Capítulo ocho: Eres mi sapo, Heekki

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Como cada sábado, les gustaba pasarla entre ellas, salían al centro comercial o alguna atracción de parque gracias a que a Jiwoo aun le divertían los juegos de carpas o como es más en su mayoría se quedaban en la casa de la menor. Namjoon salía en turno tarde por la universidad y TaeHyung probablemente recurra a hallarse con YoonGi, así que otra vez decidieron ver películas, y para la sorpresa de Heejin es la misma de princesas que le gusta a su omega.

La princesa y el sapo.

La cabeza de la retozona Chuu yacía en el hombro de la alfa. Las respiraciones de ambas eran tranquilas mientras atisbaban con atención el final de la película, a la vez quecomían las palomitas que se encontraban a un lado de la pareja.

Heejin sonrío al vislumbrar a su omega sorprenderse en la última escena del villano como si nunca lo hubiera esperado, sabía que la pequeña era una total adicta a Disney, y no podía negar que las mismas hazañas típicas que se dan en la cinta la estaban hartando, sin embargo si a su novia aun le gustaba pese a su edad, Heejin la acompañaría porque con verla feliz es más que suficiente.

La sonrisa de Chuu era preciosa. Cuando sus encías mostraban y sus ojos formaban media lunas la alfa juraba que estaba viendo un amuleto de felicidad encima de una nube del cielo, porque ella era tan malditamente preciosa que con caso acto suyo la conmovía hasta recibir las ganas de llorar.

Pero Heejin no lloraba desde el día en que su novia la vio hacerlo por perder un partido contra un equipo prestigioso, recuerda cuando la omega también con lágrimas en sus ojos le dijo que no se ponga triste, ahí la alfa también supo que Jiwoo era diferente, al igual que sensible.

Cuando siente a la pelirroja removerse a su lado sacando la película, Heejin sale de su trance, atisbando con detenimiento los pasos de Chuu. Ella saca el disco, y vuelve caminando hacia Heejin tirándose a su costado con pereza y tomando el control para ver canales al azar, formándose un leve silencio en el momento.

—Hee... —murmura la omega de repente obteniendo al segundo el miramiento de ésta, Chuu en esta ocasión se veía con un semblante cabizbajo lo cual le dio extrañeza—. ¿C-Crees que debería cambiar mi actitud?

El ambiente se hizo mudo por un momento.

Heejin arqueó una ceja armando una respuesta en su cabeza, sin usar palabras bruscas y con los hombros tensos paseó las frases por los labios.

—¿Quién fue esta vez? —preguntó claramente en un tono dudoso y molesto. La menor tragó un poco de saliva pero no por miedo, ella conocía mucho a Heejin y sabe que es incapaz de dirigirse a ella con una línea despectiva y tosca pese a que se halle enfada. De repente la alfa tomó un suspiro buscando tranquilizarse—. Mi amor, Jichuu, sabes mi respuesta, ¿verdad?

Le pregunta y la más baja asiente levemente.

—Sí, Heekki...—susurra jugando con sus pequeñas manos, aun la televisión estaba prendida.

—Bien, Chuu, te lo volveré a decir, pero mírama a los ojos cuando te lo digo —y como la muchacha dictó, Chuu la atisbó fijamente en sus orbes color chocolate—. No necesito que cambies tu actitud, creeme que en realidad estoy enamorada de todas tus facetas.

Su dedo tocó la pequeña nariz de la omega obligándola a reír.

—Amo que seas a veces perezosa, me gusta llevarte cargada en mi espalda desde la escuela cuando puedo —espetó dejando un beso en su frente—. Amo tus quejidos, son dramáticos pero especiales para mí.

La omega sentía su corazón palpitar y sus rechonchas mejillas hervir.

—Tus chillidos te hacen única, bebé, no necesito que cambios, ¿si? —posa sus labios por la coronilla de la más baja llevando su mano hasta donde de encontraba su corazón—, toda tu actitud es vida para mí, porque estoy orgullosa de tener a una omega diferente a los demás y que sea propia.

Y como último le da un beso en los labios, uno suave y necesitado por parte de Chuu. Cuando el aire faltó, ellas se separaron quedándose viendo a los ojos firmemente, se percató que los de la omega brillaban y Heejin supo que quería llorar.

—Eres mi sapo, Heekki... —inquirió, yéndose a colgar de ella con un abrazo fuerte sentándose en su regazo, por la cual la alfa no dudo en soltar caricias por su espalda fortaleciéndola. Quería que toda inseguridad disipe.

—¿Por qué sapo? No soy tan fea —comenta arrugando un poco el ceño y Jiwoo ríe levemente aun escondoda en su cuello—. Es más, soy una alfa aun codiciada pero con omega, claro. La cosa es que no soy fea, mi pelo me hace ver genial.

Chuu sale de su escondite y otra vez la encara posando las manos en su pecho.

—Porque a pesar de tu ego elevado y tu torpeza en ocasiones te preocupas por mí —le dice robándole un beso en la mejilla rápido a Heejin—. Y no seas asi, el príncipe Naaven era muy bonito, pero se volvió sapo y luego nadie lo quiso a excepción de Tiana. Heekki, te estoy diciendo que aunque seas un sapo asi todo baboso y verde, ¡te quiero! ¡Lo digo en serio!

Heejin parpadeó.

—Entiendo tu punto, y yo también te quiero bebé —lleva sus manos y las entrelaza con las de la omega sacándole una sonrisa—. Pero si somos sinceras, tú eres más bonita que Tiana.

Jiwoo hizo un puchero.

—Lo sé... —barboteo la menor—, tú me haces sentir asi.

—Y lo eres, te lo juro por el dedito —Heejin extendió su meñique y Chuu también lo hizo.

—¿Prometes que siempre seré bonita para ti, Heekki? —pregunta ella con desdén.

La alfa asintió sin dudar.

—Prometo que siempre serás linda para mí.

Y ambas, alfa y omega sellaron el pacto con amor cruzando sus dedos mientras juntaban sus frentes.

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