56: Primer corte

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"Antes"

7 de agosto, 2021

El sonido de las olas y las gaviotas transmitían paz «¿Desde cuándo cambié el sonido de la alarma estresante por uno de playa?» me pregunté.

Playa.

Playa.

Fiesta.

Malecón.

Pablo y yo.

Abrí los ojos y en vez de encontrarme en mi habitación abrazando una almohada, me encontré con el pecho desnudo de mi novio. Incliné un poco la cabeza y le miré desde abajo el rostro. Estaba plácidamente dormido. El sonido de las olas, el viento y las gaviotas me hizo mirar a mi alrededor. No me encontraba en mi habitación. Me encontraba en la playa.

Los recuerdos vinieron.

Nuestro paseo por el malecón, luego bajamos a la playa, nos estuvimos enrollando y me quedé ¿dormida?

—Pablo...

Di golpecitos en su mejilla.

—Unos minutos más.

—Pablo...

Mi voz no lo levantó, pero el sonido de una gruesa voz sí lo hizo.

—Estos jóvenes de hoy día no aprenden —Los rayos del sol fueron tapados por una figura, entrecerré los ojos y vi que se trataba de un señor—. Follar como conejos, en cualquier lugar. Hoy en día ya no hay respeto.

—Perdone... —No pude articular otras palabras por la vergüenza, la cara me quemaba.

El señor nos apuntó con su bastón, una señal para ponernos de pie y salir corriendo. Tampoco era que hiciéramos algo malo. Vale, si, nos estuvimos enrollando, besos, caricias, pero, no llegamos a... bueno, él no metió su aparato reproductor masculino en mi aparato reproductor femenino.

Solo fueron caricias calientes hasta quedarnos dormidos.

Nuestras manos se sujetaron y no se soltaron hasta llegar a la vespa. Ambos nos miramos y nos carcajeamos de la situación vergonzosa en la que nos encontramos.

Éramos dos jovencitos que se reían por una tontería. Era nuestra tontería vergonzosa.

—¿Tu móvil tiene batería? —preguntó Pablo.

Tanteé mi cuerpo en busca del móvil.

—No me acuerdo donde lo dejé —murmuré y al escucharme reí por lo que dije.

—Eres un caso Val.

—Al menos no lo tengo hecho añicos —me defendí.

Pablo rodó los ojos y acomodó mi cabello. Le sonreí por su gesto y miré como sus ojos se veían más claros por el sol. Sus ojos eran del mismo color que los míos.

Serían imposibles de olvidar.

Le tendí el casco y él lo aceptó. Nos envolvimos en ese jueguito, de mirarnos, sonreír.

—Deja de mirarme así.

—¿Cómo?

—¡Así!

Pablo sonrió coqueto, se acercó a mí y colocó el casco en mi cabeza. Lo acomodó, al igual que mi cabello y acarició sus labios con los míos.

—¡Y siguen enrollándose!

Nos separamos al oír el grito del señor. Entre en pánico y empujé a Pablo. Me subí a la vespa y él copió mi acción. Puse en marcha el vehículo y salimos de la playa. Al pasar por el viejito, le grité: "lo siento" con una sonrisa invertida.

Escuché la risa de Pablo detrás de mí, se sujetó de mi cintura, escondiendo su cabeza entre mi hombro y cuello.

Al llegar a casa, nos escabullimos.

Me asomé por la cocina y vi que mamá estaba preparando café.

Miré a Pablo, agité mi mano en el aire en un ademán de decirle "anda tú". Pablo me entendió y cauteloso, fue hacia mi habitación.

Me asomé a la cocina, opté por una postura firme, acomodé mi cabello y con una sonrisa entré.

—Buenos días.

Mamá dio un brinco y me dio una mala mirada al ver que se trataba de mí.

—¿Pero qué te pasó? —pregunté al ver el morado en su pómulo.

Me acerqué más a ella y con delicadeza acaricié su pómulo.

Mamá cerró los ojos y restándole importancia, dijo:

—Estaba tan ebria que me di con el barandal.

—Se supone que yo soy la adolescente.

Me serví café y me senté en uno de los taburetes. Alcé la mirada al escuchar la voz de papá.

—¿Qué fue lo que te pasó?

—Se chocó con un barandal —contesté y mamá me dio la razón.

—Choqué con el barandal.

Papá se sentó a mi lado y dejó un beso en mi cabeza.

—¿Saben que el café les hará mal?

—El café es una bendición —aclaré.

Mamá se sentó delante de mí. Miré a mi alrededor y me sorprendí al no ver a Benjamín. Siempre era el primero en despertarse.

—¿Y Benjamín?

Mamá rápidamente contestó.

—Tenía trabajo.

—Vale.

Bebí de mi café y sentí la tensión en el ambiente. Miré de reojo, mis padres se estaban mirando, nerviosos.

Y mis ojos vieron algo que no debía. El cuello de mamá y una marca roja. Claro y yo con toda la inocencia del mundo, pregunté.

—¿Te ha picado un mosquito? —señalé su cuello.

—Sí.

Ambas nos miramos y vi la mentira.
Miré a papá y luego a mamá. Nervios, miradas bajas, ¿acaso ellos dos?

—Yo me voy —Salí corriendo.

—¡Chiquitita!

Corrí hasta llegar a mi habitación, cerré la puerta y la aseguré con pestillo.

En mi cama estaba Pablo. Me acosté a su lado y empecé a moverlo.

—Pablo, Pablo. Levántate, es código rojo, estoy traumada y... ¡Pablo!

Mi grito lo hizo abrir los ojos.

—¡Mi mamá y papá, follaron!

«Mejor publicalo en el periódico»

—¿Qué?

—No lo volveré a repetir. No ya me lo estoy imaginado —Agarré una almohada y la aplasté contra mi rostro—Matame.

Deje de sentir la almohada en mi cara, mis ojos se toparon con los de Pablo.

—No seas dramática, algodón de azúcar.

—No estoy siendo dramática —bufé—. Han follado, lo sé ¡Y mamá está casada! Que se supone que haga ¿se lo digo a Benjamín?

Tapé mi rostro con ambas manos y negué.

—Val...

Tres golpes en la puerta lo hicieron callar.

—Chiquitita abre la puerta, hablemos.

Miré a Pablo y negué con la cabeza.

"Dile que no quiero hablar" dibujé las palabras con mis labios.

Pablo se puso de pie y fue hacia la puerta, vi como su mano se puso en la perilla y antes de quitar el pestillo, le lance una almohada.

"No le abras"

—Está bien.

—¿Gavi?

—Eh Martina, Valeria no quiere hablar.

—Abre la puerta, por favor.

—Ella dice que no quiere hablar.

—Dile que debemos de hablar.

Pablo volteó a verme.

—Quiere hablar.

Negué.

—Ella no quiere hablar.

—Pablo abre la puerta o prohibiré que la veas.

Pablo me miró alarmado.

—Sí abres la puerta dejo de hablarte —Lo amenacé.

Pablo miró hacia la puerta.

—Lo siento Martina, pero Valeria no quiere hablar.

Me senté en la cama y estiré mis brazos hacia él. Pablo me abrazó y se acostó a mi lado. Mamá siguió tocando la puerta, pero, dejé de escucharla cuando puse música a volumen alto.

Quizá estaba actuando un poco inmadura, pero no quería hablar con ella. No en ese momento.


























💌💌💌













29 de agosto, 2021

29 de agosto del 2021. Una fecha que nunca olvidaré.

Estaba segura de que Gavi debutaría. Lo haría. Lo hizo

Hace cinco minutos que empezó a calentar para salir a jugar. Los gritos del estadio me hicieron mirar a otro punto y cuando regresé a mirar a Pablo, no lo encontré. Lo busqué por un par de segundos.

—Vengo enseguida.

Salí de la tribuna y como pude me hice pasar por el túnel de los jugadores. Un segurata me detuvo.

—Solo será un segundo. Lo prometo.

—Señorita.

—Un segundo, en verdad...

Siguió negando y yo insistiendo. Supe que no me dejaría pasar. Así que se me ocurrió un plan.

«¿Cómo se llamaba ese futbolista argentino que todos aman?» Me pregunté

«Messi, tonta»

—Miré, es Messi.

El segurata miró hacia donde señalé, se distrajo y yo corrí como si mi vida dependiera de ello. Encontré los vestidores y gracias a dios, Gavi, Pablo estaba ahí.

—¿Qué haces aquí? Deberías estar afuera, Pablo.

Estaba sentado en una de las bancas. Su mirada estaba baja y cuando la alzó, supe que tenía miedo.

—Me tiemblan las piernas, Val.

Me acerqué a él y me senté a su lado. Agarré su mano, dándole apoyo.

—A mí me tiemblan las piernas cuando te veo e igual voy por ti —dije con intenciones de hacerlo sonreír, lo logré.

Acaricié su mano y ordené las palabras de aliento que le diría.

—Es tu sueño, Pablo.

—¿Qué?

—Es tu sueño. Viniste desde muy chiquito a por esto y lo vas a lograr. Saldrás e irás a cumplir tu sueño y serás el niño más feliz de todo el mundo.

—Val, has leído lo que dicen. Que soy muy chico para esto y creo que tienen razón, estoy hecho un manojo de nervios ¿Y si lo hago mal? ¿Y si lo arruino?...

—Sí lo haces mal, aprenderás de ello. Pero, dudo que lo hagas mal, Pablo —Le miré a los ojos y deposité toda la confianza—. Saldrás y serás el mejor, has lo tuyo, has lo que te apasiona, saldrás al campo y juega con todo el coraje del mundo.

Me puse de pie, seguía nervioso y lo único que se me pasó por la mente fue lo que yo hacía cada vez que estaba nerviosa.

Saque mis auriculares y se los coloque.

Le di play a la playlist que hice por él.

Él amaba Coldplay y por casualidad del destino, sonó "viva la vida". Acomodé su cabello y me agaché a amarrar sus botas.

—Saldrás a cumplir tu sueño —Le tendí mi mano y él la aceptó, jale de él y empecé a sacarlo del vestidor.

Salimos por el túnel y el guardia me encontró.

—Señorita, no me haga sacarla a la fuerza.

—Me iré, lo prometo —Solté a Pablo y dejé un beso en su mejilla, me puse de puntitas y susurré en su oído—. Si las piernas te tiemblan, recuerda todo lo que hiciste para llegar acá. Pablo, eres el mejor.

Miré al guardia y le balbuceé un "ya me iré".

Regrese a mi asiento. Mamá estaba a mi lado.

—¿A dónde fuiste?

—Al baño —Mentí.

Nuestra relación estaba algo distante. No tuvimos esa charla y yo tampoco quería escucharla. Seguíamos siendo las mismas, pero era incómodo, cada vez que estaban Benjamín, mamá y papá en la misma habitación que yo. Era por eso que me escapaba de casa para ir a dormir con Pablo en La masía, era nuestro tiempo juntos y es que él entrenaba duro por las mañanas y yo por la tarde tenía clases de italiano y unos que otros planes con mis amigas o papá, es por eso que Pablo y yo pasábamos la noche juntos.

Viendo películas.

Solo películas.

Bueno también nos echamos unos que otros polvos.

Me gustaban esas noches con él, salir a caminar, hablar, bromear o, jugar, ver películas, leer, bailar. También planeó una cita, me llevó a ver un partido.

Era perfecto y creo que debí aprovecharlo más.

Dejé de pensar cuando anunciaron que Pablo ya iba a salir a jugar. Bueno, Gavi.

Me puse de pie y grité como una loca. Lo vi colocarse la máscara que debía de utilizar por su golpe en la mandíbula y así no pasaría a mayores. También me fijé que sus tacos estaban desamarrados, pero, bueno, esa era su magia.

—¡VAMOS, PABLO! ¡VAMOS, GAVI!

No me escuchaba, pero yo sí que grité.

Y aunque solo jugó algo menos de 25 minutos, se sintió una eternidad. La galería de mi móvil se llenó de fotografías y videos suyos, y mi garganta se quedó seca de tanto gritar.

El partido terminó y quise ir a abrazar a Pablo, pero no me dejaron pasar.

En el coche de mamá, saqué mi teléfono y sonreí orgullosa al leer varios comentarios positivos hacia Gavi. También había algunos comentarios negativos, pero, yo me encargué de ponerlos en su lugar.

—¿Quieres que te deje en algún lugar? —preguntó mamá.

Miré mi móvil. Pablo había leído mis mensajes, pero no me contestó.

Se suponía que iríamos a celebrarlo.

—A la casa de Ester, por favor.

—¿Te quedarás a dormir con ella?

—Hay una fiesta.

—¿Te quedarás a dormir con ella o lo harás con Gavi?

—No lo sé.

Mamá bufó y con las manos apoyadas en el volante, murmuró:

—Por dios, solo usa condón. No lo olvides.

No le contesté. Solo miré mi móvil.

Él no me contestaba.

Quite todo mal pensamiento de mi mente.

«Debe de estar cansado»

—No me hablarás —dijo mamá—. Si no me hablas a mí, también no deberías hablarle a Christopher, él también es culpable...

—Tú estás casada.

La miré

—Los dos estábamos ebrios ¿vale? —dijo y me apuntó—. Deja de juzgarme. Estoy segura de que si en unos años te encuentras con Gavi, harías lo mismo.

—No lo haría.

—¡Lo harías!

—¡No lo haría! ¡Porque Pablo y yo nos casaremos!

Mamá río agrio y me dio esa mirada de dosis de realidad y sus palabras si me dolieron.

—Vives en cuento de hadas, Valeria.

Ella me hizo vivir en ese cuento de hadas.

—Me largo.

Me bajé del coche y empecé a ignorar sus gritos pidiendo que entrará. Caminé rápido y me alejé. El cielo ya estaba a oscuras y no tenía ni idea de dónde estaba.

Tomé asiento en la parada de autobús.

Pedí un taxi.

Y entré al chat de Pablo. Seguía sin contestarme.

Le mandé un audio.

«Hola... emh... me peleé con mamá y probablemente me quedé en casa de Ester por unos días. Pensé que celebraríamos juntos, pero entiendo. Te veo mañana o cuando puedas»

Mi taxi llegó y me dejó en la gran casa de Ester. Estaba dando una mega fiesta y lo que yo necesitaba era un buen chupito.

Gracias a dios encontré a mis amigas. Las tres al verme, me llevaron a una de las habitaciones de arriba.

—¿Qué es lo que sucede?

—¿Por qué lloras Val? —Carla me abrazó.

—Me peleé con mamá.

—Ah es eso —Ester le restó importancia—. Ya se reconciliaron, como la vez pasada.

—No. Esta vez es peor.

Le conté todo lo sucedido y ellas quedaron en shock cuando les dije cierto punto.

—No la culpo, tu papá es demasiado guapote —dijo Carla y al escucharse se tapó la boca con las manos, su rostro estaba rojo.

Mis amigas le dieron la razón y no me quedó de otra que rodar los ojos y aguantar las arqueadas.

Luego les conté lo otro.

—Pero en eso tiene razón Martina, Pablo y tú no se casarán. A lo mucho durarán hasta la universidad —dijo Ester volviéndome a tirar un balde de agua fría.

—¡Ester! —regañó Carla.

—Es la verdad. Además ¿Dónde está ahora?

—No me contesta.

—Lo ves —señaló—. Me convenciste de hacer esta fiesta para celebrar su debut, pero ¿dónde está?

—No le contesta —dijo Pau.

—Puede que se haya quedado sin batería —murmuró Carla.

—O puede que esté en un club con sus demás compañeros, quienes le presentan a varias mujeres voluptuosas que no son para nada como Valeria.

—¿Qué?

—Es la verdad. Los hombres son así. Además no te contesta y aquí todos sabemos que Pablo está pegado al teléfono y que cuando se trata de ti, te contesta al segundo.

Y si él...

—Necesito alcohol.

Y me lo tomé muy en serio.

Nada de cerveza, pero si varios chupitos de algún alcohol que me dejaba ardiendo la garganta.

Me senté en la barra y moví mi pie al ritmo de la canción. Estuve bailando como una estúpida en el taburete, el alcohol ya estaba demasiado en mí.

—Extrañaba a esa Valeria —Mis ojos vieron al dueño de esa voz.

Manú.

—¿Qué... quééé hacees aaaquí? —Arrastré las palabras y me bajé del taburete.

—De fiesta, no es obvio ¿Dónde está tu novio?

—Por ahí —mentí y bebí.

Y así fueron las siguientes ¿horas? La verdad no sé cuánto tiempo pasó. Solo recuerdo que él me invadía de preguntas y yo se las evadía con monosílabos y alcohol.

Error.

—Así que ¿Se está follando a otras?

—Claro que no —Guíe otro chupito a mis labios y antes de beberlo, Manú me lo arrebató.

—Ya has bebido suficiente —Se puso de pie y de un tirón me alzó. Su mano me agarró de la cintura, sujetándome. No sentía las piernas y tuve que cerrar los ojos porque todo me daba vueltas—. Vamos a mi casa ¿vale?

Sentí que empezó a caminar y yo solo murmuraba varios "no".

—Manú... No... Déjame... No quiero ir...

—Shhh... Cambiarás de opinión cuando lleguemos.

Fruncí mi ceño y traté de resistirme. Todo fue en vano.

Cerré los ojos con fuerza y arrastré mis pies. Escuché el sonido del timbre y supuse que estábamos en la puerta principal. Entre Abrí los ojos y las luces me cegaron, pero vi como Manu abrió la puerta y luego, escuché su voz.

—Valeria.

¿Pablo?

—Suéltala.

—Tranquilízate, que solo la iba a llevar a mi casa.

—¿A tu casa?

—Ella me lo pidió.

¿Qué?

No es verdad.

—Déjala. La llevaré a su casa.

Por unas milésimas de segundos sentí el tacto de Pablo y me tranquilicé unos segundos, Manú me hizo a un lado y solo quería empujarlo y estar con Pablo.

—¿Cómo la llevarás? ¿En tu bicicleta?

—Tomaré un taxi.

—Tengo coche y mi familia es amiga de la suya, la llevaré a mi casa.

—Yo soy su novio, así que déjala en paz.

Estaba tan perdida en una embriaguez que solo quería tirarme al suelo a dormir. Sentí como tiraron de mi brazo e iniciaron un forcejeo por mí. Entre abrí los ojos y me sujeté de alguien o algo.

Vi como Pablo y Manu se empujaron. Un forcejeó que por más que gritaba o susurraba un "deténganse" no terminó. No estaba en mis cuatro sentidos, quería dormir y tirarme en cualquier lugar, claro que mi cuerpo tenía otros planes.

Vomitar.

En uno de los caros jarrones.

Al menos eso los hizo separarse.

—Valeria —Noté la angustia en la voz de Pablo. 

Pablo se puso a mi lado, sujetó mi cabello y sobo mi espalda o al menos es lo que recuerdo. Creo que me quedé dormida o estuve perdida en un limbo. No sé a dónde iba o donde estaba. Solo sé que Pablo me tenía cargada como si fuera una damisela en apuros.

—Me voy a morir.

—No lo harás.

—Quiero vomitar ¿Dejarás de quererme si te vomito?

—No —Entreabrí mis ojos y vi su rostro.

Era tan apuesto y sus lunares, dios sus lunares. Me pasaría horas y horas contándolos y uniéndolos con líneas imaginarias.

Volví a cerrarlos, escondiéndome en su pecho en un intentó de no vomitarle encima.

El alcohol convertía a algunas personas agresivas, pero a mí o me cogía eufórica o me dejaba muerta. Y ya estaba en la fase moribunda.

—Val... —Su voz era en un tono de preocupación—... Joder, dime que estás respirando... —No le di una respuesta—. Joder, Val, ¿cuánto has bebido?

Lo suficiente para estar moribunda.

No sé si seguimos caminando o si Pablo llamó a mis padres, tampoco sé cuánto tiempo pasó, pero en un momento, el sonido de un coche me hizo abrir los ojos y la luz de los faros me cegó.

—Val, cariño —La voz preocupada de mamá se escuchó.

Me estremecí entre los brazos de Pablo y abrí mi boca para decirle un "corre" pero no pude articular ninguna palabra.

—¿Cuánto ha bebido?

Pablo no dijo nada y escuché una tercera voz que reconocía como la de Benjamín.

—Sube al coche, chaval.

No sentí que Pablo se moviera.

—La verdad es que Valeria no quería ir con ustedes.

—Sube al coche.

—Sube al coche, Gavi —sentenció mamá y a ella sí que le hizo caso.

Se subió en la parte trasera, no me soltó ni un segundo. Es más me aferro más a él.

—Ponla de costado, para que no se ahogue con el vómito —señaló mamá y Pablo otra vez le hizo caso.

Fue ese don que tienen las mamás, porque al segundo empecé a vomitar en el piso del coche. Pablo sujetó mi cabello y sobó mi espalda. Al ver todo, miré hacia el techo y vi como Pablo me limpiaba la comisura de mi boca con la tela de su hoodie.

Qué vergüenza.

Creo que me quedé dormida de camino a casa. Volví al mundo cuando llegamos al destino, Pablo me volvió a alzar en brazos.

—Hay que llevarla a su habitación, le daré una ducha —Escuché la voz de mamá—. Benjamín, preparale un café.

Entre Abrí los ojos y vi como Pablo empezó a subir las escaleras. Llegamos a mi habitación y entré al baño. Me coloco en la tina y dejo un beso en mi frente.

—Esperaré afuera —Me sonrió.

Me quedé a solas con mamá y ella me dio esa mirada de regaño y a la vez alivio.

Fue una ducha rápida y fría, lo suficiente para que reaccionara.

Cambiada con un pijama y con el pelo echando gotas de agua al piso, salí del baño y me topé con Pablo.

La vergüenza me ardió y quise echarlo de mi habitación.

No era necesario verme al espejo para saber que estaba horrorosa.

Pero al salir él me miraba de una forma que me hacía sentir la chica más linda del universo. Me sonrió y me miró como si yo fuera una obra de arte.

—Perdona por esto —Me eché a la cama cuando mamá se fue a por mi café.

—Quedará como una anécdota —dijo y vi como fue hacia mi tocador, agarró uno de mis peines y la secadora. Se acercó a mí, dejó los aparatos en la cama, me agarró de las manos y tiró de mí para sentarme—. Te peinaré ¿vale?

—Vale.

Pablo era una persona muy brusca, pero cuando se trataba de mí, todo lo hacía con la mayor delicadeza del mundo. Cepillo mi cabello como si fueran ricitos de oro, también lo seco.

Era lindo conmigo. Demasiado.

Esperen. Miento. No todo lo hacía con delicadeza. Me corrijo, "casi todo" lo hacía con delicadeza, porque a la hora de follar era un bruto, pero no me quejaba. Es más me encantaba.

Esos pensamientos me hicieron ver a Pablo con todas las ganas de follar. Era el alcohol que aún corría por mis venas.

Mordí mi labio.

Y cuando su mano inocentemente tocó mi cuello, yo ya quería desnudarme.

Volteé a verlo y sin pudor alguno dije:

—Y si follamos duro contra el muro.

Las mejillas le ardieron y dejó caer el peine.

—Sigues ebria...

Le iba a contestar. El sonido de la puerta siendo abierta, nos hizo dejar de mirarnos.

—Chiquitita, tu café.

Acepté la taza y di un sorbo.

Me tomé todo el café y mamá se llevó la taza.

—Traeré otro.

—Gracias.

Antes de salir por la puerta, mamá se detuvo y miró a Pablo.

—¿Quieres que llame o un taxi o le digo a Benjamín que te lleve?

—Eh... —Pablo se puso de pie y siguió a mamá. Se detuvieron a hablar afuera de mi habitación y yo escuché todo—¿Puedo quedarme? Por favor. Prometo que no voy a hacer nada indebido, es más puedo dormir en el piso.

No escuché lo que dijo mamá, pero debió de aceptar. Pablo entró a la habitación y me cuidó. Estuvimos así por un tiempo, yo ya me iba quedando dormida en su pecho, pero el sonido de la puerta siendo tocada, me hizo abrir los ojos.

Papá fue el que se asomó.

—¿Puedo pasar?

—Estoy durmiendo —Era obvio que se dio cuenta de mi mentira.

—¿Puedo hablar con tú yo dormida?

Le hice un ademán y entró.

—Que sea rápido.

—¿Puede ser a solas?

Pablo me miró, esperando mi respuesta.

—Solo un momento.

Tenía que escuchar qué era lo que me diría. Conocía a mamá, pero, no lo conocía a él y quería saber cuáles eran sus intenciones.

—Estaré afuera —dijo Pablo y antes de salir por la puerta, le cortó el paso a papá —No le haga daño.

Pablo nos dejó a solas.

Papá y yo nos quedamos en silencio por unos largos minutos. Hasta que hablé.

—¿Qué es lo que me tienes que decir?

Papá se sentó al borde de mi cama.

—Ya sabes lo que pasó entre tu mamá y yo...

Lo corté de seguir, no quería escucharlo.

—Si vienes a hablar de ello, ahorratelo. No quiero saber los detalles.

—Valeria. Cariño. Es algo que no entenderías, pero, quizá en un futuro lo hagas...

—Lo dudo.

—No deberías estar molesta con Marva... con Martina...

—No estoy molesta.

No le miré a los ojos y él ni siquiera se dio cuenta de que le mentía. No me conocía.

—¿Decepcionada?

—Escucha. Yo no soy adulta en esta familia. Si mamá quiere estar contigo, pues bien, pero que no le haga daño a Benjamín. Él es un buen tipo, a su modo y me ha cuidado en todos estos años... ha intentado ser un papá para mí y aunque sea medio bipolar y amargado, lo aprecio y nadie se merece que le pongan los cuernos.

Me crucé de brazos. Mostrando mi enojo.

—Entiendo tu punto, Valeria —Sonrió con la boca cerrada—. Quiero pedirte algo.

—¿Qué?

—Sí tu mamá quiere y si ya no hay nada que nos impida estar juntos, dejarías que tu mamá y yo iniciamos una relación

—What the fuck —Pase mis manos por mi cabeza—¿Lo dices en serio?

—Lo digo en serio.

—Joder ¿Mamá esta de acuerdo? Está con Benjamín y se aman.

—Ella me a...

Lo detuve.

—No quiero saberlo, no quiero saber nada ¿sabes? Si me lo decías cuando tenía 10 años, estaría saltando de felicidad. Pero en este momento, no.

—La sigo amando...

—La hubieses buscado hace 17 años, no ahora.

Papá bajó la mirada.

—Es lo mismo que me dijo ella.

Ellos dos ya habían hablado.

Todo este drama de los últimos días me dejaron pensativa y quizá una de las razones por las cuales estaba molesta con mamá era porque pensaba que papá había venido a reconquistarla y que no vino a construir una relación padre e hija conmigo.

Es inmaduro, lo sé.

Pero creer en eso me enojaba. Pensar que no me quería, que no le importaba.

—¿Estás molesta?

—Se comportan como dos adolescentes.

—Te dejaré sola...

Se puso de pie. Lo detuve.

—Papá...

—Si ¿princesa?

—Deberías preocuparte por recuperar tiempo conmigo y no por conquistar a mamá.

—¿Es lo que crees?

Mi silencio fue su respuesta.

—Mañana... bueno, en unas horas pasaremos tiempo juntos ¿Vale?

—¿De verdad?

—Sí. Iremos a un parque, al cine, a comprar helados ¿Quieres libros nuevos? Haremos todo lo que quieras.

Lo abracé y en verdad creí en él.

—Gracias.

Besó mi frente.

—Tendremos la mejor cita de padre e hija, te lo pasarás estupendo. Te lo prometo.

Promesas.

Las promesas eran igual a un corazón roto.































30 de agosto, 2021

Un lindo vestido.

Una sonrisa radiante.

Mi móvil sonó, era una llamada entrante de Pablo.

—Hola, bonito.

—Hola, algodón de azúcar ¿cómo te va la resaca?

—ya me voy tomando como 20 tazas de café y un licuado anti resaca de mamá. Estoy bien, creo y de nuevo, mil disculpas por lo de hace unas horas.

Mordí mi dedo, avergonzadome al recordar cómo me puse y como él lo vio todo.

—No te preocupes, Val. Ya sabes que tú y yo somos un equipo. En las buenas...

—Y en las malas — terminé por él.

—Llamaba para invitarte a pasar el día. Ayer no pudimos celebrar y sería algo bonito hacerlo contigo... ¿Te animas? Paso por ti o bueno pediré un Uber.

—Me encantaría...

No me dejo terminar.

—Genial, paso por ti en una hora ¿vale?

—Pablo, espera... Me encantaría ir, pero... quedé con papá en pasar el día. Podemos hacerlo mañana ¿Te parece?

—Tengo entrenamiento ¿Y en la noche?

—Pijamada con mis amigas, pero les puedo cancelar.

—No... ¿Lo dejamos para otro día?

—Vale. Hazme un espacio en tu agenda.

—Te digo lo mismo y diviértete.

—Besos.

Colgamos la llamada y colgué mi bolso en mi hombro. Salí de mi habitación y bajé las escaleras corriendo, salí de mi casa corriendo y gritando.

—¡Regreso tarde!

—¡Valeria Martina Rosón, recuerda que estás castigada!

Me hice oídos sordos y esperé fuera de la casa.

10 minutos pasaron.

Luego 20.

Esos 20 minutos se convirtieron en una hora.

Una hora se duplicó en dos. Luego 4.

El viento corría fuerte y volví a entrar a mi casa por una chamarra.

Salí y seguí esperando.

Espere.

Repitiéndome una y otra vez en mi mente que papá cumpliría su promesa.

Escuché como la verja se abrió y no era necesario mirar para comprobar que se trataba de mamá.

—Él no vendrá.

—Lo hará. Lo prometió.

Quería llorar.

—Valeria, él ya se fue.

—Mientes.

—Chiquitita, ha regresado a Estados Unidos. No vendrá. Él no cumple promesas, solo las rompe.

A ese punto mi rostro ya estaba empapado de lágrimas.

Volteé a ver a mamá y con toda mi ira, le grité:

—¡Es tu culpa!

Salí corriendo, pero, antes de entrar a la casa me detuve y corrí hacia mamá, como una niña chiquita fui a abrazarla.

—Sigo pensando que es tu culpa, pero necesito un abrazo.

Papá fue ese primer corte en mi corazón.

He sido de esas niñas que crecen sin saber lo que es ser la princesa de papi.

Lo sigo siendo y creí que por fin sabría lo que era tener una relación padre e hija.

Escribo esto para decirte que te dejo ir. Después de todo, nunca fuiste alguien presente en mi vida y puedo vivir con ello.

V.R



















































Hola, gente bonita!!!

¡¡¡Hoy al fin es día de partido!!!
💙❤️💙❤️

Cuéntenme que les pareció el capítulo

👀¿Qué opinan entre el lío del papá y mamá de Val? ¿Qué opinan al respecto de esas situaciones? Leo teorías 👀

🥰Nos leemos pronto🥰

Ig: ancovi12
Tiktok: ancovi12

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 ©  a  n  c  o  v  i  1  2

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