Capítulo 6Cinco minutos

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  Clarke se había despertado por una mala pesadilla. Había soñado que huía, huía de algo que la quería apresar, no sabía el qué exactamente. Hasta que abrió los ojos, tenía la boca pastosa y con mal sabor. ¿Qué le habían hecho esas pastillas? El dolor de cabeza no sabía a qué atribuirlo, al golpe o a la copa de champán que había bebido o ¿fueron varias? El caso es que enseguida entendió el sueño, ya que una larga pierna pasaba por encima de las suyas y un brazo rodeaba su cintura abrazándola con fuerza. Puso un gesto de desconcierto y levantó un poco las sábanas. Estaba en ropa interior ¿por qué estaba en ropa interior? Se giró un poco y le sobre saltó un ronquido que salió de una mata de pelos. Puso ojos como platos y temerosa levantó un poco las sábanas "Fuck, está desnuda" volvió a taparla, e intentó recordar, estaba en la cena, luego hablando con su hermana o mejor dicho haciendo que le interesaba lo que le decía su hermana, chorradas de que tenía que acompañarla a probarse el vestido a una tienda, luego recordó a Lexa hablando o tonteando con una camarera muy guapa y ahí es cuando bebió. Se llevó la mano a la cara "Dios mío, ¿me acosté con Lexa?" su reconcomio pasó a enfado "Un momento, fue capaz de aprovecharse de mí la muy abusiva" así pues, con ese pensamiento, comenzó a patalear y a darle de manotazos hasta que ésta la liberó entre sonidos quejumbrosos:

– ¿Qué pasa?

Clarke se apoyó en el cabecero de la cama y se tapó hasta el cuello, aunque en teoría tenía más prendas de ropa que la descarada de Lexa:

– ¿Qué pasa?– preguntó la ojiazul algo neurótica– yo en ropa interior, tú desnuda y no me acuerdo de nada.

Lexa hizo una mueca y se giró para tumbarse boca abajo, mostrando su sexy tatuaje:

– No te acuerdas de nada porque aún en contra de lo que te dijo el médico bebiste, estás en ropa interior porque pataleabas cuando intentaba ponerte tu pijama de gatitos tan poco atractivo, después de la cuarta patada desistí y yo estoy desnuda porque estoy más cómoda así.

Clarke aún estaba dubitativa, con lo rápido que suele meterle la lengua hasta la campanilla, no aprovechara esa ocasión para no meterle otras cosas en otros lugares "ya te gustaría" negó con la cabeza saliendo de su aturdimiento:

– ¿Enserio que tú y yo no?

Lexa puso una mueca de asco se retiró un poco el pelo y la miró con los ojos poco abiertos:

– No Clarke, no estabas en tus plenas facultades como para atreverme a intentar algo contigo y solo por si acaso te ocupaste de ser tan anti-morbo vomitándome encima.

Nuevamente puso cara de sorpresa, sobre todo cuando su imaginación la trasladó a una escena en la que estaban a punto de besarse y sin previo aviso acabó vomitándola en todo el escote:

– No es verdad– dijo Clarke levantándose de la cama toda horrorizada– Dime que no es verdad.

– Cree lo que quieras– le dio la espalda y trató de ignorar a la hiperactiva Clarke– ahora si me disculpas quiero dormir.

Clarke agarró la parte de arriba de su pijama, "Ja, tan poco atractivo, pero es súper mono" y fue al baño ignorando a la italiana que recobró el sueño rápidamente.

Raven estaba bromeando con Octavia y Lincoln, desde que Lexa y Clarke estaban de viaje, sus días estaban siendo más aburridos, sobre todo porque Lexa iba mucho por ahí y la entretenía con sus locuras, a pesar de que no se dejaba conocer mucho, envidiaba a Clarke, iba a conocer más de Lexa que cualquier mujer que solía acompañarla:

– Vamos, animaros a venir, he conocido a una mujer muy guapa– decía la castaña a la pareja– podemos tener una doble cita, nunca he tenido una.

– No sé– decía Octavia poco convencida– conocer a una mujer para que luego te dure poco.

– Esta es diferente.

Se defendió la camarera, a la que le quitaba el trozo de cruasán que le quedaba a la ojiverde:

– Por mí está bien– se animó Lincoln antes de convencer a su novia– últimamente salimos poco, nos estamos olvidando que somos jóvenes y ahora no está Clarke, ya viste lo que pasó la última vez

– ¿Qué pasó la última vez?

Quiso saber la castaña:

– Se puso a arreglar las flores de todos los jarrones del restaurante.

No era por meterse con la rubia, pero es que a veces se pasaba de neurótica. Las dos mujeres comenzaron a reír. Aun así, con sus manías la querían. Pobre Lexa, pensó Raven. Aunque fue nombrar a la reina de roma y comenzar a sonar el teléfono de Octavia. Que les mostró a los dos presentes quien era antes de contestar:

– ¿Cómo va tu misión de ser la hija perfecta?

Preguntó con mofa Octavia. Lincoln y Raven observaban a la elegante ojiverde con expectación. Tratándose de Clarke Griffin, seguro que le contaba alguna aventura. Octavia arrugó la frente:

– Clarke, si me hablas tan rápido no entiendo nada– arqueó las cejas y apretó los labios para no reír– ¿Qué? y ¿Cómo ocurrió eso?– se tapó la boca para no carcajear, se le caían las lágrimas, lo dicho, toda una aventura, abrió la boca– ¿Le vomitaste encima?

Se obligó a apartarse el teléfono para romper a reír sonoramente, Raven aprovechó para quitarle el móvil, ya que la muy cotilla quería saber qué le había contado, ésta tuvo mejor autocontrol con la risa, aunque se moría de ganas de hacer la croqueta por el suelo mientras se partía de risa:

– ¿Un momento? – quedó alucinada cuando le contó cómo había despertado– ¿Eres una de las pocas que ha tenido la suerte de ver a esa italiana sexy desnuda?

En ese momento los otros presentes quedaron callados, parecían que se habían perdido un capítulo. ¿Clarke la tiquismiquis vio desnuda a Lexa? Rápidamente pusieron las parabólicas al 100% intentando enterarse de lo que le contaba. Raven puso esa cara pensativa, esa en que le daba por pensar cosas locas, pero acababa acertando de pura chiripa o por exceso de imaginación, incluso se rascó la barbilla:

– ¿Me dices que Lexa ha aguantado todo eso?– hizo una mueca– ¿Y tú estás aguantando todo eso?– Arqueó las cejas– ya, oye eres una torpe no podemos hacer milagros, pero como amiga te voy a dar un consejo que no le suelo dar a cualquier chica, acuéstate con Lexa y quítate de tonterías.

Antes de recibir la reprimenda por parte de la rubia, se tomó el placer de dejarle con la palabra en la boca y colgar. Total, estaba a miles de kilómetros de distancia y cuando regresara seguro que se le olvida. Octavia la miró en plan "¿qué has hecho?" e interpretando esa expresión Raven se adelantó respondiendo:

– Digamos que conozco un poquito a Lexa, si un trabajo no le gusta por mucho que necesite el dinero– se encogió de hombros– lo manda a la mierda y lo mismo ocurre con las mujeres, se va con todas, pero pocas la catan, así que una de dos, Clarke le paga una fortuna o la sexy italiana está loquita por Clarke– se apoyó en la barra– y Clarke tampoco tiene tanta paciencia, esas dos quieren darse matarile y no saben cómo.

– Vomitarle la cena en el escote seguro que no.

Dijo Octavia rompiendo a reír. Seguido de los dos presentes.

Clarke se miraba en el espejo mientras se cepillaba los dientes, de vez en cuando mascullaba cosas sin sentido, acostarse con Lexa, ¿qué bicho le había picado a Raven? Solo necesitaba apoyo moral, que la mintieran diciendo que la hinchazón y el morado de su nariz se habían quitado para la boda, que Lexa se iba a comportar de una forma normal. Se enjuagó la boca, que en un principio olía y sabía a bicho muerto. Salió del baño y dio una patada a la esquina de la cama:

– ¡Eh!– dijo con decisión– italiana abusiva, ¿No habíamos quedado que dormirías en el sillón?

Lexa gruñó, pataleó y se levantó de la cama. Clarke quedó boquiabierta antes de girarse, que la mujer estaba como dios la trajo al mundo. Aunque de poco le sirvió podía ver el reflejo en el espejo:

– Esa norma la pusiste tú y no vayas de pudorosa, tengo lo mismo que tú no sé ¿Qué te puede espantar?

La cuestión no era que le espantara, si no que le pudiera gustar, pero era más fácil convencerse de lo contrario. Espero a que se pusiera una camiseta de tirantes y unas bragas cuando ambas intercambiaron miradas de sorpresa, a primera hora de la mañana comenzaron a escuchar los gemidos de una chica y los golpes de lo que parecía ser un cabecero chocar contra la pared de la habitación continua. Lexa comenzó a reír:

– Los de al lado han tenido mejor despertar que el nuestro, gime muy sexy– dijo señalando la pared con el dedo gordo– al estilo actriz porno.

Clarke puso mala cara:

– Es mi hermana– Lexa levantó las manos en señal de paz y se dispuso a ir al baño, pero Clarke la detuvo y le susurró, como si los de al lado tuvieras súper oído o algo parecido, estaban demasiado ocupados para preocuparse de lo que hacían ellas– se supone que somos una pareja feliz, mi hermana no es la única que va a tener un calenturiento despertar.

Lexa miró a Clarke de pies a cabeza y puso una mueca al ver su pijama de gatitos:

– Ya– decía aun con el mohín– verás es que ese pijama no me atrae, pero si te lo quitas a lo mejor podemos hacer algo

La rubia le dio un manotazo en el brazo:

– Hablo de fingir burra

Lexa se encogió de hombros:

– Mi dispiace amore mio, non so come fingere, una vez lo intenté y me pillaron, desde entonces tiene que salir todo naturale.

Clarke le agarró de la mano y cuan enfermizas se pegaron a la pared, primero gesticuló con las manos, como intentando arrancar, hasta para ella estaba siendo una situación demasiado violenta, puso los labios en señal de o y en cuestión de segundos dijo:

– OOOHHH– Lexa apretó los labios para no reír, Clarke parecía el doblaje exagerado de una porno malísima– Como me gusta, Lexa.

Señaló a la ojiverde para que siguiera, pero ésta entre risas negó con la cabeza. Clarke chirrió con los dientes y le dio un fuerte pisotón en el pie. Lexa puso cara de dolor y abriendo la boca le salió un:

– AAAAHHH.

Terminando por musitar casi sin voz la palabra "loca", obviamente Clarke estaba metida en su papel de momento sexual inexistente:

– NO PARES LEXA.

Entonces los golpes de cabecero contra la pared aumentaron con un último alarido. Las dos chicas miraron a la pared y Lexa sustituyó el gesto de dolor por una divertida, señaló la pared:

– Enserio Clarke ¿Quieres recuperar cinco minutos de placer y 23 h con 55 minutos de frustración?

Clarke la miró con enojo y volvió a gritar:

– AAAHHH SI LEXA

Le hizo señas para que la ojiverde la corease, Lexa agachó la cabeza, no quería otro pisotón, pero ya que Clarke quería jugar, la morena se lo pasaría bien, así que la complació:

– Ohh che gustoso Clarke– en un principio la ojiazul sonrió satisfecha hasta que quedó de piedra con lo siguiente– eso es chúpame el dedo gordo de pie che piacere

Clarke se tapó la boca con una mano antes de contraatacar:

– Ahh sí que culito– Lexa dibujó media sonrisa– como me gusta azotarte– La morena se encogió de hombros dándola a entender de que eso no le desagradaba– ESO ES, PASEAME POR LA HABITACIÓN COMO SI FUERAS MI PONY ¡ARRE!

Lexa ladeó la cabeza dio un paso a Clarke desafiante y estaba preparada para contraatacar:

– ahh sí, COMO ME GUSTA QUE TE EXCITE OLER MIS FLATULENCIAS.

Clarke puso ojos como platos volvió a taparse la boca. Vale, comenzaba a divertirle la situación y ambas contenían la risa, iba a devolvérsela, cuando escucharon unos golpes en la pared y escucharon la voz de Harper:

– EH PERVERTIDAS DE ASQUEROSOS GUSTOS, TENEMOS QUE IR DE COMPRAS.

Clarke puso los ojos en blanco, e iba alejarse de la pared:

– Espera– le paró Lexa– yo nunca dejo a una mujer insatisfecha, llega al orgasmo.

– No.

Le respondió con el mismo tono de voz:

– Clarke, has sido tú la que se ha empeñado en llevar esta falsa, yo no paro hasta que la chica con la que estoy llega al orgasmo– Clarke negó con la cabeza– no saldremos de esta habitación hasta que llegues al orgasmo– Clarke comenzó a enrojecer de la ira– vamos preciosa, fíngeme un excitante orgasmo.

Clarke hizo como si estubiera estrujando un trapo mojado cerca del cuello de Lexa, antes de volver a gesticular con las manos tratando de arrancar y gritó con exageración:

– ¡AAAHHHH SÍ! HAN SIDO LOS DI– recibió unos golpecitos en el hombro y Lexa meneó el dedo índice mostrando su desacuerdo, Clarke gruñó– TREIN....

– Pero que te piensas ¿Qué soy un tío cishetero?– le susurró con enfado– mínimo una hora.

Clarke la miró boquiabierta:

– ¿Una hora mínimo?

Lexa hizo una mueca:

– ¿Con qué clase de anorgasmicas has estado?

Clarke puso los ojos en blanco y entre un gemido acabó:

– HA SIDO LA HORA MÁS PLACENTERA DE MI VIDA– Clarke suspiró, pues fingir era más agotador– venga, que tenemos que ir de compras.

Lexa la miró quejumbrosa y dejó caer los hombros:

– ¿Yo también tengo que ir? Odio ir de compras.

Clarke se encogió de hombros:

– Te jodes como Herodes, vamos.

Lexa miró al techo, ¿qué hacía ahí? Perder su dignidad, primero aguantar a esa mujer neurótica, nada más llegar la placaron con un deporte agresivo, aguantar a la neurótica narcotizada la cual le obligó a deshacer todos los lazos, le vomitó encima y para colmó había mantenido el peor polvo ficticio con ella, en definitiva, se ganaba el cielo si o si, de puertas para afuera tenían que fingir que eran una pareja feliz, una pareja que no se daban besos y si le permitía pasar el brazo por encima de los hombros, era todo un milagro, pero claro, solo se lo permitía cada vez que Finito Colines estaba cerca. El colmo de los colmos es que acababa comportándose como la típica pareja al darle apoyo moral a la rubia. Ya que en la tienda le obligaron a ponerse el vestido de dama de honor más horroroso, demasiado pomposo de color purpura, hacía juego con su nariz morada. Clarke sin decir nada señaló su imagen en el espejo del probador, con ojos llorosos, su madre puso las manos en sus hombros y con expresión de orgullo:

– Lo sé ¿Qué es precioso? Seguro que a Lexa le encantará verte así, voy a ver a tu hermana en el otro probador – más pesadumbre le dio a Clarke cuando su propia madre no supo interpretar su cara de descontento– Lexa querida– le escuchó decir fuera del probador, más ganas de llorar le entraron, seguro que se reiría de ella– Mira lo preciosa que está tú prometida.

Con los hombros caídos y ojos humedecidos, vio como Lexa entró en el probador y puso cara de sorpresa:

– Vaya, estás... es un vestido...

Clarke se giró entre llantos y le dijo:

– Horrible, dilo es un vestido horrible y estoy horrible.

Lexa torció los labios y sacó un pañuelo de su bolsillo, a ella no le obligaban a probarse vestidos ostentosos, con un color espantoso y aun en contra de las normas de Clarke vestía como le daba la gana con sus pantalones vaqueros de pitillo color negro, sus botas negras con tachuelas al estilo roquera y su americana ajustada dejando ver debajo una camiseta blanca:

– Yo no diría que horrible, eres como una flor bañada por el rocío de la madrugada, a poca gente no le gusta el frio de la mañana, sin embargo, una bella flor consigue hacer de ese acontecimiento natural, algo único y hermoso.

Clarke le quitó el pañuelo de las manos y se quitó las lágrimas solas:

– No digas tonterías, seguro que le dices esto a todas.

– ¿Por qué das por hecho de que se lo digo a todas?– Hizo una mueca– ¿Quiénes son todas? Podrías dejar de juzgarme, en ningún momento te he dado a entender que me gusta meterme entre las piernas de cada mujer que veo.

La rubia rio con ironía:

– Por favor, atractiva, con acento italiano sexy que derretiría hasta el iceberg que hundió al Titanic– Lexa dibujó media sonrisa– cualquiera con tu físico y tú picardía de chulita se aprovecharía de tener a todas las mujeres a sus pies.

– El atractivo me hace ganar puntos con las mujeres, no te lo voy a negar– dibujó una triste sonrisa– pero te equivocas en eso de que tengo a todas las mujeres a los pies

Clarke puso los ojos en blanco:

– Si cuentas a las heterosexuales, normal que no tengas todas a tus pies, pero me refiero, a las lesbianas y bisexuales, hasta a las heterocrees.

Lexa carcajeó al escuchar eso último:

– Clarke, si no trataras de querer gustar, te darías cuenta de que tú también eres atractiva, seguro que sin darte cuenta ya le has robado el corazón a más de un hombre y mujer– le dio un beso en el reverso de la mano– Mira, volviendo al tema principal, es un vestido que solo llevarás un día, la boda de tu hermana, si me dices que es para tu boda, yo misma te rescataría de este probador y te llevaría lejos.

Clarke la miró como si hubiera recibido un pequeño calambre:

– Hazlo, rescátame ahora mismo.

– Está bien, pero antes cámbiate de ropa, no vayamos a acabar en la cárcel por robar un vestido muy caro y esp...– al ver la cara de Clarke– esplendido.

Dicho y hecho, Lexa esperó fuera mientras fingía dar una vuelta por la tienda. Mientras que Clarke se asomó por el pasillo de los probadores, se escuchaba la voz de su madre en uno de los probadores agasajando a su hijita adorada. Era absurdo, una mujer adulta escapándose de su madre y su hermana, ahí dejó el vestido, en el probador, si fuera normal escribiría que en el suelo tirado, pero tratándose de la neurótica Clarke, estaba colgado y sin apenas una arruguita.

Pasó al lado de Lexa y las dos caminaron hacia la puerta. La ojiverde chasqueó con la lengua y negó con la cabeza, agarró la mano de Clarke y le susurró:

– Ya que nos fugamos, hagámoslo bien– curvó la comisura de los labios– corriendo.

Justo estaba saliendo de los probadores Abby, cuando las dos comenzaron a correr, aunque salieron de la tienda, no salieron del centro comercial, era muy grande y de tres plantas, las siguientes horas, la pasaron como si fueran unas adolescentes intentando evitar a la bruja de la suegra y la repipi de la cuñada, incluso entraron en una tienda de low cost. Clarke nunca se había atrevido entrar a una tienda de esas, tuviera o no estilo, toda su ropa era de temporada y de marca. Lexa le ponía un sombrero color negro, la miraba pensativa, negaba con la cabeza y le probaba otro sombrero:

– ¿Crees que con esta cara algún sombrero me va a quedar bien?

Lexa bufó y dejó caer sus hombros:

– Clarke, por una vez pásatelo bien, no pienses en qué pensarán o si te queda bien, tan solo disfruta, te cuestionas si te queda bien un sombrero que a mi parecer te hace interesante, pero no te cuestionas si un pijama de gatitos te haga parecer una viejita solterona– Clarke la fulminó con la mirada– Nada más entrar, te has puesto a ordenar las prendas de una sección por colores, hagamos una cosa, solo por éste día no pienses– enseñó el dedo índice y casi le miraba suplicante– por un día déjate llevar y disfruta o ¿es algo demasiado complicado para ti?

– ¿Piensas que no sé pasarla bien? ¿Qué no sé disfrutar? – pero que picajosa podía llegar a ser esa rubia– está bien reina de la fiesta, ¿qué es para ti pasarla bien? – Lexa alzó las cejas seguidamente y dibujó una sonrisa llena de picardía– nada sexual pervertida.

Lexa se encogió de hombros dejaron las cosas en su sitio y bajaron a la zona de los recreativos. A la ojiverde se le iluminó los ojos al ver que había un circuito de guerra laser, en un principio le pareció buena idea, luego se le olvido que los Griffin eran demasiado competitivos. Fue poner un pie ahí y Clarke sacar la bestia que llevaba dentro, incluso hizo llorar a un niño. Estaban apoyadas en una de las paredes, Lexa la miraba con el ceño fruncido:

– Clarke, es un juego.

– ¿Y qué?– preguntó casi con ojos inyectados en sangre– en los juegos se gana o se pierde y yo no soy una perdedora.

– ¿Qué hay de... lo importante es participar?

Clarke la miró seria:

– Eso es lo que se les dice a los perdedores para consolarlos.

Lexa hizo una mueca:

– No tengas hijos nunca.

– Creo que el camino está despejado

Dijo antes de asomarse a cuerpo descubierto, levantó el arma, pero llegó tarde, el chaleco sonó y se puso de color rojo, quedando descalificada. Clarke gruñó y le tiró la pistola al niño que le había descalificado:

– Maldito mocoso.

Lexa salió para agarrarla y tirar de ella miró apenada al padre del niño:

– Mi dispiace, está tomando medicamentos no sabe lo que dice.

– Suéltame, Lexa.

Le dijo a pleno pulmón, no le hizo caso hasta que estaban fuera de los recreativos. Metido en la lista, cosas que no debe hacer nunca más con Clarke Griffin, jugar a cualquier deporte o juego con:

– Estás loca, se trataba de pasarlo bien

– Estaba pasándolo bien hasta que ese crío me hizo perder.

¿Había algo en la faz de la tierra que pudieran hacer juntas? sin tener que parar para recolocar unas prendas de ropa, unos lazos, sin escalabrar a un niño porque la hizo perder o ir más lento porque tenía que ir por las baldosas del mismo color. Lexa suspiró, ¿Había algo? Salieron del centro comercial y caminaron por las calles, muy diferentes a cualquier calle metropolitana al estilo Nueva York, era más parecido al oeste y es que estaban cerca de Aspen. Un bolero le llamó la atención, procedente de un edificio, se trataba de una academia de baile, bailar era divertido y seguía reglas como le gustaba a Clarke:

– Ven, vamos a entrar– Clarke le miró con una mueca– Dijimos que por un día te demostraría como me divierto y sin sexo.

Entraron a la academia, todo eran parejas de ancianos, aunque eso no fue impedimento para Lexa, que solicitó una única clase, a cargo de Clarke obviamente, como todo. En un principio la rubia se colocó donde pudiera haber distancia, pero la morena curvó la comisura de los labios y pasando su mano por su cintura la pegó a ella:

– No seas tan cuadriculada Clarke, es un baile.

Clarke pasó sus manos por los hombros de la italiana:

– Admite que lo haces para sobarme

– Admito– Clarke arqueó las cejas en plan "lo sabía"– Que me moría por bailar contigo. Estás pensando, no dejas de pensar ni para bailar, porqué te resistes a tener algún acercamiento conmigo, yo solo quiero ser tu amiga.

– ¿qué amiga accedería a venir conmigo por dinero?

La expresión de Lexa cambió:

– Eso es otra historia, tú también accediste a pagarme sin remordimientos, también me estás usando.

– No te estoy usando muy bien al parecer

Lexa volvió a poner una cara traviesa:

– Eso porque no quieres preciosa

Clarke puso los ojos en blanco, antes de romper a reír:

– No me refiero sexualmente burra– Le quitó una pelusa del hombro mientras se balanceaban de un lado para el otro– digo, eres incorregible, haces y dices lo que quieres, no haces nada más que ponerme en evidencia...

– Hago y digo lo que quiero porque así me siento más libre, soy feliz aunque con ello disguste hasta a mis seres más cercanos, hoy te has escapado de los deberes que te han encomendado tu familia ¿Cómo te sientes?– Clarke apartó la mirada unos segundos– Posiblemente tu hermana te envidie más que tú a ella– en ese momento si se atrevió a mirarle directamente a sus ojos verdes e hipnotizadores– quitando que eres una loca neurótica, terminaste tu carrera, vives en la ciudad y no le rindes cuentas a nadie, por el contrario, tu hermana, es una descerebrada que solo es un complemento más para Finito Colines ¿de verdad quieres ser eso? Eres mucho más y espero que antes de tres días sepas ver eso, porque de verdad en el fondo eres mejor que todo esto.

Clarke curvó la comisura de los labios:

– ¿Cómo es que no te vi antes?

Lexa dibujó media sonrisa:

– Tampoco me exponía tanto a que me vieras, cuando entrabas en el bar para mí era ver como un hermoso atardecer, no quería interrumpir esa hermosa imagen con alguna chorrada al estilo "me dedico a fabricar condones"

Clarke carcajeó, apoyó la cabeza en su hombro y cerró los ojos:

– Hueles bien

– La última vez que dijiste eso acabaste vomitándome encima– Clarke escondió su rostro mientras reía de la vergüenza– ¿Debo preocuparme?

– Perdona por eso, debió ser horrible

– No pasa nada– Clarke la miró a la cara, ambas estaban sonriendo– tu penoso orgasmo fingido lo superó.

Clarke puso gesto travieso, como nunca lo había hecho:

– Ya te gustaría escucharme tener un orgasmo de verdad

Lexa asintió con entusiasmo y con voz dulce se fue acercando para intensificar su mirada desafiante:

– Escucharlo y ser la culpable de que lo tengas, ese y muchos más

Ese, ese era el momento perfecto para que sus labios chocaran e incluso tanto, por una parte, como por la otra, ambas en perfectas facultades, querían hacerlo, solo que se dieron cuenta que la música había dejado de sonar y se escuchaba a alguien masticar una patata frita. Los ancianos se habían sentado y no dejaban de mirarlas. Una anciana diminuta, con gafas de pasta:

– ¿Por qué paráis? Besaros de una vez.

¿Habrá beso? ¿No habrá beso? En el próximo capítulo se sabrá.  

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