Capítulo 3

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-¿Qué es esto? -tomó entre sus manos la túnica blanca, a su vista y poco entendimiento parecía un vestido, pero un vestido no era así, al menos no los que usaban las mujeres en sus vagos recuerdos, obviamente la mujer no le entendió a la primera, menos al pensar que estaba balbuceando en un inicio hasta notar que le mostraba sus ropas.

-¿Qué pasa? -con una sonrisa amable tomó la mano de la niña entre las suyas, la tela blanca cayó al igual que la pregunta que no pudo ser entendida, posterior a ello se las arregló para llevar su mano hacia una flor cercana sin dejar caer a la pequeña niña de su regazo, pasando su otra mano por los cabellos de la menor- vamos a ponerte bonita -ni idea de lo que hablaba pero (...) no pudo evitar emocionarse al ver esa hermosa flor roja de tantos pétalos que la hacían ver como fuego, su aroma dulce le encantó y fue muy notorio.

Un poco alejadas de ambas, los dos hijos de la casa noble de los Lucis Caelum las observaban.

-Es una sorpresa todo lo que me dices -fueron las palabras del mayor de los hermanos sin despegar la vista de su prometida y de la peculiar niña- sobrevivió a los Bengales en una de las zonas infectadas que padre ha estado poniendo atención -sus palabras al final tuvieron un tono más profundo.

Somnus sabía lo que pensaba su hermano mayor, Ardyn estaba totalmente en contra de lo que su familia quería iniciar, la idea que se dio hace poco era cazar a cada persona con el mal de la estrella, una infección que aquejaba a todo ser en Eos, uno no podría decir si una persona sana era afortunada o no porque cabía la alta posibilidad de infectarse al estar en contacto con un infectado ya sea persona, animal o planta; eran tiempos más difíciles que nunca antes, la gente estaba desesperada y su familia quería buscar el favor del pueblo erradicando aquello que los atormentaba.

En esos momentos tanto Ardyn como Somnus creían firmemente que esa no era la verdadera solución, el primero por creer que todos se podrían salvar y el segundo creyendo que ir a por cada persona no tendría grandes avances y sólo sería una pérdida de tiempo; tenían puntos de vista diferentes en cuanto al proceder pero al menos no en el objetivo principal, no como su padre que buscaba la oportunidad de que alguno de ellos cambie de parecer para desplegar a los soldados y obtener lo que ansiaban.

-No entiendo su naturaleza aunque me la haz dicho en todo lo que sabes, teniendo en cuanto el tiempo tan corto -las observaba, la manera cariñosa en que Aera peina a la niña, haciendo una trenza mientras la pequeña está curiosa de lo que hace y voltea a verla, dejando que su cabello vuelva a caer por su espalda y que el trabajo de su prometida tenga que volver a empezar- es más, sus rasgos no son de por aquí, menos de la zona de donde la encontraste.

-No hay más pueblos cerca o futuros reinos, todos mantienen sus distancias desde que el mal de la estrella se esparció por la frontera oeste -él también se mantiene mirándolas, sin creer lo que acababa de pasar hace tan poco.

Porque en verdad que fue una sorpresa.

-¡Oráculo! -trató de detenerla por un momento, al menos el suficiente para poder idear una manera de explicarlo o, incluso mejor, dar una razón o investigar las circunstancias.

Pero en cuanto lo pensó bien, ¿por que debería temer por esa niña? No tuvo respuesta dentro de sus pensamientos, aun así su propia conciencia no podría dejar a una niña a merced de las bestias del bosque y ahora que se hacía cargo de ella no dejaría que muriese condenada por algún malentendido, ¿Qué otra razón se necesitaba?

-Deje que le explique -sus palabras no llegaron a más cuando quien abrió la puerta de la cabaña no fueron ni su hermano ni la prometido del mismo, la niña salió por su cuenta, tambaleando, apegándose a la pared y dejando en esta todo su peso que agobia los músculos de sus piernas; por alguna razón se había levantado jadeante, la presencia del hombre ya no estaba y en cuanto pasaron los segundos pudo sentir su garganta seca, casi al punto de ahogarse sin motivo.

Una vez que por fin sintió la sensación de vida en ese lugar, o podía dejarlo ir, cual una persona pedida en el desierto, no podía alejarse demasiado de su oasis, al menos no por ahora.

-Oráculo no se acerque -fue lo que dijo y ante su expresión preocupada al ver que la tocaría ambos hermanos se apuraron, Ardyn fue rápido en detener a su prometida antes de llegar hacia la niña que se había encogido en su lugar, Somnus la tomó en brazos, suministrándole la magia que quizás buscaba y que era lo que fue a buscar.

Ardyn aun miraba con algo de desconfianza a la niña, no era de creer rumores, menos cuando eran tan maliciosos como los de decir que una pequeña niña era en verdad un monstruo que casi mata a un hombre y secó un bosque completo, los rumores se salen de proporción muy fácilmente, muestra de ello fue ver vivo al hombre que ea parte de la servidumbre de su familia, también encontró el supuesto bosque seo, limitándose a una pequeña porción de tierra que gracias a su presencia volvió como si nada a la vida, no obstante, en el momento en que vio a su hermano arrodillarse por perder momentáneamente las fuerzas le hizo ver que más que un rumor completamente falso,tenía algo de cierto, pero era más retorcido de lo que se presentaba en verdad.

-La he mantenido aquí un tiempo, no puedo dejar que la gente se asuste por ella y mucho menos puedo dejar que la lastimen, sabes cómo son las personas, hermano -por supuesto que lo hacía, incluso en esos momentos era fuertemente criticado por algunas personas cuando salía al pueblo, diciendo que dejase de buscar cómo curar a los enfermos y que se dedique a buscar una forma de exterminarlos- es como si te quitase la magia del alma, la primera vez ni siquiera tuve fuerzas para moverme del todo, pero me di cuenta de que ella necesita la magia, de otra manera creo que simplemente morirá.

La palabras de su hermano son apresuradas para los hechos presentes pero le cree, ha sido testigo del deplorable estado de la niña,  todo parecía indicar que una vez tuviese magia no habría problemas, su rara naturaleza podía ser subsidiada, la mejor muestra era ver que se mantenía completamente tranquila mientras Aera terminaba de poner la flor roja de hace un rato entre los mechones de la niña.

-Nunca podría darle la espalda a una niña inocente, los Sidéreos la dejaron ser descubierta por mi hermano menor por una razón, no habría otra persona que pudiese ayudarla mejor -es su pensamiento que deja fluir con sus palabras, se acerca a ambas y sonríe a la niña que en cuanto lo ve se nota sorprendida.

-No temas pequeña -no entiende las palabras de Aera, provocando que se sienta aun mas cohibida.

-No nos entiende, creo que tampoco puede escribir -admite y ante su tono de voz conocido (...) corre hacia él.

Es lo único que conoce en ese lugar, es el único que le deja vivir, entonces, ¿Cómo aun podría tenerle miedo? Si bien aún le temía, era todo lo que tenía y ahora el lugar más seguro era entre sus brazos.

-Tranquila -no tiembla como antes, ahora solo miraba desconfiada a Ardyn, quien solo sonrió con calma al verla en guardia- desde ahora estarás segura.

Cuanta verdad en sus palabras, pero no siempre se mantienen hasta el final.

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