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—No te debe de importar lo que me pase Hoseok. —miro al rubio. —son mis asuntos.

—Entonces es verdad que alguien te deja ofrendas. —se acercó una pelinegra. —debe de estar mal de la cabeza.

—Hyuna. —la vio. —porque no mejor te vas a una fiesta mortal a ver si alguien se quiere acostar contigo.

—Eres un pesado. —dijo la mujer.

—Ustedes comenzaron. —se dio la vuelta, pero se detuvo al ver a un peli gris verlo.

—¿En serio te dejan ofrendas Yoongi? —le pregunto.

—¿Tiene algo de malo que me dejen unas mandarinas? —lo vio. —no soy como ustedes que les dejan grandes festines o les hacen fiestas en su nombre.

—Pensé que todo el mundo te odiaba. —rio.

Yoongi solo hizo una mueca y se fue del lugar dejando atrás a los demás dioses que se burlaban de él, bajó al mundo mortal disfrazado de humano y tomó una piedra para arrojarla lejos de ahí. Un peli rosa se detuvo al ver al pálido, el cual cuando iba a arrojar otra piedra se detuvo al verlo, era el chico del templo, pero ahora con la luz del sol lo podía ver con más claridad, sus mejillas rosas al igual que sus labios, sus ojos eran color celeste con tonos miel y tenía mechones rosas.

Podría jurar que era mucho más hermoso que Hyuna o como los mortales la conocían como Afrodita, el omega no se movió al ver al pálido hombre, el cual por su aroma detectaba que era un alfa puro. Yoongi dejó caer la piedra y se acercó a paso lento al omega, el cual le apuntó con una daga, haciendo que el alfa retrocediera un poco.

—¿Cómo me encontraste? —preguntó el omega. —¿Qué buscas?

—Yo solo venía a dejar una ofrenda a Zeus. —mintió.

—Te has equivocado de lugar. —lo vio. —el templo de Zeus está al sur. —bajo la daga. —tú te encuentras en el templo de Hades.

—Entonces tú también te equivocaste de sitio. —le dijo al ver la cesta de frutas. —nadie en su sano juicio le da ofrendas a Hades, al dios del inframundo.

—Si así lo ves. —se acercó un poco. —mi sano juicio está dañado.

—¿Le dejas ofrendas a ese dios que nadie quiere? —le pregunto.

—Aunque no lo creas. —camino al lado del pálido. —él me ha ayudado mucho y lo menos que puedo hacer es dejarle ofrendas en agradecimiento.

—¿En qué te ha ayudado? —le pregunto. —claro si puedo saber.

—Me ha mantenido con vida. —respondió.

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