18: Maquillaje

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14 de enero, 2022

Mi mirada estaba perdida en mi cuaderno de apuntes. Escuchaba de lejos la voz de la profesora, explicando la clase. No le presté atención y fingía apuntar todo lo decía hasta que la hora terminó, miré todos los garabatos que hice y cerré el cuaderno. Me tomé mi tiempo en guardar lo poco que tenía sobre el escritorio y al terminar, colgué mi mochila en mi hombro y salí del salón. Antes de cruzar por la puerta, vi que Carla me estaba esperando afuera del salón.

—Hola —saludó.

Bajé un poco la cabeza y la ladeé.  ligeramente para que no notara el golpe en mi pómulo.

—Hola.

Seguí mi camino y como lo suponía, Carla me siguió.

—La clase ha estado algo aburrida ¿No crees?

Me encogí de hombros siendo cortante y a la espera de que diera media vuelta y me dejara. No necesitaba preguntas sobre el golpe en mi cara. Solo quería olvidarlo y desaparecer.

Necesitaba un libro.

—Te he traído un café, el que te gusta, tu preferido —La miré de reojo, su rubio cabello caía en ondas, llevaba su linda sonrisa de siempre y me miraba con ese toque de alegría que quería contagiar en mí.

—Gracias —Agarré el vaso de café y di un sorbo.

—Estaba pensando en hacer algo, tú y yo, tal vez ir de compras o por un café... —La voz de Carla se fue desvaneciendo al notar que yo no la miraba, quizá pensaba que no le estaba prestando atención, pero la verdad era que me dolía no poder mirarla y mostrarme indiferente—... O lo que tú quieras.

Deje de caminar. Ella hizo lo mismo y por primera vez desde que se me acercó, la miré a los ojos, no sin antes cubrir sutilmente el golpe con mi cabello. Como si se tratase de una cortina que cubría mi pómulo.

—Carla... Yo, estoy ocupada. Lo... Lo siento.

Seguí con mi camino y me metí al baño. Escuché la puerta siendo abierta y luego cerrada. Por el espejo, vi que Carla era la que había entrado.

—Sí es por lo que paso el 24... Te entiendo, Ester llego a ser una perra ese día y aunque estoy en contra de la violencia, admito que se lo merecía —dijo apoyándose en los lavabos. Imite su acción—. Pero tu problema es con Ester, no conmigo. Porfa, no te encierres, eres mi mejor amiga y solo quiero estar para ti.

—Estoy ocupada esta noche —mentí.

—Puede ser otro día o después de las clases. —Carla me codeo y cantarina dijo—. Podemos ir a comprar libros. He visto que han abierto una tienda de antigüedades y hay una estantería de libros, podemos darles unas hojeadas.

—Puede... Yo... Yo te aviso...

Di un paso dirigiéndome a la puerta, ella se puso entre el camino, cortándome el paso.

—¿Te sucede algo? —Sus ojos me inspeccionaron y aunque baje el mentón para que no viera el golpe. Fue demasiado tarde —¿Qué te pasó? —preguntó preocupada.

Estiro una de sus manos y con la yema de su dedo índice derecho, dio un toquecito al morado de mi pómulo.

—Me caí de la cama —mentí y gracias a dios que Carla era muy ingenua.

—Uy déjame te ayudo.

Carla de su mochila saco su pequeño estuche de maquillaje.

—Ven, apóyate aquí —indicó refiriéndose al lavabo. Hice caso a lo que me dijo.

Carla empezó a tapar el golpe con su maquillaje y al terminar dijo: —No hay nada que el maquillaje no pueda arreglar.

Giré sobre mis talones y me miré en el espejo. Ya no sé me veían el golpe al menos no a simple vista.

—Gracias.

Esta vez ya me iba. Pero me detuve cuando Carla me agarro de las manos.

—¿En serio no te pasa nada? Te veo rara.

Sí pasa y mucho.

—No.

No me soltó.

—¿Es por Gavi? ¿No se arreglaron en Madrid?

—No, no es eso —Pensé en Pablo y en todos los mensajes que me había dejado—. Espera un segundo... —¿Cómo sabía que Pablo me había ido a ver?—¿Cómo sabes que Pablo fue a verme?

—Aaa es que yo... —Me soltó de las manos y jugo con sus dedos—. Él me escribió, preguntando por ti y si sabía dónde te quedabas en Madrid y... Bueno yo le dije el hotel donde siempre te hospedas cuando vas.

La abracé tomándola por sorpresa.

—Gracias, en serio.

































💌💌💌










































Escuchando música e ignorando la realidad comencé a caminar, con libro en mano. Antes de salir del campus, me topé con Ester y Pau, esta última me sonrió amigable saludándome con un gesto de mano. Le sonreí devuelta, pero, mis labios formaron una mueca al ver la mirada de desprecio de Ester. La ignoré y pase de largo.

Abrí mi libro en la calle, seguí leyendo, perdiéndome entre las letras y escuchando música de fondo. De un momento a otro, deje de escuchar música y mis auriculares abandonaron mis oídos para quedarse en mi cuello. Sentí una mano en mi hombro y el como me jalo suave hasta detrás de un árbol.

—Hola.

Miré con rareza a Pablo.

—Eres idi... ¿Qué fue eso? —pregunté por lo de hace un rato, el como me quito los auriculares y me jalo hasta detrás del árbol.

—Para que no nos vean.

—Claro. Podríamos habérmelo dicho y me ahorrabas el susto.

Ni siquiera te asustaste.

No te asustaste —dijo con una risita que aceleraba mi corazón.

—Pude haber gritado.

—Pero no gritaste.

—¿Qué haces aquí? —pregunté y cerré el libro.

—No me contestabas los mensajes —respondió pasando su mano por sus mechas castañas.

—Te contesté —murmuré, le había contestado una hora antes de mi última clase. Luego de leer sus miles de mensajes.

—Me pusiste un "Ajá"

—Estaba en clase —Me excusé.

—Eres pésima mintiendo —susurró —. No me has contestado en todos estos días y si no te vengo a ver, no me llevo el alivio de saber que estas viva.

Bajé la mirada. Tenía razón. No le contesté los mensajes por el miedo a que me dijera que quería verme. Soy pésima mintiendo a las personas que me importan. Él notaría que estaba rara, notaria el golpe en mi pómulo y no sabría como afrontar el decirle lo que paso. Él se enojaría, iría por Benjamín y no quiero que Pablo se meta en problemas.

Mi cabello y el maquillaje cubrían el moretón, aun así estaba nerviosa por si daba cuenta. Pero ese fue mi último problema al notar a Pablo cabizbajo.

—¿Hice algo mal?

Me sentí de lo peor al escuchar su pregunta. La forma en la que lo dijo, como si en verdad el creyera que no le conteste los mensajes porque hizo algo que me molestara. Cuando no era así. El problema era yo.

—No, Pablo, eso no —dije en voz baja. Me puse de puntitas y puse mi mano, la que no tenía el libro, en su mejilla—. Claro que no, niño bonito.

Sus ojazos me dieron una dulce mirada, miro mis labios y dejo un piquito.

—Estos días han sido una mierda y creí que tú y yo...

Le dejé un rápido beso en los labios.

—Estamos bien, Pablo —susurré —. Y por lo otro, sabes que no siempre se gana.

Él me agarro de la cintura, pegando su cuerpo al mío.

—Lo dice la chica que odia perder.

—No arruines mi momento filosófico —objeté. Le di una palmadita a su mejilla. 

—Es solo que... —bufó—. Era una semifinal y si me hubiese esforzado más, quizá hubiésemos obtenido otro resultado.

—No digas eso, estoy segura que diste lo mejor de ti. No te martirices. —Dejé un beso en su mejilla —. Piensa en cosas bonitas.

—En ti.

Llenó mi rostro de besos y sonreí como una boba. Aunque sus besos eran como pequeñas curitas que cubrían grandes cicatrices. Dolía.

—¿Quieres hacer algo? —preguntó y añadió lo siguiente—. Ya terminé con mis entrenamientos, tengo el día libre... podemos ir a tu casa, a la mía o ir a la playa o cualquier lugar...

Ir a mi casa. Lo último que quería era ir a mi casa. Moría por aceptar su oferta y escaparme con él, pero ¿Y si se daba cuenta?

Yo no era mejor compañía en estos momentos, siendo sincera solo quería perderme de este mundo y meterme en el libro que estaba leyendo.

—No... Yo... Yo —Miré a cualquier lado menos a sus ojos—. Yo... Yo tengo cosas que hacer.

—No sabes mentir.

—No estoy mintiendo —aclaré. Tal vez un poquito en el hecho de desviar el tema, porque si tenía cosas que hacer y unas muy importantes para mí —. Debo de ir... Debo de ir por un café en realidad por dos, luego iré a por flores... Para mamá.

—Entiendo... —Acarició mis mejillas y beso mi frente —. Si quieres hablar solo llámame.

Me tenía pena.

—Lo haré.

Aún acariciaba mis mejillas cuando me pregunto:

—¿Te has puesto maquillaje?

Su dedo rozó mi pómulo y no supe como reaccionar, salvo apartarme de él de una manera cortante y fría.

—Me tengo que ir —Retrocedí y no le di la cara al murmurar un "adiós".

Escuché como me llamo y yo no volteé. Volví a colocarme mis auriculares y conseguí perderme en otro mundo.

Fui por dos cafés, los pedí para llevar y continué con mi recorrido a la florería. Elegí un par de flores, las más bellas y las que eran sus favoritas, pague por ella y salí de la tienda.

Mis manos llevaban las flores y los cafés. No me alcanzaron las manos para leer, por lo que anteriormente guarde mi libro en la mochila. Tome el transporte público, me la pase mirando por la venta y escuchando música hasta llegar a la parada. Caminé unas cuadras y llegué a mi destino.

Había venido pocas veces desde... Desde...

Desde...

Desde que mamá se fue.

Una pésima hija.

En realidad aún seguía sin creerlo. Aún seguía esperando despertar de esta pesadilla.

—Hola.

Me senté en el césped, deje uno de los vasos de café en el suelo y di un sorbo del otro vaso.

Leí lo que decía la lápida y los ojos se me aguaron, el nudo en la garganta me apretaba y consumía. Lo único que hacía era querer llorar, pero tenía las lágrimas atoradas y esa sensación de ahogo.

Ya estaba cayendo la noche cuando regrese a casa. Vi el auto de Benjamín aparcado en el Garaje, él estaba en algún lugar de mi hogar. Cerré la puerta lo más despacio que pude, cerré los ojos por el pequeño sonido que cause al cerrarla, era algo minino, pero me daba miedo de que él escuchara.

Miré a ambos lados, no había nadie al este y oeste. Moví mis piernas y al subir un peldaño de las escaleras, el sonido del crujir de la madera y al escuchar su gruesa me hizo sobresaltar.

—Valeria, he pedido algo de cenar —habló Benjamín. Volteé a verlo y me sorprendió al verlo cansado, sus ojeras profundas dejaban ver que no había dormido en toda la noche, su barba sin afeitar lo hacía ver descuidado, nunca lo había visto así. La elegancia que siempre emanaba, desapareció y cambio por algo que era todo lo contrario.

—No tengo hambre.

Tenía hambre. No había comido nada en todo el día, solo me había tomado varios vasos de café. El café me seguía manteniendo de pie, no era para nada sano, pero no me apetecía comer, aunque la barriga me estaba rugiendo, las ganas de comer era menos diez y se multiplicaban por menos mil ante la idea de cenar con Benjamín.

—Anda, come... He pedido pizza, tu favorita...

—No, yo...

Me rugió la barriga y estaba segura que Benjamín lo había escuchado.

—Anda a cenar —Su voz no sonó fría, ni borde, aun así al ver que dio un paso hacia mí yo reaccione retrocediendo.

Benjamín notó mi reacción. Bajo la mirada, murmuró algo que no entendí y retrocedió. Me dio distancia. Aun así, tenía ese temor clavado en el pecho.

La distancia no le importo aquella noche.

—Lo siento, Valeria... Yo no quise... —habló con arrepentimiento, es lo que dejo notar. Yo no me moví, ni dije nada. Estaba allí parada, deseando estar en mi habitación y sentirme segura —. Al menos come... ¿Vale?

Mi boca estaba seca, no pude articular ninguna palabra, salvo mover mi cabeza de arriba a abajo. Baje el primer escalón y manteniendo mi distancia con Benjamín, caminé hasta la cocina. No había nadie, me resultaba raro no ver a Margarita preparando los últimos detalles para la cena, ni a Dany tratando de ayudarla. Benjamín los despidió por una llamada cuando estábamos en Madrid. Me enteré hace unos días y no pude hacer nada al respecto. Ellos siempre cuidaron de mí, desde que era una chiquitita. Se me haría raro, estar en esta gran casa sin ellos.

Todos se estaban yendo de mi vida. Unas partidas me dolían más que otras, pero todas me decían ese adiós que jamás vi venir.

Vi la caja de pizza y me senté en el extremo paralelo a donde estaba Benjamín. Agarré una rebanada y me la metí a la boca. Mi estómago grito agradecido y mis papilas gustativas saborearon el queso.

Era la pizza preferida de mamá.

—Nunca había comido en la cocina desde que me mude con ustedes —comentó Benjamín, en un intento de hacer conversación.

Benjamín siempre cenaba en el comedor principal o se iba a uno de esos caros y elegantes restaurantes, era verdad lo que decía, nunca lo había visto comer en la cocina, ni para tomar el desayuno.

No opine al respecto y seguí comiendo.

—Tú y yo estaremos solos... Creo que deberíamos mejorar nuestra convivencia.

No dije nada. Él siguió hablando.

—Sé que no he sido un gran padre...

—No eres mi papá —Las palabras salieron de mi boca sin pedir permiso al igual que una mirada retadora que le dieron mis ojos. Esa mirada solo duró unos segundos y cambiaron por una mirada de terror al ver la desafiante y fría mirada que me dio Benjamín. Dejo de mirarme, bebió de su vaso y me miró, una mirada suave que cualquiera hubiese confundido con "madurez" de un adulto ante una tonta adolescente.

—Sé que no soy tu padre, pero ¿Dónde está él ahora? —Su pregunta no se escuchó desafiante, se notaba calmado, pero había algo en sus ojos. Ese pequeño brillo de malicia.

—Nunca tuve problemas con papá por eso, me he acostumbrado a su "ausencia" toda mi vida, sé que es un inmaduro, un alma libre, vivo con ello. Nunca me faltó, ni él ni mamá. Mamá me lo dio todo...

—Pero ahora ya no la tienes a ella.

Respiré.

Y contuve el aire en mis pulmones.

El silencio fue mi respuesta. Hablar de ella, me dolía. Y creo que siempre lo haría.

Mi móvil comenzó a sonar. Me estaban llamando. Lo saqué del bolsillo de mi chaqueta y vi de quien se trataba.

Llamada entrante

"Niño bonito gruñón 😇😡"

Aceptar | rechazar

Rechazar

Guarde el móvil en mi chaqueta. No era el momento páramo hablar con Gavi. No con mi Benjamín aquí presente.

—¿Quién era? —preguntó.

—Carla.

Mi móvil volvió a sonar. Lo dejaría pasar, Pablo entendería que no quería hablar con él. Pero el sonido del móvil no cesaba.

—Puedes contestar.

Lento saque el teléfono. Era Pablo. Rápido acepte la llamada y pegue el móvil a mi oreja.

—Ahora no puedo hablar, te llamo mañana.

Seguimos comiendo y en menos de 20 minutos subí mi habitación. Me deshice de mi uniforme, tomaría una ducha para despejarme, pero, antes de eso, le marqué a Pablo.

Le marqué tres veces, en ninguna me contestó.



























































































Holiii

Por sino de dieron cuenta, subí un pequeño fragmento de este cap a tiktok

Yo quiero darle un abrazo a Val

A por cierto ya tenemos un shipname, hice una votación en mi ig y ganó pableria 💕
Amo a las personas que votaron por el follaamigos JAJAJAJAAJJA es que son tan yooo

Nos leemos el domingo

Por favor no se olviden de dejar su voto y comentar, eso me anima a seguir escribiendo :)

síganme en redes, subo contenido de la historia

Ig: ancovi12
Tiktok: ancovi12

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 ©  a  n  c  o  v  i  1  2

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