73: ¿Lo dejo ir?

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

10 de noviembre, 2022

Lágrimas se deslizaban en silencio como una fría llovizna. El pecho me dolía, fuertes golpes de decepción, traición y no dejaba de preguntarme ¿Qué es lo que hice mal?

¿Por qué la vida me odiaba tanto? Se le había hecho costumbre tirarme mierda y dejarme caer cada vez que creía que estaba logrando estabilidad.

—Es un gilipollas.

Limpié mis lágrimas al escuchar a Manú. Era la primera oración que decía desde que salimos del antro. Lo miré de reojo, su mirada estaba fija en la carretera. Aun así veía esa burla en su mirada.

—Te dije que no era mejor que yo.

—Los dos me pusieron el cuerno con mi mejor amiga, no te vengas a hacer el santo.

—La diferencia es que él te hacía creer que era el novio perfecto y tú si sabías que yo era un capullo.

—Jódete.

Que se jodan todos los hombres.

—¿Te ha dolido? —preguntó con una risa que no soportaba—. Te ha cagado el cuento perfecto.

No le respondí, porque tenía razón. No lo admitiría en sus narices y no le daría más razones para que se riera.

—Sé una forma en la cual puedas vengarte.

Lo miré.

—¿Acostarme con uno de sus mejores amigos?

—Puede, pero más le dolerá si tú y yo...

—Ni muerta.

Manú se detuvo. Miré a mi alrededor, estamos en una carretera en la nada

«¿Por dónde me ha traído?»

Me quité el cinturón. Él hizo lo mismo.

—¿Te vas a hacer la difícil?

—¿Tu cerebro solo piensa en follar?

—Es un éxtasis de la vida.

Intentó besarme y antes de que lo logrará, me bajé del coche con una presión en el pecho. Por un segundo me planteé el vengarme, pero esa presión en mi corazón me hizo saber que yo ya no era la marioneta de Manú.

—¿Caminarás?

—Sí.

Creí que Manú diría "Sube, Valeria. Prometo no seguir siendo un capullo" creí que se pondría en mi situación, pero no, encendió el auto y farfulló.

—Ten un lindo camino.

Me dejó tirada.

Manú era la clase de chico que te dejaba tirada en una carretera vacía, donde ni siquiera había señal.

Caminé y maldije un sin fin de veces. Me abracé a mi misma y lloré. Lloré como si el mundo dependiera de ello. Tuve esa necesidad de llorar por todo lo que me pasaba. Mi vida era una porquería, no tenía nada. Lo único bonito que me quedaba era tener una relación con Pablo, mi chico salido del libro. Mi chico perfecto.

Nadie era perfecto y él no era la excepción.

La carretera vacía era un reflejo de cómo era mi vida; sin familia, sin Pablo, vacía.

Al tener la mínima rayita de señal, pedí un taxi. La espera fue un sufrimiento de lágrimas y frío. Al llegar a casa, Dany y Margarita me preguntaron qué era lo que pasaba. Les mentí, ellos no me creyeron, pero no insistieron.

Apague mi teléfono ante las insistentes llamadas de Pablo. Tomé una pastilla para dormir y pude descansar, pero eso no quitó el hecho de que me quedé dormida llorando. Me desperté con un gran vacío. Los ojos me ardían y lo único que quería era hacerme ovillo y llorar hasta olvidarme de todo. Las lágrimas no tenían fin y lo peor de todo es que no encontraba una razón para levantarme y superarlo.

Me hubiese quedado todo el día en cama, si no hubiese sido por Margarita, quien entró a mi habitación. Me destapó, me obligó a bañarme, me cambió de ropa como si fuera una bebé y me sentó a tomar desayuno.

—¿Qué ha pasado mi niña?

—Me he peleado con Pablo.

—Ya se arreglarán.

—No lo creo.

—Ha venido a verte en la mañana.

Ya eran más de medio día.

—Le he dicho que no te encontrabas, por cómo llegaste ayer supuse que no querías saber nada.

—Supusiste bien —Jugué con la comida.

Tenía náuseas.

—Ya se arreglarán mi niña.

Hablaba como si en verdad fuera a pasar. Lo dudaba.

Podía pasar que se follara a otras cuando no éramos novios, pero a Ester, a alguien que en un momento consideraba mi mejor amiga. Era peor. Él sabía todas las inseguridades que tenía, aunque yo no sé lo dijera. Él lo sabía. Y aun así lo hizo.

Y se quedó callado.

No podía borrar su expresión de ayer.

Se quedó callado.

Ni un perdón. En el momento.

Ni una tonta excusa. En el momento.

Reaccionó tarde. Se quedó callado.

Nunca creí que Pablo lo haría. No mi Pablo de hace unos meses, no mi Pablo que se sonrojaba cuando le agarraba de la mano.

No lo entendía. Él siempre mostraba su cara de culo cada vez que quedábamos con Ester, hasta llegué a pensar que no le caía y que solo convivía con ella por mí. Eso me alegraba, pensar en ello, me decía a mi misma que Pablo no se fijaría en Ester, porque a ella la miraba con cara de culo y a mi me miraba con una sonrisa. Creí en ello.

Lo seguiría creyendo. Pero él se quedó callado.

Se quedó callado y me dio una respuesta.

No pensé en el Pablo que se sonrojaba con un roce de manos, esa imagen de Pablo nunca se acostaría con Ester. Pero, la imagen del Pablo que se lío con otras tías, me hizo creer que Ester tenía razón. Ellos follaron. Ellos me vieron la cara de estúpida ¿Por cuánto tiempo?

Si era verdad lo que me dijo mamá.

Vivía en un cuento de hadas.

Pablo me creaba el cuento de hadas y cuando él se iba volvía a la realidad.

Dolía y mucho.

—Carla también llamó. Dijo que no le contestaba y que debías de llamarla urgente.

—No tengo ganas de hablar con nadie.

Estaba segura que Carla no me diría un "te lo dije", me apoyaría y se quedaría conmigo hasta quedarme dormida llorando. Me haría reír y me haría saber que dentro de este cruel mundo las verdaderas amigas sí existían. Pero me daba pena ir con ella, cuando claramente preferí a Pablo antes que a nuestra amistad.

Si tan solo me hubiese elegido a mi.

No estuviera llorando en una cocina.

Estuviera por Madrid, pensando en qué ponerme para una fiesta universitaria.

Pablo y yo no debimos haber vuelto. Era mejor haber dejado todo en esa terraza hace más de un año, el momento había acabado. Seguíamos amándonos, seguíamos siendo las personas, pero ya no era el momento.

Éramos la persona correcta en el momento equivocado.

Y aun así seguíamos aferrándonos.

—Dijo que era muy importante. Mencionó que era algo sobre una editorial...

Toda mi atención fue a ella.

—¿Por qué no empezaste por ahí?

Me puse de pie y fui corriendo a la habitación.

Encendí el móvil.

Miles de llamadas y mensajes por parte de Pablo. También vi el número de Aurora, supuse que era Pablo agarrándole el teléfono para hablar conmigo.

Llamé a Carla. Contestó en el primer tono y pegó un chillido. Chilló tantas cosas que no le entendí.

—Podrías hablar más despacio.

—¡Una editorial quiere reunirse contigo para la publicación de tu novela!

Llegó mi señal por la cual no derrumbarme a llorar.

Me esperaban a las cinco de la tarde. Si quería llegar a tiempo y presentar una buena propuesta debía empezar ya. Agarré mi bolso y salí como Max Verstappen.

Debía de optar por la confianza y mentalidad de Max.

No chocaría contra un muro.

Debía de ganar.

Fui a casa de Carla. No me preguntó acerca del porqué estuve desaparecida, sospechaba de que ya sabía lo que pasó con Pablo. Él no dejaba de llamarla y enviarle mensajes preguntando por mí. Lo ignoró. Ambas nos volvimos sordas al escuchar el móvil.

Preparamos una propuesta y a la hora indicada llegamos a la editorial. Era una de las mejores en todo el país y me habían llamado. No podía estar más feliz.

—Le hemos dado un vistazo a tu novela en wattpad —La encargada miraba su tableta.

—Sé que no está completa en wattpad, pero hemos traído el manuscrito.

Carla le entregó el USB. Me sentí fuera de lugar cuando Lucía, ese era su nombre, aceptó el USB y se lo entregó a su asistente.

—Mándalo a ediciones.

Carla notó mi incomodidad, ambas nos miramos extrañadas.

—Oiga, no es que quiera sonar mal agradecida ni mal educada, pero no hablaremos respecto a un contrato, llegar a un acuerdo —Lucía miró a Carla con rareza.

—Entiendo. Quieren saber cuánto dinero habrá de por medio.

—No nos referíamos a eso...

—Es el 10% de cada libro vendido. Las ganancias son de acuerdo a cuántos libros se vendan en un año.

—Claa-claro...

—A lo que mi cliente se refiere es que no hemos llegado a un acuerdo formal.

—Disculpa ¿Tu quien eres?

—Carla Nunier, su manager. Un gusto —Sonrió radiante.

—Escuchen no tengo mucho tiempo —Lucía se puso de pie, dejó de mirar su tableta y por primera vez desde que llegamos nos miró por más de 5 segundos—. Esta es una oportunidad que nadie rechazaría ¿Quieres tu novela en físico? Nosotros te estamos dando la oportunidad.

—Ni siquiera la ha leído completa.

—La mandaremos a edición, tenemos un gran equipo que puede ayudar a corregir en caso haya algo que no nos guste. Solo debes de firmar aquí...

Me entregó unos documentos.

La oportunidad de sacar un libro en físico me hizo quedarme y no largarme ante la grosera actitud de Lucía. Leí los papeles, no sabía nada respecto al tema, eran cláusulas y cláusulas.

—Sí te preocupa el dinero, déjame decirte que esto va a vender —Empezó a persuadirme y ahí dio la gota que derramó el vaso—¿Quién no querrá leer la historia de Gavi y su novia? Se venderá como pan recién salido del horno.

—¿Disculpe?

Me miró sin ánimos de volver a decir lo de hace unos segundos.

—Tu novio es la estrella del momento, al público le gustará leer su historia e involucrarse con ustedes dos —dijo restándole importancia al asunto.

Mire la cláusula, eran miles de letras chiquitas, pero no tan chiquitas de como me estaba sintiendo en ese momento, todo mi esfuerzo y trabajo al escribir eran arrojados por esa señora. Solo me llamaron por ser la novia de Gavi. No me llamaron por mí.

—La novela... la no-vela no es so-bre Gavi —La voz se me entré cortó, mis cortas uñas empezaron a rascar mis palmas ante la sensación de ahogo—. Lo siento, pero no puedo, ni quiero —Me sostuvé firme, tratando de guardar la compostura y controlar la respiración.

No necesitaba un ataque en ese momento. No en ese momento. No...

Jugué con los dijes de mi brazalete. Lo único que logré fue recordarlo a él. Ese día en mi cumpleaños, la brisa del mar, su sonrisa, el cómo me abrazó y besó. Todos esos bellos momentos. Pablo seguía muy presente en mi vida y sospechaba que ante todos siempre sería la novia de Gavi.

—Podemos llegar a un acuerdo.

Miré a Carla en busca de ayuda.

Ella se encargó de quitarle el USB a la asistente y de dejarle las cosas claras a Lucia.

—Ya escucho a mi cliente.

—Se están perdiendo de una gran oportunidad —Su tono era amenazante y soberbio.

—Se cierra una puerta y se abren ventanas —dijo Carla.

Nos pusimos de pie. Mi amiga enredó su brazo con el mío y ambas salimos del edificio. Lucia nos estaba persiguiendo, diciendo una y mil veces que era una única oportunidad. Trataba de persuadirnos, era su trabajo. Debió de pensarlo antes de tratarnos bordes desde el primer momento que pisamos la editorial.

—Lo siento, pero tenemos más propuestas —Fue lo último que Carla le dijo.

Nos regaló una sonrisa torcida y se hizo la digna.


























💌💌💌


















































Volví a tener otro ataque. Fue uno grande, se me acumuló todo y la bomba del pánico explotó.

Arqueé la espalda y arrojé la poca comida que quedaba en mi estómago. Me dolía  y la boca la sentía con un sabor asqueroso que me incitaba más a vomitar. Me quedé un tiempo tirada junto al retrete, Carla me sobaba la espalda y tuvo que dejarme sola porque le avisaron que alguien estaba en la puerta principal. Fue a ver de quien se trataba.

Me incorporé, limpié mi boca con agua y cepillé mis dientes cinco veces. Ni siquiera me miré al espejo porque me entraban ganas de llorar al verme toda rota.

Salí del baño a la vez que Carla entró a la habitación. Me miró como queriéndome decir algo, se mantuvo callada. Sus ojos gritaban que necesitaba decirme algo.

—¿Quién era?

—Nada importante.

Me acosté en la cama, ella hizo lo mismo.

—¿Te ha venido la regla?

—Sí.

Recordé la mañana en la que Pablo me preguntó sobre si estaba menstruando. Su sonrisa al pensar que tendríamos un bebé era algo que no podía olvidar.

Acaricié mi vientre y moví ligeramente mi cabeza para olvidarme de su estúpida sonrisa.

—¿Quieres hablar?

—Encontraremos otra editorial.

—Habrá más oportunidades, pero me refería a lo otro.

—¿Qué?

—Gavi y tú...

—No quiero hablar de ello, Carla.

—Pero...

—No, ni siquiera lo negó, ni siquiera se excusó. Lo peor es que fue con Ester, Joder. Con cualquiera me dolía menos, pero fue con Ester.

De tan solo imaginarlos enrollándose me daban ganas de morir.

—Pero...

—No, quiero hablar al respecto. Por favor no lo menciones.

—Vale.

Pasamos el rato viendo una película y comiendo helado con papas fritas y oreo.

Carla me dejó sola al ir por más comida. La película ya había acabado y estaba buscando otra para ver.

La vida me odiaba al mostrarme en primera fila a 3 metros sobre el cielo.

Maldigo el momento en el que vi esa película con Pablo. Era mi película de amor favorita y cada vez que la veía me acordaba de Pablo y nuestra primera vez.

Me pregunté si también fue especial para él.

¿En verdad me amaba? O todo fue una mentira.

Joder. No podía creerlo. Si él me decía que era mentira. Yo le hubiese creído. Pero, se quedó callado.

—¡Déjame en paz! ¡Puta loca! —Escuché el gritó, era Ester. Reconocía su voz, era ella. Los gritos fueron acompañados de forcejeos y luego vi como la puerta se abrió de un portazo. Carla sonrió angelical, pero su apariencia no era la de un ángel. Su pelo rubio estaba hecho un nido de pájaros, sus mejillas rojas y su ropa mal acomodada. Mis ojos viajaron a Ester, ella estaba igual o peor.

Carla la traía del brazo.

—Dile la verdad —farfulló Carla, mirando a Ester.

—¿Qué quieres que le diga? ¿Qué condón uso Gavi?

El estómago se me revolvió.

Carla pellizcó a Ester en el brazo y le dio una mirada amenazadora.

—Dile la verdad.

—Salvaje.

Volvió a pellizcarla, pero más fuerte.

—¡Dile la verdad o te pincho los implantes!

Ester rechinó y asiento rodando los ojos.

—Las dejaré a solas —habló Carla en un tono más bajo, todo lo contrario a lo de hace unos segundos.

Me iba a negar. Carla me dio una mirada de "escuchala". La escuché.

La rubia se fue y la incomodidad creció. De niña me sentía segura con Ester y ahora quería ponerme miles de escudos al estar en la misma habitación que ella.

—No quiero escucharte —murmuré.

Ester rodó los ojos y quizá tuvo pena al verme toda pálida y muerta, que se acercó a mí, se sentó a mi lado y sin mirarme a los ojos, dijo.

—No me acosté con Gavi.

La miré. Sus palabras salieron tan lentas que crearon un eco en mi cabeza.

—No me acosté con Gavi —Volvió a repetir—. Lo dije para lastimarte —admitió y como reflejo le metí una bofetada que hizo arder mis dedos—. Me lo merecía —susurró y se puso de pie, tuvo todas las intenciones de irse. Se lo impedí.

—¿Por qué lo hiciste? —Mi cerebro repetía sus palabras—. ¿Por qué querías lastimarme?

Me miró y retuvo el aire. Se sentó a mi lado y con la mirada baja murmuró:

—No lo sé... estábamos bien, te veías feliz y luego yo... quería hacerte sentir como yo me sentía... —Me miró, sus ojos eran zafiros cristalizados—. Manú..., él siempre me gustó y yo... mierda, a ti te gustaba y yo pensé que quizá si salías con él, te rechazaría y lo olvidarías. Yo creí eso y te animé a acercarte a él, se volvieron novios y me sentí celosa del porqué no se fijaba en mí. Eras inocente y era obvio que él quería a alguien con quien tener sexo, tú no pasabas a más de besos y él me busco. Nos enrollamos y creí que era mejor que tú, que él te dejaría. Pero seguía contigo, y luego ustedes dos tuvieron relaciones, él seguía buscándome y me pregunté ¿por qué no terminaba contigo? ¿Por qué yo no era la chica a la que sujetaba de la mano? Empecé a sentir más celos por ti, esos celos se convirtieron en odio, todo te salía tan bien. Tenías una vida perfecta, todos te miraban, todos querían ser tus amigos y no los culpo, porque eres un amor de persona. Cuando lo tuyo con Manú terminó, él siguió buscándome, pero siempre te mencionaba. Luego empezaste a salir con Pablo, sentí envidia de cómo trataba y cómo te miraba, empecé a seducirlo, pero él solo tenía ojos para ti. La única vez que él me besó fue porque le di celos al inventarle una historia sobre que tú ya le habías superado. Solo fue un beso, yo quería más, pero él me rechazó. Siempre me rechazó, Valeria.

A ese punto Ester se estaba conteniendo las ganas de derramar lágrimas. Sus palabras me dejaron sentimientos que no lograba entender. La cabeza me ardía de cólera y a la vez quería abrazarla. No lo hice, la miré por como fue. Una mala amiga.

No.

Una mala persona.

Ella ya no era mi amiga.

Me quedé callada. Un silencio y una mirada que le decía vete. Ella lo entendió y se puso de pie, no sin antes decirme.

—Ya no eres la misma de antes.

¿Cómo podría ser la misma de antes? Entendí que nada era para siempre, que las personas se iban, que otras te olvidaban y al final solo te tenías a ti misma. Para mi mala suerte, también me perdí.

Me perdí de muchas maneras.

Ester se fue. Esa fue la última vez que la vi.

A veces la marea te regresa cosas, la vida también te regresa personas y esperaba que Ester ya no regresara a mi vida.

No me quedé con un lindo recuerdo de ella. Me quedé con lo último que me dijo.

Carla volvió a entrar a su habitación.

Me abrazo.

—¿Hablarás con champiñón?

—No lo sé —confesé —Siento que... que nos haremos daño.

Sabía la verdad y seguía queriendo llorar ¿Por qué?

No sabía la respuesta.

Había tantos factores.

Sentirme sola. Que la mayoría de personas en Internet pensara que era una aprovechada. Que no era lo suficiente. Sentía todos mis cortes. Cayetana. Benjamín. Papá. Ester. Manu. Mamá. Pablo.

Me sentía perdida y a la vez me encontraba, pero solo encontraba al fantasma de una antigua Valeria. A lo que un día fui.

La pregunta era ¿Quería volver a ser esa Valeria?

—¿Le dejarás?

Se refería a Pablo.

—Nunca podré dejarlo.

¿Quién olvida a su primer amor?

—Siento que somos un tal vez.

—¿Un tal vez?

—Algo que pueda o no pueda suceder.

—Pero Pablo y tú suceden. Son el uno para el otro, mis papis adoptivos.

—Sucedemos, tal vez sí, tal vez no. Tal vez quedemos en un futuro juntos, en un para siempre, o tal vez solo quedemos en un recuerdo que te haga sonreír.

—Son la persona correcta.

—Siento que ya no es el momento.

Yo era el problema. Yo estaba rota. Yo dudaba. Yo tenía miles de espinas.

Y él, él me quitaba los problemas con sonreírme, él unía mis piezas al mirarme, él me hacía saber que toda rosa tiene sus espinas.

Aun así. Sentía que ya no era el momento.























💌💌💌




























Solté un suspiró y me abracé en un acto de cubrirme del friolento aire. Caía una ligera lluvia que helaba cada centímetro de mi cuerpo. Tenía la sospecha de que aquella llovizna iba a incrementar, hasta convertirse en una tormenta. Era lo que estaba pasando en mi corazón. Pequeñas gotas, que se tornaron en las más gruesas y frías.

Aceleré el paso. Mi mirada iba fija en las puntas de mis zapatillas. Hasta que alcé la mirada y lo encontré, sentado en la escalerilla del porche.

—¿Qué haces aquí? —pregunté al llegar. Él se fijó en mi presencia y se puso de pie. Me dio una rápida mirada y se quitó la chaqueta para ponérmela sobre mis hombros. Quise negarme, pero sabía que sería en vano.

Repetí la pregunta.

—Vine a verte.

—No pedí que lo hicieras —susurré, queriendo huir de él, pero era prácticamente imposible.

—Valeria... —Las puntas de sus dedos rozaron los míos. Seguía gustándome, aun así, aparte mi mano de la suya.

—Es mejor que te vayas.

—¿Por qué?

—Lo sabes —murmuré sin mirarlo—. Nos hacemos daño, terminaremos mal, me odiarás, te odiaré. No somos la persona correcta para el otro.

Retrocedí un paso y me quité la chaqueta. Se la entregué y me dirigí a la entrada. Sin mirarlo saqué mis llaves y torpemente intenté abrir la cerradura. Me detuve al escuchar sus pasos. Por un segundo pensé que se iría. Escuché su voz y supe que estaba detrás de mí.

—Estás equivocada. Eres mi persona. La correcta. La adecuada. Y sé que yo también lo soy para ti.

Hablaba con tanta seguridad. De esa que podías creer. Le he creído, le he seguido creyendo.

Introduje la llave a la cerradura a la vez que una lágrima se deslizaba por mi mejilla. La limpié y giré el picaporte. Abrí la puerta y me adentro. Quería cerrar la puerta y esconderme, dejar de verlo, dejar de sentir tanto, pero no podía dejarlo así. Sin decir nada y aunque me dolía, lo dije.

—No es el momento.

No era el momento, pero, será verdad eso que siempre dicen...

Cuando las personas correctas se conocen, pero no era el momento. El destino los volvía a juntar.

¿Sería verdad?

Solo era cuestión de tiempo, cuestión del destino. Existía un destino.

¿Existía un tal vez entre nosotros?

Toco la puerta. Lo ignoré.

Volvió a tocarla. Llamaba por mi nombre, una, dos, tres veces, perdí la cuenta y luego de eternos minutos dejé de escucharlo. Simplemente se fue.

Suspiré cansada y fui a la cocina. Un café me rebajaría, pero en ese momento la cafeína me mantendría despierta pensando en Pablo. Opté por una manzanilla y agarré unas pastillas para dormir. Fui a la pequeña habitación y al abrir la puerta, me llevé la sorpresa de que la luz estaba encendida y Pablo estaba sentado en la orilla de mi cama.

Apenas me vio. Se puso de pie.

—¿Podemos hablar?

No le pregunté cómo fue que entró. La ventana estaba abierta y me daba la respuesta.

—Estás loco.

—Debemos de hablar, por favor.

—Estoy cansada.

—Dijimos que no nos iríamos a dormir si uno de los dos estaba disgustado.

Recordé nuestras reglas de convivencia. El día en que elegimos el apartamento, dejamos varias cosas en claro.

Si nos peleábamos debíamos de hablarlo.

No irnos a dormir enojados o tristes.

Darnos cumplidos.

Tener pasatiempos juntos.

Conocer nuestro love language

Hablar, escuchar, respetar

Dar nuestra mejor versión y ayudarnos a serlo.

Me vi entre la espada y la pared. Una parte de mi quería huir y la otra necesitaba hablar con Pablo. Arreglarnos. Hacer que vuelva a ser el momento.

Seguía sintiéndome mal. Pero le miraba y pensaba: A la mierda, yo dejaría todo por él.

Y ese era el problema.

—Por favor.

Dejé la taza y el pomo de pastillas en el escritorio. Pablo los miró, pero no le tomó importancia. Me miró a los ojos.

—Por favor.

—Solo unos minutos...

Tomé asiento a su lado.

Él dudó si coger o no de mi mano. Declinó la idea, quizá lo hizo porque seguía pensando que creí la mentira de Ester y por eso no quiso sobrepasarse.

—No me acosté con Ester.

—Lo sé.

—¿Lo sabes?

—Ella me lo dijo.

Me miró y sus ojos me preguntaron el porqué estaba distante, ¿por qué no quería hablar con él?, ¿por qué me sentía triste?, ¿por qué quería tirar todo a la borda?

—Pablo...

No sabía ni cómo empezar.

—Por favor no termines conmigo.

—Pablo...

—No lo hagas —Se puso de pie—. Te amo, joder. Te amo. Nunca me metí con nadie estando contigo, nunca te traicione. Eres mi persona, Val. Te amo.

Sus ojos reflejaban un destello de lágrimas.

«Te mereces a alguien que te lo diga» le iba a decir.

Pablo posicionó su mano a la altura de mi corazón. Sonrió aliviado al sentir como latía rápido, por él.

—Me amas.

Se agachó a mi altura y busco besarme. Incliné mi cabeza y besó mi mejilla.

—No entiendo cuál es el problema.

El problema era yo.

Y me quedé callada.

Nos amábamos, pero odiábamos los silencios del otro.

Pablo se giró, pasó su mano por su cabellera castaña y regresó a mirarme.

—Puedes decir algo.

Silencio.

—Joder. No me acosté con Ester, no lo hice y si me quedé callado fue porque temía decir una burrada y perderte. Ella era la me buscaba, desde que empezamos a salir, siempre me buscaba, me besaba y yo la rechazaba porque te quería a ti. Y no te dije nada por qué tenía miedo de que le creyeras a ella, de que ella te mintiera y distorsionara las cosas como pasaron. A ella la conocías de toda la vida y a mi hace unos meses, tenía miedo de perderte. Val, por favor, créeme.

Me rogó con la mirada. Él pensaba que mi silencio era porque no le creía.

Creía que no se acostó con Ester. Todo cuadraba.

Mi silencio era porque si abría la boca iba a decir bastantes cosas de las que luego me arrepentiría. Bajé la mirada.

Pablo contuvo el aire, frustrado.

—Siempre soy yo el que te busca. Pongo de mi parte, Valeria. Trato de entender, trato de ayudarte, trato de mantener esto... —Nos señaló a los dos—... a flote, pero tú la pones difícil. No quieres hablar, no quieres resolverlo ¿Qué es lo que sucede? No te entiendo, déjame entenderte, Val.

Mi cerebro y corazón tiraban de una soga imaginaria y aunque el nudo no existía, la presión en mi garganta era real.

—Si no me entiendes deberías de dejarme en paz.

Lo dije. Si abría la boca diría palabras de las cuales me arrepentiría. Mi voz sonó tan fría, tan borde, Pablo derramó una lágrima y se contuvo de decirme algo hiriente. Lo noté por la forma en cómo apretó su mandíbula.

—No lo dices en serio —murmuró.

Dejé de ver sus ojos, bajé la mirada y me quedé callada.

Él fue el que habló.

—¿Quieres que me vaya? —Su respuesta fue mi silencio—. Te juro que si cruzo la puerta, no volveré a buscarte.

Silencio.

Alcé la mirada, él me la sostuvo fijo esperando que saltará a sus brazos y le dijera lo mucho que lo amaba. Miré mis manos y escuché sus pasos y la puerta siendo abierta.

—Valeria... —Me llamó y alcé la mirada para verlo. No cruzaba la puerta—. Por favor...

Su voz salía en un susurró. Me rogaba con la mirada.

Lo miré y me pregunté ¿Lo dejo ir o voy por él?































































Xoxo ¿Lo deja ir o va por él?

AAAAAAAAAAA estoy llorando.

A ver fila aquí de que lxs que no creyeron en Pablo.

Ayer me estaba riendo de los comentarios ¿Cómo no pudieron creer en él? Tipo debieron de darse cuenta que era mentira jsjsjsj. En un capítulo Pablo le dice a Val que él nunca se metió con otra estando con ella; razón número dos, valeria en los ❝months before❞ decía que Pablo con la única que se llevaba era con Carla y a Ester siempre la miraba mal. Le deben una disculpa por todos esos insultos.

Este capítulo tuvo varias versiones. Al final decidí por esta porque si elegía otras iban a quedar destrozadas.

Comenten que les pareció. Y no sé olviden de votar ❤️

Inicia la cuenta regresiva.

¡Quedan 3 capítulos!

Iba a hacer maratón, pero me salieron unas cosas y voy a estar ocupada. Perdón 😔

Nos leemos mañana.

Byeeeeeeeeeee

Ig: ancovi12
Tiktok: ancovi12

║▌│█║▌│ █║▌│█│║▌║
© a n c o v i 1 2

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro