Kapitulli i tretë

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Tani një tjetër akt filloi.

''Ahora otro acto comenzara''



Se podía observar las franjas transparentes del cielo, las palomas estaban en los azulejos firmamentos del cielo, revoloteando al son del viento. No había nadie por los al rededores del bosque, Chris se había decidido de salir y encontrar la mansión por si mismo aunque haya pasado por un situación nada normal hace horas. La neblina acogió el lugar dando una visión distorsionada, solo se podía ver el azulejo donde las aves volaban.

Comenzaba adentrarse más en ese lugar donde las nubes se acumulaban en el aire y la luz se retiraba del recinto.

Dos horas caminando bajo el frio amargo que daba pasó al cielo oscurecido encontrándose con un sendero desconocido. El viento abrazo sus oídos con gritos de dolor y respiraciones entrecortadas, en la entrada nuevamente reaparece el niño que había visto en el cementerio. Esta vez, sus ojos reflejaban el pánico como si lo temiese a él, solo que sentía que era transparente como el agua y estuvieran viendo a través de él. Una sombra se asoma y acuna el niño, y susurra unas palabras que no son entendibles. Siente como su cuerpo es proyectado a otra dimensión y observa sus pies descalzos sobre el césped. Y Allí mismo, dos niñas se observaban entre ellas y se sonreían teniendo en el centro un gato desmembrado. El temor se instala en Chris y siente repugnancia, una de ellas se da cuenta de su presencia y sale a luz el rostro desfigurado de la pequeña. Chris retrocede, pero siente como unas agujas se insertan en la plantas de sus pies impidiendo correr y quejarse del dolor. Las ramas crujían bajo la suela de la niña que se acercaba a él, sus ojos captan la sombras que yacían arrastrándose detrás de ellas y unas que otras se alzaban como plumas.

Ella lo toca y siente algo familiar, el miedo desaparece pero en algún lugar de su mente todavía se encuentra temeroso.

-No recuerdas, pero el día que lo hagas... Todo se desboronara incluso tu alma.

Lamenta ella. Trago en seco, cuando la otra niña voltea su cabeza repentinamente, y en una momento dado, esa niña angélica que era la copia fiel de la otra se convierte en un monstruo y corriendo hacia ellos con una demencia. Su boca estaba en forma de ''o'' y abriéndose en su totalidad y de allí, salió borbotones de gusanos que lo hicieron despertar en un lugar que no reconocía.

Sus ojos observa el recinto. El piso era de madera y la paredes eran tapizadas con el mismo color de la madera, grandes cuadros colgaban en la pared mostrando personas siendo torturadas en su totalidad. Y dos grandes escaleras dividían la sala, estando un especio en intermedio donde se encontraba un gran reloj de aguja que solo se podía escuchar el sonido del Tic-Tac.

-Bienvenido.

La voz ronca de un viejo se asoma con una sonrisa maliciosa, a la vez que sus manos arrugadas y quemadas sosteniendo un bastón avanza por el mostrador. Su cabello canoso y largo hasta los hombros, y un parche que cubría su ojo izquierdo. Chris lo observa por unos instantes y al mismo tiempo que el anciano hace una reverencia, propio de otros tiempos. Se sorprende observando con atención la figura que está detrás del hombre canoso, una sombra toma forma humana, con el pelo amarillo y esos ojos azules que eran dos cuencas vacías.

Aun no es tarde para jugar dice el anciano antes que el reloj comience a mover sus agujas y el tiempo se detiene.




-Levántese la acusada

La voz del juez hizo resonar el tribunal. Ante el Cloie obedeció, levantándose. Mantenía la cara en todo lo alto, su rostro armonioso, mirada penetrante y el pelo castaño y liso hasta el cuello. Los espectadores la observaban, pensando tal vez porque una mujer tan bella estaría en mano asesinas, o mejor dicho, la encarnación de la desgracias de la familia Pontana. Y sin embargo, orgullosa se presento ante el tribunal para responder un asesinato.

-Cloie Pontana, ¿Estuvo usted presente en el asesinato de Quin Somerville?

Los ojos grandes de Cloie se clavaron como estacas en el juez. Cabecea, la imagen de ese hombre tan maligno aparece en su cabeza y su cuerpo se tensa. Se lo merecía, merecía todavía más, no era suficiente para Cloie, si el viviera otra vez, entonces no se cansaría de cometer el mismo crimen.

Se volvió a escuchar la voz del juez, haciendo la misma pregunta.

- Cloie Pontana, ¿Estuvo usted presente en el asesinato de Quin Somerville?

Los labios delicados y rosados de Cloie se abrieron para hablar:

-Sí, lo mate.

Una respuesta clara y concisa que produjo una cierta conmoción en la sala. Todas sus esperanzas, sus sueños y las personas que más amaban se habían ido a lo profundo de un pozo.

Quin Somerville merecía la muerte, pero su amor-odio aumentaba mas cuando pensaba en el, las cosas buenas y malas que lo rodeo, y el final de su vida que fue masacrada por sus manos sin retorno. Y sin embargo, no podía perdonarse a sí misma.



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