Capítulo 2

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Fueron al menos dos días en los que Somnus tuvo que invertir su tiempo y su magia para despertar a la niña, estaba curioso acerca de cómo es que seguía viva hasta ese punto, ¿Cómo pudo nacer sin magia?

¿Qué clase de destino cruel era ese?

Bien sabía que los dioses estaban molestos con su pueblo por sus nuevas y absurdas ideas inspiradas por el caído imperio antiguo, pero nunca llegó a imaginarse que esa molestia llegase a ser un odio tan grande como para maldecir a una niña de esta forma.

Para cuando ella abrió los ojos, bostezó, como quien a salido de un largo sueño, en ese momento Somnus no estaba ahí, pero sí una mujer a la cual había encargado a la niña de momento.

En cuanto la vio, la niña entró en pánico, buscando a los alrededores a sus padres, pero ya ni sus rostros recordaba del todo, haciendo que llore por sentirse pérdida en aquel lugar desconocido.

Poco después, mientras él buscaba entre antiguos manuscritos algo de importancia para saber si la existencia de esa niña era un hecho que antes había ocurrido o si era el presagio del final de los tiempos, la muerte de cada ser vivo en Eos tal y como el Sidéreo caído, Ifrit, tanto amenazó pero nunca pudo cumplir por ser derrotado por los otros sidereos, ¿este era el castigo final? ¿esta era la manera en que Ifrit se vengará más allá de la muerte? Las dudas, además del propio desconcierto a la existencia de ese ser, se disipan en cuanto escucha un fuerte golpe en el cuarto contiguo.

-¡Mi señorita! -escucha la voz alterada de la mujer que le sirve, luego más golpes duros contra el suelo, en cuanto se levantó de su lugar y se fijó en el centro del sonido, encontró a la mujer, asustada, mirando a la niña que estaba tirada en el suelo y temblaba, tratando de levantarse, pero cada vez que lo intentaba, volvía a caer, en consecuencia, el anormal sonido del golpe era escuchado.

No dijo nada más, al igual que antes la tomó antes de que se diera otro golpe, otra cosa curiosa era que, desde un principio, se dio cuenta de que esa niña pesaba, no había cargado niños antes pero podía estar seguro al decir que esa niña pesaba demasiado, algo desproporcionado en cuanto a su altura y figura.

-¡No me toques, por favor! -era lo que gritaba asustada pero ninguno podía entenderla, no quería que volviera a tocarla cuando la primera vez le provocó tanto ardor en la cabeza, su toque le daba extrañas fuerzas que la hacían asustarse al instante.

-Quédate quieta -por fin la tomó por debajo de los hombros, levantando su cuerpo hasta que llegó a cargarla entre sus brazos, la niña hubiese seguido protestando de no ser que de nuevo se sintió segura en ese lugar, esta vez el toque era más cálido, casi tibio- ¿en qué momento salió de su habitación? ! -preguntó a la mujer, quien dio una reverencia con la cabeza hacia abajo, no queriendo mirarlo con su expresión de molestia.

-No pude ver el momento, joven señor -dijo con rapidez- la señorita vino hacia aquí quizás porque quería verlo, es su salvador después de todo.

Lo que (...) menos quería era ver a ese hombre, ese era su pensamiento que iba más allá de esas palabras porque no entendió ni una sola. Estaba asustada, quería correr muy lejos de ellos, quería a sus padres, pero, ¿por qué sentía que nada en su cuerpo le hacía caso? Es más, ¿por qué sentía que su cuerpo, de repente, era más pequeño de lo que recordaba?

La sensación reconfortante volvía a mermar sus pensamientos, volvía a darle calma, casi sanando la histeria que nacía en su interior que nacía cada vez que le faltaba el aire.

Sin darse cuenta su cuerpo actuó por lo que le convenía, tomó con fuerza la tela oscura de la ropa de su captor, porque para ella era así, la mantenían ahí cuando no quería estar ahí, aun así no podía negar que la tranquilidad la invadía cada que era llevada en los brazos de esa persona.

Somnus no mentía cuando decía que era incómodo hacerse cargo de una niña que no era suya, pero, ¿Qué más podría hacer? No pensaba volver a abandonarla en medio del peligroso bosque donde ni el más fiero guerrero podría durar mucho tiempo solo y desarmado; la niña había vuelto a quedarse dormida entre sus brazos con total calma, incluso le sorprendía que, una vez aprendida la forma de mantenerla tranquila, ella siempre caería en un profundo sueño, era extraño, pero lo más seguro era que, al no tener magia, la necesitaba cada tanto tiempo para seguir respirando.

Todo en Eos posee magia, cada ser vivo al igual que aquello que rodea todo ese basto mundo, pero ella no, ni quería imaginarse el acto terrible que pudo haber hecho para recibir tremendo castigo o cómo fue que hasta ahora seguía viva hasta este punto. Se removió entre sus brazos, casi como diciendo basta, ese era otro punto a poner sobre la mesa, la barrera del idioma se hacía notoria desde un inicio, ella no le entendía una palabra, el sentimiento de miedo perdurable junto a la gran incógnita ante sus palabras.

-Mi señor, se ha puesto pálido -las palabras de la mujer lo trajeron de vuelta, sonaba asustada, incluso su mirada se mostraba que tan contrariada estaba con la niña- será que la señorita...

-No es nada de eso -sus palabras eran firmes, sin dejar espacio a ninguna réplica por parte de la mujer que solo bajó la cabeza- puedes retirarte.

Haciendo caso terminó por salir de esa pequeña cabaña y dirigiéndose otra vez a la casa principal, dejándolos solos.

Somnus tenía sus razones para mantener a la niña en ese apartado lugar, muchos la habían visto de manera curiosa en cuanto la trajo, primero con puras preguntas y viéndolo como un héroe por rescatar a la pequeña de ese bosque lleno de monstruos, no obstante, en cuanto le pasó la niña a uno de sus hombres mientras bajaba de su caballo, cundió el pánico, el hombre había caído desmayado, casi muerto, y la niña se le cayó de los brazos en consecuencia, pero en cuanto ella toco el suelo, todas las plantas que estaban cerca de ella murieron, secándose como si hubieran sido rociadas con veneno.

Era obvio que la gente iba a asustarse, al punto que sabía que algunas habladurías surgían entre la servidumbre y estas ya deberían estar llegando al pueblo, no le importaba, al menos no de momento, si no veían a la supuesta niña que roba las almas no llegaría a ser más que un cuento de miedo para niños.

-¿Quién eres? -escuchó de su débil voz, adormecida, pero no pudo entenderla, sus palabras y su manera de hablar eran algo que no había escuchado antes, sabía que no podría ocultar a la niña para siempre, solo era una solución temporal, incluso ahora la gente estaba asustada y cuando la gente se asusta puede hacer cosas terribles.

Esa niña tenía suficiente con haber sido maldecida.

-Duerme tranquila -pasó un mano por sus cabellos, algunos mechones se habían caído pero volvían a crecer, ¿cuán débil puede ser una existencia?- estas bajo la protección de la casa Lucis Caelum.

No entendió de lo que hablaba, pero sus palabras junto a aquella luz azulada que provenía de su mano, de alguna manera, lograron hacer que por fin pudiera conciliar de nuevo el sueño.

-Somnus -escuchó las palabras fuera de donde se encontraba y una sonrisa apareció en su rostro usualmente serio, salió rápido, encontrando a su hermano.

-Hermano mayor -dijo respetuosamente, haciendo una pequeña inclinación que dejó atrás en cuanto su hermano lo abrazó con fuerza- no tenía idea de qué volverías tan pronto de tu viaje.

El primogénito de la casa Lucis Caelum, Ardyn, sonrió espléndidamente a su hermano menor, mostrando el afecto que le tenía en un solo gesto.

-Tomó menos tiempo de lo esperado, gracias a los Sidereos el número de la gente doliente era menor al esperado -sus noticias dan calma al menor, si el número de infectados disminuía, también lo harían los reclamos sangrientos de los que aun se encontraban sanos y que así querían permanecer, importando poco si esas personas tenían salvación o no, ninguno los culpaba, el humano hace lo que sea para mantenerse con vida- me ha impresionado que padre me dijese que estabas aquí, tan lejos de la casa principal, tan lejos del salón de entrenamiento -dijo en broma, pero a Somnus le dio algo de miedo, ¿podría decirle a su hermano sobre la niña que había encontrado?- si no estás en el campo cazando con Gilgamesh estas entrenando con la espada, ¿ha sucedido algo, querido hermano? -su pregunta no hace más que presionarlo, ¿Estaría bien decirle? Su hermano al igual que su futura cuñada eran personas de religión fuerte, la presencia de esa niña era, como poco, un mal presagio que mostraba el desdén de los dioses.

Quizás de momento solo a su comprensivo y piadoso hermano, para Aera esto podría ser tomado como un sacrilegio y no tenía idea de cómo podría tomarlo.

Su hermano era bueno, su hermano entendería, estaba seguro que hasta podría ayudarlo a saber qué era esa niña, incluso podría persuadir a su futura hermana.

-Hermano mayor -llamó aun con duda, no sabría cómo reaccionaría, pero esperaba de todo corazón que, como siempre, tuviera una respuesta a su pregunta- la verdad es que he encontrado a alguien en el bosque.

-¿Qué? -esas palabras no fueron formuladas por su hermano, si no por Aera, que lejos de poner atención en la conversación de ambos o la impresionada expresión de Somnus por verla ahí, se dirigió directamente a la puerta de la cabaña.

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Den gracias a JxviProject- por publicar un nueva parte de (Im)perfecta y darme inspiración para este nuevo capítulo.

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