Capítulo 5: Descontrol y furia.

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«No quiero andar en puntillas, pero no quiero esconderme. No quiero alimentar este fuego monstruoso; solo quiero dejar que esta historia muera. Y estaré bien. No podemos ser amigos, pero me gustaría simplemente fingir».

—Lyren, mírame —me pidió.

—Soy medio ciego, no te puedo ver —bromeé.

—Lyren, Lyren, Lyren —repitió hasta que me volteé para dedicarle una expresión de disgusto.

—Así me llamo.

—Un nombre bonito —dijo—, para una persona igual de bonita.

Entrelazó sus dedos con los míos para luego besar mi frente. De ahí se dirigió a mi mejilla y luego a mis labios.

Era tan cálido como el sol de verano reflejado sobre el pacífico mar. Sus ojos solo me contemplaban a mí, tanto como para imaginar que el resto del mundo no existiera, como si solo fuéramos nosotros.

—Lyren, Lyren, Lyren...

Me levanté sobresaltado cuando el rostro que tanto añoraba se volvió pálido y lleno de odio.

—Lo siento, lo siento, lo siento —susurré—. No era mi intención que las cosas fueran así.

Respiré agitadamente abrazado a mis piernas, con la habitación a oscuras y el aterrador silencio de la madrugada que llenaba las calles. Era solitario. Lo odiaba.

La alarma sonó muchísimo después, dándome un motivo para levantarme de la cama y mirarme por fin al espejo. ¿Por qué no existía ningún día en el que me sintiese satisfecho con mi reflejo?

Me preparé para ir al instituto; el infierno al que me enfrentaba cada día de lo que quedaba de mi corta vida.

Existió un tiempo en el que deseé que la eternidad fuese real y no una mentira de cuento de hadas. Pero la vida no era tan justa y todo lo que llevase la etiqueta de perpetuidad solía estar acompañado de un olor a putrefacción. Tanto las personas como los objetos como las relaciones sociales.

Al llegar al inmenso edificio, cuya entrada estaba custodiada por guardias de seguridad, caminé lentamente hacia el interior, siendo consciente de que nada iba a cambiar, nunca. ¿Por qué seguía adelante? No tenía sentido.

Me preparé mentalmente para volver a enfrentar esas miradas penetrantes y llenas de desprecio. ¿De verdad un simple error podía desencadenar tanto odio? ¿Y por qué, en el fondo, una parte de mí sentía que lo merecía?

La profesora Clark había llegado más temprano de lo habitual y se encontraba entregando los exámenes realizados el día anterior.

—Felicidades, Lyren. —Me tendió un folio en el que se veía un diez dentro de un círculo rojo que ocupaba un cuarto de la hoja.

—Gracias —mascullé.

Antes de poder sentarme en mi asiento, Aleixandre se abalanzó sobre mí y me abrazó con fuerza. Era incómodo y raro. ¿Qué le ocurría esta vez?

—Gracias, gracias, gracias, Lyren. Te amo, por Dios. Sin ti no lo hubiera conseguido.

—¿Por qué me hablas como si hubieras recibido un Premio Nobel de Química? —Fruncí el ceño.

—Qué seco que eres. —Sorbió su nariz y me enseñó su examen—. He conseguido un seis con cinco.

—¿Se supone que...?

Mimimi, ya sé que tú eres de dieces, pero para mí esto es un gran logro —farfulló—. De un tres a un seis con cinco es un gran paso.

—La idea era que sacaras mínimo un ocho.

—Dios, Lyren, solo alégrate. —Hizo un puchero—. Eso significa que tus tutorías sí sirven.

—Claro que sirven. Soy yo quien te las da.

—Cierto, se me olvida lo inteligente y genial que eres —resopló con burla, pasando su brazo por mis hombros—. La próxima vez te prometo el ocho.

—La próxima vez tiene que ser el ocho y medio —lo corregí.

—Lyren... —pronunció con un tono quejumbroso.

—Solo estoy siendo sincero.

—Ya, me he dado cuenta. Quizá deberías serlo un poco menos de vez en cuando. —Me dio un par de palmadas en la espalda y volvió a su asiento.

Pude sentir los ojos de todos los presentes clavados en mi nuca. Estaba claro que no era común que el estudiante más popular del curso y el más rarito estuvieran cerca y mucho menos que poseyeran una relación tan "estrecha". Me mantuve al margen y en silencio.

—Guau, Aleix con más de un cinco. Sorprendente. —Solange se sentó sobre la mesa del pelinegro.

—Eres mala. —Aleixandre le sacó la lengua a su mejor amiga.

—Solo estoy siendo sincera —rió ella—. Ni aún pasando doce horas contigo encerrado en una biblioteca he podido ayudarte y me estás diciendo que Lyren en dos ha logrado algo tan increíble.

—Es un buen profesor. —Se encogió de hombros.

—¿Seguro que no has hecho alguna especie de ritual, Lyren? —Otro amigo del pelinegro se acercó.

Lo contemplé en silencio, sin saber qué responderle.

—Sí, Harlan, sí. —Aleixandre le lanzó una patada por debajo de su escritorio.

—Auch, Leigh, dile algo —pidió él.

—Algo —contestó ella con los brazos cruzados.

—Odiosa.

—Te encanto —sonrió con inocencia—. Felicidades, Aleix. Ahora solo lo tienes que lograr en todas las asignaturas.

—Cállate un mes, Leigh —farfulló el susodicho.

—Desagradecido.

Realmente no era mi intención escuchar su conversación, pero estaban a mi lado, hablando como si no existiera, algo a lo que me había acostumbrado.

—¿Hoy estáis libres? Necesito algo de fiesta —suspiró Harlan.

—Es llegar el viernes y solo piensas en salir. —Solange alzó una ceja.

—Después de tremenda semana, ¿quién no?

—Tenemos exámenes que estudiar. —Leigh le propinó un suave golpe en la nuca.

—Qué estudiosos sois las dos —protestó él—. Encima habéis arrastrado a Aleix.

—Ha sido el entrenador, no nosotras.

—De verdad, Aleix, ¿por qué no podías mantener la media desde un principio? —le reprochó su amigo.

—Que te den, Harlan, tú también deberías centrarte en los estudios un poco más.

—Mis papis me mantienen, no tengo por qué.

—Guau —soltó Solange de forma muy sarcástica—. Qué buen ejemplo das.

Ah, sí. Fiestas y todo eso. ¿Hacía cuánto que no salía de mi casa por razones ociosas? Ya no tenía con quién hacerlo; todos mis antiguos amigos habían desaparecido o me habían dado la espalda.

—Hola, Aleix. —Dorothea se acercó con una inocente voz.

Era tan falsa, tan mentirosa, tan asquerosa. Y no podía entender por qué nadie más parecía verlo aparte de mí.

—Ey... —saludó él—. ¿Qué te cuentas?

—He escuchado que queréis salir y la verdad es que esta noche hay fiesta en mi casa, estáis invitados si os apetece. —Mostró una sonrisa coqueta hacia el pelinegro.

—Ya... —Aleixandre posó su mirada sobre mí—. ¿Eso incluye a Lyren?

Lo observé con disgusto.

—¿Qué? ¿Lyren? ¿Él? —Pude sentir cómo le repugnaba el simple hecho de estar cerca de mí—. ¿Por qué?

—Eh... Somos amigos. Si él no está, nosotros tampoco.

El resto parecía igual de confundido que yo.

—Oh, ya. Claro, sí. Que venga también.

—Genial.

Y silencio.

—Esto... Nos vemos esta noche, hasta luego. —Dorothea batió sus pestañas, ignorando el hecho de que ella y yo nos caíamos más allá de terriblemente mal.

—Mierda —masculló Aleixandre una vez se fue.

—A donde te puedes ir, Aleixandre, porque yo no pienso ir a esa fiesta —declaré bruscamente.

—Lo sé, lo siento —se disculpó—. No esperaba que aceptara, pero lo ha hecho. ¿Ahora qué hago?

—No vayas. —Me encogí de hombros.

—¡No! ¡Tenemos que ir! —exclamó Harlan—. Las fiestas en su casa son impresionantes.

—Claro, como no eres tú quien tiene que tener a Dorothea al lado insinuándose cada dos por tres —se quejó Aleixandre.

—¿Por eso me tenías que meter? —cuestioné, completamente enfadado.

No entendía cómo había pasado de molestarme un poco a estar furioso. Las emociones eran tan complejas e innecesarias.

—Lo siento, Lyren. —Agachó la cabeza.

—Manténme fuera de tus asuntos, Aleixandre Sterling.

—De verdad que lo siento, Lyren. Es que... sé que no os lleváis bien, así que pensé que no cedería.

—¿Y por eso tienes que utilizar a los demás? Eso es muy ruin de tu parte. —Giré mi cabeza y le di la espalda—. Mejor busca una manera de decirle la verdad si tanto te incomoda.

No recibí respuesta porque no tuvo la oportunidad de hablar. El timbre sonó y la profesora dio inicio a la clase, que fue más que nada una sesión para corregir los exámenes.

Por mi parte, lo odiaba. Odiaba mucho esa sensación que se instalaba en mi pecho cuando me enfadaba. Como si existiera la posibilidad de que cometiera alguna locura y perdiera los estribos en su totalidad.

Sí, era eso, el descontrol emocional que me disgustaba tanto como para deshacerme de los pocos sentimientos que me hacían seguir vivo.

***

Ñam, actualización adelantada porque así se votó en mi canal de WhastApp :D.

Ya estamos profundizando con los personajes y con Lyren jiji. Este capítulo no es el mejor que haya escrito, pero tampoco me disgusta ñeñ.

Por cierto, como aclaración, vi que en el capítulo anterior mucha gente creía que Lyren tiene el pelo BLANCO por completo y NO es así. Solo es un mechón encima de su ojo izquierdo, derecho para quien lo mira. Su cabello es castaño medio/claro. Aleix es PELINEGRO completo. No sé por qué todos mis protagonistas salen con el mismo color, ains jALSIJDALS. Pero eso.

BESITOS :D

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