El inicio de la Ordalía

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Caía la tarde. Lynn lloraba en su habitación, y su mente era un remolino imposible de detener. Eran tantas emociones, tan diferentes y contradictorias entre sí.

No estaba segura de cómo pudo salir de allí sin que la descubrieran. No recordaba siquiera cómo había llegado a la casa, ni cómo se las arregló para que su voz en el celular sonara neutral, para que sus amigas no se dieran cuenta de su estado emocional. Tampoco recordaba qué excusa les dio para justificar su ausencia.

Todo lo que sabía era que su mente se debatía en un conflicto desgarrador. Por un lado, al verlos interactuar, Lynn se sintió segura de que sus hermanos no eran solo amantes ocasionales. Lincoln y Leni no estaban jugando a ser novios: de verdad estaban enamorados. Se tenían un amor y una confianza que quizá ella nunca iba a conocer en su vida; y eso la hacía sentirse celosa y resentida.

Pero por otra parte, estaba presenciando un acto inmoral, aberrante. Algo que sus convicciones morales no podía apoyar, ni aceptar. Y mucho menos encubrir.

A pesar de todo, en ese rato llegó a pensar varias veces que era mejor dejarlos en paz. Dejarlos que vivieran su romance hasta donde pudieran. Después de todo, era muy difícil encontrar el verdadero amor. ¿Acaso no debía alegrarse por el hecho de que sus hermanos lo hubieran logrado? Eran su familia, y los quería a su manera. Tenían derecho a encontrar la felicidad.

Solo que enseguida se enojaba consigo misma, y sentía un profundo malestar ¿Dejarlos en paz? ¿Acaso se había vuelto loca? ¡Eran hermanos y estaban teniendo sexo, por dios! ¡Era incesto! ¡Incesto! ¡Un acto inmoral y reprobado en casi todo el mundo!

¿Cómo demonios los iba a dejar en paz? ¡Estaban haciendo mal! ¡Eran unos depravados, y especialmente Leni! No le quedaba claro y no le importaba quién había seducido a quién. ¿A quién le importaba la manera en que empezaron? ¡Lo estaban haciendo, y ya! ¡No podía permitir que siguieran así!

Inmersa en su enojo y su dolor, Lynn no alcanzaba a discernir que repartía las culpas de manera desigual. Sin duda estaba molesta con Lincoln, pero seguía sin culparlo de verdad. Lo veía como una víctima de las circunstancias. Leni era la mayor, la bruja seductora que debió cuidarse y mantener a su hermano bien alejado. Le costaba mucho trabajo imaginar que Lincoln hubiera propiciado esa situación, sobre todo porque jamás se comportó de manera incorrecta con ninguna de ellas. Ni siquiera con las hermanas que estaban más cercanas a su edad. Y por si eso no fuera suficiente, la actitud de Leni hacia Lincoln cuando estaban haciendo el amor era más que elocuente: ella lo besaba, ella lo acariciaba; y consentía de la manera más entusiasta en que Lincoln hiciera de todo con ella.

¡Leni era la verdadera culpable! ¡La muy puta!

Tan solo el pensar en esa palabra la hacía enfurecer.

¡Claro que lo era! Leni era una puta de la peor especie. Muy probablemente deseaba a Lincoln desde hacía mucho tiempo. Quizá tanto como ella misma, pero... ¡Ella no había hecho nada por seducir a Lincoln, aun cuando lo deseara tanto! ¡Claro que no! Aunque hubo momentos en que se consumía de deseo por tan solo verlo, siempre resistió. Nunca hizo nada indebido. ¡Vamos, hasta inventó toda esa estupidez de la mala suerte para alejarse de él, justo cuando sentía que estaba más enamorada!

La deportista se entretuvo largo rato con esos pensamientos. Estaba tan abstraída en su enojo, que no se dio cuenta de que alguien había regresado a la casa. Tuvo que escuchar el ruido de una puerta y unas risitas para percatarse de que ya no estaba sola.

Saltó de la cama. Esperaba estar equivocada, pero las risas le eran sospechosamente familiares. Sin duda, la puerta que escuchó era la del cuarto de su hermana Leni.

Se asomó lo más discreta que pudo. Al principio, como consecuencia de su enojo, pensó en enfrentarlos inmediatamente, de manera directa; pero enseguida se dio cuenta de que no le valdría de nada. Aunque los amenazara y los golpeara, no lograría separarlos; y mucho menos hacer que reflexionaran. Tenía que pensar en un modo de resolver esa situación de otra manera. Seguro que necesitaría la ayuda de alguien...

Reflexionaba en ello, cuando escuchó de nuevo las risas y chasquidos de besos. El sonido era inconfundible.

Lynn se enfureció a más no poder.

Demonios... Venían de hacer sus cosas en un motel. ¿Y pensaban seguir en la casa? ¡Carajo, ni siquiera se habían puesto a revisar si había alguien, antes de empezar con sus cochinadas! Y para colmo, ni siquiera se fijaron en que la puerta estaba entreabierta. ¡De verdad que eran unos...

El enojo la sobrepasaba, se llevaba su capacidad de razonar. Por un momento, pensó en volver a su cuarto y encerrarse para no escuchar nada. Después de todo, la familia volvería muy pronto. Quizá si los denunciaba en ese momento...

De nuevo se escucharon una secuencia de chasquidos y suspiros. Le pareció que Leni gemía, y ya no pudo soportar más. Había llegado a su límite. ¡Por dios, que no iban a hacer esas porquerías en la casa de la familia!

Estaba a punto de salir, cuando se le ocurrió una idea. Estuvo a punto de no llevarla a cabo, por lo frenética que se sentía. Pero en el último momento, regresó al buró de su cama. Tomó su teléfono celular, y lo puso en modo de cámara.

Cuando se asomó, los vio completamente vestidos; pero comiéndose a besos. Tuvo que recurrir a sus últimos vestigios de voluntad para enfocarlos y encender la cámara del celular. Un breve video de diez segundos de duración sería suficiente. Tuvo tan buen suerte que logró captar el momento en que la boca de Lincoln bajaba por el cuello de Leni y le daba un pequeño mordisco a uno de sus senos por sobre la tela del vestido. Los dos tórtolos estaban tan metidos en su juego, que nunca se percataron de que habían sido grabados. Ni siquiera escucharon el ruido del auto que se estacionaba en el garaje de la casa.

Lynn sonrió de pura malicia. Los tenía justo donde quería: Lori había llegado. No pudo haber pedido una mejor aliada para sus propósitos.

***

De manera calculada, dejó pasar cosa de un minuto. Tuvo que soportar seguir viendo cómo se besaban, pero eso le ayudó a reinicializar el video; llenar sus reservas de indignación, y luego gritar tan fuerte como pudo:

- ¡¿Qué rayos están haciendo ustedes dos!?

Lincoln y Leni voltearon y se quedaron paralizados. Fue tanto su miedo y estupor, que ni siquiera se les ocurrió separarse. Todo los delataba, y los dos lo sabían.

- ¡Contéstenme! -continuó Lynn, implacable- ¡¿Qué es lo que creen que están haciendo?! Se estaban besando, ¿verdad? ¡¡Se estaban besando!!

Lincoln y Leni se soltaron por fin. Leni se llevó las manos a la cara, su bello rostro convertido en una máscara de terror. Lincoln, a pesar de su rapidez mental, no pudo pensar en otra cosa que decir:

- Lynn... Nosotros... Tú... ¡No sabíamos que estabas en la casa...

Lynn se enfureció todavía más. ¡Vaya confesión de culpabilidad tan estúpida!

- ¡Claro que estaba en la casa! ¿Es que ni siquiera se les ocurrió ver si había alguien antes de ponerse a hacer sus cosas? ¿Qué significa lo que estaban haciendo? ¡¡Contesta, maldición!!

En ese momento, una cuarta voz resonó por la escalera. Lincoln la reconoció al punto, y sintió que cobraba un poco de valor. Si era astuto, podía utilizar la legada Lori a su favor. Pero Lynn destrozó de inmediato sus ilusiones.

- ¡Lynn! -exclamó la hermana mayor- ¿Por qué tanto escándalo? ¿No han llegado mis papás?

Lynn se limitó a pasarle el celular y pulsar el botón de reproducción.

- ¡Mira lo que descubrí haciendo a tus hermanitos!

Lori recibió el celular, sin entender muy bien lo que estaba ocurriendo. Sin embargo, no tardó nada en reaccionar. La toma del celular era más que clara. Leni y Lincoln parecían sorberse el uno al otro por la intensidad de sus besos, y sus ojos casi se salieron de sus órbitas cuando vio el mordisco amoroso que Lincoln dio en el pecho de su hermana.

Se quedó estupefacta por un momento. Abrió la boca en un gesto de profunda estupefacción. Lincoln la miraba con los ojos tan abiertos como ella, y Leni se cubría el rostro con ambas manos.

- ¿Qué es esto? -susurró, y luego gritó mucho más fuerte-. ¡¿Qué demonios es esto?!

Volvió a mirar el celular y tocó el botón de reproducción. Las imágenes desfilaron ante ella, y apenas se dio cuenta de que su respiración se estaba agitando.

- Es lo que hacen tus hermanitos, cuando creen que no hay nadie en...

Lori se volvió hacia Lynn, y su primer estallido de furia lo tuvo con ella.

- ¡¡Cállate!! -gritó con fuerza suficiente para que a Lynn le dolieran los oídos.

Su rostro se había convertido en una espantosa máscara de furia. Enseguida se encaminó hacia Lincoln, y sin avisarle siquiera, lo golpeó en el rostro con tanta fuerza que estuvo a punto de derribarlo.

Aquel solo fue el primer golpe, porque comenzó a darle tan fuerte como pudo, utilizando los puños y la palma de la mano abierta. El ataque fue tan furioso, que Lincoln apenas pudo cubrirse de algunos de los golpes más fuertes.

- ¡¡Maldito abusivo!! ¿¡Cómo te atreves a abusar de Leni?! ¡¡Eres un desgraciado!! ¡¿Cómo te atreviste?!

Leni, al ver que golpeaban a su amado, se arrojó contra Lori y trató de sujetarla.

- ¡Déjalo! -gritó desesperada-. ¡Ya no le pegues a Linky! ¡¡Yo tuve la culpa de todo!!

- ¡¡Tú cállate!! -espetó Lori, empujándola con toda su fuerza- ¡Ahorita me arreglo contigo!

Y tomó a Lincoln por los cabellos, para arrastrarlo fuera del cuarto y llevarlo a encerrar en el suyo.

Era evidentemente que se acercaba un problema mayor para Lincoln y Leni ahora que su relación secreta había quedado descubierta.

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