—Gracias por olvidarme —dije reclamando su ausencia.

—Nadie te ha olvidado —respondió intentando calmar mi emoción por su aparición, quizá. Luego continuó—: He estado muriendo.

Por un momento mi corazón se detuvo, pensé que estaría realmente muriendo, pero luego me di cuenta que lo había dicho en son de broma.

—Sí, muriendo ¿Y yo no? Por falta de tu presencia en mi ventana que irradie con profundas letras de animación impactante, a través de tu carismática personalidad.

—¡Que poético te has vuelto! —sonrió.

—Tú eres la única que me hace sentir esas profundas emociones que hacen que hasta los glóbulos rojos y blancos emprendan una danza dentro de mi cuerpo en emoción, que luego se paraliza en expectación.

—Eso se lo dices a todas, mentiroso -dijo.

—Jamás. No soy un hombre cualquiera, que hecho el galán perfumado intenta pretender cualquier chica que se le cruce en el camino. Para mí el amor y la poesía siempre irán dedicadas a una persona en especial, para hacerle sentir esos sentimientos que por contacto físico no se les puede dar —ella se sonrojó tanto que pensé que su piel llegaría a mismo tono que su cabello. Silenció su voz y seguimos caminando.