Capítulo 5: Los Stark.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Capítulo dedicado a @moyemegancosta03 quien fue la primera en votar en el anterior capítulo.

Para que vean que sí veo quienes votan y comentan ;)

♠️♠️♠️

"No pude evitar interesarme."

El rey Robert entró al trote con dos de las capas doradas flanqueandolo.

No era nada parecido a lo que Anthea imaginaba. Era gordo y con una enorme papada que intentaba cubrir con la larga barba castaña que se había dejado crecer. No parecía el demonio del tridente que los barcos solían relatar. Tampoco parecía ser bastante fuerte, aunque sí que era alto.

Bajó del caballo con un rugido y un mozo de cuadra corrió para llevarse el caballo. Detrás de él, Anthea logró reconocer al príncipe Joffrey. Tenía el cabello largo y rubio, ojos cual esmeraldas y una mirada perversa —a lo que pudo ver—. Aunque muy a su pesar, debía de admitir que era guapo.

El príncipe miró el patio con cierta desaprobación que la hizo fruncir el ceño, pero se obligó a sonreír cuando Margaery le dio un codazo. La mirada de Joffrey pareció dejar de evaluar el sitio para después observar a los presentes.

Anthea pudo jurar que sintió su mirada taladrar su rostro, pero se obligó a sonreír de manera alegre y discreta. Le regaló una sonrisa al príncipe y se obligó a no hacer nada estúpido con Margaery a su lado.

Debía de ser educada, me recordé.

Detrás del príncipe llegó un hombre rubio, muy guapo y con un enorme parecido al príncipe. Tenía una armadura dorada y capa blanca.

"Ese debe de ser Jaime Lannister." Pensó Anthea.

El matarreyes.

El hombre captó su mirada y pareció evaluarla por unos cuantos segundos. Anthea apartó la mirada y la enfocó en los siguientes visitantes.

Vestido con ropas de seda y una sonrisa jovial y amable, entraba Renly Baratheon, el hermano menor del rey.

A diferencia del rey, Renly era muy guapo y de postura bondadosa. Si ponías la suficiente atención, podías notar cierto parecido con el rey por más que parecía imposible. Era alto, e incluso en su caballo parecía ser mucho más corpulento que cualquiera de la corte.

"Así debe verse un rey." Pensó Anthea.

Tenía puesta una capa verde y Anthea pudo notar como una sonrisa se formaba en los labios de Loras mientras sus ojos brillaban con un sentimiento que había visto solo en los de sus padres.

Su hermano le había contado mucho sobre él, el chico con el que había entrenado y se había criado. De hecho, si Anthea se concentraba, tenía un vago recuerdo de él en su niñez.

Más atrás llegaba una casa con ruedas de enormes proporciones en la que viajaban la reina y los pequeños príncipes. Primero bajaron los niños, Myrcella que no parecía tener más años que la pequeña Olive, y Tommen, el cual era pequeño y regordete.

Anthea tuvo la necesidad de apretar sus mofletes, pero se contuvo.

Por último, la reina bajó y los niños se pegaron a sus faldas. Era hermosa, con el cabello dorado de un león y los ojos igual de esmeraldas a los del príncipe Joffrey. Pómulos altos y cuerpo esbelto. Pero al igual que su hijo, su sonrisa era petulante y bastante arrogante.

Son leones. Los leones son orgullosos y arrogantes.

—Su majestad. —dijo Lord Tyrell, su gesto era solemne y cuando él se arrodilló, todos siguieron su acción— El Dominio es suyo.

Anthea pudo jurar que escuchó un bufido del rey, y por poco deja escapar una risa. Margaery le dio un codazo cuando se dio cuenta de este hecho.

Se estaba volviendo costumbre.

Mordió su labio y miró el piso con diversión.

Pude jurar que Loras también había tenido que aguantar su carcajada, compartimos una mirada complice y Margaery nos miró con molestia. Tal vez no éramos tan discretos como pensábamos.

—Lord Tyrell. —dijo el rey con mirada aburrida y ceño levemente fruncido— Levantese.

Padre pareció un poco confundido, pero se puso de pié y nuevamente, todos imitamos sus acciones.

—Es un honor tenerlo aquí en nuestro castillo. Sabemos lo agotado que debe de estar de su viaje y...

—Bla-bla-bla. —gruñó el rey Robert. Le estrechó la mano a su padre y casi le tritura la muñeca a juzgar por la mirada de dolor que echó su padre.

—Lady Tyrell. —dijo el hombre y abrazó a su madre como solo se saludaba a una hermana. Esta le sonrió sin enseñar los dientes y regresó el saludo.

—Sois el próximo Lord del Dominio, ¿no? —preguntó cuando llegó al lado de Willas, miro el bastón que llevaba en las manos y alzó las cejas— Willas Tyrell, el heredero del sur.

Willas sonrió sin importarle la mirada que le echó a su pierna.

El rey siguió con su camino hasta llegar al lado de Garlan, tan guapo y atractivo como solo podía ser él.

—Un guerrero. —dijo cuando lo vio.

Garlan sonrió con orgullo y se hirguió en su sitio pareciendo mucho más alto y corpulento. El rey le apretó el hombro y pasó al siguiente. Miró las facciones cinceladas de Loras con una ceja alzada y lo analizó por unos cuantos minutos.

—Adivino que sois Loras, el amigo de mi hermano menor.

Loras no se dejó intimidar y dio un asentimiento con la cabeza.

—Sí majestad.

—Va. —gruñó como un jabalí— Como sea.

Estuve segura que todos sintieron la tensión.

—Pero que tenemos aquí. —dijo cuando vio a Margaery, la miró por unos cuantos segundos y me estremecí cuando clavó su mirada en ella más de lo debido— Sois muy hermosa.

Margaery sonrió y agradeció el elogio.

La reina se movió más cerca de mi padre, quien le besó el anillo y le mostró sus respetos. Cuando el rey llegó a mi lado, ya sentía mis músculos entumecidos. Abrió los ojos con asombro y alzó ambas cejas.

Me removí incómoda y le sonreí para despistar.

—¡Pero que bella niña! —exclamó con asombro— ¡Debes tener miles de pretendientes!

Anthea se sonrojó.

Sabía que era bonita, era difícil no saberlo cuando por esa misma razón la habían mantenido cautiva en una torre, pero que hasta el mismo Rey te lo dijera, era bastante alagador.

—Gracias por vuestras palabras, su majestad. Pero no creo tener tantos como vuestra hija. —dije con educación, y casi aplaudí por mis palabras.

—¡Tonterías! —exclamó con el ceño fruncido— Id con esa modestia con mi hermano.

Sonreí sin mostrar los dientes.

—¿Cuál es vuestro nombre, hija? —preguntó con extraña educación y me sorprendí cuando usó aquel mote.

¿Hija?

—Anthea Tyrell, su majestad. —dije con cortesía.

Asintió, rugió y se dio la vuelta. No había entendido ni la mitad de lo que había sucedido, pero igualmente no dejé que me afectara.

La Reina nos saludó desde la lejanía, y no pude evitar pensar que era una cortesía gélida. Como si buscara no acercarse a nosotros.

Vaya reina.

—Como sea. Tyrell, vasta de formalidades y mostradme mis aposentos. Estoy deseando descansar.

—Puedes esperar un poco, mi amor. —Se metió la reina.

El Rey la miró por unos segundos, se notaba que en aquella unión no había ni el más mínimo amor. Anthea se preguntó si así sería su futuro compromiso y se estremeció de solo imaginarlo.

El Rey no volvió la mirada cuando se retiró a sus aposentos. La reina y los príncipes se quedaron atrás, tan inmóviles como estatuas. Tratando de ayudar, Jaime Lannister tomó a su hermana en sus brazos y la hizo aún lado para que no pasara más vergüenza.

Anthea no pudo evitar sentir compasión por la mujer.

—Su majestad. —dijo mi madre llamando la atención de ambos mellizos— Puedo llevarla a sus aposentos si así lo quiere.

—Sois amable.

Los sirvientes empezaron a retirarse para seguir con sus deberes. Al final, solo quedaron algunos recién llegados.

—Eso fue incómodo. —susurró Margaery.

La miré durante unos segundos.

—Lo fue.

***

Más tarde, cuando el Rey se había ido de putas, la corte ya se había instalado y ya casi anochecía para dar inicio al banquete en honor a la llegada del Rey, Willas acudió a sus aposentos con expresión solemne.

Cuando Anthea estuvo lista, vestida, perfumada y peinada con un elaborado peinado, su hermano Willas pasó a saludarla a sus aposentos.

—Anthea.

—Hermano. —Saludé cuando entró y las sirvientas ya habían acabado de limpiar todo el desastre que había causado— ¿A qué debo vuestra inesperada visita?

—Padre me ha ordenado que reciba a los Stark. Y quiere que me acompañes.

Anthea se extrañó.

—¿Y a qué se debe eso?

—Soy el próximo Lord del castillo, debo ser yo quien los reciba. Y padre está demasiado atareado con sus deberes.

Anthea suspiró y asintió ante su silenciosa petición, sabía que no quería hacerlo solo.

Cuando llegamos a las puertas del castillo, no faltó mucho para que los Stark y unos cuantos de sus abanderados llegaran. Primero entró Eddard Stark al lado de su primogénito. Lord Stark era alto y de expresión fría, cabello castaño y con unas cuantas arrugas por la edad.

No estaba gordo como el Rey, pero si era levemente corpulento.

—Lord Stark. —dijo Willas con timbre educado— Os doy la bienvenida al Dominio. Perdonad que mi padre no esté presente, pero con los eventos de esta tarde le fue imposible. Muestra sus disculpas y desea hablar con usted cuando esté descansado y listo para la cena.

El Stark le estrechó la mano y asintió ante sus palabras.

—Lord Willas, gracias por vuestra bienvenida. Estamos agradecidos por la hospitalidad del sur. Si no es incoveniente, quisiera hablar con Lord Tyrell más tarde. —dijo con sinceridad y una sonrisa educada.

Willas asintió y ordenó a los sirvientes que ayudaran a los recién llegados a bajar el equipaje.

Más atrás, entraron dos caballos con dos pequeños niños. Una niña y un niño. Ambos desmontaron y se acercaron a su padre. Llevaban ropas de montar y lodo en sus rostros. Y acercándose con paso apresurado pero aún educado, se acercaba a pié una doncella que parecía ser casi de mi edad.

—Por supuesto, Lord Stark.

—Estos son mis hijos. Robb, Sansa, Arya y Brandon.

El que parecía ser Robb Stark dio un paso hacia adelante y su cabello pelirrojo brilló ante los últimos rayos de sol del día. Sus ojos eran azules, y su piel era pálida como la leche. Era alto y corpulento para su edad.

Anthea pudo jurar que nunca había visto un chico tan guapo, pero no mostró el más mínimo interés —no le pareció correcto mostrar interés—, y siguió sonriendo de manera cortés y educada.

Willas y Robb estrecharon la mano e intercambiaron algunas palabras de cortesía. Hubo saludos entre los demás Stark y esperé con paciencia a que mi hermano me presentara.

Pude jurar que Sansa Stark se sonrojó cuando Willas besó su mano.

—La doncella que está a mi lado es mi hermana, Lady Anthea. —dijo Willas, y pude jurar que había cierto orgullo en sus palabras. Aunque no mencionó nada.

Cuando las miradas calleron en ella, sonrió e hizo una educada reverencia.

—Lord Stark, Lord Robb. —dije con dulzura— Es un honor recibirlos en nuestro hogar.

Sí, bueno, tal vez estaba tratando de llamar la atención del Stark. Aunque no fue muy difícil, casi inmediatamente la mirada del Stark se quedó clavada en Anthea y por poco sonríe encantada.

—Lady Anthea. —El señor Stark besó su mano y se retiró para que su hijo hiciera lo mismo.

Sinceramente, Anthea no esperaba que este durara más de lo esperado besando su mano. Era un coqueteo discreto, pero notorio para cualquiera que tuviera sentido común.

—Debéis estar cansados de su largo viaje. —Se apresuró a decir Willas— Los llevaremos a sus aposentos para que puedan descansar y prepararse para el banquete.

—Por supuesto. —Lord Stark estuvo de acuerdo.

Cuando empezamos la marcha hacia los edificios del norte —irónicamente—, dos guardias nos siguieron metros atrás. Ambos hombres miraron con curiosidad, pero al ver que no hacían nada extraño, decidieron dejarlo pasar. Aunque no dejaron de mirarlos de reojo.

Willas notó sus miradas inquietas.

—No debéis temer. Son para la protección de mi hermana. —dijo haciéndose oír por los pasillos limpios y libres al estar todos preparándose para el banquete.

Me mantuve recta y sin mirar atrás, pero creía saber que ambos me miraban.

—¿Protección? —preguntó el joven Stark.

Su voz era profunda y varonil, Anthea tuvo que contenerse de estremecerse. Sonrió con tristeza cuando volvió a la conversación.

—Perdonadme, pero no creo que sea correcto hablar de ello...

—No hay problema, hermano. —le dije con seguridad, miré a ambos Stark y mantuve una expresión serena— Ambos guardias me protegen de posibles secuestros.

Ambos Stark alzaron ambas cejas sorprendidos. El mayor dio un paso hacia adelante y mostró curiosidad en sus frías facciones. El joven lobo solo se limitó a quedarse de piedra y mirarme con conmoción. En cambio, los cachorros más pequeños se limitaron a observar el castillo y a cotillear entre ellos.

—¿Y a qué se debe eso? —preguntó el Guardián del Norte. Pude notar que usó un tono cauteloso, como si temiera herirme.

No contesté por unos cuantos segundos, aún no me sentía preparada para decirlo en voz alta. Sabía que no podía quedarme callada para siempre, así que suspiré y murmuré una inentendible injuria.

—Porque no todos están preparados para personas cómo yo.

Con la titilante luz de las antorchas, pude jurar que Lord Stark mostró una expresión muy parecida a la compasión.

♠️♠️♠️

¡Ya actualicé! Espero que les haya gustado el capítulo, lo hice con todo mi kokoro :v

¿Qué opinan del capítulo? ¿Horrible? ¿Más o menos? ¿Cliché? ¿Fuera de contexto? No sé, ustedes dejen sus comentarios sin miedo —no acepto críticas destructivas—.

Sin nada más que decir, nos leemos pronto xD

¡Voten y comenten! ¡No a los lectores fantasma! El siguiente capítulo se lo dedicaré al que sea primero en comentar, y... 30 votos para que vuelva actualizar :D

Atte.

Nix Snow.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro