Capítulo 1

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La base trasera de su cabeza cerca a su cuello le duele terriblemente, cree que el ardor en la zona es lo que la hace ver luces parecidas a estrellas bajo sus párpados.

Se le es difícil respirar entre cada inhalación cuando trata de levantarse, la dificultad es acompañada de dolor en sus músculos que son casi mil veces más fuertes del dolor usual tras sus clases de karate.

Para cuando finalmente logra, al menos, sentarse en un posición que no le doliera tanto, se da la tarea de abrir los ojos que tenía cerrados por hacer fuerza y por el propio cansancio, el cielo es completamente negro y tiene que parpadear para acostumbrarse y ver el bello cielo estrellado, tantas estrellas se expanden y hasta ve colores morados y azules, pero siente un sonido que la hace ver a su alrededor.

Ojalá no lo hubiera hecho.

Varios puntos amarillos que van desde uno solo hasta 8 la rodean, y en cuanto ve a uno que parece pestañear se da cuenta que no son luces, son ojos.

Cuando menos puede darse cuenta varias criaturas dignas de ser referidas como monstruos se tiran sobre ella, la jalan de un lado a otro y entre todos los chillidos y rugidos sus llantos se pierden.

Para cuando todo el desastre se pierde se encuentra entre las fauces de uno de esos seres, no la muerde, solo la aprieta ligeramente, hasta parece que con cierto cuidado, entre sus dientes de los cuales puede sentir el filo.

Cuando eso ocurrió nunca pensó volver a ver a su familia, pero la esperanza regresó a ella cuando la dejó con cierta delicadeza en el suelo y luego se iba.

¿Así nada más?

No pasaron demasiados minutos en su mente para darse cuenta de que un animal extraño se le acercaba, pero antes de lanzarse sobre ella con sus dientes al aire la misma criatura, ahora acompañada de otras parecidas, volvió a tomarla entre sus fauces y llevarla lejos del lugar en donde el grupo despedaza a su presa y la devoran mientras su cuerpo cansado era dejado sobre las patas enormes y peludas de su captor, su mochila la dejaba a unos centímetros de separación, su lengua dura y rasposa pasa sobre ella para quitar la sangre olorosa que no era de ella, todo eso acompañado de la sinfonía de los chillidos desesperados del animal que estaba siendo comido.

Entre todo ello sólo pudo pedir en su mente por su madre, su padre o quien fuera, quería que alguien la salve y la lleve a casa; pero no fue así, ya había perdido entre el constante mareo que sufría la cantidad de días en donde aquella constante rutina se hizo diaria.

La criatura la llevaba a un lugar sin árboles, otra criatura aparecía con obvias intenciones de comérsela, los otros le saltaban encima y se lo comían, la volvían a recoger, le daban un pedazo de la carne del animal cazado y lo tenia que comer por necesidad después del tercer día negándose a comer, era puesta sobre las patas de pelo suave del ser y este la limpiaba con su lengua antes de dormir sobre su cuerpo, dejando su mandíbula sobre ella.

Cada día se sentía más débil, ya ni podía moverse por más fuerza que ejerciera, la sola idea de huir se volvió un sueño lejano, a tan corta edad ya se daba la idea de que moriría pronto.

Tenía miedo.

Y tuvo más miedo cuando escuchó mucho ruido demasiado cerca, todos los seres que le recordaban a los gatos levantaron la cabeza y casi pareció notar que estaban nerviosos, entre rugidos y alaridos ellos la dejaron atrás, siendo que aquel que se encargaba de ella mostró cierta reticencia a dejarla.

Grande fue su sorpresa al ver hombres, quiso gritar por ayuda pero ellos sólo siguieron a las criaturas, quiso gritar que los dejarán tranquilos, que no eran malos, pero la súplica en sus cuerdas vocales murió en el mismo lugar cuando alguien la tomó y la levantó con velocidad.

Quiso gritar para que alguien la ayude, pero las criaturas que se encargaron de ella estaban ya lejos, casi del mismo lugar en donde se escuchaba el sonido de metal y gritos, sin darse cuenta ya puede tener todo su cuerpo alerta y grita, la persona que la llevaba en brazos casi cae a un lado, mantiene su peso en un árbol y ella trata de zafarse de sus brazos con su renovada fuerza.

Le dice algo en un idioma que desconoce, mientras por fin cae a los pies del árbol, pero esta asustada porque no lo conoce, porque le tiene miedo, porque su madre le dijo que tiene que huir cuando alguien que no conoce trata de llevársela.

Pide por ayuda mientras escapa de sus brazos pero la sujeta de un brazo y de una de las agarraderas de su mochila, al dar un paso lejos de él la fuerza vuelve a abandonarla y cae.

Se toman un minuto así, ambos respirando como si la vida se les fuera, él es el primero en recomponerse y levantarse para ir donde ella al mismo tiempo que los hombres regresan.

-No temas, vas a estar bien -le dice pero ella no le entiende, lo sabe porque su expresión aun es de miedo mientras vuelve a tomarla en brazos, esta vez tratando de disminuir el flujo de magia en su cuerpo para que ella no se lo vuelva a arrebatar en un respiro, concentra su poder la palma de sus manos y ve como poco a poco el brillo azul entra en ella, la nutren y se queda dormida en sus brazos, uno de sus hombres se le acerca.

-Los Bengales han huido, mi señor, pero siguen merodeando -asiente a sus palabras, acomoda su cuerpo entre sus brazos y su pecho dando una mirada a sus extrañas ropas y la bolsa de tela con forma rara que tiene colgando de su espalda.

-¿Qué clase de padres abandonan a su hija a su suerte en este bosque lleno de bestias?

-Quizás los mismos que fugaron de la ciudad cuando inicio la infestación.

No daba la razón a esas opciones, ningún padre podría abandonar a su hijo, pero en estos tiempos todo era posible, incluso las peores decisiones eran algo "correcto" en esos tiempos desesperados.

Siente magia desprenderse de su cuello, pero por más que de una mirada a la zona no se encuentra con nada.

-Hay que alistar a los caballos, Gilgamesh -llama a su amigo, quien aun mira en dirección de donde se han refugiado los Bengales- se cancela la cacería, debemos llevar a esta niña al campamento.

No hay respuesta verbal, solo lo ve caminar hasta traerle su caballo, le entrega a la niña para poder subir, ella se queja al ser movida.

En cuanto la toma lo presiente, es posible que no sobreviva al viaje, sus párpados caen mientras la observa, no hasta el punto de cerrarse por completo; su ceño esta fruncido y su rostro esta algo azul, puede sentir que su respiración es errática.

Cuando acerca sus dedos al mango de su espada la niña hace otro sonido de dolor y se aferra su armadura.

Lo mejor era acabar en ese momento con su sufrimiento.

-Gilgamesh -la voz de Somnus hace que su espada se quede a medio camino de salir de su funda, voltea a verlo y tiene ambos brazos extendidos para que le entregue a la niña, ha notado sus intenciones pero no siente ninguna culpa ante eso.

Sabe que ambos tienen una forma de pensar muy parecida, también sabe que la razón por la que fue con su espada enfundada era para que, si las cosas no salían bien, terminase con la vida de la niña. Con sus propias manos.

Somnus era así, discreto.

-Mi señor -le pasa su pequeño cuerpo con delicadeza y no puede negar que esta sorprendido en cuanto ve a la niña recomponerse inmediatamente en cuanto las manos de Somnus la tocan.

-¡Es increíble!

-Sólo el amo Somnus podría lograrlo.

Sus acompañantes también se dan cuenta, la niña ha recuperado el color, toda muestra de dolor se ha desvanecido de su faz y ahora solo duerme en el regazo del hijo menor de los Lucis Caelum siendo cubierta por su capa azul, una imagen digna de ser inmotalizada por el mejor pintor.

Era, como menos, un milagro, lo sería totalmente si lograban llevarla devuelta con vida.

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