8. Extrañaré estar contigo, Kookie

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng





Sus labios se presionan sobre la delicada piel de mi cuello y una ola de emoción me envuelve cuando siento su dura polla penetrarme excesivamente lento.

—¿Quieres que te folle? —vuelve a preguntar.

Claro que quiero. Mi cuerpo lo busca con desesperación, pero no estoy seguro de que su pregunta sea retórica, así como tampoco del tipo de respuesta que quiere. Entonces respondo con un gemido y un empuje suave, haciendo que su polla entre un poco más.

—Dime... pídemelo —exige.

Sus manos se presionan en mis nalgas; amasando, frotando, enterrando los dedos cuando desciendo un poco más por su polla. Siento el calor que quema mis paredes y la humedad intentando suavizar la incomodidad.

No puedo creer que a pesar de lo doloroso que resulta en un primer instante, mi cuerpo se agita deseando el suyo. El sexo es nuevo para mí, es decir, el real no el de mis fantasías, el de las películas porno o el que abunda en internet, pero, aun así, rápidamente se está transformando en una adicción. Una que solo el Sr. Kim junto a su experta polla pueden saciar.

—Por favor —le ruego—. Fóllame duro, Sr. Kim.

Desciendo otra vez por su polla en una plegaria silenciosa para que comience a moverse antes de volverme loco. Una risita escapa de sus labios, las venas de su cuello se marcan punzantes y los ojos le brillan cuando comienzo a acariciar mi pene.

Gimo bajito cuando él se empuja profundo en mi interior.

—Te sientes tan bien —dice—. Tan delicioso.

Mi cuerpo se estremece de placer cuando su polla gruesa comienza un vaivén lento y su boca besa la piel detrás de mi oreja. Gimo, pero ahora es porque está chupando tan fuerte mi cuello que me dejara una marca. Es una mezcla extraña de placer y dolor. Pareciera que lleva años perfeccionando su técnica, para lograr tan delicado y perfecto equilibrio.

—Sr. Kim... —jadeo. Mi cuerpo se arquea hacia él, mis brazos lo rodean casi rogándole por estocadas más fuertes.

Mi voz suena desesperada y él se siente más duro en mi interior, mientras sus impulsos comienzan a incrementar.

—Kookie... —gime—. Dios mío... de verdad me tienes mal —desliza las manos por mi espalda y me acomoda sobre la cama, saliendo de mi interior. Dejando una molesta sensación de vacío.

—Abre más las piernas y rodea mí cintura, Kookie —pide, guiando su polla hacia mi entrada, empujando la cabeza en mi interior.

Jadeo y me abro más para él, haciendo que se deslice profundo y aún más profundo de lo que creo posible cuando mis piernas lo abrazan con posesión

—Te sientes tan jodidamente bien, Kookie.

Él comienza a salir casi por completo de mi interior, dejándome vacío para después empujar con fuerza hacia adelante, logrando que la cabeza de su polla choque y golpee duro dentro. Jadeo sintiéndome en estado de shock. El placer y el dolor vibran en mi cuerpo como olas de sangre caliente; que suben, bajan, se desvanecen y me llevan cada vez más cerca del orgasmo.

El padre de Tae me embiste con un ritmo vigoroso; penetrándome con fuerza y rapidez, clavándome al colchón, mientras yo solo gruño, balbuceo incoherencias y suplico entre dientes que no se detenga hasta que un líquido caliente se filtra entre nuestros cuerpos y en mi interior.

Me besa húmedo y profundo, cuando comienza a salir.

—Extrañaré estar contigo, Kookie —dice Jin en un tono lastimero a medida que se recuesta a mi lado y me envuelve con sus brazos.

—El viernes es la fiesta de graduación y no podré escaparme —le recuerdo—. ¿Nos podemos ver el sábado? —pregunto acurrucándome a su lado, sintiendo su respiración cansada y el sudor y calor que bañan su cuerpo.

—Tengo que viajar —me cuenta—. El jueves parto a Ilsan y no volveré hasta el martes.

—Pensé que no viajarías más... o al menos, ya no sería tan frecuente —digo, sintiendo como de a poco el enfado crece en mi interior.

Sé que no debo comportarte como el jovencito pegajoso y obsesivo que exige más de lo acordado, pero saber que no podré verlo por más de una semana y que no volveremos a compartir esta intimidad, me molesta y asimilarlo es más difícil de lo que pensé.

—Así es —afirma, acariciando la curva de mi cadera—, pero uno de mis clientes insiste que solo firmará el contrato si yo estoy presente y la compañía no puede perder ese negocio.

—Pero no es tu culpa...

—Está bien —dice, sonando como si calmara a un niño—. Solo serán unos días.

—Podría ser peor... —murmuro, intentando sentirme menos infantil y ser un poco más adulto.

—Basta de hablar de mí —desvía el tema, tomando mi mentón de forma juguetona—. El viernes es la fiesta de graduación y si mi memoria no falla, dijiste que no irías.

Su memoria no falla, hace menos de una semana le dije que no quería ir y sigue siendo así. No llama mi atención el ritual de fin de ciclo ni el tener una cita con alguien que no me interesa, mucho menos ahora que me siento profundamente atraído por él. No me imagino bailando o besando a alguien más que no sea el Sr. Kim. Sobre todo, porque por estos días no he dejado de fantasear en bailar junto a él sintiendo su cuerpo caliente, mientras me susurra palabras seductoras y secretas...

¡JungKook, no debería estar pensando en tontas y románticas fantasías!

—No quiero ir, pero Tae ha insistido mucho, así que iré solo, aunque me vea raro y patético.

—Es imposible que alguien como tú se vea raro y patético, Kookie —aclara, acariciando mi brazo de forma casi paternal—. Quizá...debas ir acompañado... tener una cita —sugiere.

Me enojaría con su comentario si las palabras no salieran tan forzadas de su boca. Su expresión en severa y me hace fantasear con la idea de que siente celos y no me quiere compartir.

—La única persona con la que deseo ir, no irá —contesto, ocultando mi rostro en su cuello.

—¿Y quién es esa persona? —pregunta—. ¿Algún amigo de JiMin? ¿Una compañera de colegio?

Sus preguntas se escuchan como gruñidos juguetones antes de usar la fuerza y volver a estar sobre mí. Con cuidado separa mis piernas y se posiciona entre ellas. Mantiene el peso de su cuerpo en ambas manos que están a la altura de mi rostro. Los músculos de sus brazos se dibujan definidos y fuertes y no desear tocarlos es imposible.

—¿Y? —susurra.

—Mmmm... bueno no es una chica —respondo y él arquea una ceja, mientras me clava con la mirada—. Tampoco es uno de los amigos tontos de JiMin... es un verdadero hombre.

—Un hombre —replica con picardía.

—Si... uno perfecto y maduro que me hace acabar muy duro...

—Debe ser muy caliente —dice divertido, inclinándose para besar mi cuello y hacerme suspirar

¡Ay JungKook, eres un mocoso con suerte!

Si bien el Sr. Kim es un hombre muy viril para sus casi cuarenta años, está muy lejos de tener la resistencia e ímpetu que tienes a los dieciocho, pero, aun así, siento como su polla se tensa, mientras me besa. Estoy seguro de que desea hacerlo de nuevo. Los dos queremos o al menos así es hasta que el sonido de la puerta de entrada retumba en toda la casa e inmediatamente nos congelamos.

¡Es Tae!

—¡Mierda! —mascullo, saliendo de bajo de su cuerpo para buscar mi ropa.

—Tranquilo —ordena—. Dejaste tu bicicleta escondida en la parte trasera, ¿cierto? —pregunta en un susurro, mientras se incorpora.

Claro que lo hice, la escondí detrás de unos arbustos y árboles que hay en el patio trasero, pero, aun así, no estaba en mis planes que Tae regresara a casa, mucho menos cuando se supone que pasaría toda la noche con JiMin.

—Por supuesto, no haría nada para ponernos en peligro.

—Lo sé, Kookie. Solo quería estar seguro —aunque se ve tranquilo, su voz suena abrumada y eso me hace sentir culpable y triste.

—No me quiero ir... —digo bajito, mientras recojo mi ropa y asumo que la única alternativa que tengo es regresar a casa.

—Pensé que te tendría toda la noche —dice él, mientras se pone un pantalón.

Estoy a punto de pedirle que deje que me quede cuando siento algo caliente y pegajoso gotear de entre mis nalgas y bajar denso por la cara interna de mis muslos. El señor Kim ve mi sorpresa y mordiendo su labio se pone de pie, toma una camiseta y se acerca para limpiar con cuidado los rastros de semen que hay en mi cuerpo.

Intento no sentirme mal con la situación; la llegada sorpresa de Tae, la noche interrumpida y mi huida a medianoche. Debo acostumbrarme, porque esta es la única relación que tendré con el padre de mi amigo, pero se me hace difícil.

Jin cierra la puerta de la habitación y me ayuda a vestir rápido, mientras yo rezo para que Tae no tenga la brillante idea de pasar a saludar a su papá. Por suerte no lo hace.

—Quiero verte de nuevo —dice con premura, consciente de que estamos retrasando la despedida más de lo que debemos—. Podamos vernos el martes e ir a algún lugar en donde podamos estar solos. Le diré a Tae que trabajaré hasta tarde y tú puedes decirle a tu mamá que saldrás con Tae.

Asiento con una sonrisa y dejo un beso rápido en sus labios.

—¿Me llamarás? —sueno como un chiquillo desesperado, pero si la idea de no verlo por tantos días ya es desagradable, el no poder hablar con él es aún más desesperante.

—Si —responde muy cerca de mis labios y me besa con pasión antes de salir de la habitación.

Jin va en busca de Tae para entretenerlo, mientras yo me escabullo hasta el primer piso y desde ahí hacia el patio trasero. Un suspiro de alivio escapa de mis pulmones cuando me encuentro a unos metros de la casa de los Kim.

Sin embargo, el alivio es reemplazado por preocupación cuando comienzan a surgir las dudas de por qué Tae regresó a casa, cuando se supone que iba a follar toda la noche con su novio. ¿Habrá peleado con JiMin? ¿Estará enfermo? ¿Se habrá arrepentido de mentir?

Busco mi teléfono y la culpa me come por dentro cuando me doy cuenta de la cantidad de mensajes y llamadas perdidas que tengo de Tae. Incluso hay un mensaje de voz de él lloriqueando, dejado hace menos de cinco minutos.

—Kookie, sucedió... JiMin y... nosotros terminamos —hipea y solloza—. Iba a ir a tu casa, pero no contestas. ¿Dónde mierda estás? Necesito hablar contigo, me siento muy mal...por favor ven, pero no hagas ruido, no quiero que despiertes a mi papá. Está muy enojado conmigo y no sé por qué.

Lo llamó para avisarle que iré a acompañarlo ahora que más me necesita, finalmente mi mamá ya me dio permiso para pasar toda la noche en casa de los Kim. Además, no quiero interrumpir lo que sea que ella y SeJin estén haciendo. Sé lo frustrante que eso puede ser. 

Ahora que lo pienso, he tenido mucha suerte. Si Tae hubiese llamado a casa, mi mamá se habría enterado de que yo también mentí, me habría castigado hasta que saliera de la universidad y Tae hubiese exigido que le contara dónde estaba, qué hacía y, peor aún, por quién mentía.

Le escribo un mensaje a Jin, avisándole que regresaré a su casa, pero que estaba vez es para ver a su hijo y después de diez minutos vuelvo a pedalear en dirección a la casa del señor Kim. 




.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro