Capítulo 6: Suspiros.

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Capítulo dedicado a @White423 por ser la primera en comentar en el último capítulo ;)

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Pasado...

El camino de las rosas era sofocante, un torrente de calor que cubría su sudoroso cuerpo que anteriormente se hallaba cubierto por gruesas pieles que habían sido reemplazadas por ropajes de seda.

Robb no era un fan del sur, lo había comprobado desde que habían marchado de Winterfell, pasando por el castillo Cerwyn, foso Cailin y el forca verde. Cada vez, el clima cambiaba y el calor se volvía más difícil de ignorar.

Pero cuando llegaron al camino de las rosas, los niveles de calor aumentaron de manera alarmante. Robb no era un hombre de calor, él estaba destinado al norte. Aquella fría tierra que era ignorada por los sureños que no toleraban una ventisca de aire.

El norte era para los verdaderos hombres.

Cuando miró por fin el castillo de la casa Tyrell, pudo suspirar con alivio. El viaje había sido largo, un mes con dos semanas para ser exactos. Era más de lo que jamás había viajado.

Algunos de los abanderados más allegados de su padre los habían acompañado en el viaje. El señor Karstark, los Clover y unos tantos más que en ese momento no recordaba. Así que cuando los altos muros de la fortaleza Tyrell se alzaron a unos cuantos kilómetros y el río Mander se ensanchó y convirtió en un hermoso lago plateado, Robb no pudo evitar suspirar de alivio. Ya estaban por llegar.

Todo parecía ir en orden.

-¡Arya!

O casi todo.

Robb trató de no irritarse más de lo que ya lo estaba cuando su hermana Sansa empezó a discutir con Arya por algún problema menor que siempre las hacía discutir. A veces pensaba que sería mejor que ambas fueran más parecidas, tal vez así no discutirían por cualquier cosa y el tendría un poco de paz. Pero pensar en una Arya menos salvaje o en una Sansa menos soñadora le parecía bastante extraño, estaba por más decir que él las amaba tal y como era.

Un poco más atrás, Theon Greyjoy marchaba con algunos de los jóvenes caballeros y escuderos que se prestaban para escuchar sus historias. Una de ellas logró llamar la atención del joven Stark.

-¿De qué hablabáis? -preguntó cuando Theon se alejó de los demás caballeros y trotó en su caballo hasta su lado.

Theon lo miró con una ceja alzada, como preguntándole: «¿Sabéis cuántas estupideces acabo de decir? Se más específico.»

Robb frunció el ceño.

-Hablo de la historia que estabas contando, la de la doncella. -explicó un tanto irritado. El viaje lo había hecho sentir de mal humor.

-Oh -dijo-. ¿Habláis de la que fue encerrada? Todo el mundo conoce la historia de la doncella que habita la torre. -dijo lo último con cierto timbre misterioso.

Aunque parecía bastante tonto, Robb no pudo evitar mostrar cierto interés. Parecía una buena historia que contar.

-¿De cuál doncella habláis?

-¿No has escuchado de ella? -preguntó con incredulidad- Es la niña más hermosa que a pisado esta tierra, tanto que incluso su propio padre decidió nunca dejarla ir. La encerró en una torre para que nadie pudiera contemplar su exquisita belleza.

Robb ignoró el tono lujurioso que usó al hablar de aquella misteriosa niña. Era algo demasiado común en Theon Greyjoy.

-¿Y cómo saben que es tan hermosa si la encerró en una torre? -pregunté con curiosidad- No puedes saberlo.

-Porque lo es -afirmó el pupilo de su padre. Después se las arregló para usar un tono de voz misterioso, como si le estuviera contando un secreto muy importante-. Muchos jóvenes caballeros han intentado entrar a la torre con la intención de salvarla, pero nadie ha tenido el suficiente éxito para salir con vida del laberinto que la esconde.

-¿Un laberinto?

-Y una doncella esperando por un príncipe que la salve -sonrió lujurioso-. No me molestaría ser su príncipe azul por unas cuantas horas.

-Entonces -dije ignorando sus comentarios inapropiados-, dices que está encerrada en una torre, con un laberinto de por medio que la mantiene a salvo de los intrusos, y por azares del destino nadie nunca a logrado verla, pero se sabe que es la mujer o niña más hermosa de la que todo hombre sueña. Que conveniente. -expresé mi duda con burla. La idea de una doncella encerrada en una torre parecía demasiado... fantasioso.

En vez de desanimarse por su tono de voz, Theon sonrió con cierta fascinación.

-¿A caso no lo sabes? -preguntó el pupilo- La doncella es una Tyrell y corre el rumor de que su padre la ha dejado salir de la torre. ¡Todos desde Roca Casterly hasta las tierras de la tormenta están enterados!

Aún no estaba muy convencido de la autenticidad de las palabras de Theon, pero no pudo evitar sentir cierta curiosidad por esa famosa doncella que era mencionada con tanto fervor por su amigo. Tal vez tenía razón, tal vez había sido encerrada en una torre, pero hasta ahora nunca se había quedado tan fascinado por una mujer como para mostrar tanta fascinación como su fiel amigo.

Robb había conocido a muchas mujeres hermosas, no todas necesariamente nobles. Estas eran del tipo de mujer que te hacían caer en un juego del que difícilmente se podía salir, pero hasta ahora había tenido éxito en mantenerse alejado de ese tipo de mujeres. El sabía que no era bueno quedarse prendado de una mujer que muy seguramente no sería suya, y él debía de cumplir su deber en casarse con la mujer que su señor padre eligiera.

-¿Puedes imaginar como sería estar entre sus piernas? -preguntó Theon, una sonrisa adornando su rostro- Debe ser la gloria.

Algunas cosas nunca cambiaban.

-No está bien hablar así de una dama -Lo regañó-. No la conoces, no puedes saber si lo que se cuenta es correcto.

-No me importaría comprobarlo. -Se encogió de hombros.

A veces, Theon Greyjoy solía desesperarlo.

«Solo piensa en follar», pensó Robb con cierta amargura.

Trotó mucho más rápido con su caballo, buscando un despejo de todo ese cuento que se contaba en los Siete Reinos, pero a donde fuera que iba, podía escuchar como cada señor o caballero murmuraba sobre una mujer de belleza extraordinaria.

***

Presente...

Joffrey Baratheon se encontraba extasiado con la pequeña Tyrell, tal vez por su deslumbrante sonrisa y su apariencia cariñosa, o por sus curiosos ojos melancólicos y sus facciones tristes.

-Una belleza bastante llamativa, ¿no lo crees, hermana? -murmuró Jaime en cuanto estuvo en los salones reales de los invitados- Demasiado hermosa para ser solo una niña.

Cersei no tuvo que pensar mucho para saber que se refería a la niña Tyrell, y una ráfaga de celos la invadió.

-Es una chiquilla encantadora. Sabe como sonreír y cuando ser modesta. -dijo con expresión agria, odiaba admitir que alguien más resultaba ser más hermosa que ella.

-El joven príncipe parece bastante feliz con su presencia, me pareció escucharlo hablar de como conquistaría a una bella dama esta noche. Una verdadera lástima que sea la menor del matrimonio Tyrell. -Se acercó por detrás de su hermana y se encargó de pegarla a su anatomía. No había nadie que los viera, todos estaban muy ocupados atendiendo los quehaceres que les correspondían y Robert debía de estar en la habitación de alguna plebeya.

-Aquí no, Jaime. -dijo Cersei cuando el aliento de su hermano chocó con su cuello y sus labios empezaron a juguetear en su hombro- Pueden vernos.

Jaime sonrió con galantería.

-Todos están ocupados con los preparativos para nuestro Robert, nadie entrará a esta estancia en las siguientes horas.

Cersei dudó por unos cuantos minutos, intentó zafarse del agarre del Lannister, pero fue una batalla pérdida en cuanto sus besos se fueron deslizando por su clavícula.

-Crees que es hermosa. -murmuró con celos, lo tomó del mentón y le clavó las uñas sin que surtiera efecto en el hombre. Estaba acostumbrado a sus arranques de ira y técnicamente era inmune.

-Sería un necio sin cerebro si no lo creyera. -murmuró mientras intentaba seguir con su trabajo, pero Cersei se la estaba poniendo difícil- Pero desgraciadamente para ella, nadie es tan hermosa como Cersei Lannister.

Aquello pareció aplacar su enojo, aunque seguía sin querer coperar del todo. Mientras la piel chocaba con un sonoro "plop", Cersei tuvo un leve pensamiento en el que Anthea Tyrell podía ser una potencial amenaza.

En ese momento, por unos cuantos segundos de lucidez entre todo esa descarga de deseo que la consumía a ella y a su hermano, tuvo la idea de corroer toda la bondad de esa chiquilla.

Cersei odiaba a las posibles competencias, y era una experta en corromper todo atisbo de luz.

Ella y Jaime estuvieron en ese salón por la siguiente hora, hasta que creyeron que alguien podría darse cuenta de su ausencia y tuvieron que darse a la fuga.

Nadie debía verlos, pero una chiquilla escurridiza tuvo la mala suerte de encontrarse cerca, por lo que fue inevitable no notar el como ambos salían de la misma habitación arreglándose los ropajes y llendo en direcciones opuestas.

«Que curioso», pensó la niña de brillantes ojos azules.

***

Robb estaba un tanto ansioso, pero no era por lo que la mayoría creería. El único que parecía estar igual de nervioso que él era Jon, su hermano bastardo, quien sabiendo que su madre Catelyn no lo querría en el norte en la ausencia de su padre, decidió que lo mejor era marchar con su padre, Eddard Stark.

Pero ambos estaban nerviosos por diferentes razones, Jon porque sabía que no era bien recibido por los Lores, y Robb porque... bueno, en realidad no tenía una razón válida. Tal vez porque esa era la primera vez que iba a ese tipo de eventos, porque como futuro señor de Winterfell no se esperaba que saliera mucho de las paredes frías y los bosques llenos de salvajes o carroñeros. O tal vez era porque hace muy pocas horas había conocido a Anthea Tyrell, y estaba seguro de que ella era la doncella de la que tanto hablaban.

Sinceramente, no esperaba haberla conocido tan pronto. Y desde que le había contado a Theon que la había visto, no parecía capaz de separarse de su lado con tal de sacarle todos los aspectos que el consideraba "jugosos".

-¿Era tan hermosa cómo cuentan?

-Lo es. -dije tratando de alejar los pensamientos sobre ella- Y mucho más.

-¡Que los otros te lleven! -exclamó con una emoción impropia de él- Eres un niño con suerte. No puedo esperar por el banquete.

-No es seguro que la veamos, Theon. -repliqué con el ceño fruncido. Ese "niño" no me había gustado ni un poco.

-¡Pues si no es hoy, podría ser en el torneo en nombre del Rey! Los Tyrell son la casa anfitriona, ¡deben de estar aún lado del palco principal!

-Tienes razón. Sino fuera así, sería una grave ofensa. Y no creo que el rey quiera una guerra civil el día de su nombre.

-O tal vez lo haga con el propósito de que suceda. ¿Puedes imaginarlo? Una guerra en nombre de su día del nombre, no podría pedir un mejor regalo. -Theon pareció excitado con la idea.

Robb no pudo evitar que se le escapara una sonrisa.

Theon era bastante extraño, le atraía la idea de una guerra simbólica. No era más que un hombre de diecinueve días del nombre, pero era atraído con la idea de que los bardos cantaran su nombre como lo hacían con sus tantos antepasados.

Aún no lograba averigüar si aquello era bueno o malo.

-No creo que sea un buen regalo.

-¿Bromeas? Sería lo más excitante que podría suceder, además de tener a una bonita doncella esperándote en el lecho conyugal.

Algunas cosas no cambiaban, pero Robb lo prefería así.

Cuando ambos estuvieron bañados, vestidos y peinados para la noche, Robb se tomó el tiempo de buscar entre la multitud. Trataba de ser discreto, pero cuando se trataba de su padre, era imposible ocultarle algo. Así que algunas veces se hayó con la curiosa mirada del Guardián del Norte y trataba sin éxito de hacerse el desentendido.

El castillo era un laberinto de lo más complicado, o eso es lo que pensó mientras marchaban por los pasillos en busca del salón principal. Estaba hecha de piedra lisa, muy blanca y de columnas enormes, habían jardines por dondequiera y se encontraban con fuentes en cada pasillo largo y sinuoso. Las paredes tenían tapices de mujeres hermosas que jamás había visto, otros tantos de lagos que reconoció como el río Mander y otros mares que no supo identificar. Había jarrones llenos de rosas perfumadas, rojas, blancas, azules y de tonos rosas y lilas. No reconoció ni la mitad de ellas, pero las flores que más sobresalían eran las rosas doradas que eran lo más llamativo del sur, sin lugar a duda. Desprendían un fuerte aroma y hacía sentir ebrio a cualquier hombre con las facciones de hierro.

Los pisos estaban lustrados, y aunque sonara extraño, Robb pudo jurar que el piso parecía brillar como el oro.

Se preguntó si se habían tomado el tiempo de tapizarlo con polvo de oro para ese día. Parecía ser que a los Tyrell les gustaba lo ostentoso, así que no sería extraño.

Cuando volteó hacia arriba buscando alguna brecha de normalidad, se hayó con un paisaje poco común para él. El techo estaba lleno de piedras preciosas, parecían esmeraldas, unas tantas más grandes y otras muchísimo más pequeñas.

-Este castillo es ostentoso. -comentó Arya con el ceño fruncido- Exagerado.

Bran estuvo de acuerdo con ella.

-Lo que pasa es que ellos saben de elegancia. -les defendió Sansa, lo cual no sorprendía a nadie, pero dejaba ver que se aproximaba una pelea- Tienen buen gusto.

Arya rodó los ojos.

-Gastan el oro como si fuera tierra. -expresó su desacuerdo, compartí una mirada con Jon que se encontraba unos metros por detrás y ambos supimos que esto no terminaría bien.

-Tal vez porque tienen mucho oro. ¿A caso no lo harías si tuvieras tanto? -replicó Sansa.

-Tiran el oro cuando los pueblerinos mueren de hambre. Yo les daría oro a los que necesitan comer, no lo tiraría en decoraciones estúpidas y cosas tan tontas.

-Arya. -regañó su padre, y ella automáticamente se calló.

Ella sabía que cuando padre se metía en la conversación, era porque había llegado demasiado lejos. Arya guardó silencio y Sansa hizo como si no hubiera escuchado lo que había dicho.

-Mi Lady tiene mucha razón.

No se habían escuchado pasos, así que Robb se sorprendió con la nueva persona que tenía ante él.

Era alto y esbelto, con cabello color canela y ojos como el chocolate. Su tez era bronceada como parecía ser en todos los sureños que hasta ahora había visto.

-Mi Lord. -dijo hacia su padre, mientras que el guardián del norte lo saludó de igual modo- Lamento haber escuchado su conversación, pero fue inevitable no escuchar unas cuantas cosas.

Sansa pareció suspirar encantada y Robb entrecerró los ojos con suspicacia. No le agradaba, ni un poco.

-Dejadme presentarme -dijo-. Soy Loras, hijo menor de Mace Tyrell.

-Lord Loras, pido una disculpa por el comportamiento inapropiado de mi hija -dijo echándole una mirada dura a Arya, quien se había escondido detrás de Jon-. Creo que no nos hemos presentado como se hes debido, mi nombre es Eddard Stark.

-El guardián del Norte. -aseguró.

-Así es.

-Pues creo que he tenido bastante suerte, mi padre me ha enviado en su búsqueda. Si gusta seguirme, puedo llevarlo con él.

Su padre dudó un segundo, así que me adelante unos pasos.

-Puedo guiar a mis hermanos, padre. -aseguré.

-Bien. -dijo finalmente, aunque un tanto reticente.

-Puedo pedirle a alguien que los guíe, no hay nadie que se sepa estos pasillos como mi hermana. -sugirió el Tyrell.

Una sensación cálida se instaló en su pecho.

«¿Hablaba de Anthea?», pensó esperanzado.

-¿Su hermana?

Loras le miró con curiosidad, pero Robb pudo ver cierta diversión en su expresión que no le gustó ni un poco.

-Una de mis hermanas. -aclaró- Margaery. Debe estar cerca.

Y así fue, casi inmediatamente apareció una menuda chica de cabello castaño, ojos chocolate y piel tostada.

-¿Me llamabas, hermano? -preguntó con tono cantarín.

Robb la analizó, era parecida a Anthea, pero... a la vez era muy diferente. Como si algo las separara y las uniera al mismo tiempo.

Se preguntó si había algo mal consigo mismo, aquello que pensaba no tenía sentido.

-Ellos son los Stark, Margaery.

Nos miró con ojos curiosos y nos analizó por unos cuantos segundos, después sonrió con dulzura.

-Es un honor conocerlos.

-El honor es nuestro. -dijo Ned poco emocionado. Ya quería marcharse y acabar con todas las cortesías, aunque debía de admitir que los niños Tyrell eran encantadores.

Demasiado.

-¿Puedes llevar a los Stark al salón principal? -preguntó Loras.

-Por supuesto, es por aquí.

Sansa se apegó a ella y pronto se encontraron caminando juntas mientras nosotros los seguíamos el paso.

Casi inmediatamente perdimos de vista a nuestro padre y una sensación de inseguridad me embargó. Cuando volteó a ver a Jon, pudo ver que no era el único inseguro.

-Esto no me gusta. -murmuró para no llamar la atención de la Tyrell, y Robb no pudo estar más de acuerdo.

-A mí tampoco.

Más rápido de lo que esperaba, se encontraban en el salón repleto de personas. Toda la preocupación se esfumó y una sensación extraña se revolvió en su estómago. Su garganta se cerró y no se ayó capaz de comer alguna cosa esa noche.

Nunca se había sentido tan nervioso.

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Pregunta del día:

¿Aman a Robb tanto cómo yo? Porque en serio tengo una fea obsesión con él :/

¿Qué les pareció el capítulo? ¿Muy mierda? ¿Una basura? Dejen su opinión -constructiva- en los comentarios.

¡Perdón por la tardanza! Es que me la pasé haciendo otras cosas -tengo vida social xD- y el tiempo se pasó volando. Lo bueno es que estoy de vacaciones y ya tengo algunos capítulos de otros libros :)

Sé que no se cumplieron los 30 votos que pedí en el último capítulo, pero ya quería subir actualización. Pero en este capítulo si necesitaré 30 votos para volver a actualizar, ustedes deciden si lo hacen o no :p

¿Les gustó la narración de Robb? Es que estoy probando narraciones con diferentes personajes para que se vea más claro como es que todos la ven. No solo que ella siga diciendo que fue encerrada en una torre porque está guapa y bla-bla-bla...

¿Les gustaría otro capítulo en el qué narre Robb -papi- Stark? ¡Y ustedes no odian que Wattpad quite los guiones largos? Porque yo sí ._.

El primero en comentar le didicaré el siguiente capítulo :v

Sin nada más que decir, nos leemos pronto desconocidos, ¡espero que voten y cometen!

Les juro que si votan y muestran su apoyo en los comentarios, me da muchísimas ganas de publicar más seguido. Cómo que me da inspiración xD

Atte.

Nix Snow.

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