Capítulo final

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Al día siguiente...

Lisa es citada en la dirección, y a pesar de que quiere llorar, gritar y decir tantas cosas no las dice, se calla. Tiene un nudo en su garganta que pesa mucho, le duele saber que al final de todo ella solo ha sido un juguete.

Se siente así, a pesar de ser quien comenzó con todo.

Jugó con fuego y se quemó.

Demasiado.

Muerde su labio inferior mientras camina lento, ha sido sacada del salón de clases bajo la mirada atenta de todos, y sí, se siete demasiado dolida, desolada, además de desilusionada.

Jennie ni siquiera la ha mirado desde hace dos días.

Se ha terminado.

Entra a la dirección y ve que Kim se encuentra ahí, su corazón comienza acelerarse y sus manos comienzan a sudar de los nervios, observa también a la directora quien la mira seriamente.

Sabe que algo ha pasado y muy grave.

—Siéntate, Lalisa.

Ella asiente y hace caso, cruza sus piernas y espera a que la directora hable.

—¿Sabes por qué llamamos a ti y a la profesora Kim? —niega, espera que no sea por lo que tiene en mente—. Una compañera tuya, que no voy a mencionar nombre ni apellido, me mostró una foto donde ustedes dos están besándose. Aquí las tres sabemos que eso no se permite en mi institución, el trato entre profesor-alumno es únicamente académico y saber que ambas están haciendo algo que va contra las reglas de la institución me desilusiono de ambas —la tailandesa mira a Jennie, quien no dice nada, sabe cuán importante es el empleo para la mayor, mira sus manos y juega con ellas, está nerviosa.

Se pregunta si lo que dirá es lo correcto, tal vez no tendría que decirlo.

Tal vez tendría que ser vengativa y decir que han tenido sexo pero hace totalmente lo contrario.

—Yo la besé, directora —dice, mirándola fijamente, la profesora abre los ojos sin poder creer lo que está escuchando.

¿Acaso se está echando la culpa?

—¿Cómo?

La directora se acomoda en su asiento,
observándola.

—Sí, fui yo quien la besé, siempre he gustado de la profesora y me aproveché de la situación, la besé a la fuerza, si alguien merece que la expulsen o sancionen es a mí, la profesora Kim no tiene la culpa de nada.

Quiere llorar, siente su corazón en su garganta, sus ojos están cristalizados y sabe que en cualquier momento se desmoronará.

Voltea a mirar a Jennie y le da una mirada tan dolida que la surcoreana siente cómo su corazón se rompe.

Nunca pensó que Lisa hiciera eso por ella.

—Profesora, salga un poco, necesito resolver esto con la alumna.

Jennie quiere protestar, pero sabe que será peor, no quiere perder el empleo.

Suena tan egoísta que duele, Lisa la ve irse y su corazón se rompe aún más.

Ni siquiera la ha defendido, le importa más su empleo.

Más heridas se suman a su corazón.

—Lalisa, por lo que verás tendremos que suspenderte, no voy a expulsarte porque fue un beso insignificante para la profesora Kim.

Duele, sigue doliendo.

—Lo sé —asiente, cabizbaja.

—Únicamente vendrás por los exámenes finales e irás a examen directamente de física.

—De acuerdo.

—Puedes irte.

Sale del despacho con sus piernas débiles, ojos tristes y llorosos, siente que su corazón deja de latir poco a poco, se siente tan mal, tan desilusionada.

Como si su corazón ya no sintiera más nada, pero tal vez, ella ya no siente más nada.

Camina fuera de ahí, quiere alejarse completamente de todos.

Quiere estar sola y poder derrumbarse sin que nadie la observe.

—Gracias —las palabras de Jennie llegan a sus oídos, ella cierra los ojos y deja paso a sus
lágrimas, traga saliva y voltea a mirarla, tan destrozada que la mayor se siente muy culpable.

Lo es.

—No perderás lo que tanto amas, eso era lo que importaba —se encoge de hombros, ¿qué más puede hacer y decir?

¿Fingir que está todo bien y qué no duele?

Sería hipócrita.

—Sí, sólo eso —responde despacio.

—Si eso era todo me voy.

Jennie asiente y la ve alejarse.

—Gracias —grita nuevamente, no sabe qué más decir, la menor voltea y niega riendo.

—De verdad que tenía la pequeña esperanza de que al menos dijeras que no fui únicamente yo, pero ver cómo guardaste silencio me demostró que únicamente fui tu juguete sexual y que mis sentimientos hacia ti te importan una mierda —vuelve a negar mientras quita sus lágrimas—. No te preocupes, no te molestaré más con mis sentimientos.

Se va dejándola completamente sola, abandonada.

Así se siente Jennie Kim.

—Lalisa... —susurra a la nada.

La ha perdido.

***

Lisa camina por las calles mientras la lluvia cae por su cuerpo mojándola por completo. Abraza su cuerpo porque siente frío pero nada se compara al frío que siente internamente, y menos al vacío.

Sollozos escapan de sus labios una y otra vez, las lágrimas se mezclan con la lluvia.

Ojos, nariz, mejillas y labios rojos.

Está devastada.

Llega a su casa temblando de frío y sabe que puede enfermarse.

¿Le importa?

No, ya nada importa.

Sube las escaleras tembleteando y llorando, agradece que no haya nadie en la casa.

Cierra la puerta y cae en el suelo llorando como nunca antes lo ha hecho, tapa su rostro con sus dos manos y solloza.

Algunos ahogados y otros que pareces gritos desesperados pidiendo ayuda.

Mira hacia arriba mientras su pecho sube y baja por los sollozos.

—Me sentía tan bien a tu lado, nos elevamos agarradas de las manos y me dejaste caer sola, completamente sola y dolida —cierra los ojos y apoya su cabeza en la puerta.

Jennie le ha dejado ir.

Es hora de dejarla ir también.

Fin

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