándose detrás de la barra.

—Nadie vendrá por mi hoy —le hizo saber, porque quería que lo supiera, que esa noche tenía tiempo. Aunque estaba nervioso, estaba preparado mentalmente para simplemente tomar un trago.

—Mucho mejor, entonces acompáñame a beber.

Había algo raro en la forma en la que Taehyung dejaba una botella de tequila sobre la barra, no dejaba de suspirar cuando llenaba un vaso del líquido. Se acercó hasta sentarse en uno de los taburetes, de frente a él y de todo, hubo una sola cosa que llamó aún más su atención, su anillo ya no estaba.

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