57: Escapar

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7 de agosto, 2022

—Gracias por traerme, Pedri.

Sí, Pablo lo llamó para que fuera a dejarme casa.

Me bajé del coche y despeiné a mi novio, porque sí, él también fue a dejarme, en forma de despedida.

—Oye, no me darás un beso.

—En tus sueños, Gavi.

Su cara cambió, no le gustaba para nada cuando lo llamaba Gavi. Todo el mundo le llamaba así, menos sus padres y yo. De vez en cuando lo llamaba así, cuando estaba molesta o simplemente porque quería reírme de su cara de culo.

—Es Pablo.

Me reí de su expresión y agité mi mano, despidiéndome de los dos.

—Nos vemos luego y suerte en el partido.

Ese día tenían un partido, yo no iría. Quería ir, pero era mejor no ir. Internet explotó desde ayer, desde que nos pillaron saliendo del karting.

Me asusté un poquito, está bien, me asusté mucho y más por todos los comentarios que me tiraban. Hasta apagué mi móvil para dejar de pensar en eso.

No podía entrar a redes sin sentirme juzgada.

Mi única red social segura era Wattpad. Me mantenía en anonimato con mi "Val_algodóndeazúcar" como mi user. Creativo. Recuerdo que Pablo me lo puso. Ese era mi lugar de paz, en donde solo era alguien que leía y tenía historias abandonadas; el lugar lleno de bombas era Internet que explotaba en teorías. Y la pregunta era "¿Por qué Gavi no me confirmaba como su novia?"

Muchos usuarios decían que era porque solo me ve como un polvo y ya. La verdad era que no quería ser más expuesta, si ya de por sí me odiaban, sería mil veces peor.

Teníamos que tener más cuidado, es por eso que decidí ver el partido por la TV.

Entré a mi casa y antes de cerrar la puerta vi como el coche de Pedri se alejó.

Cerré la puerta y suspiré. Di media vuelta y supe que bajé devuelta al infierno. Era todo lo contrario al día anterior. La entrada estaba hecha un desastre, cristales en el piso, la mesita tirada junto a las flores y cuadros. Todo estaba hecho añicos.

Todo.

Mi hogar.

Caminé lentamente, viendo todo destrozado. Tantos recuerdos felices que eran opacados por lágrimas y cristales rotos. Diría que mi familia se rompió, pero la verdad es que murió el mismo día en el que mamá se fue.

¿Qué le había pasado a mi hogar?

¿Hogar? Ya no era mi hogar. Ya no lo era y por más que me intentaba aferrar a los bellos recuerdos, las lágrimas me nublaban.

Vi el cuerpo de Benjamín tirado en uno de los sofás, varias latas y botellas de cerveza. Por un instante se me pasó por la cabeza que quizá estaba muerto y que era lo mejor, pero también me llenaba un sentimiento de nostalgia que me iba acercando para comprobar si seguía respirando.

Lo hacía. Su pecho subía y bajaba. Lento, pero respiraba y olía a cerveza, no era necesario un alcoholímetro para saber que estaba ebrio.

Él había destrozado la casa.

«¿Con qué derecho?» me pregunté mirándolo con asco y a la vez no podía evitar sentir pena por él.

Era un ebrio. Un alcohólico, abusivo, había caído tan bajo, nunca pensé que podría caer más. Debí suponer que el infierno tenía más niveles y él había descendido uno más.

Mis ojos vieron una línea de polvo blanco. Miré a Benjamín, su nariz tenía rastros de ese polvo. Y no era harina.

Entendí que si seguía en casa, yo me hundiría más.

Pero ¿Cómo abandonaba mi hogar?

Era mi casa. La casa de mi familia, de mis abuelos y la cual mamá rediseño para las dos. Mamá amaba Barcelona por su arquitectura, y esta casa fue su primer proyecto. Era mi casa. Era dejar a mamá.

La casa era mía. Pero yo no lo podía echar y no quería hacer problemas, ya no más.

O me quedaba y lo afrontaba, o me iba y dejaba esta casa con recuerdos dulces y agrios que debía olvidar.

Y sí.

Escape.

Porque ya no estaba dispuesta a aguantar más abusos, a trabajar para mantener a un alcohólico y que me pagué haciéndome moretones en el cuerpo.

Ni siquiera podía tener sexo con mi novio por miedo a que me vea los golpes y también porque dolía un infierno.

Sin hacer el menor ruido posible, y con el corazón asustado, subí a la planta de arriba. Entre a mi habitación, directo al armario y saque las valijas. Miré mi ropa, la mayoría la vendí y solo me quedaba lo básico. Agarré ropa. Empecé a empacar ¿cómo se suponía que debía llevarme toda mi habitación en una valija?

Me llevé algunas fotografías, mi caja de recuerdos, el peluche que me regaló Pablo en nuestra primera cita, mi ordenador y la cámara. Miré a mi alrededor, tanto por llevar. A pasos rápidos, fui a la habitación de mamá. Estaba hecha un caos. Entré a su armario y vi que estaba vacío. Él se llevó todo. Solo quedaba una caja en lo más al fondo del armario. Fui por ella.

Pesaba.

Me senté en el suelo y la abrí. Todo estaba lleno de polvo. Sonreí nostálgicamente al encontrarme con unas botitas de bebé y mi pulsera del hospital. Había varias fotos, aventuras de mamá y boletos a distintas partes del mundo. También había una videocámara vieja, y casetes de música junto a un MP3 y un móvil de esos antiguos. Lo que me llamó la atención fueron los libros, no eran simples libros. Eran diarios. Agarré un al azar y me hice paso entre páginas.

Leí el primer párrafo.

"Querido diario, terminé con Madrid..."

¿Madrid? Ella escapó de Madrid. Supuse que se refería a eso.

Seguí las páginas y me detuve en la última.

Leí unas cuantas palabras "Querido diario... hoy conocí a New York..."

Su viaje a New York.

Quise seguir leyendo más. No lo hice, la razón. Sufriría.

Cerré la caja y la llevé conmigo. En medio de la habitación, algo llamó mi atención. Deje la caja en el piso y me agache a recoger lo que yacía tirado en la alfombra.

El reloj de la abuela.

Se lo dio a mamá.

Mamá siempre lo usaba.

Ese reloj era mío.

Me pertenecía.

Lo recogí y sin pensarlo lo coloqué en mi muñeca. Quedaba perfecto.

Iba a salir de la habitación, pero me regresé a por la boa de plumas, su tocadiscos y su perfume.

Con cuidado de que no se me cayera nada, salí de su cuarto y fui directo al mío. Deje en orden todas las pertenencias de mamá en cajas y las guarde en mi armario. Lo único que me llevaba de mamá era su perfume, su boa y el reloj. Cerré la valija y miré a mi alrededor.

Faltaba mi biblioteca.

Me acerqué a mis libros y pasando mis dedos por los lomos, susurré una promesa.

—Prometo que vendré por ustedes, lo prometo.

Me aguanté las lágrimas y me ahogué en ese océano por unos segundos, antes de salir a la superficie y buscar un bote. A pasos lentos fui dejando atrás mi habitación.

Escapé del bosque.

Escapé del monstruo.

Escapé.

No fui valiente al escapar.

Lo tuve que afrontar.

Afuera de mi casa estuve esperando un taxi.

¿A dónde iría?

Tenía dos opciones.

A casa de Carla.

O a casa de Pablo.

Elegí la primera opción. Los padres de Carla estaban de viaje, podía darme asilo por unos días, en cambio, los padres de Pablo estaban en su casa y no quería sobrepasar mi confianza con ellos.

Además que vivir con Pablo era una tentación.

Y por el momento, no debía de verme desnuda.

Miré hacia la calle.

—Valeria —Mi nombre hizo eco en mi mente.

Esa voz, ese acento americano que muchas veces pedí escuchar, pero esa vez solo quise que desapareciera.

Lágrimas de rabia se atoraron en mis ojos.
Él estaba detrás de mí.

No volvería. No lo haría.

Él solo era otro de mis fantasmas.

—Valeria...

Su mano tocó mi brazo y yo me aparté como si me fuera contagiar de una enfermedad.

—No me toques —Mi voz salió tan seca.

Hice como si no estuviera detrás de mí. Di unos pasos y me detuve a orillas de la acera. De repente lo vi a mi lado.

Lo ignoré. Él me ignoró por muchos años, yo también lo ignoraré.

—¿Te irás de viaje?

«No te importa» quise gritarle.

Miré la calle. No pasaba ni un taxi y mi móvil quedó en la habitación de Pablo. Maldita la hora en la que lo dejé.

—Valeria... ¿Podemos hablar?

Christopher era invisible para mí. Me abandonó, me dejó, un año atrás creí que podríamos tener una relación y ese mismo día, supe que no. Fue mi primera herida. Desde muy niña me lastimé. Él se fue. No le importé. Hizo como si no existiera y yo le di su propia medicina.

Pasó un taxi y sin pensarlo me subí.

Christopher estaba muerto para mí.

Hasta Benjamín se "preocupaba" más por mí.

No miré por la ventana. Pero, vi por el espejo retrovisor. Él seguía ahí.

Llegué a casa de Carla y toqué la puerta, espere como 3 minutos cuando mi amiga me abrió.

—Val ¿Qué haces aquí? —Vio mi maleta y pregunto—¿Te irás de viaje? ¿Huirás de Gavi y buscarás aventuras? Sí es así, dame cinco minutos que te acompaño.

Llevaba su ropa deportiva y salió corriendo.

—Carla, espera —No se detuvo—¡No huiré!

Freno y regreso —¿Entonces?

—¿Puedo quedarme unos días?

—¿Huiste de casa?

—Algo así.

—¿Puedo quedarme?

—Eso no se pregunta. Mi casa, tu casa.

Sin esperar mi permiso, agarro mi maleta y la entro. Me hice pasar a su hogar.

—¿Quieres una habitación o te quedarás en la mía?

—En la que incomode menos.

—No incómodas, Val —Pasó su brazo por hombros, su mejilla se pegó con la mía—Sí tú y yo somos como hermanas, la gilipollas y la más gilipollas, la señora Leclerc y la señora Sainz.

—¿Sainz? ¿No te casarás con Lando?

—Ahora prefiero a los maduros —Me guiñó un ojo.

—Pero si Lando es mayor que tú.

—Él siempre será un puberto.

Reímos por eso y subimos a su habitación.

Lady Isabella dormía en la cama de Carla. Era su perrita, o bueno su hermana. Era la perrita de sus padres y consideraban a la mascota como una hija más. No los juzgo, yo también haría eso.

—Hola, pequeña —Le acaricié su cabecita.

Carla bufó —Por qué lady les quiere a todos, menos a mí.

—¿Peleas de hermanas?

La perrita se llevaba muy bien con todos, excepto con Carla. Dejaba que todos la acariciaran, Carla lo hacía, la dejaba unos segundos y luego la mordía.

Me acosté en la cama y jugué con Lady. Era una perrita blanca que me recordaba a Chloe, la perrita de esa película de Disney Channel.

—¿Por qué te fuiste de casa? No es que te quiera botar, ni parecer chismosa, pero...

—Me sentía sola —contesté.

Tenía algo de verdad.

—Entiendo. Yo te haré sentir como en casa, estaré como un chicle para ti. Lo prometo —Me dio su meñique, lo único con el de ella en una promesa de niñas.

Miré a mi alrededor. Cajas. Maletas.

—¿Te mudarás?

—Estoy empacando lo importante para Madrid.

Madrid. Cierto.

—Lo siento por la mentira.

—Tía, ya lo estaba olvidando —Y riendo, añadió —No me hagas acuerdo que te secuestro.

Yo me dejaría secuestrar.

No quise pensar en ello. Porque me plantearía si fue una buena opción lo de quedarme.

—¿Al final elegiste quedarte en la residencia o en un piso?

Carla suspiró. 

—Mis padres no quieren que comparta habitación con una extraña y me han rentado un piso lujoso —Note una ligera nota de tristeza en su voz, cambió por una sonrisa pícara—. Lo bueno es que tendré la libertad de llevar a mis ligues y follar siguiendo el ejemplo de lo guarros que son Gavi y tú.

—¡Carla! —Las mejillas me ardieron.

—Son unos guarros —río —. En ese viaje a Estados unidos, se suponía que compartimos habitación y Pedri durmió conmigo porque Gavi y tú no dejaban de compartir fluidos.

—¡Es mentira! Pedri es un exagerado.

Bueno...

«Acepta que Gavi y tú folláis como dos conejos»

¡Mentira!

—Es verdad. Hicimos una apuesta.

—¿Qué apostaron?

—100 euros a que se metían a la habitación, veían una película por 20 minutos y luego empezaban con sus "duro contra el muro" —Carla dio tres palmadas e hizo una cara de estar gimiendo. Me hubiese reído, pero me dio vergüenza—. Él apostó que al menos durarían una hora y yo dije que solo 20 minutos. Y yo gané, 100 euros en puro helado.

Qué vergüenza. 

—También apostamos si se les rompería un condón o se olvidarían de ello, pero, no escuchamos nada al respecto, así que la apuesta se anuló.

—Que raros que son.

—¡Oye! No es nuestra culpa que la habitación estaba al lado.

La cara me ardía de la vergüenza, pero. Aun así, le dije:

—Y sobre tu última apuesta, no se nos rompieron condones, pero si hubo un par de veces que no utilizamos protección.

—¿Eso quiere decir que gané mi apuesta?

—Pues sí.

—¡Yupiii!! —hizo un baile con sus manos y sacó su móvil—. Don bananin, me debes 200 euros, valeris me confesó que no utilizaron el gorrito en pleno acto allá en Estados Unidos.

Carla le envió un audio a Pedri.

Su celular sonó avisando un mensaje y sonrió al leerlo. Dejó el móvil a un lado.

—¿Tendrán un bebé?

—¡No! Se corrió afuera y de igual forma utilicé pastillas al día siguiente.

Carla me miró aliviada.

—Genial. Así no tendría que lidiar con otro aborto clandestino.

Ambas nos miramos y hubo un silencio.

—Ester me contó...

—Ella me contó que te contó...

—¿Sabes cuando lo piensa hacer?

—Quedamos en ir hoy...

—Vale... ¿Sabes quien es el padre?

—Ella no me lo quiere decir —confesó—. Sabes que Ester es muy... ¿Puta? Eso sonó feo... a ver —Miró hacia arriba, pensando en qué decir—. Es muy abierta...

—Se acostó con muchos tíos, lo sé...

—Sí...y también lo hizo con...

—¿Con?

—Nadie. Olvídalo —Sonrió nerviosa.

—¿Con quién?

—Nadie.

—Dime.

—No...

—Carla…

—No...

—Pero...

—Es...

—Dime. No diré nada, lo prometo.

—Pero...

—Carla. Dímelo o Taylor nunca vendrá a España...

—oye...

—Dímelo.

¿Por qué pensaba que me diría el nombre de Pablo? Su nerviosismo me daba esas señales y a mí ya me daba una crisis de querer morirme. Carla debió de ver mi cara de querer llorar al pensar que se trataba de mi novio, ya que dijo...

—Solo diré que es futbolista...

Mátenme.

—Juega en el Barça.

Yo lo mato.

—¡Y es canario y es Pedri! ¡Ya te lo dije! —Tapo sus ojos con ambas manos—. Ya lo había superado. Y borrado de mi mente y ahora la imagen mental de ellos dos volvió a mi cabeza.

Dramáticamente se tiró boca abajo a la cama.

—Gracias a dios.

Y yo pensando que era Pablo. No me culpen. Él tiene antecedentes.

Podré perdonar que se folló a otras, pero no le perdonaría si lo hizo con una de mis amigas. Y menos con Ester, ella es la que me hacía saber todo lo que me falta.

Dejé de pensar en ello y me concentré en lo que me dijo Carla.

—Eso quiere decir que ¿Pedri es el papá?

—¡No!

—¿Cómo lo sabes?

—Porque él me dijo que no se metería más con Ester. Y la última vez que lo hicieron fue en Málaga —Empecé a sacar los cálculos en mi cabeza—. Y Ester tiene dos semanas.

—Vale. Me he perdido muchas cosas.

—Vives en tu mundo. Ya te pondré al día.

Y así estuvimos hablando, de lo que le pasaba y me sentí una pésima amiga. Ella estaba para mí, pero yo no estaba para ella y sus dramas amorosos y familiares. También me enteré de que Pau se iría hoy de España, entró a yale y viajaría. Me perdí de muchas cosas.

Sí estuve en un pozo. Estaba en un pozo.

—¿No nos dirás quién es padre? —preguntó Carla a Ester.

Ella llegó. Se sentía raro estar juntas en una misma habitación.

—El espíritu Santo —ironizó la pelinegra.

—¿Te crees la virgen María?

—Cállate, Carla.

—Pero...

—Carla, no sigas. Si No lo quiere decir, debemos de respetar eso —dije.

Carla bufó y Ester me señaló con su puntiaguda uña roja.

—Al fin dice algo razonable.

Sí, Ester seguía siendo Ester.

Buscaba información sobre abortos. Leía cada mínima cosa desde la pantalla de mi portátil. Estaba sentada en el escritorio de Carla, ella leía sobre eso desde su cama junto a Pau, ella también vino y Ester solo murmuraba una y otra vez que quería deshacerse del "problema" de una vez por todas.

—Okay, porque no me tomo estas pastillas de una vez y asunto resuelto —señaló.

Volteé a verla —¿Qué pastillas?

Ella me dijo sus nombres y yo las busqué en Google. Y me dio miedo. Cólicos, sangrado ¿y si las cosas pasaban a mayores?

—Debemos de ir a una clínica —dije, siendo sensata—. Es lo más responsable.

—No quiero un historial —Ester negó—. Lo hago aquí, con ustedes.

—Carla, Pau —las llamé—¿Alguna de ustedes tiene un título de medicina? Porque yo no.

—Valeria tiene razón —habló Pau, fue a ponerse del lado de Ester. Todas lo hicimos—. Puede pasar a mayores y no sabremos cómo actuar.

—Y no queremos lidiar con un cadáver —añadió Carla—. Digo, con tu bello cuerpo desangrándose en mi baño.

—Irás a una clínica ¿vale? —Acomodé su negro cabello y limpié su lágrima rebelde—. Sacaré una cita.

La cita era para mañana a primera hora.
Pedimos pizza para cenar. Ester no comió, su excusa fue que le daba náuseas. La verdad era que no quería "engordar".

—En otro universo, estaríamos planeando un baby shower no un aborto —Carla dio un mordisco a su rebanada de pizza y continuo hablando al tragar—. Se imaginan.

—Prefiero no hacerlo. Los niños me dan asquito —Su cara de repugnancia confirmaba lo dicho.

Ester hubiese sido una pésima madre si decidiera tener al bebé. Preferí tragarme mis palabras.

—¿Quién cree que tendrán el primer bebé entre nosotras? —preguntó Pau—. Y que lo tenga, obviamente.

Carla pegó un salto y me apuntó con su mano—Valeria será la primera mamá, lo sé. Además que ella y Gavi planean uno todas las noches.

—No es... Nos cuidamos.

—Aja —Ester me odio—. Y la otra vez que me pediste una píldora.

—Fue un accidente.

Un accidente muy caliente.

Me atraganto con pizza para no hablar más sobre el tema. Ellas siguieron con sus preguntas.

—¿Y la primera en casarse?

Me atoré con la pizza al oír la pregunta de Pau.

—¡Se muere, se muere! —exagero Carla y me dio palmadas en la espalda.

Tosí como una loca y cuando pude respirar tranquila, bebí de la fanta. Escondiendo discretamente en el bolsillo de mis vaqueros el anillo que me dio Pablo.

Me picaba la lengua por contarles. Me sentí como hace un año, cuando les contaba todo de mi vida. Me mantuve firme y me dije una y otra vez que ya no éramos las mismas.

Eran como las 8 de la noche cuando fuimos al aeropuerto a dejar a Pau. Su vuelo salía a medianoche.

De las cuatro, era la primera que se iba. Y aunque ya no éramos las mejores amigas, sentí ese nudo en mi garganta.

De decir un "hasta pronto".

Llegué a la edad de las despedidas.





























💌💌💌



























—Carla, ¿me prestas tu móvil? —pregunté al llegar a la casa de mi amiga—. Deje el mío en casa de Pablo.

—Toma —Carla sacó el móvil de su bolso y me lo tendió—. Tiene poca pila, así que apúrate si quieres darle señales de vida a Gavi.

—Gracias.

Carla me dejó a solas en la sala. Marque el número de Pablo y vi como mi amiga tenía agendado a mi novio.

"El champiñón que se robó a mi mejor amiga"

Pablo se demoró en contestar. Era verdad que a la única que le contestaba a los dos segundos era a mí. Al tercer tono, contestó.

—Carla ya te dije que no te diré con quién está saliendo Pedri.

Mi mente procesó sus palabras y el tono medio molesto de su voz.

—¿Qué?

—¿Valeria?

—¿Gavi?

—Es Pablo —corrigió—¿Qué haces con el móvil de Carla? Y lo más importante ¿Por qué no me contestas los mensajes ni las llamadas? No he sabido nada de ti y pensé que de nuevo me ignoras.

—Me dejé el móvil en tu habitación.

—¿En mi habitación?

—Sí —dije.

Se quedó en silencio por unos segundos.

—Ya lo encontré.

—Vale. Por cierto, Pablo ¿Qué es eso de Pedri y Carla?

—AAA... pues... yo no soy chismoso

—Pablo —pronuncié su nombre de una manera lenta.

—Vale. Te lo diré, pero si preguntan yo no dije nada ¿vale?

—Vale.

Tomé asiento en uno de los taburetes y escuché todo lo que me dijo Pablo. Fue tan detallado, que no se saltó ni la coma, ni el punto. Suerte que no era chismoso.

—Joder. Es más interesante que la novela que estoy leyendo en Wattpad.

Miré la pantalla del móvil y vi que estaba a punto de apagarse.

—Pablo. Te llamó luego, estoy bien y quizá mañana, bueno en unos días no sepas nada de mí. Besos.

—Pero, Valeri...

El móvil se apagó.

Estaba 100% segura de que dejé a Pablo preocupado.

No era que no quisiera estar con él. Era que debía de estar con Ester estos días y debía de ser secreto.

Fui a la habitación de Carla y la encontré cepillando su rubio cabello, mientras cantaba Lover.

No pude sentirme emocionada por ella, pero, también me sentí mal de que no me contará lo que estaba viviendo.

¿Acaso no confiaba en mí?

—Adivino. El móvil murió.

Moví mi cabeza de arriba a abajo. Carla dejó de peinarse, se acercó a mí a por el móvil y lo conecto en el enchufe junto a su escritorio.

Hablamos sobre la prensa y todo lo que decía Internet sobre nosotras, las estúpidas teorías y llegamos a la conclusión de que era mejor ignorar, pero para mí era imposible.

—Lo haré. Los ignoraré —Carla besó mi frente—¿Quieres ver gossip girl y fantasear que estamos en Manhattan?

—Eso no se pregunta.

Carla aplaudió feliz. Se puso de pie y empezó a cambiarse la ropa por un pijama. Al terminar me miró y como si de una niña se tratara dijo:

—Iré por helado y chuches.

Tiro un beso volado hacia mí y salió de la habitación dando brincos. Suspiré y me puse de pie. Fui por mi maleta y saqué un pijama.

No había nada en casa, salvo por lady y Carla, y esta última se demoraría en traer todo lo que nos cause diabetes, por lo que empecé a desvestirme.

Me subí el short rápido y luego me acerqué al espejo para ver el moretón en mi abdomen. Esa parte de mi piel seguía pintada de un color morado, se había tornado alrededor de un color verde opaco. Lo tocaba y recuerdo los golpes de Benjamín. Solo lo hizo por irme de viaje con Pablo, que pasaría cuando se enterara de que me iba a casar con él.

Dolía. Pero, no era nada que un analgésico no pudiera calmar.

—¿Qué te pasó?

Miré hacia la puerta. Carla miraba el reflejo del espejo, sus ojos fijos en mi abdomen. No dudo en acercarse y mirar desde más cerca los moretones en mi pálida piel.

—No duele —mentí cuando ella hundió sus dedos en esa parte.

—No seas mentirosa, ¿qué te paso?

—Me caí...

—No me mientas. Eso no es de una caída, ni mucho menos que te golpeaste con un libro ¿Quién te hizo eso?

—Nadie.

—¿Fue una fan loca que te espero detrás del trabajo?.

—No.

—¿Te asaltaron?

—No.

—¿Entraste a un club de boxeo?

—Sí.

—Mientes.

—¿Qué te sucede Val? Confía en mí ¿Alguien te ha hecho daño? Confía en mí —Podía notar la desesperación en su voz y como sus ojos se cristalizaban.

—No es importante. Ya me libré de esto, ya no me volverá a golpear. Ya me escapé de casa.

—¿De casa? —Fue fácil atar cabos—¿Acaso es Benjamín?

Mi silencio y lágrimas fueron la respuesta.

—Lo voy a matar —La agarré de los brazos y echa un mar de lágrimas, dije:

—No, Carla, no vayas...

—... ¿Desde cuándo...? ¿Desde cuándo te golpea?

La voz se me quebró, el recuerdo estaba presente, ya no tenía la herida, pero aún dolía.

—Días... días después de año nuevo.

—¿Año nuevo? —En los ojos de Carla vi como algo en ella se rompió—. Hace meses —Sus lágrimas descendieron como si ella fuera la culpable—. Como puede... prácticamente eres como su hija...

Las dos fuimos un mar de lágrimas. Las cuatro paredes de su habitación que siempre llevaba grabada las risas de muestras bobadas, fueron cambiadas por sollozos y pintadas por lágrimas.

—Debemos de ir a la policía...

—Ya no va a pasar... me he ido de casa, no volverá a pasar.

—Pero, Valeria, te ha hecho daño. Es un maltratador y debe de pagar por lo que ha hecho.

—Ya no me hará daño.

—Valeria...

—No, Carla, no quiero problemas. Hablarán más de mí, hablarán de mamá. Pedirán pruebas, testimonios y yo solo quiero escapar. Quiero olvidar.

Carla me abrazó.

—No te mereces lo que te ha pasado. No te lo mereces —sollozo aferrándose a mí.

Y se separó de mí para preguntarme.

—¿Gavi lo sabe?

—No.

Conocía a Carla y lo bocaza que era.

—Y no se lo digas, por favor. Se pondrá como un loco —Con los ojos llenos de lágrimas, se lo pedí—. No se lo digas, es capaz de cualquier cosa. Se meterá en problemas y no quiero que se vea involucrado o arruine su carrera.

—Pero...

—Promételo, Carla. Prometelo.

—Lo prometo. Pero se dará cuenta de que algo anda mal.

—Ya me las apañaré para ocultarlo. 

—No todo se puede ocultar, Val Val.

Llore más por cómo me llamo. Lloramos un buen rato y tratamos de alegrarnos viendo gossip girl. A mitad del segundo capítulo, el móvil de Carla nos interrumpió.

—Es Champiñón, tu novio.

Me tendió el teléfono y antes de contestar, le pregunté.

—¿Por qué le dices champiñón?

—Porque es chiquito y fuerte —se burló.

Me carcajeé por ello, aun con las lágrimas frescas en mis mejillas y contesté.

—Aló...

—¿Has estado llorando?

Él notaba todo. Mi tono de voz me delataba.

—No... bueno sí, estábamos viendo "me before you"...

—¿Qué?

—En español. Plis.

—Yo antes de ti.

—AAA... es esa película que me obligaste a ver.

—No te obligue a nada y te recuerdo que fui yo la que te consoló.

—No... es mentira.

—Repítetelo hasta que te lo creas ¿Para qué me llamabas? ¿Para desearme buenas noches y que tenga sueños húmedos contigo?

—IU —Carla fingió vomitar.

Quise reírme, pero Pablo habló.

—En cierta parte. Pero hay otra cosa.

—¿Qué? ¿Quieres que te diga que tengas sueños húmedos conmigo?

—Vale. Eso también..., pero es otra cosa.

—¿Qué cosa?

—Te estaban llamando del móvil. Lo estuve ignorando, pero siguió y siguió. Y vi de quien se trataba, y contesté

—¿Quién era? —Me senté en la cama y jugué con mi pelo.

—Mi suegro.

Entre en pánico.

—¿Benjamín?

Acaso él ya se dio cuenta de que me escape. Mínimo le daba dos semanas.

—No. Él es el suegro sustituto. El que te llamó fue tu papá. Me dijo que quiere hablar contigo...

—Claro —Me puse de pie, apreté el móvil con fuerza y de una manera hostil, farfullé—. Llamalo y dile que estoy muerta.

Sé que Pablo no tenía la culpa, pero le colgué.

—Oye. No debías de hablarle así a champiñón.






















































Xxx. Champiñón 🤣🤣🤣

Una parte del capítulo pasó en mi vida. Lo manifesté cuando lo escribí 🫠

Btw si no me siguen en insta, ni en tiktok, ni en wattpad, no se saben las buenas nuevas🥰. Se los digo por aquí para ponerlos al día.

Las actualizaciones serán constantes. 4 días por semana. Un día sí, un día no.
Me tendrán de antipática actualizando 😁😁😁

Sino actualizo es porque entre en crisis existencial. Aviso.

Si tienen algo importante que decirme me lo dicen por insta o tiktok. Tienes mis dms abiertos.

Estaré actualizando 4 veces por semana. Sean generosos en sus votos y comentarios, amo leerlos.
(La historia esta siendo resumida, esta nota es del año pasado 🥰)

¿Les va gustando la historia?

🙏 Por favor no olvidar
votar y comentar que
les pareció el capítulo 🙏

Ig: ancovi12
Tiktok: ancovi12

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 ©  a  n  c  o  v  i  1  2

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