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6 de agosto del 2022.

Uno. Corazón

Dos. Cabina de fotos.

Tres. Un libro.

Cuatro. Auriculares

Cinco. Cochecito de carreras

Seis. Un café

Siete. Un algodón de azúcar.

Ocho. BCN

Nueve. Una llave.

Diez. Un avioncito

Once. Una servilleta

Doce. Una luna

Trece. Un bolígrafo

Catorce. ABBA

Quince. Un balón de fútbol

Dieciséis. Un infinito.

Un para siempre.

Repetía una y otra vez, contaba los dijes y regulaba mi respiración, mis manos temblaban y el vacío estaba presente.

Logré controlarlo, limpié mis lágrimas y salí del baño. Aún no amanecía, la habitación de Pablo estaba algo a oscuras, lo único que veía era su cuerpo boca abajo. Estaba profundamente dormido y con solo un bóxer.

Me eché a su lado, y me acurruqué junto a él, ya acostumbrada a sus ronquidos. No pasaron ni un segundo, cuando su brazo me pegó más contra él, su cuerpo se ladeó y creó el espacio perfecto para que yo caviera.

—¿Me abrazas? —preguntó adormilado, besando mi cabeza.

Sin responder y dándole la respuesta a la vez, pasé mi brazo por su torso y escondí mi rostro en su pecho.

Intenté dormir.

Me sentí segura, pero los pensamientos no descansaron en mi mente.

Pensaba en todo lo que mi vida había cambiado en un año. Como todo era diferente. Como era una nueva Valeria apagada que trataba de volver a brillar.

Me escapé de los brazos de Pablo cuando la luz del amanecer se coló por las cortinas. Bajé las escaleras y fui a la cocina, por el camino me encontré a sus amigos dormidos en el piso y escaleras. La fiesta para ellos fue muy buena.

Me preparé un café y lo bebí a sorbos mientras preparaba el licuado anti resaca de mamá. Al tenerlo listo, lo serví un vaso y busqué una pastilla. Al encontrarla volví a la habitación de mi novio, Pablo aún seguía dormido, ocupaba toda la cama.

Dejé el batido y la pastilla en la mesita de noche. Fui por mochila, saqué un posit y un bolígrafo y escribí.

Bébelo todo. Así no te sentirás de la mierda.

Val :)
Tu comprometida y follaamiga

Digamos que la noche anterior, Pablo no bebió fanta, ni coca cola, buena tal vez de esta si, pero con ron. 

Me acerqué a él y besé su mentón.

—Regreso pronto.

Me fui.

Escuchando música y leyendo, caminé por las calles de la ciudad. Quería hacer largo el tiempo de ir a mi casa. Pero, el tiempo siempre llega, no hay escapatoria.

Al llegar me planteé que mamá no me recibiría; que no nos abrazaríamos y no tendríamos nuestra fiesta de cumpleaños, que no soplaríamos las velas y que no bailaríamos juntas.

Era mi cumpleaños número 18.

Ella cumpliría 36.

Pero siempre tendría 35.

Tanto por delante.

Si tan solo me lo hubiese dicho.

Entré a casa y lo primero que vi fue el jarrón de rosas rojas que yacía en la mesita de entrada.

Las rosas eran las flores preferidas de mi madre. Decía que eran bellas y también guerreras, delicadas y llenas de espinas.

Miré a mi alrededor, la casa se veía limpia y ordenada, como si ella siguiera en esta casa.

Me pregunté de qué habría sido nuestra fiesta si aún siguiera viva.

Me repetí una y otra vez, que mamá ya no seguía conmigo. Que ella no vendría a abrazarme.

Cerré los ojos. Respiré profundo y fui a mi habitación. Le puse seguro a la puerta.

Miré a mi alrededor, toda la habitación gritaba que la antigua Valeria seguía viva, en algún lugar dentro de esta nueva yo.

Agarré mi móvil e hice una llamada importante. Al terminar, colgué la llamada y fui a alistarme.

Era hora de reclamar lo que me pertenecía.

Al estar lista salí lo más rápido que pude. No sabía si Benjamín estaba en casa y tampoco quería averiguarlo. Para mi mala suerte, lo averigüé.

Y me dio ese déjà vu de años atrás. 

Estaba afeitado, peinado, ridículo con uno de sus trajes. Hasta se había bañado, tenía ese aspecto limpio y oloroso.

—Ya tienes 18.

Silencio.

Solo pensaba en irme.

—Dijimos que te la regresaríamos cuando cumplieras los 18 —Escuché lo que dijo y vi lo que sacó del bolsillo de su pantalón.

Una llave. Pero, no eran cualquier llave. Eran las de la vespa y tenían el llavero de Barcelona.

Las acepté.

—Gra-gracias.

Ni siquiera era capaz de mirarlo a los ojos.

El silencio fue el tercer y más grande hablador.

—Ya-ya me ten-go que ir —Mi dedo apuntó hacia la puerta.

Retrocedí.

Él me detuvo con palabras.

—Feliz cumpleaños.

Solo asentí y retrocedí otro paso. Él continuó hablando, provocando miedo y mandando señales de salir corriendo a mi cuerpo.

—Valeria... discúlpame por todos estos... inconvenientes...

¿Inconvenientes?

Abofetearme era un inconveniente.

Empujarme era un inconveniente.

Dejarme sin aire era un inconveniente.

El nudo se me formó en la garganta.

—Perdóname, por favor.
¿Perdonar?

Quise retroceder, pero sus brazos me atrajeron hacia él. Benjamín me estaba abrazando y lo único que sentí fue asco.

No le devolví el abrazo. Me quedé rígida y a la primera oportunidad me alejé y murmuré un seco "me tengo que ir".

No pude evitar llorar del coraje.

Benjamín era uno de esos fantasmas que debía dejar atrás. Era ese monstruo debajo de mi cama que no me dejaba ser feliz.

Fui a la cochera y debajo de una sábana
se encontraba mi vespa.

El regalo de Christopher.
También estaba el casco. El regalo de Benjamín.

Y también estaba el casco del abuelo. El que Pablo usaba.

Me subí a la vespa y me puse en marcha. Las lágrimas se deslizaban por mi rostro y opaqué todos esos recuerdos que me dañaban al recordar aquel paseo en la madrugada por el malecón de costa brava.

Llegué al punto en donde algo en mi vida cambiaría. Toqué la puerta de esa gran mansión y para mi mala suerte, vi a otro fantasma en mi vida.

Manú me abrió la puerta.

—Si es mi novia —Sonrió arrogante—, al fin 18 ¿Qué es lo que me dijiste hace unos años?

—¿Qué?

Me dejó pasar y uno de sus brazos rodeó mis hombros. Olía a ese perfume caro y rico.

—Dijiste que viviríamos juntos.

Rodé los ojos y lo empujé, apartándolo de mí.

—Que agresiva, me encanta esta nueva faceta tuya. Dime una cosa —Mordió su labio inferior—¿Te has vuelto agresiva en la cama? Me encantaría probarlo.

Lo volví a empujar y como si fuera la dueña de casa me hice paso y empecé a andar hacia el despacho de Carlos.
Mi día iba mal y Manú no me ayudaba al seguirme.

—¿Aún sigues con ese niñato? Una noche conmigo y hago que lo olvides.

Lo ignoré. Aunque quería gritarle muchas cosas.

Al llegar al despacho, toqué la puerta y esperé. Fueron segundos en los que Manú se acercó para jugar con mi cabello.

Me incomodaba a tal punto que deseaba que Pablo estuviera a mi lado para que le diera un empujón.

La puerta se abrió.

—Valeria, cariño.

Carlos me saludó dejando dos besos en mi mejilla.

—Feliz cumpleaños —Me dio una bolsita de regalo de color rosa.

—Gracias.

—Vamos, pasa.

Le hice caso. Y Manú cerró la puerta detrás de él.

—Saben, si no supiera de qué Valeria está con el futbolista, pensaría que venían a pedirme permiso para salir oficialmente.

Mi mueca de asco fue muy notoria. Por otro lado, Manú me agarro de la mano y de una manera confiada, dijo:

—Ya la volveré a enamorar.

Me zafe de su agarré y Carlos notó mi incomodidad, ya que habló.

—Empecemos con todo esto de una vez.

No entendía mucho de lo que decía y él me explicaba detalle por detalle. Era aburrido, pero prestaba atención. Todo terminó cuando tuve que firmar y ya todo estaba a mi nombre, o bueno, casi todo.

—Iré por champaña para celebrar.

¿Celebrar? Celebraría yéndome lejos de su hijo.

—Tú y yo podemos celebrar en mi habitación, piénsalo.

—¿Acaso tienes una adicción por el sexo?

—No lo niego.

Rodé los ojos.

¿Cómo rayos pudo gustarme?

Sin duda alguna Pablo era el mejor. Por mucha diferencia.

—Despídeme de Carlos, yo ya me voy.

Me hice la sorda y a pasos rápidos salí de la gran casa. Me monté en la vespa y conduje por las calles de Barcelona, pensé a dónde ir y supe que necesitaba hablar con alguien.

—Doctora Jaz —La llamé al verla en el vestíbulo de los consultorios—Sé que nuestra cita no es hoy, pero... ¿Podemos hablar?

—¿Quieres hablar?

Moví mi cabeza de arriba a abajo.

En su consultorio, teniendo más privacidad. Me sentí como si la puerta de mi mente estuviera algo abierta.

Sé que yo fui la que le pidió hablar, pero, estar sentada en el sofá, siendo observada con detenimiento, era algo que no me daba la valentía de abrir la boca y deshacerme del nudo que tenía en la garganta.

Moví mi pierna, ansiosa.

Las manecillas del reloj causaban una punzada en mi cabeza y mis manos, buscaban apretar algo.

—¿De qué querías hablar Valeria?

De...

De mamá.

Jugué con mis dedos, moví mis piernas y miré a todos lados. Quise salir corriendo, pero, esto era lo mejor para mí.

—Hoy es mi cumpleaños. Cumplo 18.

—Felicidades ¿Cómo te sientes al respecto?

¿Cómo me siento?

Como si estuviera muerta. Era una sensación de estar a la deriva, me sentía así, lo único que me mantenía firme era Pablo. Él era mi razón por lo cual intentaba seguir. No le haría daño, no le cortaría con mis pedazos rotos.

—Bien...

—¿Te sigue doliendo?

—¿Qué?

—Tu labio y pómulo.

Los golpes en el exterior. Los golpes del alma duelen más que los físicos.

—Ya no mucho.

—Me alegra, en unos días se te borrará.

Pero, mi alma las seguirá teniendo.

—¿Tienes planes para hoy? —preguntó.

Encogerme de hombros fue mi respuesta.

—¿Quieres contarme algo? —Su voz era dulce, esa que transmitía confianza—. En todas las sesiones que hemos tenido siempre has estado apurada, viendo el reloj. Lo sigues haciendo, pero, es la primera vez que me pides hablar.

Silencio.

Vi como apuntó algo en su libreta. Y luego la cerró.

Miré el reloj, luego a ella.

Le estaba haciendo perder el tiempo.

—Hoy... hoy... hoy es el... hoy es el cum... hoy es el cumpleaños de mamá.

—¿Quieres hablar de ella?

Negué y a la vez mi boca le estaba diciendo todo lo que me dolía.

—No me gusta hablar de mamá —Bajé la mirada y jugué con mis dedos, mientras soportaba un nudo en la garganta—...creo....creo que no tengo una respuesta clara a ello. Pero, cuando la recuerdo, no puedo evitar tener un nudo en la garganta —murmuré alzando la mirada y dejando al descubierto mi rostro lleno de lágrimas.

Fue la primera vez que me abrí ante ella.

Creo que me ayudó. En cierto sentido.



















💌💌💌














Toqué la puerta.

—¿Quién es?

—Yo, vale... —Ni siquiera terminé de decir mi nombre, la puerta se abrió y una mano me jalo.

Sentí la calidez de su cuerpo envolverme en un abrazo. Olía a bebé con perfume de hombre, mi Pablo.

—Joder, Valeria. Te vas sin despedirte. Pensé que no regresarías, un "regreso pronto" no le hace daño a nadie.

—Te dejé una nota y también te dije que regresaba pronto, pero, estabas dormido. También te dejé un beso en la mejilla —Lo abracé con fuerza.

—Sí me levantabas hubiésemos tenido un rapidin mañanero.

—Siempre tienes una erección por la mañana, Pablo.

—Tú lo provocas.

Dejé un corto beso en sus labios y murmuré.

—¿Podemos hablar? Con seriedad.

—¿Estás embarazada? —preguntó con emoción y acariciando mi vientre.

—No. No. Obviamente no —Alejé sus manos de mi vientre, podía ser un poco antipático con ese tema.

—Ya me había ilusionado —Su sonrisa se desvaneció.

Rodé los ojos.

—Hablemos.

—¿Terminarás conmigo? Porque si es así, me rehusó a tener esa conversación y me haré el sordo.

—No.

—Eso me alivia.

Me agarró de la mano y caminamos hasta llegar al jardín. Nos sentamos en un quicio y Pablo me miró para qué empezará hablar.

—Hoy fui con la doctora Jaz...

—¿Tú cita no era el lunes?

—Lo era, pero quería hablar con ella... ya sabes... Es un día muy —Bajé la mirada y la volví a alzar para mirarlo a los ojos—... complicado... es el primer cumpleaños sin mamá y me siento... sola. Y quiero llorar y mucho y siento que lo voy a hacer y que cometeré tonterías, así que quería pedirte que no me dejes sola por este día.

—No tenía pensado dejarte sola —Me abrazo —. Nunca más lo haré.

Besé su mentón.

—También fui a ver a Carlos.

—¿Carlos?

—El papá de Manú —Vi como su mandíbula se tensó.

—¿Te hizo algo ese imbécil?

—No, se comportó como un gilipollas, pero, lo supe manejar —Lo ignoré—Fui a ver a Carlos, era el abogado de mamá y todos esos trámites... —Me separé un poco de él, agarré mi mochila y saque el papelito que tenía guardado en uno de los libros. Se lo tendí a Pablo. Él lo aceptó sin saber de qué trataba.

—¿Qué es esto?

—Un cheque.

—¿Por?

—Por todo lo que me pagaste, Pablo —Al escucharme intentó devolverme el cheque, no lo acepté—. Es tu dinero..

—No es necesario.

—Lo es. Gastátelo en alguna tontería o un viaje o cualquier cosa.

—¿Un viaje? ¿Contigo?

Sonreí y me encogí de hombros.

—O una casa, tuya y mía. De los dos.

—Mejor tuya. Aún no estoy preparada mentalmente para compartir una casa contigo y tu desorden.

—Pero bien que te gusta dormir conmigo.

—Eres mi apapachable almohada.

Apreté mis brazos alrededor de su torso. Besé su mandíbula y me separé para continuar hablando.

—También hice otras cosas.

—¿Qué? ¿Sacar boletos para ir a Mónaco en busca de Charles?

—No... aunque sería una buena idea.

Pablo hizo un puchero y negó.

—¿Creerás que estoy loca si te digo donare la mayor parte de las ganancias de la empresa de mamá a un orfanato y  ONG contra el cáncer?

Pablo acarició mi mejilla.

—Creeré que eres la chica con el corazón más dulce de todo el mundo.

Su mirada me dio apoyo.

Cerré los ojos y apoyé mi frente con la suya.

—Pablo... ¿Me acompañas a un sitio?














💌💌💌

















—Me esperas aquí —Le pedí a Pablo, quien asintió y se sentó en una de las bancas del cementerio.

Muy pocas eran las veces en las que visitaba a mamá. Ver su nombre escrito en la lápida era una bala que perforaba una y mil veces mi corazón.

Mi corazón jalaba y en la garganta se formó ese dichoso nudo.

Me senté en el esfalfo y acomodé las rosas. Junto a un vaso de café.

—Hola Mar mar —Intente sonreír—. Te traje tu favorito.

El viento correr fue lo único que recibí en respuesta.

Cerré los ojos y traté de imaginarme su voz, saludándome y diciéndome "Hola, chiquitita". Imagine sus dedos desenredando mi cabello y el olor a su dulce perfume.

Me quedé ahí, procesando que ya no la vería más.

Cada día trataba de aceptarlo.

A veces solo pensaba que no la veía porque estaba trabajando. Pero, sabía que era mentira.

No acepté su muerte ese día en el velorio. No la acepté del todo, pero poco a poco la voy aceptando, al saber que estoy olvidando su voz, al ir a su cuarto y ya no encontrarla, al no tener nuestro lunes de películas. Cuando ya no estaba más en las comidas. Lo fui aceptando. Acepte que nunca más la volvería a ver.

Y me culpo por todo ello.

Si tan solo me hubiese dado cuenta.

Estuve un tiempo en el cementerio.

Vale. Les diré la verdad.

Me quedé dormida. Llorando en la tumba de mamá, lágrimas silenciosas que me arroparon.

Y desperté en la habitación de Pablo. Él estaba a mi lado y sus ojos mostraron alivio al ver que despertaba.

Estuvimos acostados, hablando hasta que él bajó por algo de comida y yo me quedé sentada, mirando un punto vacío en la pared.

Me quedé pensando y esos pensamientos me dejaron flotando a la deriva.

No escuché la puerta siendo abierta, solo vi como Pablo se sentó a mi lado con una bandeja de comida. Me sonrió, acarició mi mejilla y colocó uno de sus AiroPods en mi oído. Él se colocó el otro.

Le puso "play" a la música y empezó a sonar "Fix you" de Coldplay. Miré a Pablo, él acarició el dorso de mi mano y susurró un apenas audible "escuchala"

Era su forma de decirme que estaría para mi y que todo estaría bien.

Nos la pasamos encerrados en su habitación, comiendo y escuchando música. Solo él, yo y ese tal vez que se convertía en un para siempre.

—Val...

—Pablo.

Ladeé mi rostro para verlo.

—Tengo un regalo para ti.

Pablo apoyó su espalda en la cabecera, copie su acción y con mis ojos seguí sus movimientos. Se estiró para abrir el cajón de su mesita de noche y sacó lo que reconocía como un libro.

—No tuve tiempo de envolverlo —Me lo tendió y lo acepté.

Bastaron segundos para reconocer de qué se trataba el libro. Era la edición especial del principito. Esa que tanto buscaba y no encontré.

—¿Cómo... cómo lo encontraste?

Se encogió de hombros.

—Ser un futbolista famoso trae sus ventajas.

Sonreí y corrí a besarle.

—Eres el mejor.

—Todo por mi follaamiga.

—Prometida —aclaré.

—Mi follaamiga prometida y futura señora Paez.

Mi corazón bombeo fuerte y aquella tristeza desapareció.

El sonido de un móvil nos separó.

Pablo contestó al ver de quien se trataba.

De sus labios salían varios "Ya voy"

Que al colgar estaba preparada para decirle: "Pensé que te quedarías conmigo".

No se lo dije, ya que él me agarró de la mano y dijo: —Es hora de ir a tu fiesta de cumpleaños.

—¿Fiesta? —Hice una mueca—. No estoy de humor para una fiesta.

—Estoy segura que te encantará.

Besó mi mejilla y se puso de pie. Me sonrió travieso y me agarró de las manos, arrastrándome hasta llegar al baño.

—Pablo no quiero. Solo quiero dormir hasta que el día pase —Me colgué de su cuello e hice fuerza, él de igual forma me llevó consigo y me metió a la ducha.

—Duchate.

—Me estás diciendo que apesto —hice una mueca y él se burló.

—No, pero la ducha es para que te despiertes —Abrió la regadera y yo me hice a un lado para que el agua no me cayera.

—No quiero, quiero dormir.

—Anda, Valeria —Me miró serio —¿O te quitas la ropa o yo te la quito?. Tú decides.

No me molesta la segunda opción.

Pero el golpe en mi abdomen, era un problema.

—Yo me la quito.

—Vale —Me miró fijo y sonrió ladeado—¿Quieres que nos duchemos juntos?

—No.

Cerré la cortina y escuché su "tú te lo pierdes". Era todo un engreído.

—Iré por algo de ropa de Aurora o mejor la traigo a ella.

—Vale.

Me duché y como el día de ayer, Aurora me prestó ropa, me peino y maquillo. Le pregunté a dónde iríamos y ella me respondió que era una sorpresa.

Intuí que no iba a ser algo grande, más bien algo casual, por la ropa que me prestó.

Estuve esperando en el salón junto a Aurora y sus padres, Pablo aún no bajaba.

Se escuchó el sonido del timbre.

Aurora miró su móvil y nerviosa me dijo:

—Puedes... puedes abrir, porfavor.

  —Claro.

Fui a abrir y me encontré con mi mejor amiga. Ambas nos miramos y ninguna dijo nada. Nos quedamos en silencio hasta que ella extendió un osito de peluche hacia mí. Le di una rápida mirada, el osito llevaba una cárdigan de Taylor Swift y unos auriculares puestos. Carla no dijo nada, solo apretó el osito y empezó a sonar una canción.

Hey Dorothea
Do you ever stop and think about me?
When we were younger
Down in the park
Honey, making a lark of the misery
You got shiny friends since you left town
A tiny screen's the only place I see you now
And I got nothing but well wishes for ya

Ooh
This place is the same as it ever was
Ooh
But you don't like it that way

It's never too late
To come back to my side
The stars in your eyes
Shined brighter in Tupelo
And if you're ever tired of being known
For who you know
You know, you'll always know me
Dorothea (ah-ah)
Dorothea (ah-ah)

Ooh, you're a queen
Selling dreams
Selling make up and magazines
Ooh, from you I'd buy anything

Carla inclinó su cabeza hacia el osito y dándome una mirada tierna, me preguntó:

—¿Podemos hablar?

Tartamudeé un apenas audible sí. Cerré la puerta detrás de mí y apoyándome en la pared, empecé una conversación con Carla.

Ella fue la primera en hablar.

—Feliz cumpleaños.

—Gracias.

—Escucha yo... —hablamos a la vez—. Dilo tu primera... no tú, anda dilo tú.

—Lo diré primero yo ¿Vale?

Asentí con la cabeza.

—Te apoyo. Fui una dramática hace unos días y me dolió vale, que me mintieras, pero, es tu decisión. Si quieres tomarte un año, es tu vida y te apoyo —Me dio una sonrisa confortable—. Pero, no apoyo la idea de que estudies en Barcelona solo por Gavi. Está bien, le quieres y le sigas amando más y más, pero, no deberías cambiar tus planes por un novio, Val. No apoyo eso, pero, si es tu decisión me tendrás a tu lado y espero que no te haga una idiotez porque le corto las pelotas. 

—Suena estúpido decir que me quedo en Barcelona por Pablo —confesé—. Es estúpido, pero... es Pablo, Carla. Mi Pablo y no quiero perderlo, quiero un para siempre con él. Es tonto lo sé —Bajé la mirada—Es solo que...

—ho estimes. Lo amas. Entiendo.

Y dejaría todo por él.

—No debí mentirles a ninguno de los dos. Soy una estúpida.

—Lo eres por mentirnos, pero, ya sabes lo que digo "siempre hay algo de estupidez en cada persona".

Me sonrió y me señaló con su osito.

—¿Eso quiere decir que? —Sonrió tiernamente y su voz cambió a una aniñada—¿Dorothea y Tay volverán a ser amigas?

—Nunca dejamos de serlo, Tay Tay —Besé su mejilla y la abracé.

Estuvimos así por un buen tiempo, hasta que escuché una voz masculina que reconocía como el Uber de Pablo.

Pedri.

—Chicas, no quiero interrumpir su reconciliación, pero... vamos a llegar tarde...

—Interrumpes, don bananin —masculló Carla.

Don bananin.

—No me llames así.
—Don bana...

Carla cerró la boca al escuchar el sonido de la puerta siendo abierta.

Pablo nos miró y sonrió. Supe que él estaba detrás de esto.

—¿Nos vamos?

—¿A dónde vamos?

—Es una sorpresa, Val.

—¿Y si me dan una pista?

Corearon un no.

Fuimos en el coche de Pedri. Carla y yo en los asientos de atrás, y Pablo en el asiento del copiloto. Al llegar a nuestro destino, vi de qué se trataba. Un circuito de Karting.

—Pero, esto no ha de estar lleno de gente.

—Lo han cerrado antes de tiempo y harán una excepción por nosotros —Pablo sonrió como un niño inocente.

Y en mi mente escuchó su voz diciéndome: "ventajas de ser un futbolista famoso"

Bajamos del coche y como lo suponía no había gente. Salvo por el personal que nos trataron de una manera muy amable.

A los minutos llegaron Aurora y su novio, junto a Sira y Ferran.

Sujetaba el osito que me regaló Carla y lo dejé junto a los demás regalos, que se notaban que eran libros, que me dieron todos los presentes.

—Les dije que te trajeran libros, adicta —susurró Pablo en mi oído.

Charlamos entre todos, hasta que era hora de subirnos a los cochecitos.

—Una carrera en parejas —señaló Sira—. La que gana, se lleva una cita todo pagada por las otras.

—¡No! —negó Carla—. Soy la única que no tiene novio, es injusto —hizo un puchero.

Carla tenía razón. Ella no tenía pareja para lo que proponía Sira.

Iba a hablar para decir un "tías vs. tíos" pero, alguien me interrumpió.

—Yo puedo ser tu pareja —Miré a Pedri y luego a Carla, quien se ruborizó—. Solo por esta carrera —aclaró.

Ambos se dieron una mirada que quise descifrar, pero, las manos de Pablo en mis hombros me hicieron mirarlo a él.

—Seremos pareja.

—Más te vale seguirme el ritmo —Le apunté con mi dedo.

Los trabajadores nos guiaron a cambiarnos, por los trajes de carrera.

—¡Pido el azul! —Chilló Carla—. Seré Max Verstappen.

Yo agarré el rojo y solo esperaba no estrellarme contra el muro como Charles futuro esposo Leclerc .

Al salir de los vestidores fui a por Pablo. Él también estaba con el traje rojo y se veía tan cookie.

—Pablo, escúchame bien. Ten cuidado en la salida y en las curvas, y cortas el paso ¿Vale?

—Tener cuidado en la salida, en las curvas y cortar el paso. Entendido, capitana.

Los coches ya estaban puestos en su posición, para no hacerla tan larga se hizo un sorteo para las posiciones de como empezaba. Y cómo yo era la cumplementada, yo iba en primer lugar. A Carla le tocó en segunda, a Pablo tercero, a Aurora cuarta, Pedri iba quinto y los últimos eran el novio de Aurora, Ferran y Sira.

Confieso que a la única que le tenía miedo era a Carla.

La carrera empezó y yo dejé atrás el desorden, Carla me pisaba los talones y yo estaba esperanzada de que Pablo pudiera seguirme. De igual forma ganaría la persona que cruzará primero la meta.

20 vueltas.

Y por el audífono escuchaba los "joder" de Pablo, ya me imaginaba su cara de frustrado y quería reírme.

Faltaban dos vueltas. Solo quedábamos en competencia cuatro, Carla, Pedri y yo. Carla me seguía pisando los talones y yo ya me sentía como en adubai 2021, Pedri se mantenía firme y por último Pablo, no sé cómo logró mantenerse, pero seguía en carrera. 

Estaba segura qué ganaría, claro, lo hubiese hecho, si Pablo no hubiese chocado conmigo, sacándome de la pista.

Y él ya parecía Charles, chocando contra el muro.

Cuando manifesté un Charles, no me refería a eso. 

—¡Eh Ganamos! ¡Ganamos! ¡Ganamos! —Carla hizo un bailecito al cruzar la meta.

Choco los cinco con Pedri y ambos de nuevo se dieron esa mirada.

Esa mirada. Yo la conocía.

—Feliz cumpleaños.

"Pide un deseo, Val Val"

"Pide un deseo, Mar mar"

Sople las velas.

Deseo poder sanar.

No era mi mejor cumpleaños, pero no me sentí del todo sola.

Todo fue risas y diversión, aunque de vez en cuando me acordaba de mamá. Pero, sonreía. Por ella.

Me abracé a mi misma por el aire. Pablo lo notó y sacó su chaqueta para ponérmela por encima de mis hombros.

Me quedaba grande. Pero era perfecta.

Gracias.

Ya era de noche, el cielo ya estaba oscuro y nos dirigíamos al coche de Pedri.

Todo era tan bonito, que debí suponer que algo malo pasaría.

Al salir del local, los flashes me cegaron.

Pablo no me soltó la mano y trato de cubrirme para que los reporteros me incomodaran. Fue imposible.

—Gavi, Valeria ¿Esto es una confirmación de su relación? ¿Desde cuándo andan juntos?

El camino al coche de Pedri se volvió eterno.

Los flashes nos cegaban y nos pegaban los teléfonos en la cara.

Muchos aficionados pedían fotografías y que firmaran. En otra oportunidad, Pablo se hubiese detenido, pero esa noche ni siquiera mantuvieron una distancia por respeto.

Hasta sentí que me agarraron del codo.

—¿Han estado en una cita doble? —preguntaron refiriéndose a que los cuatro salíamos.

Ninguno dijo nada y fue un paraíso cuando llegamos al coche y nos subimos en él.

Miraba la cara de Carla, era de completo terror. No era necesario mirarme al espejo para notar lo mismo en mi rostro.

Ya me imaginaba todo lo que la prensa diría.






















































Holaaa ¿Cómo están?

🩷🩶🩷

¿Cuéntenme que les pareció?

No tengo mucho que decir. Nos leemos pronto. Gracias por el apoyo ❤️‍🩹🥰

Ig: ancovi12
Tiktok: ancovi12

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 ©  a  n  c  o  v  i  1  2

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