-Capitulo Cuatro-

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

-CAPITULO CUATRO-

Caminábamos todos a la par. Wyatt sostenía a Inedra que no dejaba de susurrar incoherencias, Bou maldecía en voz baja mientras tecleaba en su teléfono el número de la grúa. Maggie cantaba y bailaba de manera muy extraña, no había recuperado su camiseta así que le había quitado una sudadera a algún chico de la fiesta.

Y con nosotros, estaban Dash el mejor amigo de Wyatt, y Luke su novio.

¿No lo había mencionado?, Wyatt es gay.

De los que no come arepa si no chorizo.

Les cuento, resulta que a último momento el auto de Bou no quiso cooperar con nosotros dejándonos irnos en el carro de Lola, un rato caminando y el otro echándole bolas.

Tenía la mente perdida en lo que había pasado con Kiart, en mi poco control. La había cagado, pero de la mejor forma. El chico, me gusta, en serio lo hacía. Ahora lo tenía más que claro.

Luke estaba caminando de manera extraña, llevándose miradas de todos.

―¿Qué mierda te pasa? ¿Te esfloretaron el culo?―pregunto Inedra, muerta de risa.

―¡SI!―grito―¡Fue tu hermano!¡Dos veces!¡Es una bestia!

Todos los presentes nos quedamos estáticos en nuestro lugar. Casi al instante volteamos a ver a Wyatt, quien se encogió de hombros.

―Y no me arrepiento―sonrió cual niño pequeño.

―Lo admito, yo tampoco―Luke también sonrió.

Mire a Bou casi de inmediato y ella empezó a refunfuñar antes de buscar en sus bolsillos, saco su billetera y me entrego un billete.

―¿Apostaron?―pregunto Wyatt, sorprendido y algo ofendido.

―No actúes como si no supieras cariño―refute―Siempre supe que ustedes terminarían haciendo cochinadas.

―Cochinada de las buenas―hablo Luke, pícaramente.

―Oh no―intervino Maggie―Nada de detalles, quiero seguir con mi mente sana, no quiero saber sobre sus juegos de espaditas.

Por un momento trastabillo y antes de que cualquiera pudiera atraparla, ya estaba de bruces contra el suelo. Muy bien, no lo entiendo. ¿Qué tienen mis amigas con el maldito suelo?

Inedra dejó escapar una enorme carcajada de manera abrupta, colándose en el silencio de la noche y todos la seguimos, apoyándola en su ataque de risa epiléptica.

―¿Te caíste?―cuestiono divertida Inedra, se agacho sobre sus rodillas.

―No perra, solo sentí que el piso estaba triste y quise abrazarlo.

Inedra estaba riendo un instante y al otro, ya no. El vómito empezó a salirle de la boca como una cascada, Maggie fue lo suficiente rápida para correrse antes de que el vómito llegara a tocarla. Todos nos quedamos shokeados un momento mientras que la rubia vomitaba.

―¡LA MEJOR NOCHE DE LA HISTORIA!―grito Bou, con los brazos extendidos al aire.

Me reí, antes de acercarme a Inedra y sostenerle el cabello para apartarlo de su camino. No podría estar menos de acuerdo con Bou.

*****

Mi mañana de sábado era asquerosa.

Tenía resaca.

Unas ojeras al estilo mapache que mantenía ocultas bajo unas gafas de sol.

Las personas caminaban de un lado al otro en la cafetería, había un grupo de chicos pintando una clase de mural que me hacía desconcentrarme de mis apuntes.

―Es una cafetería increíble, ¿no?―levante la vista de mis libros al escuchar aquella voz desconocida.

Lo observe de pie frente a mí. Estatura promedio, algo musculoso, rubio y con unos ojos grises observándome atentamente. Lo reconozco, pues suele venir con frecuencia a la cafetería.

Solo que no recuerdo su nombre.

―Sí, la mejor cerca del campus―dejo escapar en una clase de suspiro.

El rubio toma asiento frente a mí con un vaso de café en su mano. El mueble de cuero se hunde ante el peso de su fornido cuerpo, desvió mis ojos al vaso para intentar leer el nombre, más lo está cubriendo.

―Estas aquí casi todo los días―dijo, llevando el vaso a sus labios para dar un sorbo a su bebida―Empezare a creer que incluso duermes aquí.

―Bueno, yo trabajo aquí―refute―¿Así que cual es tú excusa para venir todos los días?

―Diablos, me descubriste―se río, luego se inclinó hacia mí y movió su mano en una señal de que hiciera lo mismo―Cuando todos se van por las noches, entro por la puerta trasera y duermo en la cocina―susurro.

―Ahora entiendo porque siempre nos falta comida―susurre de igual forma.

Ambos reímos al acomodarnos correctamente en nuestros lugares.

―Soy Patrick Allen―me extendió su mano. La estreche firmemente.

―Venus McCartney.

Patrick estaba a punto de decirme algo, pero justo entonces, interrumpiendo el momento y dejando su voz suspendida Kiart apareció sentándose justo frente a nosotros.

Y mis nerviosos aparecieron.

Los recuerdos de lo ocurrido en la noche anterior me aturdieron en un instante y fui consciente nuevamente de lo que había hecho, la sonrisa en mi rostro se borró. Un nudo apareció en mi garganta haciéndome sentir avergonzada no solo de lo que había pasado sino también de cómo me encontraba vestida.

Tenía unos legins negros, una camiseta blanca sin mangas, las gafas de sol estaban ahora sobre mi cabello que se encontraba recogido en un moño improvisado y desordenado.

La grandísima mierda.

―¿Cómo están chicos?―pregunto Kiart, con una sonrisa falsa y egocéntrica.

―Todo bien Kiart―Patrick le devolvió el mismo saludo, con un poco más de acidez en su voz.

Ambos se observaban a los ojos directamente de manera retadora, mi vista pasaba de uno al otro y por un momento, quise reírme.

¿Qué me estaba perdiendo?

―Si las miradas mataran...―susurre para mí misma―¿Quieren algo más de privacidad?, porque puedo marcharme antes de que tengan sexo salvaje sobre la mesa de café o alguno de los sofás individuales―dije, disimulando la burla.

Ambos voltearon a observarme casi de inmediato.

―No, Venus―dijo Patrick, tranquilo y aburrido volviendo su vista hacía mí―¿En que estábamos?

―¿Lista?―me pregunto Kiart.

Parpadee repetitivamente.

―¿Para qué?―inquirí, con una falsa sonrisa.

―Para que salgamos, Venus, tenemos un tema pendiente―hizo énfasis en la última palabra.

Me ruborice de manera automática y una risa nerviosa salió de mis labios.

―Claro que...

―No creo que tengas muchas cosas que hacer un sábado, ni con quien salir―refuto.

―¿Me está llamando antisocial?―le pregunte a Patrick, señalando con mi pulgar a Kiart.

―Yo creo que si―afirmo.

―No es eso a lo que me refiero, Venus.

―Tengo que estudiar de todos modos, los últimos exámenes son esta semana así que no planeo irme contigo―excuse.

―¿Estas segura?

Antes de que pudiera evitarlo Kiart tomo todas mis cosas y se levantó sin decir una sola palabra. Observe a Patrick estupefacta, mientras que el rubio arqueaba ambas cejas en mi dirección.

―Disculpa―me apresure a decir.

Me levante de manera rápida para seguir a Kiart fuera del establecimiento, estaba parado frente a las bicicletas mientras guardaba todos mis libros en la mochila.

―¿Qué diablos sucede contigo?―refunfuñe, molesta.

Le puse mi mejor cara de culo y le arrebate mi mochila de manera brusca.

―¿Qué hacías con ese imbécil?―señalo el interior de la cafetería.

―¡No es tu maldito problema!―grite alterada, guiando la mochila en mi hombro.

―¡Tú no decides que cosas son o no son mi problema!―me grito de vuelta.

―¡A mí no me grites!

―¡Tú me estas gritando!

―¡No es cierto!―grite con más fuerza―¡Tú me estas alterando y por eso hablo en un tono de voz elevado!

―¡Pues cálmate!

Me quede en silencio un instante, y estática. Hasta que estalle:

―¡No me digas que me calme! ¿Por qué diablos me dices que me calme si estoy gritando y alterada? ¡Dime! ¿Estoy más relajada ahora que me dijiste que me calmara? ¿Nunca le digas a una mujer alterada que se calme porque eso no la hará calmarse si no todo lo contrario!―grite aún más fuerte, moviendo mis manos con frenesí―¡Me ves calmada! ¡Oh, muchísimas gracias me siento mucho mejor ahora aborto de mono!

Los lentes volvieron a recaer en mis ojos, tuve que apartarlos con violencia, mi pecho subía y bajaba con una fuerza y rapidez increíble mientras lo observaba. Las mejillas me ardían, quemaban, estaba más que solo sonrojada.

Kiart inclino levemente la cabeza y sonrió.

―Te veo hermosa―soltó, lento y delicado, casi de manera dulce.

Solté un enorme bufido. Empecé a golpearlo en el pecho de manera realmente deprimente, mientras que el solo soltaba risas burlándose de mis golpes ridículos, cuando se hartó de ellos me sujeto por ambas muñecas y me hizo verlo a la cara.

―Eres un idiota―me solté bruscamente.

―¿Terminaste?―la sonrisa divertida no desaparecía de su rostro.

Quería golpearlo.

Me cruce de brazos y lo observe ceñuda―Sí.

―¿Por qué te fuiste así anoche?

La molestia paso a segundo plano a penas esas palabras salieron de su boca, mi postura se relajó y solo pude desviar la mirada.

―No lo sé, yo...―mordí mi labio inferior―¿Y a ti qué diablos te importa?―exclame a la defensiva.

Me miro como diciendo: ¿Hablas en serio? ¿Le pasas coleto al océano? ¿Eres real?

―Pues si bien lo recuerdo, fue conmigo con quien te besas...

Cubrí su boca con mi mano antes de que pudiera terminar de hablar, negué con la cabeza repetitivas veces en su dirección.―Ni te atrevas a decirlo―susurre.

―Mmm jumm emmm meee maal

―¿Qué dices?

Hundió las cejas. Aparto mi mano de su boca para poder hablar.

―Quiero que vengas conmigo―aclaro―Sino quieres hablar aquí, entonces vamos a otro lado.

Observe el interior de la cafetería. Maggie e Wyatt estaban de un lado al otro sirviendo mesas, podía observar a Bou en el escenario dándole dolor de tímpanos a todos los presentes, pero Inedra no la vi por ningún lado.

Recordé todo lo que Inedra y Bou me habían dicho, pero ¿Por qué siempre tenía que hacerles caso? ¿Por qué no podía solamente arriesgarme un poco? . Pues, porque no suelo hacerlo.

―No es una buena idea―respondí―Me han dicho muchas cosas de ti y bueno, no creo que sea buena idea.

Bufo.

―Por dios Venus―me tomo de los hombros―¿La cague en el pasado y ahora la mierda me salpica?, si es por lo de tu amiga, Inedra y yo nunca fuimos nada ni siquiera nos llegamos a dar un beso.

―Eso es falso, si se besaron―rebatí, aunque la verdad, no tenía ni idea.

―¿Inedra dijo eso?―me pregunto, aparentemente sorprendido―No es nada cierto, jamás la bese, salimos una semana y antes de que cualquier pudiera pasar yo volví con mi ex novia.

―Jamás te pedí explicaciones―respondí, intentando sonar aburrida y relajada.

Retrocedí.

―De acuerdo―soltó una gran cantidad de aire―Este es el caso, tú quieres ir conmigo―me señalo―Yo quiero que vengas conmigo―se señaló―Así que por favor no te hagas la difícil y subamos a mi auto.

―Linda técnica―incline un poco la cabeza―Intenta algo mejor.

―Bueno―se encogió de hombros―Quise que fuera por las buenas, pero te la das de terca.

―¿De que estas hablan...―Antes de que pudiera terminar de hablar, Kiart ya me había tomado por las piernas y me había puesto sobre su hombro―¿Qué diablos haces?, ¡Bájame ya mismo!―grite, golpeando su espalda y pataleando al mismo tiempo―¿Y porque demonios nunca me dejas terminar de hablar?

―Es divertido hacerte enojar―comento.

―Cuando me bajes de aquí voy a arruinar todo tu desagradable rostro.

Camino tranquilamente conmigo sobre su hombro, que lastimaba mi estómago conforme daba cada paso.

―No creo que hayas pensado eso cuando me besaste, amorcito.

Abrí la boca para responderle, pero las palabras se quedaron atrapadas en mi garganta, ¿Que iba a decirle? , el imbécil tenía razón. Sentí el calor subir a mis mejillas detestándome interiormente por dejarlo tener este control sobre mí o más bien, por no poder evitarlo.

Saco las llaves del bolsillo trasero de su pantalón, observe el auto frente a nosotros, un Jetta Volkswagen negro, no pude evitar reírme mientras que Kiart abría el auto.

―¿Un Jetta?¿Tienes un Jetta?―pregunte, divertida―¿Alguna vez viste la película de Mujeres al ataque?―me bajo de su hombro, justo en el asiento del auto. Cerro la puerta antes de que pudiera evitarlo―¡Todas las chicas sexys conducen un Jetta!―golpee el vidrio, mientras que Kiart me miraba confundido―¡Eres como el rey de los Homosexuales!

Sonrió.

―¡Preferiría ser el rey de tus Pantaletas!―exclamo, dejo un beso en el vidrio y rodeo el auto.

En cuanto entro en el auto mi puño se dirigió a su hombro de manera nada amistosa. Se quejó, entre risas.

―También eres un completo idiota―me reí, acompañándolo.

(*)

Kiart detuvo el auto frente a la entrada del parque estatal, lo observe confundida a lo que él solo sonrió. Condujo colina arriba hasta llegar a un pequeño aparcamiento de tierra, frente había una cabaña que debía pertenecer a un guarda bosques.

―¿Quieres caminar un rato?

Salimos del auto en silencio, caminamos uno junto al otro por el aparcamiento al pasar por la cabaña Kiart saludo a un hombre de piel oscura, evidentemente mayor, con un gesto de mano.

―Kiart.

―¿Si?

―¿Qué se supone que estamos haciendo aquí?―pregunte, observándolo con los ojos chiquititos a causa del sol.

Dio un paso hasta estar frente a mí. Puso los lentes de sol sobre mis ojos, tomo mi mano y prosiguió caminando sin decir una sola palabra más. No pude evitar rodar los ojos. Llegamos hasta un parque para niños, que parecía tener bastante tiempo abandonado.

Me solté de la mano de Kiart caminando directamente a los columpios oxidados, las cadenas chillaron cuando las moví al sentarme, volví a poner los lentes de sol sobre mi cabeza.

―Tenemos que hablar, sobre lo de anoche, sobre las últimas semanas―suspiro, sentándose en el columpio junto a mí―Yo sé que seguro te han dicho muchas cosas sobre mí, más que nada tus amigas, pero...

―A mí no me importa―lo interrumpí, pase mi lengua por mis labios para humedecerlos―Kiart, realmente no me importa lo que las personas hablen de ti, cada quien tiene una forma de pensar sobre las personas dada la versión que conoce, pero yo no te conozco lo suficiente como para juzgarte.

Asintió.

―No espero que pienses solo cosas buenas, en realidad, eso me decepcionaría.

―¿Por qué?―pregunte, confundida.

―Quizás porque no soy un pan de dios, quizás porque podría lastimarte o incluso algo peor. No deberías pensar solo cosas buenas.

No pude evitar sonreír.

―Yo creo que esa es mi decisión. Además, la mayoría de las cosas que pienso sobre ti, es que eres un imbécil.

―No estas nada lejos de la verdad―ambos reímos.

Nos quedamos en silencio un momento, observándonos el uno al otro. Las cosas que estaba sintiendo en ese momento no podía explicarlas, algo se sentía bien, así como algo se sentía mal. Quizás era el miedo, las dudas, quizás todo estaba pasando muy rápido.

O muy simplemente, estaba influenciada por Kiart. Porque me gustaba Kiart, vaya que me gustaba.

―Venus, yo...No quiero que lo que paso entre Inedra y yo sea un impedimento, para nosotros―se quedó en silencio al ver que negué con la cabeza.

―Kiart, técnicamente, no existe un nosotros―me encogí de hombros, bajo su atenta mirada.

Mordió su labio inferior, luego paso sus manos por su cabello en un movimiento de frustración. Se inclinó un poco dejando sus codos sobre sus rodillas, observando al frente.

―Si es que tú no sientes lo mismo―sonó apenado el chico de ojos azules―Aunque en realidad no sé lo que siento, no quiero que por mis tontos y confusos sentimientos te alejes de mí o que me evites. Quiero conocerte, pero conocerte en serio―volteo a observarme―Solo tenía que decírtelo, no soporto verte por ahí todo el tiempo, ¿No te has dado cuenta que cuando empezamos a sentir cualquier clase de atracción por una persona aparece en todos lados?―sonrió divertido.

―Eso es tan cierto.

Tú me sales hasta en la sopa.

―Entiendo, si no sientes lo mismo―me miro directamente a los ojos.

―Siento algo, quizás me atraes o quizás me gustas―sincere―Eres un chico muy atractivo Kiart, en serio, divertido y un enorme grano en culo―ambos reímos―Pero...Inedra en algún momento sintió algo por ti, y no puedo hacerle eso a una amiga.

Se levantó del columpio, se acercó a mí arrodillándose para quedar entre mis piernas. Sujeto mi cintura, haciéndome perder el control y la respiración.

―Por favor, Venus. Mantengamos lo que paso con tu amiga fuera de nuestras conversaciones, ¿De acuerdo?

Niego con la cabeza, mirando hacia otro lado un instante.

―Venus, entiendo que no puedo decirte que hacer pero no todo lo tuyo es de tus amigos, no en todo lo tuyo ellos tienen que ver...

―Eso lo tengo que decidir solo yo, ¿No lo crees Kiart?―lo rete con la mirada.

Guardo silencio, observándome con duda, busque en él algo que en mi mente no estaba claro, algo que no me terminaba de encajar. Hasta que entendí el palpitar de mi corazón, el repentino sudor en mis manos.

Su cercanía, su maldita cercanía me ponía con los sentimientos a flor de piel. ¿Cómo era esto posible?

―Inedra es una buena chica―desvió sus ojos, apenado―Pero no siento nada por ella. Si vas a rechazarme solo por algo que ni siquiera tuvo lugar entonces quedaremos mal nosotros dos, ella ya no está mortificada por no tenerme. Pero yo me sentiré mal por no tenerte y tú por no darte la oportunidad de conocerme.

Mis ojos no se despegaban de él, intentando ver si sus sentimientos y sus palabras eran realidad.

―Esto es muy confuso.

Bufo, incrédulo.

―Creo que esa será la diferencia entre la conciencia y los sentimientos―volvió a observarme―Que las emociones no se piensan Venus, se sienten, se viven. Si me quieres de esa forma solo dilo, y si no me conformo con tu amistad.

Corría un riesgo con cada decisión, toda acción tiene su reacción. Sabía que hiciera lo que hiciera me equivocaría de alguna forma. Porque mi corazón nunca escuchara a mi mente, así como mi mente nunca sentirá a mi corazón.

Tenía que pensar, ser impulsiva y arriesgarme o hacer lo que sabía era correcto.

―El amor no es lo mío, es decir, no es amor lo que siento. Me gustas―confesé―Pero me da miedo y no sé, prefiero evitar esto. Puede que solo sea cosa de un capricho.

Kiart se levantó y camino en círculos unos segundos antes de volver a ponerse frente a mí.

―Dices que sientes lo mismo. ¿Qué no sería también un capricho tuyo?

―Puede que tengas razón, por eso, no estoy segura de arriesgarme.

―Si no arriesgas nada, ¿Valdría la pena intentarlo para ti?

Negué con la cabeza.―Pongo en riesgo una amistad.

―Entonces...

―¿Qué se supone que haga?―me puse de pie bruscamente, casi ocasionando que Kiart caiga al suelo―Este no es mi fuerte, mucho menos el tuyo y definitivamente darle vueltas al asunto solo me da dolor de cabeza.

Me quede de espaldas a Kiart, se acercó con lentitud dejando sus manos en mis hombros descender por mis brazos hasta que sus manos rozaron con las mías.

―El amor es algo que no podemos evitar, pero si retener―voltee, quedando los dos realmente cerca. Sintiéndome impotente al ver sus labios y querer besarlo―Y eso es algo que definitivamente no quiero que hagas, quiéreme, quiéreme mucho y conóceme―tome una de sus manos y sonreí dulcemente.

Pero el que se enamore, perderá

Sonrió de igual forma. Quizás me estaba equivocando, no sabía que decía ni que hacía, pero era eso a quedarme con las ganas de arriesgarme. Porque puede ser precioso hacerlo y que todo salga bien, así como puede que todo se vaya a la mierda en un instante.

―He conocido a tanta gente Venus, a tanta―se inclinó. Su nariz rozo la mía con delicadeza― Pero es que ninguna se siente como tú en ningún sentido.

Mi corazón palpitaba endiablado, con su respiración chocando contra mis labios. Soltó mi mano para sujetar mi mejilla, mis ojos estaban cerrados, esperando el beso. Su otra mano sujeto mi cintura presionándome para pegarme un poco más a él.

Y, sin más que esperar, me beso.

Kiart aparto el cabello de mi cara y atrajo mi rostro sin ninguna vacilación, sus labios se escabulleron entre los míos con demasiada facilidad. Sus labios se movían a un ritmo lento, dando pequeños y suaves mordiscos a mi labio inferior. Él era quien tenía el control y eso era innegable.

Sus labios eran suaves, nuestras respiraciones se mezclaban pesadas, le rodee el cuello con mis brazos y termine por enredador los dedos en su cabello. Si en algún momento había tenido un poquito de resistencia en serio que todo se había ido a la mierda, al carajo.

Ya no podía negarlo, me gustaba ese hombre.

Hasta que rompí el beso acabando con la magia, abriendo los ojos para observarlo. Quedo anonadado, como un idiota con los ojos cerrados un instante y sus labios entre abiertos, hinchados.

―Quizás―susurro, con una sonrisa ladina en su rostro―Quizás yo pueda hacerte daño.

Le sonreí, llevando una de mis manos a su mejilla.

―Puedo tomar ese riesgo―susurre.

Entonces, fui yo quien junto sus labios con los míos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro