31: Un intruso en el insti

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21 de junio, 2021

Las cosas con Pablo (Mi Pablo) van de maravilla y no es que estoy contando los días, pero, ya llevábamos 20 días de novios. Días y yo los siento como ¡años! No podía creer como era que existían ese tipo de personas, las que te complementan y te hacen sentir como si estuvieras en el mismo paraíso, Pablo me hace sentir así , nos hacíamos huecos para vernos, yo iba a verlo a sus partidos y él venía por las noches a ver películas (ya terminamos de ver todas las de Marvel, cabe presumir que me abrazo cuando llore en end game) en pocas palabras es ✨️perfecto✨️

Noté que alguien se sentó a mi lado, deje de escribir y solté mi bolígrafo, el cual cayó sobre mi diario. Apreté mis labios, molesta.

—Thiago, juro que si vuelves a molestarme, le diré a la profesora de literatura que fui yo la que te hizo el ensayo —lo amenacé y volteé a verlo.

Mi corazón dio un vuelco a ver que no se trataba de mi tonto compañero de clase. Era Pablo, mi Pablo.

—¿Qué haces aquí? —pregunté y no espere una respuesta, rápido pase mis brazos por su cuello y uní mis labios con los suyos.

—Vine a verte.

Me separé de él y lo miré confundida.

—Pero, estoy en el insti, en horas de clase ¿Cómo entraste?

—Carla me dijo que podía entrar por el muro trasero.

Él y Carla se hablaban. Mi novio y mi mejor amiga se llevaban re bien ¿Qué más podía pedir?

—Pero, Pablo, si te hubieses caído o si te hubiesen pillado —le regañé.

—Pero eso no paso —dijo, iba a rodar los ojos, no lo hice al fijarme en lo que llevaba puesto.

Iba vestido como todos los tíos del instituto, de mi instituto. El feo uniforme.

—¿Que llevas puesto?

—Para que no se den cuenta —contestó —¿A que me queda bien? —dijo arrogante pasando sus manos por el cuello de la chaqueta.

Le quedaba perfecto. Muy sexy.

—Pablo, no estas en una película romántica. Te pillaran.

—No lo harán. Anda Val —Beso la punta de mi nariz—. Solo quiero pasar tiempo con mi novia.

—Nos íbamos a ver en la tarde. Recuerdas.

—Lo sé. Pero tenía el día libre y quería sorprenderte.

—Vaya sorpresa.

—¿No te gusta?

Me encantaba. Se había colado al instituto por mí. ¡Por mí!

—Calla, tonto —Dejé un beso en su mentón—. Me fascina. Pero, más te vale pensar en una mentira por si te atrapan.

—¿La locura de un tío pilladisimo por la tía mas dulce y guapa de todo el mundo?

—Tonto —Tapé mi rostro con ambas manos para ocultar la rojez de mi rostro. Sentía la cara hirviendo por sus lindas palabras.

Besé su mejilla y le abracé. Olía tan bien.

—Val.

—¿Mm?

—¿Quién es Thiago?

—Un amigo.

—¿Y te molesta?

—Es su forma de coquetear —le resté importancia. Es más, ni me importaba.

—¿Coquetear?

Deje de abrazarlo para mirarlo a la cara.

—Es un instituto. Todos lo hacen.

—¿Tú también? —preguntó celoso.

—No, no me ves que estoy en el jardín escribiendo en vez de socializar en los pasillos —le respondí.

—¿Y ese Thiago coquetea contigo?

Me da ternura su cara de celoso, es que la manera en la que me mira, como frunce las cejas y aprieta un poco el mentón, su puchero. Uffff.

—A ver déjame te lo explico —Le agarré de la mano—, Thiago es un tío que piensa que llamándome enana, quitarme los bolígrafos o los libros, es su forma de querer decirme que le intereso y que yo me enamoraré de él.

—Es un imbécil.

—Exacto.

—¿Y es tu amigo?

¿Amigo? En esos tiempos... suponía que sí.

—Es gracioso en cierta forma, además lo hace con todas las chicas...

—Es un imbécil —repitió—. Si te molesta, me avisas que yo voy y le meto unas hostias.

Intente no reírme.

—Pablo, te saca una cabeza de altura.

—¿Y eso que? Si molesta a mi novia, yo la defenderé.

—No necesito que me defiendas —señalé—. Tú lo dijiste, es un imbécil. Es mejor ignorarlo o seguirle el juego.

—¿Le sigues el juego? —preguntó indignado.

—Es divertido —Puse mis manos en sus mejillas—. Y le he dicho que tengo al novio más bonito, guapo de todo España.

Pablo Frunció sus labios y yo no deje pasar la oportunidad de dejarle un beso.

—Me quedo más tranquilo —Sonreí y le volví a abrazar, escondiendo mi cabeza en su pecho. No duró mucho, ya que él volvió a preguntar—¿Y por qué le haces los ensayos?

—Me da pena.

—¿Pena?

—Necesitaba un sobresaliente si quería pasar el año, y apesta en los ensayos, me dijo que le ayudara a corregirlo, y lo hice, pero parecía un ensayo de un niño de cinco años y se lo hice.

—¿Se lo hiciste?

—No me juzgues. Es que mi corazón es de pollo. Me daba pena.

—No te juzgo, pero la próxima lo dejas reprobar y ya.

Si supiera que le hice todos los ensayos a mis amigos. No es mi culpa que se me dé bien escribir.

—Vale.

Pablo cogió uno de mis mechones, sonrió dulce y luego miro por encima de mi hombro.

—¿Qué escribes? —preguntó y curioso trato de ver. Se lo impedí al cerrar el diario lo más rápido que pude.

—Es privado —Saqué el bolígrafo y toda la atención de Pablo, pasó a mi lapicero.

—Es de un algodón de azúcar —Me lo quito de las manos—. Que mono.

Sé lo quité y lo guardé en mi estuche.

—Ya me voy, tengo clase.

—Tenemos.

—¿Piensas entrar? —Él asintió—, ¿Y si te pillan?

—Carla dijo que la profesora de literatura es una sustituta que no se sabe los nombres de los alumnos—Sonrió inocente—. No me pillará.

Por la forma en la que hablaban, me hacía saber que lo tenía planeado. En verdad le gustaba.

—venga, vamos.

Me puse de pie y agarré mi mochila, guarde el diario y el estuche, iba a colgar la maleta en mi hombro, Pablo me lo impidió.

—Yo te la llevo.

—Gracias.

—¿Dónde queda el salón? —preguntó al empezar a caminar—. Tercer piso, pasillo B. Pero, primero vamos a mi taquilla.

Al llegar, recibí muchas miradas, bueno, siempre las recibía, era como la "popular", estaba acostumbrada, pero, esa vez las miradas eran diferentes y es que me miraban a mí y a mi acompañante.

—Te miran —murmuré y miré de reojo a Pablo, sonreí burlona al ver su cara de asustado.

Le agarré de la mano y le di un apretón. Su rostro se alivió un poco, aun así, seguía viéndose un poco asustado. No le gustaba mucho que lo miraran, a cualquiera le incomodaría.

Llegue a mi taquilla y la abrí, saque el libro que necesitaría. De reojo miré a Pablo y vi que él estaba viendo, la foto que tenía pegada en la puerta de la taquilla, una foto, donde salíamos él y yo. Era la misma tira de fotos que nos sacamos en el parque de diversiones. La última foto, nuestro primer beso.

—Yo también tengo una foto tuya -habló y saco su móvil, le seguí con la mirada los movimientos de sus manos y sonreí al ver como la parte trasera de su móvil tenía la foto pegada.

—Salgo horrible —me queje.

—Yo digo que muy preciosa.

Salía gritando. Es la foto de la montaña rusa. Parecía un meme.

Cerré la taquilla.

—Vamos, que llegaremos tarde.

Al llegar al salón tome asiento en el mismo lugar de siempre, jale a Pablo conmigo. Nunca se me paso por la mente, ser compañeros de pupitre, ni que muchos menos compartiríamos la misma clase. Nunca digas nunca.

—Oye, ese es mi asiento —Llegó Carla y se cruzó de brazos. Le dio una mirada molesta y ¿Carla molesta? Nunca la había visto molesta, es más lo estaba fingiendo—. Me sentaré atrás, pero me debes un helado —Le apunto con su dedo.

Pablo asintió y al ver que Carla se sentó atrás de nosotros, él se acercó a mí y me susurró al oído:

—Tu amiga es muy adicta al helado.

Es de ley que Carla se coma varios potes de helado al día, si eso no fuera así, algo iría mal con ella.

—¿Cómo lo sabes?

—Me pidió helado a cambio que me dijera como entrar al insti y más helado para que me consiguiera el uniforme.

—Pues sí, es adicta al helado.

Íbamos a seguir con los susurros al oído, nos detuvimos al oír una voz que canturreó:

—Hola, Val, hola, Gavi —Ester se hizo presente, nos sonrió mostrando su perfecta sonrisa y nos guiñó un ojo.

O más bien se lo guiñó a él. El aire se llenó de incomodidad y por debajo de la mesa, Pablo me apretó de la mano.

La clase empezó y Pablo tuvo razón, la profesora no se dio cuenta de que el castaño no formaba parte de la clase. Era una maestra sustituta por unos días, fue perfecta para la situación, ya que ella ni siquiera sabía de qué teníamos que hablar, mucho menos se daría cuenta de Pablo.

La clase continuó y esta más que decir que la literatura era mi asignatura favorita, que ya me había terminado el libro que dejo la profesora y que por consiguiente tuve que poner al día a la maestra, dándole un pequeño resumen del último libro que se leería en este año escolar.

Cabe destacar que los únicos que me prestaron atención, fueron la profesora, Carla y Pablo, este último no me quito la mirada de encima, consiguió que me tartamudeara una o tres veces al hablar. Me ponía muy nerviosa.

Al terminar la clase, tocaba educación física. Que tortura.

Me coloque uno de los AirPods, el otro se lo entregue a Pablo. La música lo hacía más sencillo.

—Es una playlist de ABBA Y Harry, mamá y yo la hicimos juntas -comenté dándole Play a la música.

Adore you empezó a sonar.

Cante un pedacito de la canción y me detuve al ver a Pablo, llevaba el uniforme deportivo y vaya que tenía un culaso.

¡Mirada a los ojos!

—Val ¿Qué ves?

Mis mejillas se tornaron rojas, el calor en mi cara me lo hizo saber.

—Nada —Mordí mi labio inferior y él por como Pablo me dio una mirada pícara, supe que me había pillado mirándole el culo-. Una carrera y el ganador se gana un beso -añadí para pasar atrás mi mirada acusadora hacia el trasero.

Iba a salir corriendo, me detuve al ver que Pablo no le ponía ganas al correr. Fui hacia él y me puse de puntitas para susurrarle al oído:

—Un beso en cualquier parte del cuerpo.

No sé dé donde salió mi atrevimiento al decir eso, solo lo hice y ya. No me quedé a esperar su reacción, salí corriendo.

Creí que él me dejaría ganar, pero antes de llegar a la meta, Pablo logró pasarme y ganarme.

Tome aire poniendo mis manos en mis rodillas.

—Hiciste trampa —señalé picona.

—No.

—Lo hiciste, me hiciste creer que ganaría y me confié —señalé como una niña berrinchuda, me cruce de brazos.

—Ahora ya sabes que no te debes de confiar, algodón de azúcar —Me guiñó un ojo y trato de dejarme un pico en los labios. Le giré la cara y sus labios chocaron con mis mejillas.

—Mala perdedora.

—Trampo...

Las palabras se me quedaron atoradas en la boca, ya que un balón reboto en mi cabeza. Cerré los ojos por el dolor palpitante.

Adiós me reinicio la vida.

—Lo siento, lo siento, Valeria —Se disculpó Thiago y corrió hacia mí, tuvo las intenciones de agarrarme del rostro, ni siquiera logró tocarme, Pablo se lo impidió y de un empujón lo tiro al suelo.

—¡Gavi!

—¡¿Pero qué te pasa, gilipollas?!

—Para que te dejes de molestarla, idiota.

—¡Fue de casualidad! —se excusó Thiago y rápido sus amigos vinieron a ponerse detrás de él, como vándalos salvajes buscando peleas.

—¡De casualidad mis cojones, hijo de puta!

—¿Pero quién mierda es este? —Thiago se puso de pie y empujó a Gavi, él le devolvió el empujón. Inició un forcejeo, empujones que por más que les pedía que se detuvieran, no lo hacían.

—Escuché pelea y vine lo más rápido que pude ¡Pelea!

—¡Carla! —regañé a mi amiga y ella vio quien era los que se estaban forcejando.

—Digo ¡Amor y paz! ¡Abrácense todos somos hermanos!

No tardo mucho en formarse un círculo y un coro de "¡Pelea!", empezó a escucharse.

Era cuestión de minutos que la directora o algún profesor viniera a ver lo que estaba pasando y eso gritaba "problemas".

—¡Basta, Gavi! —Le agarré del brazo y tiré de él-¡Pablo, Basta!

Sus ojos me miraron y su semblante se fue aligerando.

—Vámonos —Le agarré de la mano y justo antes de que Pablo y yo nos fuéramos, las voces de la directora y el profesor se escucharon.

—¿Qué está pasando aquí?

Mierda.

Era claro que me metería en problemas, Pablo también se metería en problemas y si los de La Masía se enteraban y si le castigaban. No dejaría que eso sucediera, mi primera opción era echarme la culpa.

Todas las miradas estaban puestas en mí y Pablo. La directora, no era estúpida, era obvio que se daría cuenta de que Pablo no estudiaba aquí.

Por mi mente pasaba miles de escenarios catastróficos, y su expulsan a Pablo de La Masía y si regresa a Sevilla, y si ya no juega fútbol y todo por mi culpa.

Sí, era muy dramática.

No lo pensé y abrí mi boca.

—Directora Gómez, es mi culp...

No termine de hablar, un grito se escuchó, sentí como Carla me agarro del hombro y luego se dejó caer al piso.

Abrí mis ojos de la sorpresa y toda la atención paso a estar a la rubia, la directora dejó de intimidarme con sus ojos y miró a mi amiga, quien se había "desmayado".

Gavi y yo nos miramos sin entender.

Luego lo entendí. Carla me apretó el hombro antes de caerse, lo estaba fingiendo.

—Pírate —le dije bajito a Gavi.

Le vi irse, corriendo y luego me agache hacia Carla, la directora le daba aire agitando su mano. El resto de mis compañeros miraban ¿curiosos? ¿Preocupados?

Agarré la mano de Carla, ella me apretó la mano y confirmé mis sospechas.


























💌💌💌






























Salí de la escuela y mis ojos se toparon con Pablo. Seguía llevando el uniforme deportivo.

Ambos nos acercamos.

—Sigues por aquí.

—¿Estás molesta?

—¿Molesta? Te comportaste como un gilipollas ¿Qué Pensabas? ¿Qué era un club de la pelea? —pregunté en tono de sarcasmo.

—Solo quería defenderte. Te golpeó y no fue de casualidad —se defendió.

—Podía defenderme yo sólita, no necesito de un caballero en armadura que me venga a defender —Me crucé de brazos-, además podías haberte metido en problemas, Gavi —lo regañé.

—Pero no fue así.

—Porque Carla nos salvó.

Pablo bajo la mirada y paso su mano por su nuca.

—Deberías de pensar antes de irte a golpes, Gavi.

—No me digas Gavi -pidió alzando la mirada—. Siento que estas molesta y me estás regañando.

—Es lo que estoy haciendo.

—No te molestes y no me llames Gavi. Si se meten con uno de los míos, se meten conmigo y tú eres demasiado importante en mi vida.

Sus palabras fueron la razón suficiente para que el enojo desapareciera.

—Deberás compensarlo.

—¿Cómo?

Me hice la pensativa y puse mi lengua en el interior de mi mejilla derecha. Pablo entendió a lo que me refería y rápido dejo un beso en mi mejilla. Fruncí mis labios y le di a entender que quería un beso. Pero no un simple beso. Uno en la boca.

Dejo un pico e hice un puchero.

—No, así no. Con más... con más pasión.

Pablo sonrió, mordió su labio y estampó su boca con la mía. Solo fueron unos cuantos segundos, pero a diferencia del "pico" ese beso si fue como yo lo quería.

—¿Mejor?

Arrugue mi nariz.

—Un poco, pero debes de esforzarte más.

—Lo haré.

Volvió a besarme, entreabrí mis labios y su lengua acarició la mía. Y me hubiese gustado seguir en eso de los besos, pero ya era hora de salida, saldrían más personas, profesores y no quería que me diera un ataque de vergüenza.

Deje de besarlo. Pablo acarició mi nariz y se ofreció a llevarme mi mochila.

—Carla me dijo que le debes otro helado —Le comenté—, tuvo que estar en la enfermería el resto de las clases y a ella no le gusta perder clases.

—Le invitaré su helado —dijo, me agarro de la mano y empezamos a caminar—. Las llevaré a comer helados, pueden este ¿sábado?

—Clar... —No termine de hablar, ya que mis ojos se toparon con una pareja.

No era cualquiera y aunque no conocía a la chica, conocía muy bien al imbécil que la estaba besando.

—¿Val?

Ignore a Pablo y a pasos rápidos fui hacia Manú. De camino vi a la chica, llevaba el mismo uniforme que yo, no era de mi clase, ni de mi año y se veía más menor que yo.

"Eres muy madura para tu edad"

Sus palabras resonaron en mi mente. Y algunos recuerdos, vinieron una y otra vez. La sangre me hervía y actué sin pensar.

Golpe su hombro con mi dedo.

—¿Qué haces aquí?

Al escucharme dejo de besar a la chica y volteó para verme. Sus labios formaron esa estúpida sonrisa egocéntrica.

—Hola, Valeria ¿Estás celosa?

Ignore su respuesta y miré a la chica.

—Él no te conviene, aléjate de él.

—Uf Val, ya sé que estás celosa, pero ¿en serio le dices eso? Que patética, cariño -Sus manos acomodaron el cuello de mi blusa, me dio una mirada vivaz y unas inmensas ganas de llorar llegaron a mí. Me sentí estúpida.

—No la toques —Escuché la voz de Pablo y dejé de sentir las manos de Manú.

No vi con exactitud si Pablo, fue el que aparto a Manú, pero, lo siguiente que vi, fue como Pablo se puso al frente de mí. Cubriéndome. Protegiéndome.

—No sabía que tu mamá te había contratado un guardaespaldas -señaló, no le dije nada—. Nena, ya nos vamos a mi casa, hay puro niñato acá —le habló a la chica.

La llevaría a su casa. A mí me llevaba a su casa y las presiones venían. Te hacía sentir que te quería, que era un chico perfecto y solo para querer llevarte a su cama. Lo hizo conmigo. Y lo haría con esa chica.

No me quedé callada.

—No vayas con él, lo único que quiere es acostarse contigo, luego te hará sentir la peor basura del mundo.

Criticaría tu cuerpo, a tus amigos, las cosas que haces, tus gustos. Lo hizo conmigo.

—Valeria, ya no te inventes cualquier tontería... —Manú trato de agarrarme, Pablo se lo impidió.

—Te dije que no la toques —dijo entre dientes en un tono despectivo.

—Tranquilízate, terminator —Manú miró a la chica, parecía de quince años—. Vamos, cariño.

—Escúchame —Me planté al frente de la muchacha—. Créeme. Él me hizo lo mismo.

—Valeria... —Empezó Manú, la muchacha, lo interrumpió.

—Escúchame, Valeria. No es mi problema si aún sigues enamorada de Manú, pero no te inventes cosas. Él ya me dijo toda la verdad y de tu obsesión con él. Patética.

¿Obsesión?

—Pero...

Me dejaron con las palabras en la boca y los vi alejarse en el lujoso auto del patán que una vez fue mi novio.

—Valeria... —Escuché a Pablo.

Y en un susurro con ganas de llorar, hable:

—No quiero hablar, Pablo.

Seguí mi camino, mi novio me seguía, iba a mi lado. Respeto el no querer hablar conmigo, no me dejó y me dio ese silencio que necesitaba.

—Te invito un café ¿si? —habló Pablo al pasar por la cafetería.

No le di una respuesta.

Paso uno de sus brazos por mis hombros y me guio a la cafetería.

—Nunca le dices que no a un café, me tomo tu silencio como un "quiero tres dosis de café"

La campana sonó y tomamos asiento en una de las mesas junto al ventanal. Era la misma mesa de cuando él se me acercó. Nuestro lugar.

Me quede mirando la madera de la mesa, mientras escuchaba como Pablo le pedía los cafés a la mesera. Deje de escuchar su voz y sentí sus ojos puestos en mí.

Su mano busco la mía y yo no dude en sujetarla.

—¿Quieres que te abracé?

Alcé la mirada y creo que él vio como mis lágrimas estaban luchando por salir, me abrazo, sin esperar una respuesta verbal de mi parte. Mis ojos ya le habían dado una respuesta.

—Le odio mucho, le odio y odio odiarlo —susurré entre lágrimas mediante el abrazo—. No quiero odiarlo, pero él sigue allí en mi cabeza...

Sorbí mis mocos y pase mis manos por mis mejillas en un intento de limpiar las lágrimas. Deje de abrazarlo para mirarle a los ojos.

—Aún sigue en mi cabeza, pero no es porque me siga gustando, que quede claro —recalqué—. Solo es un idiota. Y es mi culpa por ser tan tonta.

—No es tu culpa Val.

—Lo es, sabía en lo que me metía, sabía que era un patán y yo como una ilusa creí que cambiaría por mí —Se me escapó una risa agria—. He leído muchos libros tóxicos, lo sé.

—No es tu culpa —repitió.

—Lo soy, mírame. Me ha hecho llorar. Otra vez. Soy una idiota.

—No es tu culpa.

—Lo...

No me dejó terminar.

—No es tu culpa. Y no eres idiota. Serías idiota si regresaras con él.

—Ni muerta regreso con él. No cuando te tengo a ti —Besé su mentón—. Si algún día, vez que la idiotez regresa a mí y vuelvo con él, prometes que me comerás a besos hasta que entre en razón.

Pablo limpio mis lágrimas y beso la punta de mi nariz.

—Te comeré a besos. Lo prometo.

Rápido lo abracé y escondí mi cabeza en su cuello.

—Gràcies —le susurré.

—¿Por qué?

—Por aparecer en mi vida, por acercarte en esta misma mesa, por ir detrás de mí, por regresar en un mes, gracias por enseñarme lo que es ser querida por un chico.

Gracias.





















































































<333

Quiero un Pablo 💖

Lo he preguntado por ig, pero también lo preguntaré por aquí ¿Quieren que cambie la actualizaciones de los viernes a los miércole? Lxs leo

Bye

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