4. Los dulces en su mochila

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Débora

16 de agosto de 2003

¡Es mi cumpleaños!

Siempre pensé que con mis poderes era capaz de enfrentar cualquier cosa. Pero, cuando no encontré el cuaderno azul en mi mochila, tuve miedo.

Aunque sé que Bruno leyó algunas páginas, no estoy enojada. Es un dulce y lo guardó y cuidó hasta devolvérmelo.

Pensé que Bruno iba a odiarme después de ver mi transformación. Por el contrario, me dijo las cosas más lindas del mundo. ¡Me quiere como soy y en mis dos formas! Estoy segura de que el destino arregló que me cruzara con él, con sus amigos y con sus maestros. Cuando los vi en acción como arcanos, tuve la sensación de haber soñado algo similar.

Quizás es un recuerdo de una vida pasada... Creo que mi alma y la de Bruno se reconocieron como iguales.

Juntos vamos a vencer a nuestros enemigos y a descubrir el secreto de nuestros poderes.

***

Cambiando de tema, ya es de noche. Este año quise hacer algo más íntimo para festejar mi cumpleaños, así que organicé con Laura y Diana para que nos juntemos a merendar en Cazador de sueños. Es una cafetería muy linda, decorada con artesanías circulares de hilos y plumas en colores llamativos que se usan para absorber y transformar la energía negativa, en especial la de las pesadillas. Es el lugar ideal para celebrar mi año nuevo, después de haber peleado con tantos monstruos.

Las chicas me acribillaron a preguntas sobre Bruno. Las miré y me pregunté cómo podía explicarles lo que me había pasado. Era imposible. No iban a creerme y estoy casi segura de que perderían la razón si me vieran transformada. Así que solo les conté que Bruno me devolvió el diario íntimo y que se me declaró. Y de ahí pasé directo al momento en que nos besamos.

Dieron unos grititos, emocionadas. Yo casi me puse a llorar por la mezcla de felicidad y de vergüenza que sentí. Laura y Diana estuvieron de acuerdo conmigo en que Bruno no debería haber leído ni una hoja del diario, aunque coincidimos en que era difícil resistirse. ¿Quién no querría espiar un poco?

Me reprocharon por no haberlo llevado al café. ¿Qué sentido tenía? Era una reunión privada con mis amigas. También me preguntaron si él y yo éramos novios. Yo había entendido que sí, pero lo que me contestó Laura se me grabó a fuego en la cabeza: «Nunca se sabe con los chicos. Más ahora, que nadie quiere algo serio».

Me quedé helada y me arrepentí de no haberlo hablado con él. Enseguida recordé las palabras dulces que me dijo cuándo regresábamos de la casa de Gaspar y me tranquilicé. Todo va a estar bien, ¿no?

Terminamos el festejo comiendo unas porciones de torta inmensas y brindamos con vasos llenos de gaseosa light. Suena contradictorio después de la comilona, pero nos gusta más.

Mientras escribo esto, pienso en Mackster, en Vanesa y en Bruno; también en sus maestros. ¿Podré llevarme tan bien con ellos como con Laura y Diana?

Mariza se peleó con nosotras y se fue al grupo de Anabella... Y, por más que le dije de todo y que me vengué, causándole descompostura con mis poderes, eso no borra el dolor que sentí por su traición.

Todavía la extraño.

No quisiera sumergirme del todo en el mundo de los arcanos y perder a mis amigas. Espero encontrar un equilibrio entre ambas vidas.

¡Pero el día no terminó ahí! Cuando nos pusimos los abrigos y salimos del café, Bruno estaba esperándome con un ramo de flores y un libro de regalo: la obra poética completa de Alfonsina Storni.

Señaló su mochila y me invitó a ir a tomar mate a la playa. Jamás imaginé la cantidad de dulces que guardaba para sorprenderme otra vez.

Laura y Diana no pudieron contener la expresión de ternura y de felicidad por mí. Intercambiamos varias miradas cómplices cuando nos despedimos. Después, tomé a Bruno de la mano y caminamos hacia la playa.

Fue nuestra primera cita.

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