CAPÍTULO 12: Confía en mí

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

—¿Vas a algún lado? —La grave melodía de la voz de un Entherius desgarró el silencio de la habitación en llamas, justo en el preciso momento en el que Star Moon salía hacia el puente de mármol. El impulso generado por el sobresalto, hizo que la muchacha diera un bote y se girara repentinamente. No le dio tiempo a prepararse para lo que iba a ocurrir a continuación—. ¿Qué hacías ahí dentro? Creo que ya te dijimos que era mejor no salir del ala este de Hammondland —señaló Matteo Eville con esa serenidad tan propia de él. Sin embargo, los matices lo eran todo en el chico, y quien consiguiera escuchar con detenimiento percibiría, indiscutiblemente, cierto recelo en la dinámica de sus palabras.

—Eeeh, nada en realidad... Solo... pasear —murmuró ella. Star sabía que mentir a Matt no era una opción. De algún modo, desde el principio se había sentido conectada a él, pero ahora que tenía la certeza de que así era, pues de algún modo estaban unidos por el pasado de sus antecesores, estaba segura de que ni en un millón de años, podría lograr engañar al chico—. ¿Y tú...? ¿No te habías ido unos días a no sé qué operación misteriosa...bla,bla,bla y todo eso? —cuestionó con suspicacia, probando a reconducir la dirección de la conversación hacia él.

—He vuelto antes de lo previsto —admitió Matt. Avanzó algunos pasos, acortando deliberadamente la distancia entre los dos.

—Mucho antes. —Star casi podía notar la pausada respiración del Entherius en los mechones grises de su cabello. Ambos se habían clavado la mirada y parecía que ninguno estaba dispuesto a retirar sus armas. Allí, en el diminuto vestíbulo que separaba la habitación en llamas y el puente, se disputaba una guerra fría. En su interior, Star quería alejarse. Alejarse de ese chico. Pero no podía mostrarse débil ante su seguridad.

—Mucho antes.

—Ya.

—Sí.

—¿Y eso por qué?

—No he tenido otra opción. —Al final Matt relajó su postura y retrocedió. Cruzó los brazos y se apoyó, petulante, en la pared.

—Bueno... pues... Me voy a la cama —se apresuró, aprovechando la aparente tregua. Ya no se sentía mareada, pero le dolía la cabeza después de probar el Blue Lagoon. Necesitaba un respiro. Llegó a alcanzar el pomo de la gran puerta.

—No se lo diré a nadie —interrumpió Matt antes de que esta pudiera proseguir. Star volvió a cerrar el portón, entrando en el pequeño rellano. El otro no se había movido, seguía apoyado contra la pared, con su innata soberbia.

—¿Qué es lo que no le dirás a nadie?

—Ya sabes... lo de tu escapada secreta. —Matt soltó estas palabras como si nada, y Star no supo cómo reaccionar. Normalmente, siempre sabía responder de algún modo u otro, pero ante Matteo Eville era difícil—. Puedes confiar en mí.

—¿Có... cómo? —balbuceó la chica—. ¿Confiar en ti?

—Sí. Yo te prometo que no le diré a Ben que has salido por esa puerta —explicó señalando el muro por el que ella había aparecido minutos antes—. Y tú me prometes que no volverás a utilizarla jamás. —Star no podía creer lo que estaba escuchando: ¿Confiar en él? ¿En Matteo Eville? ¿Hacer un pacto para seguir manteniéndola controlada? ¡Ni de broma!, pensó. Y estas últimas palabras se le escaparon casi en voz alta—. ¿Decías algo?

—No. Pero está bien. Yo te prometo no volver a cruzar esa puerta, si tú no le cuentas nada a Ben... —El Entherius sonrió satisfecho—. Y —añadió con énfasis—. Me cuentas, primero, qué narices es esa puerta y después, por qué no te sorprende una mierda que haya una puerta. ¡Ah, y también quiero saber cómo has podido saber que estaba aquí! —ordenó Star. Por alguna razón, se había envalentonado. Estaba harta, harta de mostrar indiferencia, de dejar ver su miedo. Por primera vez, se enfrentaría a Matteo Eville después de tanto tiempo y dejaría brotar su rabia, aunque fuera por una tontería como aquella.

—Mmm —caviló Matt un momento. Puso los ojos en blanco y resopló—. Está bien. Trato hecho. Acepto todas tus cláusulas.... Excepto la última.

—O todo o nada. O me cuentas todo, Matteo —y casi le recorrió un escalofrío al pronunciar su nombre—. O no hay trato. Así de simple.

—¿Qué te parece si... acepto todo pero, lo de saber dónde estabas te lo cuento otro día? —Star supuso que el muchacho debía estar acostumbrado a negociar. Presuntamente su familia no se lo había puesto nada fácil, y salirse con la suya había consistido una tarea de pico, pala y negociación forzosa.

—No lo tengo claro... —dijo Star amagando salir del vestíbulo.

—Vamos... —Matt avanzó hacia ella y por primera vez, la música de su voz sonó a ruego, a petición, a lamento—. Acepta, por favor.

—Está bien —accedió, dándose la vuelta algo melodramática. Ella sabía que jamás cumpliría esa promesa. Quizá no sería mañana, tal vez no ocurriría acudiendo a la fiesta a la que Gloria le había invitado al salir del BewitzMusik, pero sabía que en algún momento incumpliría su palabra. Ser la prisionera de su mejor amigo y de su mayor enemigo, o al menos Matteo lo era, hasta que Michael hizo su aparición estelar, no estaba siendo nada fácil.

»El muchacho, alargó la mano con intención de sellar el trato. Esto provocó que Star flaqueara involuntariamente, empujando su atrevida postura hasta la planta de sus pies. Se quedó ensimismada, mirando durante un momento la fina piel de Matt, sus manos perfectas, sus antebrazos marcados con las inscripciones de protección, de donde en ocasiones había visto surgir aquellos invertebrados tentáculos negros. Consideró corresponder el saludo, pero no pudo. Era demasiado, ¿y si al tocarle, le pasaba algo?

—No te pasará nada —afirmó Matt. Star dio un brinco con sorpresa. ¿Le había leído el pensamiento? Probablemente no. Su cara, por desgracia, se volvía transparente para aquellas personas que alcanzaban a conocerla. ¿Eso significaba que Matt le conocía? ¿Que conocía sus miedos?

—¿Seguro? —preguntó ella, barajando la posibilidad de un viaje repentino al pasado.

—No te pasará nada —Matt acercó la mano aún más y agarró la de Star. Nada. No pasó absolutamente nada—. Bien, ¿me acompañas?

Matt marchó con paso firme, abrió la puerta y cruzó el puente de mármol con elegancia y decisión. Star Moon siguió sus pasos dejando unos metros de distancia entre ella y el Entherius. Casi había amanecido, los primeros rayos de sol iluminaban el filo del horizonte a lo lejos. Strana, estaba en algún lugar, allí cerca. El canto de los lobos dejó paso al cantar de los pájaros, que con brío acompañaban a una brisa cálida que derribaba las amarillentas hojas de los árboles para hacerlas caer al suelo.

Atravesaron todas las estancias por las que Star solía rodar cada noche desde que descubrió el mural. Se le antojó extraño hacerlo por primera vez en compañía, ¡y qué compañía! Aunque no mediaran palabra en el tiempo que tardaron en llegar a la cocina. Matt preparó café, que recién hecho inundaba la estancia y le daba un clima hogareño, de casa de verdad. Se sirvió un poco y sirvió a Star otra taza bien caliente.

—Toma asiento. ¿Por dónde empezamos...? —pensó en algo—. ¡Ah, sí! Creo que será un buen comienzo: Hammondland es un antiquísimo seminario. Aquí, una vez, los poderes que nos conciernen fueron desarrollados de maneras insospechadas para los que hoy viven. Imagina tener cientos de garantes como Ben correteando y trepando, o creando inventos que a veces concluían con éxito y a veces provocaban pequeños desastres. Yo, por desgracia, nunca llegué a ver Hammondland vivo. Cuando nací, mi abuelo ya lo había destruido todo. Nunca nos dio la oportunidad, a los de nuestro linaje, de unirnos a las demás criaturas atípicas.

»Ben sí llegó a vivir aquí algunos años... Con tu bisabuela. Antes de que... bueno antes de que liberara a mi padre. Gracias a Ben y a mis hallazgos, hoy sabemos que Hammondland dispone o al menos, disponía de dos puertas puzzle ocultas. Después de verte a ti hoy, tengo la certeza de que al menos una de ellas, existe.

»Ambas, se crearon para conectar la academia con ciertos lugares estratégicos. Si atraviesas la primera puerta, llegas directamente a Strana, como ya sabes. En cuanto a la segunda... depende. Depende de donde quieras ir, de lo que la institución quiera de ti, y de otros factores que ahora mismo se escapan a mi conocimiento. —Matt hizo una pausa y examinó a Star con detenimiento—. Espero que entiendas lo que eso significa. Las puertas son de salida, pero también de entrada. Por eso, debemos evitar utilizarlas. La realidad es que en la masacre, Hammondland fue destruído por completo. Incluídas sus puertas que hasta hoy se encontraban inactivas. Tú has activado una de ellas reparando el mural. —Star asintió comprendiendo toda la información que Matt había compartido con ella. Sabía que toda aquella valiosa novedad era cierta, pues parte de lo que le estaba contando, ella ya lo sabía, porque lo había visto con sus propios ojos: Belia, Ben, la masacre, Damon...

—¿Y dónde está la segunda? —preguntó mientras sorbía el final de su café.

—Entenderás que aunque tuviera esa información, no la compartiría contigo, después de lo de hoy. La puerta está inactiva y es mejor que así siga.

—Ajá. Vale y, ¿qué narices significan esos símbolos? ¿Por qué una boda, un parto y un funeral? Sabes que esos símbolos también están en Sceneville, ¿no?

—Son imágenes de una leyenda. De una historia que se cuenta desde los tiempos de nuestros antepasados.

—¿Y qué dice esa leyenda?

—Creo que es suficiente por hoy. Deberías irte a dormir, son casi las nueve de la mañana. —Star se levantó de mala gana y dejó su taza de café vacía en el fregadero. Después, sin decir adiós, se dirigió a su habitación, se puso el pijama y cayó en un profundo sueño. Tenía la sensación de que habían pasado días y no horas desde su escapada.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro