16. navidad en familia

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Los días habían sido agitados. Moira había regresado a Argentina unos dos días atrás y su vida había cambiado bastante desde ese entonces. Nunca jamás había pensado que aceptar el trabajo como fotógrafa de la AFA la iba a poner en cierto escenario, donde cada vez que iba al supermercado o a la panadería, alguien la reconocía y le hacía preguntas sobre los futbolistas argentinos. La mayoría sabían que ella era la novia de Julián Álvarez y todos le habían mandado mensajes, haciéndole saber lo muy agradecidos que estaban con el futbolista después del partido contra Croacia, dónde Julián había metido dos goles y los metió derecho a la final. Moira siempre había tenido una buena relación con sus vecinos y con los comerciantes, así que les hizo saber que le iba a hacer llegar esos mensajes de amor al futbolista.

Desde que habían llegado a Buenos Aires, Julián se había instalado en su casa, aunque como el papá de Moira no estaba del todo contento sabiendo que iban a dormir en la misma cama, cuando terminaban de cenar, Julián iba directo al hotel en el que se estaba hospedando. El resto del tiempo la pasaban juntos, recorriendo Buenos Aires y tratando de escapar de las multitudes y de la prensa.
Le había tenido que contar a su viejo sobre su viaje hasta Manchester y por más que el hombre había dicho que no estaba preparado para ver a su hijita partir a otro país, había entendido que Moira ya era una adulta y a veces los hijos tenían que extender sus alas. Ella todavía no tenía idea de cuánto tiempo iba a estar en otro continente, aunque teniendo a su hermano mayor a su lado, hacía que se sintiera menos asustada e incierta sobre aquel viaje.

Había estado muy ocupada haciendo sus maletas y tratando de no olvidarse nada. Iban a pasar las fiestas en Calchin, Córdoba, un lugar del que había escuchado hablar un montón y anhelaba conocer. Como Julián había estado pasando los últimos días en Buenos Aires, conociendo más a la familia de su pareja, ahora era su turno de conocer su casa. Tuvo que organizar muchísimo sus valijas, quizás hasta exagerando. Una vez que las fiestas pasaran, iban a irse hasta Inglaterra, donde Julián iba a tenía que volver a jugar en el City. Como en Inglaterra hacía frío pero en Calchin hacía calor, había tenido que meter un poco de todo en su valija, aunque dándole prioridad a las prendas más abrigadas. Se sentía nerviosa y sabía que se estaba arriesgando a mucho. Sin embargo, ¿Qué era la vida sin tomar algunos riesgos? Era la primera vez que sentía que estaba tomando por completo las riendas de su vida, que no estaba haciendo lo políticamente correcto o lo que sus propios estándares decían.

Moira caminó por el aeropuerto de Córdoba, siendo nuevamente abordados por hinchas argentinos. La fotógrafa se puso a un costado, sin querer meterse en un momento inolvidable para el público. Julián se sentía cansado por lo que había pasado en esos últimos días y aún así, nunca se negaba a una foto o a firmar una camiseta. Moira valoraba muchísimo eso de él, porque mientras otros jugadores podían sentirse superiores e ignorar a los hinchas, Julián era muy agradecido con las personas que se acercaban y le daban palabras de aliento. Mateo y su hermana se quedaron a un costado, mientras que el mayor de los García le guiñaba el ojo a una chica que se había sacado una foto con el futbolista.

—Yo soy el cuñado de Juli, estoy soltero.— Mateo se dirigió a la rubia, pero ella lo miró mal y se fue con sus amigos.— Fua, y yo que quería tener una aventura con una cordobesa.

Moira se rió de su intento de coqueteo arruinado.— Todavía tenés varios días acá, calmate un poco, león. Quién te dice que en Manchester conoces a una inglesa y te quedas a vivir allá.

El chico pareció pensarlo, y justo en ese momento, volvió Julián Álvarez, después de compartir un momento con las personas que se había cruzado en el aeropuerto. Él la tomó de la mano y los tres caminaron juntos hasta la salida, escuchando algunos comentarios referidos a la Scaloneta y el triunfo en el mundial. Por más que había pasado unos días, para Moira todo parecía como un sueño del que todavía nunca había despertado y quizás le iba a tomar unos cuantos días asumir que todo era real y no era producto de su cabeza. Había pasado por muchas emociones en tan poco tiempo y no tuvo descanso alguno.

Ellos se subieron hasta el transporte que los iba a llevar hasta la casa de los Álvarez, y por más que su hermano era el mayor, parecía un nene chiquito mirando por la ventana y señalando cada vez que veía un animal en el camino.

—¡Mira, un caballo!— gritó Mateo, acercándose a la ventana como si nunca hubiera visto uno en su vida. Moira sonrió y se acercó más a su novio.

—Creo que es adoptado.— ella le susurró, pero el castaño la escuchó escuchó y la señaló con el dedo.

—Vos serás la adoptada, anti fútbol.— Moira ni se inmutó, su hermano siempre decía lo mismo y no era nada nuevo. No era culpa que su pequeña familia consistiera de personas que respiraban y vivían por el deporte más popular en el país. Ella seguía pensando que el fútbol no era lo suyo, aunque en su estadía en Qatar lo había disfrutado como nunca.

—Tan anti fútbol no es, está de novia conmigo.— a pesar de que no era su batalla por pelear, Julián saltó a defenderla. Moira le sacó la lengua a su hermano, mientras el futbolista se reía de las estupideces que hacían los dos.

—Botinera inmunda.

Ella soltó una carcajada.— No soy botinera.

—Si lo sos.— confirmó su hermano y no supo qué contestar. Todavía le parecía medio raro que la catalogaran así. Cada vez que alguien decía la palabra botinera, se imaginaba a Wanda Nara subiéndose a una Ferrari, con sus bolsos de marca. Tal vez tendría que buscar el término botinera en el diccionario más tarde, sólo para hacerle la contraria a su hermano. ¿Ser la novia de un futbolista la volvía automáticamente una botinera?

Moira también miró el camino. Se había traído sus auriculares, así que le prestó uno a Julián y ella se quedó con el otro. The Way I Love You (Taylor's Version) sonaba en su oído izquierdo y el cordobés a su lado parecía tratar de descifrar qué decía la letra. Ella sonrió ante sus intentos de traducir la canción y le prometió que lo iba a ayudar con el inglés, así podían escuchar toda la discografia completa de Taylor Swift a propósito. Llegaron a la casa de los Álvarez, apenas unos momentos después y guardó sus auriculares y su celular en el bolsillo, siendo guiada por Julián hasta el interior. Rafael fue el que abrió la puerta y los saludó a los dos con un abrazo y con un beso. Lo primero que pudo ver fueron los trofeos que posaban en una mesita, había demasiados y todos pertenecían a Julián, cuando había jugado en River o en el Club Atlético Calchin.

—Tenes un montón de trofeos, desde chico eras bueno.— dijo ella, mirando cada uno con atención. Al ver de vuelta a Julián, parecía un poco avergonzado de que ella estuviera viéndolos.

—Siempre me gustó jugar a la pelota.

Moira quería comerlo a besos pero probablemente no era el mejor lugar para hacerlo. Sus ojos aterrizaron en un pequeño cuadro en donde estaba Julián de espaldas abrazando a Lionel Messi; debía ser nuevo, porque él tambien le prestó atención. A unos metros de ellos, Mateo se encontraba hablando con Rafael, preguntando cuál era la contraseña de wifi, porque tenía que subir un vlog del viaje a sus cuentas. Su hermano se creía popular por tener dos mil seguidores y nunca iba a arruinar su sueño. Aunque a decir verdades, había comenzado a tener más seguidores a partir de los vídeos que había subido en Qatar y de que Julián apareciera de fondo en la mayoría de ellos. Escucharon unos pasos y notaron que Mariana, la mamá de los Álvarez, se había acercado a saludarlos.

—Hola, mi amor. ¿Qué te pasó en la cara? Estás re rojo. Yo te dije que tenías que usar protector solar.— la mamá del jugador se acercó a su hijo y lo abrazó, no sin antes mirar con detalle la piel bronceada de su hijo. Más tarde, sus ojos se pusieron en ella.— Hola, Moira. Vení conmigo, tengo que hablar de unas cosas serias con vos.

La mencionada levantó sus cejas e intercambio una mirada con Julián, quien también parecía asustado de la seriedad de la mujer. No habían hablado demasiado en la cancha, con el triunfo de Argentina, así que no sabía si debía preocuparse realmente. No estaba para nada acostumbrada a tener suegras y esperaba que la suya no fuera una mala. Mariana la agarró de la mano y caminó por delante, Julián se quedó con Mateo y Rafael, mirando cómo las dos se iban. Mariana la llevó hasta la cocina, dónde pudo sentir un rico aroma a comida. La mujer la siguió agarrando de la mano y la acercó a ella.

—¿Se están cuidando con mi hijo? Quiero ser abuela joven pero Julián es todavía mi bebé. Rafa me contó que estuvo instalado en tu casa y quería saber si necesitaban consejos.

La castaña sintió mucha sorpresa, ¿Acaso Mariana se estaba ofreciendo a darle la famosa charla? La mujer debió notar su cara, porque se relajó un poco.

—No hay nada de malo en hablar de sexo, Mo. Solo que me preocupa porque los dos son jóvenes y yo estuve en esa época, donde tenemos las hormonas alborotadas y no pensamos en las consecuencias. Creo que enseñé muy bien a mi hijo a cuidar a las mujeres pero te quería preguntar a vos si estabas bien, si necesitabas hablar o algo. Sé que no nos conocemos mucho y todo es muy reciente, sin embargo cuando quieras hablar de lo que sea, acá estoy.— si Moira antes había pensado que los Álvarez eran demasiado amables y amorosos, ahora lo terminaba de confirmar. Tragó saliva y asintió con su cabeza.

—Nos estamos cuidando con Juli, no quiero ser madre tan joven.— Moira soltó el aire retenido y Mariana le sonrió conforme.

—Bueno, ahora que hablamos de eso, hice unos alfajores de maizena, ¿Querés? No les digas nada a mis hijos porque se van a quejar, te los hice especialmente a vos, como la bienvenida oficial a la familia.

Moira no se pudo negar a comer algo y como la mamá de Julián parecía contenta de tenerla en su cocina, ella aceptó tranquilamente. Mariana le preparó una chocolatada y la tomó, siendo interrumpida únicamente cuando Julián apareció, preocupado por la ausencia de las dos mujeres. Mientras su mamá se iba y les guiñaba un ojo, el futbolista se llevó un alfajor a la boca. No dijo nada respecto a la traición.

—Pensé que había pasado algo grave, estuvieron acá por media hora.

Ella soltó una risa.— Tu mamá estaba preocupada por los minis Julián.

Julián dejó de parpadear. Los dos se quedaron comiendo los alfajores de maizena y una vez que terminaron, salieron de la cocina y él le quiso mostrar su habitación. Sus valijas habían quedado a un costado de la cama, quizás él las dejó ahí mientras ella hablaba con su mamá. Moira nuevamente investigó las cosas que había a su alrededor, vio más trofeos y varios pósters pegados en la pared. Todo se resumía al fútbol y alguna que otra cosa de cultura geek.

—Aww, mira esa foto.— la fotógrafa notó que Julián guardaba unas fotos de él en River. En algunas era muy chiquito, en otras era un adolescente con cara de bebé.

—Me da vergüenza que las veas.

Los dos escucharon que alguien se aclaraba la garganta, era Rafa.— Dice mamá que si querés ver fotos vergonzosas de Juli, acá tenés el álbum familiar.

Moira compartió una mirada cómplice con Rafael y agarró el álbum familiar que le ofrecía. Era pesado y bastante grande, así que se lo llevó con ella y se sentó en la cama. El hermano de Julián los volvió a dejar solos, cerrando la puerta detrás suyo y antes de abrir el álbum, Moira quiso hablar de lo que había estado pensando por los últimos veinte minutos. Hablar con la mamá de Julián había tocado algo en su corazón que no muchas veces dejaba ver. Mariana la había tratado como si fuera su hija y para alguien que no estaba acostumbrada a un cariño maternal, la hacía sentir expuesta.

—Ojalá hubiera tenido una mamá como la tuya.— Moira murmuró en voz alta y Julián la miró interesado, ella no solía hablar mucho de ese tema porque era algo que la dejaba sintiéndose decepcionada y triste.

—Nunca me hablaste de ella, ¿Dónde está?

—En Uruguay, con su nuevo esposo.— ella recitó, casi de memoria.— No somos muy unidas y me hubiera encantado tener una relación de madre e hija. Mi mamá nunca me dio la famosa charla ni se preocupó de lo que hacía.

—No tenés que contarme si no querés, Mo.— Julián también se sentó en la cama y le dio su mano, notando que necesitaba esa clase de apoyo. Moira quería hablar de la relación que tenía con la mujer.

—Mi mamá es una persona que siempre cree tener la razón, alguien que sin importar qué tan metida en algo malo este, siempre piensa que el mundo está en su contra y ella está en lo correcto. Es demasiado narcisista. Siempre quise ser diferente a ella, por eso me gusta pensar en diferentes opiniones, en estar abierta a nuevas ideas y oportunidades. Cuando era chiquita, mi mamá nunca fue el tipo de madre que me iba a buscar a la escuela o se preocupaba de que hiciera la tarea. Mi hermano era el que me acompañaba y me iba a buscar, teniendo apenas unos años más que yo. Y en cuanto a la tarea, tuve que ser independiente y asumir responsabilidades que una nena de ocho años quizás nunca hubiera tomado por sí sola.

»En ese momento, mi papá trabajaba un montón, así que con mi hermano sentíamos la ausencia de nuestra familia por ambos lados. Cuando mi mamá conoció a su novio, lo dejó a mi papá y se fue a vivir a Uruguay. No nos quiso llevar con ella, decía que éramos muy chiquitos y que nos iba a venir a ver. Las visitas solían ser una vez al mes y después de unas semanas, teníamos suerte si nos prometía que nos iba a venir a ver en Navidad.— ella tragó saliva y acarició la mano de Julián. Le gustaba que no la hubiera presionado a hablar rápido o la hubiera llenado de preguntas, respetaba sus tiempos.— De vez en cuando viene a Argentina y la vemos, aunque principalmente nuestro contacto es por mensajes de texto o llamadas. Pienso que ella nunca tuvo un apego emocional a nosotros y no dudó en rehacer su vida, sin nosotros en ella. Aunque, nunca pude odiar a mí mamá. Por eso siempre valoro y envidio un poco a los que tienen mamás presentes. Yo hubiera deseado que mi mamá se preocupe por mí.

Juli le dió un abrazo reconfortante y ella se dejó consolar un poco. Su mamá le había mandado mensajes durante su estadía en Qatar, haciéndole preguntas sobre los futbolistas y el mismo mundial. Nunca jamás le preguntó cómo se sentía ella. Su papá y su hermano eran su verdadera familia, los que estaban allí para ella y no la habían abandonado nunca. Por más que en su momento había creído que su viejo estaba loco por quererla llevar al mundial, así eran ellos. Siempre estaban juntos y la hacían parte de sus salidas o viajes.

—Espero que algún día puedas tener una buena relación con tu mamá, pero mientras tanto, te presto a la mía.— Moira sonrió ante las palabras de Julián y le dejó un beso en el cachete.— De todas formas, a vos te hizo alfajores de maizena y a nosotros no. Creo que ya me la robaste.

—¿Estás celoso, nene de mamá?

—Un poco.— él le dejó un beso en la boca y estuvieron unos segundos besándose con ganas, hasta que recordó que todavía tenía el álbum de fotos en su regazo. Tenía muchas ganas de ver lo que contenía.

Moira abrió la reliquia familiar, viendo las primeras fotos, riéndose ante las típicas imágenes de un Julián bebé desnudo, o de él enojado ante la cámara. Fue pasando las fotografías, una por una; estaban Rafael, Agustín y Julián de muy chiquitos frente a la cámara. Los tres eran muy lindos y tiernos, y ella no pudo evitar soltar comentarios. El futbolista le empezó a relatar cada historia y ella lo escuchó, viendo cada recuerdo fotográfico. Julián se hacía más grande con cada nueva imagen, hasta que vio una en donde estaba él en la playa. Atrás había una nena haciendo castillos de arena, junto a su papá. Moira acercó la foto a sus ojos, tratando de ver si no estaba imaginando cosas y ahora que Julián conocía a Juan, también se dió cuenta de lo mismo.

—Me jodes...— ella abrió su boca y lo miró a él, también se encontraba en el mismo estado.— Esa soy yo y mí papá atrás.

—Fueron unas vacaciones en las que estuvimos en la Costa, en Santa Teresita.

Los dos miraron la foto, sin creer cómo era posible que hubieran sido fotografiados en el mismo lugar y en el mismo momento. Como Moira y su familia solían tener la casa cerca del mar, todos los veranos la pasaban de vacaciones, desde que terminaban las clase hasta que su papá tenía que volver a trabajar. Aún así, eso la dejó completamente shockeada. Era ella de chiquita con su papá, muchos años atrás. Y Julián estaba de espaldas a ella, sin mirar que la nena estaba mirando también la cámara con curiosidad.

—Estuvimos en el mismo lugar tantos años atrás y no lo sabíamos.— Moira reconoció, sintiendo que su boca se secaba y necesitaba urgente un vaso de agua.

—Estábamos destinados a conocernos.— concluyó Julián y ella lo miró, sabiendo que tenía razón. Era una locura, una que no terminaba de asumir y comprender.

—Me va a explotar la cabeza, Juli.

Ella se recostó en la cama y él también, como la cama era de plaza y media, estaban muy apretados. Los dos miraron el techo de la habitación, todavía pensando en ese verano y tratando de hacer memoria de lo que habían vivido. Moira no recordaba mucho y Julián estaba igual que ella. ¿Si hubieran compartido una conversación, las cosas hubieran sido diferentes? Ella creía que a esa edad, probablemente habría seguido armando sus castillos de arena, mientras que su hermano y Julián jugaban a la pelota. Tal vez fue mucho mejor conocerse de grandes, porque habían tenido muy claras sus intenciones y sentimientos desde el primer momento, aunque les había costado admitir aquello. Moira no dudó en sacar su celular y tomarle una foto al álbum, mandándole un mensaje a Candela. Tenía que contarle urgentemente eso.

Los dos escucharon un timbre y la voz de un hombre, ella pudo darse cuenta que era su papá. Había viajado con ellos en el avión y después se había separado, porque tenía que hacer llamadas y dejar su equipaje en el lugar donde se iba a hospedar en esos días. La familia Álvarez había invitado a los tres a quedarse en su casa, aunque su papá era un hombre que pensaba que incomodaba a los demás si se quedaba ahí. Los papás de Julián le pasaron el contacto de una posada donde podía alquilar una pieza y el hombre planeaba quedarse ahí hasta el veinticinco, dónde iba a volver a Buenos Aires y a su trabajo. Era la última navidad con sus hijos antes que se fueran de vacaciones, así que estaba un poco nostálgico.

—Hay que levantarnos, no le va a gustar a tu papá que estemos los dos encerrados en mi pieza.— Julián se levantó de la cama y abrió la puerta por completo. Ella lo miró, sin poder creer que un campeón del mundo le tuviera miedo a un hombre de casi cincuenta años.

—¿Asustado, araña?

—De tu papá, siempre. De vos, no tanto.— Julián le sonrió y se hizo el gracioso. Moira levantó una de sus cejas, siguiéndole el juego.

—¿Seguro que no te asusto yo?

Él la miró y volvió a acostarse en la cama. Le dió un beso rápido en los labios.— Me asustas cuando me ganas en el truco, sos media rara.

Moira le sonrió y los dos se levantaron de la cama, antes de que su papá pensaran que estaban haciendo minis Julián y minis Moira por todas partes.

🕷️

Julián había sido bien recibido por sus vecinos esa misma tarde. Moira se había quedado en la casa de los Álvarez, conociendo más a los papás del jugador, prefiriendo eso antes que ir con él a la celebración. No era que no quisiera estar a su lado, solo que creía que era un momento que Julián merecía disfrutarlo a solas y con las personas que lo habían ido a ver. No quería meterse en aquello que no la llamaban y parecer una novia tóxica que no lo dejaba ni un minuto a solas. Lo había visto todo por la tele, donde el futbolista se puso a cantar con los Caligaris y la deslumbró con su buena memoria para recordar la letra de la canción. Moira se había reído como nunca, junto a Mariana.

Toda Argentina estaba de fiesta y ahora que Julián había vuelto a su pueblo natal, todos estaban orgullosos de tener un campeón que había nacido y sido criado ahí. Apenas tuvieron tiempo para recorrer Calchin, Julián la invitó a sus lugares favoritos y le mostró el lugar con la alegría que tenía cada vez que le hablaba de algo que le gustaba.
Navidad llegó demasiado rápido, habían estado festejando por la victoria de Argentina contra Francia y apenas un momento después, tuvieron que recordar que estaban con las horas contadas para la celebración. Julián, Moira y Agustín se habían encargado de ayudar a Mariana con los preparativos, principalmente ayudándola con la comida y con todo aquello que necesitara.

Esa era la razón por la que ella había preferido cambiarse a último momento. La castaña llegó a la habitación de Julián y sacó de su valija un vestido que había guardado para esa ocasión, decidió ponerse unas sandalias que la hacían ver mucho más alta y se maquilló un poco. Con ese calor que hacía, apenas se puso algunos productos y mantuvo su maquillaje liviano. Escuchó unos golpecitos en la puerta y cuando ella contestó, Julián entró vistiendo una camisa blanca y unos pantalones cortos del mismo color. Moira siempre reconocía que Julián la volvía loca, que era un chico demasiado hermoso por fuera y por dentro. Los días no habían hecho otra cosa que hacerla sentir más segura de toda la clase de locuras que estaba haciendo.

—Estás muy lindo.

—Y vos estás hermosa.— él la agarró de la cintura y la acercó, los dos se miraron como dos bobos.— Voy a tener que controlarme hoy, no quiero que tu papá me mate.

Moira soltó una carcajada.— Te tomaste muy en serio sus palabras, no te va a hacer nada. Además no puede evitar que mostremos que nos queremos en público.

Julián no pareció demasiado convencido, todavía sentía que el padre de Moira tenía cierto recelo con él por ser de River, y que tuviera un cinturón negro en karate lo hacía querer correr lejos. Los dos fueron hasta el patio de la casa, donde habían puesto una mesa larga y Juan ya estaba hablando con el papá de Julián. Gustavo Álvarez era camionero y el suyo había trabajado como colectivero por muchos años, así que su conversación se basaba en las rutas que los dos tomaban en sus trabajos y las anécdotas que querían compartir. Julián no tenía ni que preocuparse de mirar de más a su novia, porque por suerte su suegro estaba distraído en otras cosas. Moira se llevó el vaso de fernet a los labios, que recientemente el cordobés había preparado. Pudo notar la mirada juguetona de Julián en ella.

—No voy a emborracharme.— Moira advirtió y Julián no hizo otra cosa que reírse ante su declaración. El fernet estaba riquísimo y no se comparaba a ninguna otra cosa que había tomado antes. Juli era muy bueno haciendo un fernet.

De todas formas, Moira terminó sirviéndose gaseosa en otro vaso, tenía miedo de al no estar tan acostumbrada a tomar, que un solo vaso de fernet con coca la hiciera emborracharse frente a su familia y a la de Julián. La noche pasó espectacular, los Álvarez y los García pudieron congeniar sin ningún tipo de problema. Ella conoció a los demás familiares y conocidos de Julián, quienes vivían en Calchin o habían venido especialmente para pasar las fiestas en familia. Habían puesto mucha música para bailar y estuvo ahí presente para que Juli le mostrara sus pasos. No pudo evitar reírse de él, porque a pesar de que le había mentido diciendo que era bueno, estaba más duro que una piedra. Ella no bailaba mucho mejor que él, así que se habían gastado mutuamente toda la noche.

Moira había traído su cámara personal y nuevamente sacó fotos, sin poder permitirse perder el hábito que había adquirido desde que había conocido las cámaras fotográficas. En el momento en que se hicieron las doce, todos brindaron juntos y ella le robó un beso al jugador. Su papá la miró desde el otro lado de la mesa y Moira se acercó para abrazar a su hermano y al hombre, después saludó al resto de los presentes. Mientras que los más chiquitos iban corriendo al árbol de navidad para ver qué les había traído Papa Noel, Julián y ella se quedaron mirando los fuegos artificiales en el cielo.

—Pedí un deseo.— le dijo a su novio, acomodando su cabeza en su hombro.

—No puedo pedir nada, ya tengo todo lo que quiero acá.

Moira le sonrió, sintiendo que su comentario llegaba directo a su corazón.— Sos muy cursi, ¿Lo sabías?

—Vos me sacas mi lado romántico, Mo. Te quiero.

—Yo también te quiero, Juli. Y me encanta tu lado cursi.

Los dos se besaron y se quedaron mirando los fuegos artificiales. A unos metros de distancia, Mateo se estaba quejando con los demás nenitos, porque no le querían prestar los regalos que le habían traído Papa Noel.

(Disculpen porque me quedó re chota la edición, tuve que hacerla en el celular y sin Photoshop😭😭)

Holiii, ¿Cómo están? Espero que bien. Hace una semana no actualizaba y les pido disculpas por tardar más de lo normal. Ya les traje el capítulo, así que festejemos🥳🥳🥳🥳

¿Les gustó el capítulo?

Mateo soy yo, amamos a Mateo.

Por otro lado, ahí pude aclarar un poco lo que pasó con Moira y su mamá, ya que me lo habían estado pidiendo bastante. Espero aclarar las dudas, aunque sí tienen más dudas respecto a algo, no duden en hacerlas.

Buenooo, no sé que más decir. Recuerden votar, los amo y gracias por tanto.❤️


PD: LA HISTORIA DE CANDE Y SCALONI YA ESTÁ PUBLICADA. Se llama Mastermind y está en mi perfil.

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