Secretos familiares

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Aquello fue solo el inicio.

El resto de la familia no tardó mucho en llegar. Lori estaba tan frenética, que regañó a Leni y a Lincoln por separado. En ningún momento trató de razonar con ellos; solo les gritaba para desquitar su enojo y su repugnancia.

Pese a todo, la reacción de Lori no fue nada comparada con la que tuvieron sus padres. Ni Lynn, ni Lori, ni ninguna de las otras hijas imaginaron un despliegue de violencia tan irracional como el que demostraron Rita y, sobre todo, Lynn. Los jóvenes Loud siempre tuvieron a sus padres como gente despreocupada, bonachona y bastante negligente. Incluso con la mejor buena voluntad, tenían que reconocer que sus padres se pasaban en sus descuidos; y renunciaban a su papel de figuras de autoridad cuando la situación ameritaba mayor disciplina. Pero esta vez no fue el caso; y todos descubrieron atemorizados cuál era el límite de sus padres, hasta qué extremos podían llegar.

Lori tuvo parte de la culpa. Se dejó llevar tanto por su propia ira, que les mostró el video a sus padres sin prepararlos de ninguna forma. En un primer momento, Rita y Lynn pensaron que aquello era alguna especie de broma. Pero cuando vieron los rostros de sus hijas y llamaron a Lynn para pedirles mayores detalles, tuvieron una explosión de ira como nunca les habían visto. La misma Lynn sintió pavor cuando sus padres la interrogaron, y la hicieron confesar todo lo que había visto en el motel.

Fue una experiencia terrible para la deportista. Nunca pensó que sus padres pudieran reaccionar así. Cuando acabó, los dos estaban rojos de rabia. El hombre profirió una palabrota, y los dos salieron precipitadamente de su habitación, prohibiéndole que saliera bajo ninguna circunstancia.

Hicieron lo mismo con sus otras hijas. Rita les gritó que se encerraran en sus habitaciones; y como se tardaban en obedecer, las empujó para obligarlas. Después, se fue junto con Lori a la habitación de Leni para encargarse de ella; en tanto que Lynn sr trajo el más grande y pesado de todos sus cinturones. Todas oyeron cuando sacó violentamente a Lincoln de su habitación, lo obligó a caminar, y lo llevó escaleras abajo.

Se escucharon diez, veinte golpes terribles, y luego; los gritos rabiosos de Lynn padre. Después oyeron un grito agudo, señales de lucha en el cuarto de Leni, sus pasos precipitados al bajar la escalera, el intercambio de gritos e insultos entre Lincoln, Lynn y Leni. Nunca se había escuchado nada parecido en aquella casa, ni siquiera en las más violentas discusiones y peleas de los chicos Loud.

Nadie entendía muy bien lo que pasaba. Luna y Luan tenían una idea de ello, pero el miedo y la incredulidad les impedían comentarlo. Lucy creyó escuchar en algún momento la palabra "incesto" referida a Lincoln y Leni, pero hizo poco más que encogerse de hombros y esbozar una ligera sonrisa. Desde su punto de vista, aquello era incluso predecible. Lincoln las quería tanto, que no le parecía improbable que "aquello" se diera entre él y alguna de sus hermanas. Si acaso, sentía celos de que las atenciones de su hermano no le hubieran favorecido a ella.

Las gemelas y Lily, en cambio, estaban abrazadas y trataban de no escuchar. Por suerte, en medio de su enojo, Rita tuvo el suficiente sentido común para encerrar a la más pequeña con sus dos hermanitas mayores. Lily lloraba porque le estaban pegando a Lincoln, porque sus padres estaban furiosos como nunca los había visto, y porque todos gritaban y se decían cosas horribles. Lana le tapaba los oídos e intentaba que no escuchara. Tampoco entendía muy bien el motivo del alboroto, pero se daba cuenta de que Leni y Lincoln se habían propasado de alguna manera. Debido a los ambientes en que se había desarrollado, Lola entendía un poco más. Compartía la decepción y el resentimiento de sus padres, pero esa explosión por parte de ambos la tenía muy perturbada. Intuía, de una manera muy oscura, que las cosas serían muy diferentes para la familia Loud a partir de ese día.

***

También en su habitación, Lisa hacía esfuerzos por controlar el llanto. Fue la primera de todas en comprender bien lo que estaba pasando. Escuchó los gritos y sintió cada golpe como si se lo estuvieran dando a ella misma. Sabía que la reacción de su padre era muy normal, sobre todo por las sospechas que abrigaba desde hacía bastante tiempo sobre la situación de la familia. Sabía que no iban a entender que algo aparentemente tan místico como el amor pudiera surgir entre una pareja de hermanos, y que eso pudiera traer alguna cosa buena para ellos.

En un esfuerzo por abstraerse de lo que ocurría, tomo algunos de los reactivos y químicos que guardaba en su habitación, y comenzó a preparar el ungüento que Lincoln necesitaría para aliviarse y poder dormir. Incluso antes de escuchar las órdenes directas de su padre, sabía que lo iban a recluir en su habitación, sin atender las heridas que le provocaría el cinturón. Era un castigo cruel e injustificado para un muchacho de su edad, que en realidad no había hecho nada malo.

Cuando todo se calmó, esperó un tiempo prudente y se metió a los ductos de ventilación. Desde que su hermana Lucy la introdujo en los misterios y las virtudes de conocer bien aquella red de pasadizos que atravesaban la casa, Lisa preparó y memorizó planos de cada recoveco; y ahora los conocía mucho mejor de lo que Lucy se pudo haber atrevido a soñar. Sabía incluso donde estaban los puntos débiles y los chipotes en el metal que podían hacer ruido y delatarla. No le fue difícil legar a la habitación de Lincoln, atenderlo, aconsejarlo, y regresar a la suya por el mismo camino.

Transcurridas unos minutos, la casa de lleno de silencio. Tan solo se escuchaban algunos débiles gemidos en la habitación de Leni. Poco a poco, todo vestigio de luz desapareció, y las cosas quedaron en aparente calma.

Lisa no lograba conciliar el sueño. Estaba muy preocupada por sus hermanos. Era consciente de que toda la familia se iba a coaligar contra ellos. Los iban a presionar hasta que explotaran. Nadie iba a tratar de comprenderlos, y mucho menos les brindaría su apoyo. Ella lo intentaría, pero dudaba que su voz tuviera alguna autoridad moral allí. Después de todo, hacía ya mucho tiempo que decidió salirse de la casa Loud; y no lo hizo en los mejores términos.

La situación de sus hermanos era tan injusta... Estaba segura de que ellos no habían pedido enamorarse, pero observando las cosas desde un punto de vista muy frío y reflexivo, era difícil que no ocurriera. Leni era puro corazón; una chica torpe con habilidades fascinantes desde el punto de vista práctico. En cuestiones de amor, nunca actuaba con la cabeza. Y Lincoln, con su tendencia a la concupiscencia y el gran amor que le tenía a todas ellas, difícilmente iba a evitar caer en los encantos de la más hermosa y tierna de las chicas Loud. Desde que supo que él la estaba apoyando con todo para que lograra pasar su prueba SAT, y todas las cosas que estaban haciendo juntos; Lisa llego a temer que aquello ocurriera. Los acontecimientos no habían hecho más que darle a razón.

No era gran cosa. Desde un punto de vista frío, y bien apartado de las normas sociales, el único problema serio era que se aparearan y tuvieran hijos. Y con la mentalidad de Lincoln y el corazón de Leni, eso se veía casi como inevitable.

Pero no. Nadie entendería. Preveía que si no lograban convencerlos, los iban a separar como fuera necesario. No sabía si podía hacer algo más por ayudarles. A partir del lunes, tenía que comenzar un proyecto secreto que le consumiría mucho tiempo, y le impediría regresar a casa o ponerse en contacto por varios meses.

Suspiró. Quizá pudiera arriesgarse a hablar con Lincoln en la mañana. Correría algunos riesgos, pero no podía renunciar a intentarlo. Por la memoria de David, lo haría. Estaba segura de que su pequeña amiga Darcy y la maestra Shrinivas también lo hubieran aprobado.

***

En su habitación, Lynn se mesaba los cabellos. Apenas podía creer la manera horrible en que había terminado aquel día que parecía tan lindo y prometedor.

- Maldita sea, Rita... No puede ser. ¡No puede ser! ¿Por qué a nosotros, corazón? ¿Por qué a nuestros hijos?

Rita lo miró. Los ojos de la mujer estaban llenos de lágrimas, pero su rosto era una máscara de preocupación y desencanto.

- No lo sé... Quisiera pensar que es algo de los genes. Algo que... Algo que traemos en nuestra sangre. ¡Pero no, dios mío! ¡No podemos repetir esos ciclos perversos, Lynn! ¡Tenemos que hacer algo para acabar con esto inmediatamente!

El hombre asintió. El pequeño video que le enseñó Lori, y el escabroso relato de Lynn le hacían imaginar unas situaciones que le traían sus recuerdos más oscuros y dolorosos: su padre, fornicando con una de sus primas hermanas. Su madre reclamándole, y él agarrándola a golpes. Su padre, largándose con el dinero de la familia; dejándolos en la inopia y obligándolos a pasar los años más difíciles y miserables de su vida.

Las lágrimas comenzaron a escurrir por sus mejillas. Rita se dio cuenta y acudió a su lado. Lo abrazó, y el sujetó la mano de su esposa con la suya.

- Si tenemos que presionarlos, lo haremos -dijo Rita-. Si tenemos que castigarlos y obligarlos a separarse, también lo podemos hacer. Tenemos opciones. Incluso podemos hablar con el jefe de Lincoln para sacarlo del trabajo.

- Espero que eso no sea necesario, Rita -dijo Lynn, mortificado. Solo había golpeado a su hijo llevado por la ira del descubrimiento y la pesadumbre de los recuerdos. Pero ahora que repasaba la escena tenía muchos sentimientos encontrados. La reacción de Leni apoyando a su hermano lo exasperaba, pero no había disfrutado nada golpeando a Lincoln. Ya ni siquiera estaba seguro de haber realizado un acto de corrección o de justicia. En realidad, solo había descargado su furia contra él.

- Si es necesario, lo haremos. ¡Recuerda a tu padre, Lynn! ¡Les fastidió la vida a ustedes!

- Sí. Si no fuera por el humor idiota que tuve que desarrollar para enfrentarme con eso... yo...

No pudo decir más. Su voz se quebró, y estuvo a punto de llorar.

- Estaremos juntos, mi vida. Tu sabes que para mí también es doloroso. Solo tengo que recordar a Jacqueline, la hermana de mi padre...

Rita tampoco tuvo que decir más, pero no hizo falta. Lynn conocía toda la historia de la hermana proscrita de Albert. Aquella muchacha tan linda que se escapó con su tío carnal, que fue expulsada por la familia, y murió mientras intentaba dar a luz a un niño demasiado grande y que nació muerto por alguna oscura anomalía genética.

El secreto familiar era tan vergonzoso, que nunca se lo había mencionado a los niños. Solo su padre parecía guardarle aprecio y buenos recuerdos a la pariente desterrada. Fue muy difícil evitar que su padre la mencionara en alguno de los momentos en que estaba con los niños.

- Claro, amor. No hace falta que la recordemos -Lynn suspiró. No le agradaban las implicaciones de lo que tenían que hacer, pero todo era por lograr un bien mayor-. Solo dime una cosa, Rita. Los vamos a presionar hasta que cedan. Pero, ¿y si no lo hacen? ¿Y si deciden resistir hasta el final, aunque les hagamos lo que les hagamos?

Rita cerró los ojos, y por un momento pensó en sus hijos. Un tropel de recuerdos hermosos pasó por su mente: Leni, la bebé más hermosa de todas las que tuvo. Leni, jugando con su bicicleta. Leni, feliz y contenta con la llegada de su hermanito. Lincoln, el pequeño más travieso y adorable que hubieran podido desear...

Luego, recordó las imágenes del video, el tenebroso relato de Lynn; el rostro de su tía Jacqueline y la sórdida historia familiar. A final, tuvo que hacer un esfuerzo por contener las arcadas.

- Si no funciona, los separaremos. Sabemos qué podemos hacer con Leni sin arruinar su futuro.

- ¿No sería demasiada carga para... para ella? -repuso Lynn, adivinando de inmediato lo que su esposa quería decir.

- Sí. Tal vez; pero no tenemos opciones -Rita suspiró, y se pasó una mano por el rostro-. Hablaremos con ella y se lo diremos, amor. Sé que nos comprenderá y nos ayudará. Le revelaremos los secretos familiares, si es necesario. Y, o mucho me equivoco, o estará encantada de apoyarnos con esto.

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