74: Recuerdo...

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11 de noviembre, 2022

Dijo que no me volvería a buscar.

No fui detrás de él.

Yo fui la que lo buscó.

No sabría decir el momento exacto en el que salí de mi casa, corriendo. Me había pasado una noche entera pensando, en su mirada, en su sonrisa ¿En cómo sería mi vida sin que él me mirara o sonriera? Pensé en la mentira de Ester, pensé en que había caído en su trampa. Me hizo daño y yo se lo hice a Pablo.

Por una mentira.

Pablo no tenía la culpa.

No podíamos terminar así. No podía arruinar lo único bonito que me quedaba. Y aunque esa presión en el pecho seguía presente, diciéndome que Pablo y yo ya no estábamos en el momento, diciendo que de tanto aferrarnos nos haríamos daño.

Solo era el miedo que sentía.

El miedo era lo peor que podía sentir uno.

A lo largo de nuestra vida siempre tenemos miedo; miedo de reprobar una materia, miedo a no sentirse querido, miedo a decepcionar, miedo a un corazón roto; en mi caso, tenía miedo de ser feliz.

El miedo era algo fundamental en nuestras vidas, nos hace sentir humanos. Todas las personas tienen miedo, hasta los más valientes, salvo que ellos sí sabían ocultarlo.

Estuve con miedo cuando fui a la casa de Pablo y su mamá me abrió, me entró más miedo cuando me dijo que no sabía nada de él desde la mañana. Fui a La Masía, tampoco sabían nada de él. Llamé a sus amigos, no sabían nada de él, Pedri me dijo que ni siquiera fue a los entrenamientos. Tuve miedo.

Pensé lo peor.

Me senté en la acera de una calle poco transitada. Era más de media noche y no había rastro de Pablo. Su móvil estaba apagado. Entré a insta y me salieron fotos de él. Estaba con una fan. Llevaba la misma ropa de hace rato, se veía que era de noche y sus ojos estaban tristes. La foto había sido colgada hace dos horas. Con mis dos dedos hice Zoom a la pantalla, se veía poco de ambiente en donde estaba, pero fue lo suficiente para tener una idea.

Me puse de pie y ande lo más rápido que pude hasta que tome un taxi.

No tenía las llaves de nuestro apartamento por lo que toqué la puerta. Una y otra vez. Fueron largos minutos hasta que la puerta se abrió.

—No puedo vivir sin ti.

No esperaba verme, mis palabras lo tomaron desprevenido. No descifré la expresión en sus ojos, los cuales estaban rojos e hinchados. Le había hecho llorar.

—Yo tampoco puedo vivir sin ti.

—¿Puedo pasar?

—Está también es tu casa, Val.

Abrió la puerta y me dejó pasar primero. Las luces estaban apagadas, salvo por una lámpara en la sala vacía. Era lo único que había en el apartamento, una lámpara de mano. Me fijé que había una manta en el suelo, una mochila y una bolsa de McDonald 's.

—¿Tienes hambre?

—No, gracias.

Me quedé parada, jugando con mis dedos. Lo miré y abrí mi corazón.

—Soy una estúpida. Lo he botado todo a la basura por una estupidez. Perdóname. Sé que puede ser difícil y aunque no lo demuestre pongo de mi parte, aunque sea poco y me cueste mucho. No soy la misma de antes, no soy la misma chica a la que le brillan los ojos por un algodón de azúcar, ya no soy la misma cursi de antes, ya no vivo en un cuento de hadas, no puedo demostrar mis sentimientos hacia ti en voz alta. Es difícil, aunque parezca que estoy sanando, que estoy volviendo a ser la misma de antes, no es verdad y lamento no poder ser lo suficiente para ti, lamento haberte hecho llorar, lamento que te parezca un problema, porque joder, ni yo puedo descifrarme y es frustrante. Pero no quiero que lo nuestro termine. Hazme saber que siempre será nuestro momento. Hazme saber que será un para siempre 

La calidez de sus dedos acariciando mis manos me dieron lo que necesitaba. Limpio mis lágrimas y acarició mis mejillas en el acto, sus orbes marrones me dieron seguridad y me acogieron.

Ambos nos necesitamos, nos dábamos confianza, valor y amor. Éramos cómplices de la vida, éramos las personas correctas.

—Los ojos te siguen brillando al ver un algodón de azúcar —dijo con una pequeña y dulce sonrisa, sus dos manos se posicionaron en cada uno de mis mofletes.

Los centímetros de altura de diferencia me hacían mirar hacia arriba y él miraba hacia abajo. Ambos viéndonos reflejados en los orbes de cada uno.

—Eres más que suficiente para mi Val y aunque ya no logré entenderte como antes, siempre termino sabiendo lo que te pasa. Aunque me demore. Te leeré en tu mirada, tu corazón me gritara cuanto es lo que amas y créeme cuando te digo que sanaras. Y si ya no vuelves a ser la misma de antes, déjame decirte que también estoy enamorado de esta nueva Valeria, de tu mirada triste. Te sigo amando. Y si te haces un nudo, yo me tomaré el tiempo de desenredarte, si lloras, yo te haré reír y limpiaré tus lágrimas, si sigues sintiéndote vacía, yo te llenaré de besos ¿Por qué sabes una cosa? Tú y yo somos un para siempre.

Sus palabras llenaron el vacío de mi corazón.

Mi boca se aplastó con la suya. Nos repartimos varios besos, cortos, necesitados. Nos besamos, nos abrazamos, sintiéndonos el uno al otro. Nos hicimos saber que estábamos frente al otro, que nada nos separaba, que nos teníamos. Que no habíamos rotó. Que éramos el uno para el otro. Que nos amábamos.

Nuestra ropa terminó tirada en el piso del salón. Sus manos recorrieron mi cuerpo, mis manos acariciaron su piel e hicimos el amor. Fue diferente a las otras veces, fue más allá de un polvo de reconciliación. Fue mágico, duro y lento a la vez. Nos tomamos el tiempo de saborear nuestra piel, de sentirnos.

Nuestra piel se tocó, al igual que nuestros corazones. Piel con piel. Corazón con corazón. Él y yo.




































💌💌💌






















Me desperté al escuchar el sonido de la puerta. Miré a mi lado y Pablo no estaba, no me preocupé al verlo llegar al salón. Llevaba la misma ropa de ayer y en sus manos traía unas bolsas de papel, junto a un vaso descartable.

—Fui por el desayuno.

Me sonrió, como era de costumbre. Una sonrisa dulce que alborotó mariposas en mi estómago.  Me puse de pie y cubrí mi cuerpo con una manta. No era que me avergonzara que me viera desnuda, me encantaba que me viera desnuda, pero hacía algo de frío.

Pablo movió su cabeza en un ademán de que lo siguiera. Lo seguí, hasta la cocina.

Ni sillas teníamos.

—Debemos comprar muebles.

—Elige lo que quieras, Val —dijo.

Me senté en la barra, mientras veía que Pablo sacaba todo de la bolsa. Tostadas francesas con ensalada de frutas, supuse que él se había pedido el jugo y me había traído el café. Mi dosis de café mañanero.

Ambos actuamos normal. Como si los dos días anteriores no hubiesen existido. Creo que era lo mejor.

Desayunamos juntos y reímos sobre algo que vimos en Internet. Me reí más fuerte al ver el bigote falso de Pablo, se había manchado con su jugo de fresas.

Lo limpié a besos.

—Joder, si sigues así lo haremos contra la barra —Su mano izquierda me apretó de la cintura, mientras que la derecha acariciaba mi mejilla. Sujeté con fuerza la sábana, aunque no me molestaba si se caía de casualidad.

Estaba subida en la barra. Y él estaba metido entre mis piernas. Mordí mi labio inferior y cerré los ojos.

—Val…

—¿Mmm?

Estaba segura que me pediría un rapidín.

—Lo hicimos sin protección…

Sus palabras trajeron el recuerdo de hace unas horas. Era verdad lo que decía, habíamos estado tan concentrados en estar juntos que no nos preocupamos por cuidarnos.

Abrí los ojos, alarmada. Me iba a distanciar para cambiarme e ir a la farmacia más cercana para comprar una pastilla. Se había corrido afuera, pero siempre quedaba algo de duda.

—Fui a la farmacia y la compré por ti…

De su bolsillo sacó la píldora. Era la misma que yo tomaba. Pablo sacó la pastilla y la metió entre mis labios. No era de las que se pasaba las píldoras con solo saliva, era de las que necesitaba una gran cantidad de agua. Empujé a Pablo, me puse de pie y fui a tomar agua del grifo.

Trague la píldora. Y miré a mi novio.

Sabía que él quería formar una familia conmigo, pero respetaba que yo aún no estaba lista.

—Gracias.

—¿Val te puedo preguntar algo?

—Ya estás preguntado.

—¿Puedo?

—Dilo.

—Has pensado en otro método… anticonceptivo…

—¿Quieres follar sin condón?

—No es… bueno sí… lo hemos hecho algunas veces y… —Sonreí, se estaba sonrojando—. Se siente más…

—Rico —terminé por él.

—Rico —afirmó—. Y pensaba que quizá…, claro que si tú quieres, solo si tú quieres… podemos ir al ginecólogo y ya sabes…

¿Podemos?

—Al ginecólogo solo van las chicas, Pablo.

—Habló de acompañarte, si tú quieres.

—Es…

—Si no quieres no hay problema. Podemos seguir follando con condón, no me quejo…

Lo detuve de seguir hablando.

—Sería algo responsable de nuestra parte. Tenemos una vida sexual activa —Muy activa—. Sería lo más sensato.

—¿Estás de acuerdo?

—Claro. No tendremos que preocuparnos por pequeños sustos o porque se nos acabaron los condones y ambos estamos demasiado cachondos para parar.

Me preguntaba qué era lo que sentía que alguien se corriera dentro de ti. Sin nada de por medio ¿se sentiría diferente?

—Sacaré una cita, lo más antes posible.

Pase mis brazos por el cuello de Pablo y besé su mentón.

Pasamos gran parte de la mañana dándonos cariñitos y eligiendo muebles para nuestro hogar. Compraremos todo por Internet.

Pablo me decía que eligiera todo a mi gusto, pero era un hogar para los dos. Es por eso que le senté a mi lado, tampoco era que había silla donde sentarse, y le pedí la opinión de todo lo que me gustaba.

Recuerdo ese día. Recuerdo las sonrisas.
































💌💌💌































12 de noviembre

Iríamos a Madrid, estaríamos poco tiempo y luego iríamos a Qatar. Era por eso que Pablo y yo estábamos un poco apresurados con la mudanza, para así cuando regresemos del mundial, tengamos nuestra cosas en casa y no estresarnos por traerlas.

Muchos dirían que era algo apresurado irnos a vivir juntos. Mi lado racional me lo decía y la mirada de los adultos también lo decían, pero no decían nada. Solo nos apoyaban. Quizá porque ya sabían que Pablo y yo compartimos fluidos y también camisetas.

Éramos mayores de edad, era nuestro pase a la libertad.

Primero íbamos a ir por mis cosas. No tenía mucho en casa de Margarita y Dany, solo ropa, libros y uno que otro aparato. Donde sí tenía mucho era en mi hogar, bueno ya no era mi hogar.

Pensé en dejar todo. No quería pisar la casa y tener un amargo sabor, pero Pablo me recordó sobre mi biblioteca. No podía dejar allá mis libros, debían de estar todos empolvados.

Fuimos a mi casa. Entraría y saldría lo más rápido que podía.

Pablo quería pasar a saludar a Benjamín, pero yo le dije que debía de estar en Madrid, por trabajo. Fue la excusa perfecta, para todo. El porqué no me veía con él, el porqué la casa estaba un desastre. Se lo creyó.

Subimos a mi habitación. Me miró raro cuando vio que saque una llave para abrir la puerta, no pregunto nada.

Y cuando entramos, no me llevé la sorpresa de encontrar todo lleno de polvo. Arreglamos por lo que fuimos, mis libros. Los limpiamos y pusimos en grandes cajas. Tenía más de 500 libros y las cifras aumentaban con los libros que Pablo últimamente me regalaba.

—¿Crees que debería donar estos cuentos?

—¿Los lees?

—Son cuentos de princesas. Quizá les sirva a niñas del albergue.

Pablo besó mi frente y me dio esa linda mirada que me decía lo tanto que me amaba.

—Te amo.

—Si me amas puedes ir al orfanato y darles una sorpresita a niños, te adoran. Yo iré a leerles un cuento y también a dejar juguetes y comida. Sería una bonita sorpresa de navidad.

Volvió a besarme y sonrió.

—Lo haré. Eres la mejor, Val.

—Cuando regresemos del mundial. En navidad. No hagas planes.

Me besó y se llevó la primera caja. Había llamado a Pedri para qué nos ayudará a llevar los libros a nuestro apartamento. Una vez estuvo todo empaquetado, miré a mi alrededor. Mi hogar necesitaba una limpieza y de paso me llevaba más cosas y donaba otras.

Dejé un fogoso beso en Pablo y le murmuré:

—Puedes ir avanzando, yo me quedo a organizar un poco.

—Vale, no te demores, quiero que me ayudes a hacer la maleta.

—Joder, si eres de esos que hace la ropa bola y la mete a la valija.

—Por eso quiero que me ayudes. Haces que entré muchas cosas.

—Se llama doblar la ropa.

—¿Me ayudarás?

—Estaré allá.

—Eres la mejor.

Nos dimos un rápido beso y se fue.

Me apresuré a ordenar mi habitación, las cajas que antes dejé. No tardé mucho en dividir mi cuarto en dos, lo que donaría y lo que me llevaría. Peluches, juguetes, ropa, libretas, sábanas, almohadas, donaría, lo que me llevaría eran las fotografías y las cosas de mamá. Me senté en el suelo y vi las cajas de mi madre, al abrirla sobresalían los discos de vinilo. Agarré uno al azar "voulez vous" olía a guardado y la portada ya se veía antigua, vintage. La abrí y vi el disco, un sobre cayó.

De: Mar Val
Para: Val Val

Era la letra de mamá.

Era una carta.

Era algo de ella.

Me diría algo.

El corazón se me apretujo al tener algo de mamá. Deseaba que al leer su carta, la leyera con su voz, como si me lo estuviera diciendo al tenerla frente a mí.

Los dedos me temblaron al abrir la carta. Olía a ella, estaba segura que le había rociado su perfume.

No desdoble la carta, escuché pasos. Me puse de pie al pensar que se trataba de Pablo, caminé hacia la puerta y me apoyé en ella.

—Pablo, aún no termino.

Un frío lento aire impactó contra mi cuerpo, mi corazón se paralizó al igual que mis piernas. Sus ojos negros me penetraron y causaron esa sensación de terror en mi. Me congelé.

Quise correr y esconderme al escucharlo llamarme:

—Hija de perra.

Solo retrocedí unos cuantos pasos al verlo acercarse agresivamente a mi. El corazón me latía fuerte, parecía que explotaría del miedo.

No sé qué fue lo que pasó por mi mente cuando dejé de respirar. Él me estaba ahorcando, sus gruesas y ásperas manos alrededor de mi cuello, presionaban con las intenciones de dejarme sin aire.

—Eres una puta —Sus palabras iban con asco—. Te vas con él, te llevas tus cosas. Siempre lo amaste a él ¿verdad? ¡Te quedaste conmigo por pena!

La garganta me quemaba, la presión de sus manos me cortaba el aire. Benjamín escupía sus palabras con odio, no me soltaba y me llené de miedo. Pensé que era mi fin, que ahí acabaría mi historia, que no volvería a reír, que ya no cantaría con Carla, que nunca más vería los ojos de Pablo, realmente pensé que era mi final, que todo acabaría allí, sin cumplir mis sueños, sin poder sanar.

Cerré los ojos, agotada.

No luche.

Y si Benjamín no me soltaba, yo no estaría contando esta historia.

La garganta la sentía con miles de cuchillos filosos. Caí al suelo y por inercia mis pulmones se llenaron de aire. Quemaba.

—¡¿Por qué siempre lo amaste más él?! ¡NUNCA LO OLVIDASTE! ¡TE CASASTE CONMIGO POR PENA! ¡ERES UNA PUTA!

Sus manos me agarraron de los hombros y me hizo girar. Asustada lo miré, parecía un lunático. Su grasienta pelo en la cabeza, sus ojos rojos a causa de drogas y alcohol. Era un demente.

Me agarro de los pelos y me levanto de un tirón. Sentí como varias hebras de cabello fueron arrancadas de mi cuero cabelludo. Me tiró contra una pared, mi cuerpo chocó y sintió dolor. La boca me ardió cuando de un bofetón me reventó el labio. Me sangro.

Siguió golpeándome e insultándome.

Mi cuerpo y mente reaccionó cuando me tiró a la cama. Farfulló algo que hizo que mis ojos se aguaran, me agarró de las muñecas y sentí asco. La adrenalina me ayudó, le tiré una patada con todas mis fuerzas. Me soltó de las muñecas. Aproveché para huir.

Corrí y él me pisaba de los talones.

Mi mano sintió el frío de la madera del barandal de las escaleras y mis hombros sintieron el cómo tiró de mí, mis pies se enredaron, mi garganta ahogo un grito y mi cuerpo sintió el dolor de caerme por las escaleras. 

Recuerdo lo frío que estaba el piso.

Recuerdo que me oriné del miedo.

Recuerdo todo el dolor que sentí.

Y también recuerdo como ese hijo de puta me dejó tirada, pensando que estaba muerta.







































































































Xoxo. De tan solo pensar que Val no fue detrás de Pablo y horas después lo hizo. Lo feo que sintió Pablo en esas horas. Sintió lo mismo que sintió Val cuando él le terminó 💔💔💔 el karma.

Aaaaa se arreglaron. Pero pobre mi Val 😭😭😭.

Faltan dos capítulos!!!!!!!

Y para que los preguntan por la continuación, por el momento no va a ver segunda parte de esta historia o bueno sí, pero la segunda parte es la historia de Pedri y Carla. Si me siguen sabrán que he planeado una saga. Y este es el primer libro 💖

Habrán extras. Ya les llegará la sorpresa, por eso siganme para que les llegue la notificación.

Comenten que les pareció el capítulo y no se olviden de votar.

Nos leemos mañana 💕

Quedan 2 capítulos!!!!!

Insta: ancovi12

Tiktok: ancovi12

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 ©  a  n  c  o  v  i  1  2

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